Alfredo Vallota
no es posible eludir la pregunta que siempre asoma en los que conocen al anarquismo a través de las apostillas de autoritarios y estatistas, ya sea que se escuden detrás de rótulos de izquierda o de derecha. ¿Qué lugar ocupa lo que se llamó la propaganda por la acción o vulgarmente el anarquismo violento? Ante todo digamos, como lo hemos dicho antes, que todos los anarquistas nos reunimos en torno a ciertos principios, pocos pero no negociables. En cambio las tácticas para alcanzarlos varían, al punto de generar grandes desacuerdos. Si atendemos al tema de la violencia, Godwin es partidario de la generación de cambios por la argumentación y el convencimiento, Proudhon a través de la formación de organizaciones cooperativas que permitan vivir los principios, Kropotkin llegó a aceptar la violencia a regañadientes y porque era inevitable, Bakunin, que luchó en muchas barricadas, no deja de tener sus dudas. En consecuencia, no cabe hacer al anarquismo sinónimo de violencia, masacres o bombas. Esta identificación ha sido una extravagancia que han usado los medios, y también gobernantes de ayer u hoy.
no es posible eludir la pregunta que siempre asoma en los que conocen al anarquismo a través de las apostillas de autoritarios y estatistas, ya sea que se escuden detrás de rótulos de izquierda o de derecha. ¿Qué lugar ocupa lo que se llamó la propaganda por la acción o vulgarmente el anarquismo violento? Ante todo digamos, como lo hemos dicho antes, que todos los anarquistas nos reunimos en torno a ciertos principios, pocos pero no negociables. En cambio las tácticas para alcanzarlos varían, al punto de generar grandes desacuerdos. Si atendemos al tema de la violencia, Godwin es partidario de la generación de cambios por la argumentación y el convencimiento, Proudhon a través de la formación de organizaciones cooperativas que permitan vivir los principios, Kropotkin llegó a aceptar la violencia a regañadientes y porque era inevitable, Bakunin, que luchó en muchas barricadas, no deja de tener sus dudas. En consecuencia, no cabe hacer al anarquismo sinónimo de violencia, masacres o bombas. Esta identificación ha sido una extravagancia que han usado los medios, y también gobernantes de ayer u hoy.
Hay, sin embargo, un hecho que si se debe a los anarquistas y es el hecho que el movimiento anarquista enseñó a los trabajadores a no considerar a los actos violentos como acciones de delincuentes, ni como un pecado mortal, ni una violación de los designios de Dios o del Estado, sino un modode alcanzar una sociedad mejor y discutir el lugar que en ese proceso le corresponde a la destrucción.
Y entonces ¿ Payas, Salvador, Ravachol, Gallo, Vaillant, Caserio, Duval, Di Giovanni, Radowinsky, Wilkins? Comencemos por acotar el punto. Ante todo, no siempre la violencia de los anarquistas fue tal sino que simple violencia social rotulada como anarquista. Pero hubo violencia anarquista, aunque nunca fue tanta como la fama que heredamos. Pero al respecto hay varias precisiones que hacer. Primero, los anarquistas violentos lo hicieron siempre por una decisión personal de ejercer la violencia, tan personal que muchas veces se apartaron de todos los compañeros para no comprometerlos en las represalias. Nunca se ejerció la violencia en cumplimiento de una orden de algún jefe, o debido a una paga mercenaria, o por imposición de los dirigentes.
Segundo aspecto, siempre fue puntual, discriminada, la mayoría de las veces contra algún alto representante de las fuerzas opresoras. No es de anarquista poner una bomba en una estación de autobuses para matar el mayor número, sino matar a un monarca, a un obispo, a un explotador. Tercero que la violencia juegue un papel para muchos es una consecuencia de la violenta imposición de la autoridad en el seno colectivo. El rechazo a esta violencia antinatural, represado por la fuerza, se expresa en ocasiones violentamente, tal como sucede cuando la presión en cualquier recipiente se torna insostenible. La violencia anarquista es engendrada por la violencia de los gobernantes y sus leyes injustas que imponen por el estado, el gobierno y las instituciones autoritarias. Bakunin expone esto con claridad mediante una pregunta que cada uno puede contestarse "¿Acaso ha habido, en alguna época, en algún país, un solo ejemplar de la clase privilegiada y dominante que haya hecho concesiones libremente, espontáneamente y sin verse violentada por la fuerza y el miedo?" [1] Y de todas maneras, como dice Godwin, en caso de ser una catástrofe, el anarquismo es uno de corta duración, mientras que el despotismo es imperecedero.
¿Qué pienso yo? Hago mías las palabras de Eliseo Reclus: "Si un individuo aislado, corroído por el odio, se venga de la sociedad que lo educó deficientemente, que lo nutrió malamente y que le aconsejó erróneamente ¿qué puedo yo oponer? Es el resultado de fuerzas irrefrenables, la consecuencia de profundas pasiones, la erupción de la justicia en sus formas primitivas. Tomar partido contra los infortunados justificando así el sistema que los ha humillado y oprimido, es algo que no pienso hacer nunca.
En estos infortunados hay un predominio de la moral de revancha, la impaciencia por cambiar al mundo, un inmediatismo visceral, una solipsismo que se traduce en incapacidad por asociarse a acciones racionales colectivas, un espíritu de sacrificio como el de santos y mártires, ya que casi todos lo fueron. En este sentido, no podemos apoyarnos en la moral del vencedor contra el vencido [2].
En lo personal, me inclino más a defender la fuerza de la ética que la ética de la fuerza, la educación en la acción, no la destrucción por la acción. Me inclino por la acción de la no acción como es la huelga, los brazos caídos que promocionaba Sorel, la resistencia paciente, sabiendo muy bien que la verdad no penetra en los cerebros sino lentamente y que no es a la revolución superficial, inmediata lo que pretendemos sino al cambio radical de la sociedad resultado del cambio en todos.
Pretendemos secar todas las lágrimas y aliviar todos los sufrimientos que podamos, y esto no podemos lograrlo provocando lágrimas y ocasionando dolor. Los medios que utilicemos determinan el tipo de fin al que accederemos. Por eso Proudhon, el más importante veterano anarquista decía Yo estoy plenamente alejado, con toda mi alma, de todo antagonismo, de todo fermento de odio y guerra civil. Es harto conocido que no soy precisamente eso que llaman un hombre de acción. Pero lo era, la acción solidaria, desprendida, generosa, esa acción que es la que requiere la libertad, que no necesita de la fuerza para reivindicar sus derechos y vengar sus ultrajes, sino sólo de la reunión de hombres que quieran ser libres.
Notas
[1] Bakunin, La libertad, p.294
[2] Reclus, E.: "La pretendida decadencia anarquista", Revista Blanca, 1904.
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