Enrique Contreras
Detrás de todo éste conflicto que vivimos en Venezuela, hay mucha oscuridad, trampas, traiciones, manipulaciones, engaños y una sola intención: Cambiar un gobierno, por otro gobierno o lo que es lo mismo, unos ladrones por otros ladrones. Es la triste historia que no ha tocado vivir a los de abajo, porque los de arriba terminan como siempre: Repartiéndose la piñata llamada Venezuela.
Salir del gobierno de Maduro, es para una mayoría el anhelo ¿y luego qué? ¿Se trata realmente de salir de Maduro o salir de la lógica de unos modelos socio-económicos llámese capitalismo o socialismo que masacran la integridad de los pueblos, su condición humana y que nos han conducido a vivir colonizados y sin pensamiento propio?, unos adheridos al pensamiento angloamericano y otros al pensamiento ruso o chino, donde no hay la posibilidad de definir y crear nuestro propio destino.
Soy de los que creen que en momentos como éste, hay que cambiar el discurso, desenmascarar la propuesta engañosa de ambos bandos y desentrañar la realidad. La gramática del análisis y estudio político debe ser distinta y la esperanza debe ubicarse en otras alternativas donde no intervengan las mafias partidistas, producto de la lucha consciente y perseverante. ¡Qué se vayan todos! es un grito que debe conducirnos más allá del poder que conocemos y que nos ha oprimido siempre, es la ruta que debemos tomar como pueblo hacia otra forma de pensar, de crear, de inventar y de construir tal como lo planteara nuestro Simón Rodríguez.
Basta de gobiernos de la llamada derecha o de la llamada izquierda, sirvientes leales, celestinos, escuderos y cortesanos del poder del gran capital. Es necesario cambiar radicalmente la ruta colonizadora que arrastramos desde los procesos conquistadores y genocidas del eurocentrismo. Es ineludible edificar y labrar un nuevo proyecto nacional, un nuevo país, se trata de un proyecto civilizatorio que haga explicita nuestra realidad, para evitar que se oculte. Donde se ponga en primer término el problema de la DEMOCRACIA, no la democracia imitadora del que domina, no esa democracia que como dijera Fabricio Ojeda a nombre del la cual se maltrata, se asesina, se persigue y se engaña. Se trata de la democracia que contiene la cosmovisión de un mundo libre, donde la justicia reine para todos en igualdad de condiciones, la democracia del saber y el conocimiento para comprender la urgencia de la realización plena de nuestra sociedad, donde se dignifique la patria, el pueblo, el bienestar colectivo y el avance progresivo de la sociedad en armonía con la naturaleza y rechacé toda forma de dominación y relación de poder, tanto en lo interno como en lo externo. La democracia de la que hablo, es esa democracia que en términos concretos, nos pueda proteger de la opresión.
Se trata de entender como llegamos a esto que estamos viviendo, cuales fueron los caminos que recorrimos para que nos esclavizaran en ese quehacer histórico que hasta la fecha hemos vivido, donde cabe la pregunta qué nos condujo a negar la parte básica de nuestra existencia para convertirnos en objetos y no en sujetos históricos. Se trata de destruir de una vez por todo el orden de dominación colonial.
Si concientizamos nuestro papel histórico, nos libraremos de esa maquina de guerra comunicacional, concebida para agredir, silenciar, idiotizar e imponer matrices neurolingüísticas, que impiden que aflore un pensamiento propio, donde nos imponen ideologías que no son otra cosa que la expresión de la falsa conciencia.
Detrás de todo éste conflicto que vivimos en Venezuela, hay mucha oscuridad, trampas, traiciones, manipulaciones, engaños y una sola intención: Cambiar un gobierno, por otro gobierno o lo que es lo mismo, unos ladrones por otros ladrones. Es la triste historia que no ha tocado vivir a los de abajo, porque los de arriba terminan como siempre: Repartiéndose la piñata llamada Venezuela.
