I.- La posverdad y las fake news, según Noam Chomsky
Edith Sánchez
Lo preocupante del fenómeno de la posverdad es que ha convertido las fake news en el insumo del cual se valen muchas personas para tomar decisiones importantes. Chomsky nos alerta acerca de los riesgos de esa situación. Se le llama posverdad a la distorsión deliberada que se hace de la realidad con el fin de moldear la percepción y las opiniones de la gente. Es un tipo de visión que se difunde principalmente a través de los medios de comunicación y de las redes sociales. Su objetivo es el de manipular a la opinión pública y una de sus herramientas básicas son las fake news o noticias falsas.
La posverdad describe las nuevas maneras en que se expresa un viejo fenómeno: la propaganda. Esta siempre ha sido un instrumento a través del cual se “crean verdades” que no corresponden a los hechos, pero que terminan siendo validadas por las mayorías en función de su repetición incesante o de mecanismos similares. Noam Chomsky es uno de los intelectuales que con mayor contundencia se ha referido a este fenómeno. Como estudioso de los fenómenos de comunicación y como activista político en contra de los desmanes del neoliberalismo, ve en la posverdad un fenómeno preocupante frente al cual debe estar atenta la sociedad:
“La desilusión con las estructuras institucionales ha conducido a un punto donde la gente ya no cree en los hechos. Si no confías en nadie, por qué tienes que confiar en los hechos. Si nadie hace nada por mí, por qué he de creer en nadie”.
Las emociones y la posverdad
Dice Noam Chomsky que la mayoría de la gente ha perdido calidad de vida en las últimas décadas. Lo atribuye a las políticas neoliberales impulsadas desde Estados Unidos e Inglaterra. Lo cierto es que el grueso de las personas experimenta una mezcla de enojo y miedo que termina convirtiéndose en desconfianza y escapismo. Una de las características de la posverdad es que en ella las emociones juegan un papel importante. Las personas terminan creyendo en aquello que mejor satisface sus emociones básicas, aunque esto riña con hechos probados. De este modo, cuanto más asociada esté una idea con emociones básicas de los seres humanos, más poder de arraigo tiene también.
La frustración por las condiciones de vida lleva a que los sentimientos de odio, xenofobia y deseo de venganza se exacerben con facilidad. A la vez, todas las “verdades” que alimenten esas emociones cuajan mejor. De este modo, la gente está más dispuesta a creer lo que satisface esos sentimientos exacerbados en lugar de confiar en las evidencias como sustento de sus creencias.
Los medios, las redes y las mentiras
Edith Sánchez
Lo preocupante del fenómeno de la posverdad es que ha convertido las fake news en el insumo del cual se valen muchas personas para tomar decisiones importantes. Chomsky nos alerta acerca de los riesgos de esa situación. Se le llama posverdad a la distorsión deliberada que se hace de la realidad con el fin de moldear la percepción y las opiniones de la gente. Es un tipo de visión que se difunde principalmente a través de los medios de comunicación y de las redes sociales. Su objetivo es el de manipular a la opinión pública y una de sus herramientas básicas son las fake news o noticias falsas.
La posverdad describe las nuevas maneras en que se expresa un viejo fenómeno: la propaganda. Esta siempre ha sido un instrumento a través del cual se “crean verdades” que no corresponden a los hechos, pero que terminan siendo validadas por las mayorías en función de su repetición incesante o de mecanismos similares. Noam Chomsky es uno de los intelectuales que con mayor contundencia se ha referido a este fenómeno. Como estudioso de los fenómenos de comunicación y como activista político en contra de los desmanes del neoliberalismo, ve en la posverdad un fenómeno preocupante frente al cual debe estar atenta la sociedad:
“La desilusión con las estructuras institucionales ha conducido a un punto donde la gente ya no cree en los hechos. Si no confías en nadie, por qué tienes que confiar en los hechos. Si nadie hace nada por mí, por qué he de creer en nadie”.
