Agustín Franco M.
Emprender para qué, en qué, de qué manera? Si se trata de emprender bajo las reglas del capitalismo, esto es, para explotar al prójimo, lo mejor sería abstenerse. Ahora bien, si se trata de emprender un viaje a vida o muerte en patera para buscar una vida mejor, ¿por qué los primeros, llamados empresarios, son más alabados y celebrados que los segundos, a los que se tilda de lo peor?
Más aún, ¿por qué son menos emprendedores los jóvenes que se marchan de su país a buscarse la vida por causa de las políticas conservadoras y neoliberales?, ¿por qué son menos emprendedores los trabajadores que luchan por sus derechos o contra un ERE [Expediente de Regulación de Empleo, mecanismo para despedir trabajadores utilizado por los capitalistas ibéricos]?, ¿por qué son menos emprendedoras las mujeres que cargan con las responsabilidades laborales y familiares? ¿De qué emprendimiento hablamos?
Emprender para qué, en qué, de qué manera? Si se trata de emprender bajo las reglas del capitalismo, esto es, para explotar al prójimo, lo mejor sería abstenerse. Ahora bien, si se trata de emprender un viaje a vida o muerte en patera para buscar una vida mejor, ¿por qué los primeros, llamados empresarios, son más alabados y celebrados que los segundos, a los que se tilda de lo peor?
Más aún, ¿por qué son menos emprendedores los jóvenes que se marchan de su país a buscarse la vida por causa de las políticas conservadoras y neoliberales?, ¿por qué son menos emprendedores los trabajadores que luchan por sus derechos o contra un ERE [Expediente de Regulación de Empleo, mecanismo para despedir trabajadores utilizado por los capitalistas ibéricos]?, ¿por qué son menos emprendedoras las mujeres que cargan con las responsabilidades laborales y familiares? ¿De qué emprendimiento hablamos?
De las bondades del emprendimiento (para una economía planificada) habla hasta un reconocido y prestigioso marxista como Paul Cockshott (ver el capítulo 8 del libro Qué enseña la economía marxista de los editores Diego Guerrero y Maxi Nieto). La clave está, por tanto, en qué bases se fundamenta ese emprendimiento.
Y es que no son iguales todos los referentes. Si me dan a elegir entre Amancio Ortega [el mayor capitalista ibérico] y Carola Rackete [la capitana de un barco que auxilia emigrantes naufragos en el Mediterraneo], prefiero sinceramente a la segunda. Y qué decir sobre el celebrado Steve Jobs, el inventor de las mejores triquiñuelas financieras para evadir impuestos (ver El otro Steve Jobs de Vincenç Navarro o el libro de Mercedes Serraller, ¿Por qué pagas más impuestos que Apple?). Por tanto, ¿qué modelo de emprendedor? «El emprendedor que ha hecho una enorme fortuna a base de utilizar y explotar para beneficio propio bienes comunes sin los cuales no hubiera alcanzado su éxito» (como denuncia el profesor Navarro respecto a Steve Jobs). Una sociedad sana no necesita emprendedores/depredadores así.
Si queremos lecciones de emprendimiento, miremos hacia cualquier familia de clase obrera que a duras penas llega a fin de mes. Más aún, ¿por qué es menos emprendedor el movimiento anarquista obrero español? Expertos de talla internacional (como Ted Trainer) no se cansan de citar el modelo anarquista español como ejemplo histórico insuperable para revertir la caótica debacle medioambiental actual y la compulsión consumista a la que nos aboca el capitalismo y su visión emprendedora/depredadora.
En efecto, las oportunidades están ahí, ¡y los problemas éticos también! ¿Vale cualquier cosa? Pues no. Evidentemente se puede montar un negocio y ser muy emprendedor aprovechando la miseria, la desesperación y las necesidades de la gente, desde las mafias organizadas hasta los vientres de alquiler o el negocio de la prostitución que alimentan los puteros.
Y es que nadie en su sano juicio rechaza la importancia de los grandes valores (desarrollo, progreso, libertad, igualdad, eficiencia), lo que sí se discute son los modelos y las formas concretas. Y bajo el capitalismo, mal que les pese a muchos oírlo, la única libertad verdadera es la libertad para explotar.
De buenos emprendedores está lleno el cementerio de las empresas. Que se lo digan a quienes ven sus proyectos sin financiación por causa de las prácticas especulativas de la banca, lo que Laurent Cordonnier denomina como el «tabú que penaliza a todos quienes desean invertir y crear puestos de trabajo: el coste prohibitivo del capital» (ver su artículo en Le Monde Diplomatique de julio de 2013). Y lo mismo puede decirse de los falsos trabajadores autónomos y de quienes acaban pasando de emprendedores a emprendeudores, como analiza bien el profesor Antonio Santos al estudiar la precariedad a la que abocan tanto la ‘ideología del emprendedor’ como las ‘cárceles del capital humano’.
Basta ya de blanquear la raíz de la explotación global. El mecenazgo de los ricos no es más que pura estrategia de marketing. Responsables de extender la precariedad como modelo social y laboral, su objetivo es mejorar su imagen. Lo mismo que hay detrás de todos los discursos y recursos dedicados a hablar de la ‘responsabilidad social’ de las empresas. Nunca antes en la Historia ha habido tanta irresponsabilidad por parte de capitalistas, empresarios y emprendedores de nuestra era neoliberal (ver el videoreportaje ‘No a la venta’ del Observatorio de RSC y de la UNED en http://blog.francoiseclementi.com/2009/globalizacion-multinacionales-y-responsabilidad-social-corporativa/.).
Los mitos neoliberales sobre el emprendimiento se basan en negar la ley del valor, en atribuirles a los empresarios la creación de riqueza. La riqueza la genera el trabajo. Todo lo demás son mentiras que pasan por verdad en la era de la posverdad.
[Tomado de https://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/opinion/discurso-barato-emprendimiento_1173256.html.]
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