Salir del gobierno de Maduro, es para una mayoría el anhelo ¿y luego qué? ¿Se trata realmente de salir de Maduro o salir de la lógica de unos modelos socio-económicos llámese capitalismo o socialismo que masacran la integridad de los pueblos, su condición humana y que nos han conducido a vivir colonizados y sin pensamiento propio?, unos adheridos al pensamiento angloamericano y otros al pensamiento ruso o chino, donde no hay la posibilidad de definir y crear nuestro propio destino.
Soy de los que creen que en momentos como éste, hay que cambiar el discurso, desenmascarar la propuesta engañosa de ambos bandos y desentrañar la realidad. La gramática del análisis y estudio político debe ser distinta y la esperanza debe ubicarse en otras alternativas donde no intervengan las mafias partidistas, producto de la lucha consciente y perseverante. ¡Qué se vayan todos! es un grito que debe conducirnos más allá del poder que conocemos y que nos ha oprimido siempre, es la ruta que debemos tomar como pueblo hacia otra forma de pensar, de crear, de inventar y de construir tal como lo planteara nuestro Simón Rodríguez.
Basta de gobiernos de la llamada derecha o de la llamada izquierda, sirvientes leales, celestinos, escuderos y cortesanos del poder del gran capital. Es necesario cambiar radicalmente la ruta colonizadora que arrastramos desde los procesos conquistadores y genocidas del eurocentrismo. Es ineludible edificar y labrar un nuevo proyecto nacional, un nuevo país, se trata de un proyecto civilizatorio que haga explicita nuestra realidad, para evitar que se oculte. Donde se ponga en primer término el problema de la DEMOCRACIA, no la democracia imitadora del que domina, no esa democracia que como dijera Fabricio Ojeda a nombre del la cual se maltrata, se asesina, se persigue y se engaña. Se trata de la democracia que contiene la cosmovisión de un mundo libre, donde la justicia reine para todos en igualdad de condiciones, la democracia del saber y el conocimiento para comprender la urgencia de la realización plena de nuestra sociedad, donde se dignifique la patria, el pueblo, el bienestar colectivo y el avance progresivo de la sociedad en armonía con la naturaleza y rechacé toda forma de dominación y relación de poder, tanto en lo interno como en lo externo. La democracia de la que hablo, es esa democracia que en términos concretos, nos pueda proteger de la opresión.
Se trata de entender como llegamos a esto que estamos viviendo, cuales fueron los caminos que recorrimos para que nos esclavizaran en ese quehacer histórico que hasta la fecha hemos vivido, donde cabe la pregunta qué nos condujo a negar la parte básica de nuestra existencia para convertirnos en objetos y no en sujetos históricos. Se trata de destruir de una vez por todo el orden de dominación colonial.
Si concientizamos nuestro papel histórico, nos libraremos de esa maquina de guerra comunicacional, concebida para agredir, silenciar, idiotizar e imponer matrices neurolingüísticas, que impiden que aflore un pensamiento propio, donde nos imponen ideologías que no son otra cosa que la expresión de la falsa conciencia.
Hasta cuando tanta utopía –dirán algunos- pero lo que yo aseguro es que hoy día la utopía no es una ficción, sin lugar y tiempo, ya no es irrealizable. La utopía es una construcción en colectivo ontocreadora que cuestiona los modelos sociales injustos y donde se propone cambiarlos radicalmente por modelos justos, son verdades permanentes, esas utopías son la realidad del mañana, por eso fue que BOLíVAR FUE GRANDE, estuvo lleno de utopías y las materializo y su pensamiento, hoy más que nunca tiene vigencia en todo nuestro entorno a pesar de que los bandidos de ayer y los de hoy, en ejercicio de gobierno, han querido distorsionarlo, por eso es que queremos y afirmamos: ¡QUE SE VAYAN TODOS!
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