Las emociones y la posverdad
Dice Noam Chomsky que la mayoría de la gente ha perdido calidad de vida en las últimas décadas. Lo atribuye a las políticas neoliberales impulsadas desde Estados Unidos e Inglaterra. Lo cierto es que el grueso de las personas experimenta una mezcla de enojo y miedo que termina convirtiéndose en desconfianza y escapismo. Una de las características de la posverdad es que en ella las emociones juegan un papel importante. Las personas terminan creyendo en aquello que mejor satisface sus emociones básicas, aunque esto riña con hechos probados. De este modo, cuanto más asociada esté una idea con emociones básicas de los seres humanos, más poder de arraigo tiene también.
La frustración por las condiciones de vida lleva a que los sentimientos de odio, xenofobia y deseo de venganza se exacerben con facilidad. A la vez, todas las “verdades” que alimenten esas emociones cuajan mejor. De este modo, la gente está más dispuesta a creer lo que satisface esos sentimientos exacerbados en lugar de confiar en las evidencias como sustento de sus creencias.
Los medios, las redes y las mentiras
Desde
tiempos inmemoriales el prejuicio ha tenido mucha más fuerza que la
verdad científica o soportada con evidencias. Por eso Galileo fue
obligado a retractarse, luego de que Giordano Bruno fuera pasado por la
hoguera. Sin embargo, en los tiempos actuales esto ha adquirido una
nueva dimensión, debido al enorme poder de penetración que tuvieron
primero los medios de comunicación y luego las redes sociales.
La difusión de una información falsa se hace en segundos, y masivamente en la actualidad. Así mismo, para crear el efecto de veracidad existen nuevas y sofisticadas herramientas que están al alcance casi de cualquiera. Trucar una imagen o un audio es algo que se puede hacer con medios al alcance de muchos. También hay formas de lograr que la misma información falsa surja de fuentes paralelas y simultáneas. Así se crea el efecto de “son muchos los que dicen lo mismo, por lo cual, debe ser verdad”.
Chomsky y la posverdad
La difusión de una información falsa se hace en segundos, y masivamente en la actualidad. Así mismo, para crear el efecto de veracidad existen nuevas y sofisticadas herramientas que están al alcance casi de cualquiera. Trucar una imagen o un audio es algo que se puede hacer con medios al alcance de muchos. También hay formas de lograr que la misma información falsa surja de fuentes paralelas y simultáneas. Así se crea el efecto de “son muchos los que dicen lo mismo, por lo cual, debe ser verdad”.
Chomsky y la posverdad
Para Noam Chomsky, la
posverdad no es un fenómeno que se limite a lo político. Hay un conjunto
de realidades tergiversadas también en la economía, en la psicología
cotidiana y en el estilo de vida. Respecto a la economía, señala que en
el mundo actual los consumidores son sistemáticamente engañados. Pone
como ejemplo los automóviles. En el momento de adquirirlos, los
consumidores cómo acceder a la información necesaria para tomar una
decisión racional. ¿Qué características del producto les dan a conocer?
¿Existen fuentes independientes que certifiquen que lo ofrecido
realmente tiene las características que dice tener?
Chomsky dice que en el mundo actual, la gente se siente sola y desesperanzada. Quizás esto se ha hecho más agudo gracias a ciertas ideologías promovidas desde lo psicológico, según las cuales cada quien, y solo cada quien, debe buscar las salidas a sus problemas. Estos ya no son colectivos ni se pueden solucionar conjuntamente. Ahora se ven como asuntos privados, con los que cada uno debe lidiar. En este momento de la historia, más que en ningún otro, la palabra que ilumina es la de los grandes filósofos, no la de las corrientes masivas que suben y bajan por Internet. Cada uno de nosotros tiene también la responsabilidad de sospechar de aquellas ideas que le llevan a comportamientos viscerales.
[Tomado de https://lamenteesmaravillosa.com/la-posverdad-y-las-fake-news-segun-noam-chomsky.]
II.- Texto publicado por Cultura Inquieta
Cuando uno lee o escucha a Noam Chomsky (Filadelfia, 1928) tiene la sensación de que ha vivido mil vidas. Noam Chomsky es un sabio moderno con criterio para casi todo lo que tenga que ver con política, religión, ciencia o filosofía y, además, un activista sin pelos en la lengua en la era Trump.
En una época en la que la posverdad está alcanzado cotas máximas, Chomsky y todas sus teorías en contra del neoliberalismo arrojan luz y cogen fuerza y veracidad en una entrevista que concedió recientemente para un diario madrileño, y en la que expresa abiertamente sobre como individuos de la talla del actual presidente de los EEUU ponen en riesgo el estado de democracia, adulterando, incluso el propio concepto:
“Hace ya 40 años que el neoliberalismo, de la mano de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, asaltó el mundo. Y eso ha tenido un efecto. La concentración aguda de riqueza en manos privadas ha venido acompañada de una pérdida del poder de la población general. La gente se percibe menos representada y lleva una vida precaria con trabajos cada vez peores.
El resultado es una mezcla de enfado, miedo y escapismo. Ya no se confía ni en los mismos hechos. Hay quien lo llama populismo, pero en realidad es descrédito de las instituciones” declara.
Chomsky, simpatizante de movimientos anarquistas como el anarcosindicalismo, entiende perfectamente la desilusión generalizada que hay con el sistema debido a la fe que tiene en el papel de la clase obrera y, consciente de la opresión que ejerce la democracia capitalista para que la clase trabajadora siga condenada a la desigualdad económica que existe, afirma:
“La desilusión con las estructuras institucionales ha conducido a un punto donde la gente ya no cree en los hechos. Si no confías en nadie, por qué tienes que confiar en los hechos. Si nadie hace nada por mí, por qué he de creer en nadie.”
“El neoliberalismo existe, pero sólo para los pobres. El mercado libre es para ellos, no para nosotros. Esa es la historia del capitalismo. Las grandes corporaciones han emprendido la lucha de clases, son auténticos marxistas, pero con los valores invertidos. Los principios del libre mercado son estupendos para aplicárselos a los pobres, pero a los muy ricos se los protege.
Las grandes industrias energéticas reciben subvenciones de cientos de millones de dólares, la economía high-tech se beneficia de las investigaciones públicas de décadas anteriores, las entidades financieras logran ayudas masivas tras hundirse… Todos ellos viven con un seguro: se les considera demasiado grandes para caer y se los rescata si tienen problemas. Al final, los impuestos sirven para subvencionar a estas entidades y con ellas a los ricos y poderosos. Pero además se le dice a la población que el Estado es el problema y se reduce su campo de acción. ¿Y qué ocurre? Su espacio es ocupado por el poder privado y la tiranía de las grandes entidades resulta cada vez mayor”
En un mundo en el que el exceso de información paradójicamente desinforma, resaltando en este punto el papel que juegan las “fake news” o las cortinas de humo, la clave está en distraer a la masa. Sobre ésto Chomsky apunta:
“Hasta Orwell estaría asombrado. Vivimos la ficción de que el mercado es maravilloso porque nos dicen que está compuesto por consumidores informados que adoptan decisiones racionales. Pero basta con poner la televisión y ver los anuncios: ¿Buscan informar al consumidor y que tome decisiones racionales? ¿O buscan engañar? Pensemos, por ejemplo, en los anuncios de coches. ¿Ofrecen datos sobre sus características? ¿Presentan informes realizados por entidades independientes? Porque eso sí que generaría consumidores informados capaces de tomar decisiones racionales. En cambio, lo que vemos es un coche volando, pilotado por un actor famoso. Tratan de socavar al mercado. Los negocios no quieren mercados libres, quieren mercados cautivos. De otro modo, colapsarían.”
Tenemos cada día más presente la creciente tendencia a la alienación, perdemos la esperanza en una sociedad que debería estar basada en la libertad y la igualdad en la que se tendría que erradicar el poder de las instituciones autoritarias que controlan los medios de producción subordinando a la mayoría; y, probablemente, a ésto se refiere Chomsky cuando dice:
“Se tenía la idea de que juntos se podía vencer a la crisis. Y eso se ha perdido. Ahora vivimos la sensación de que estamos solos, de que no hay nada que hacer, de que el Estado está contra nosotros…”
[Tomado de https://culturainquieta.com/es/inspiring/item/13883-noam-chomsky-sobre-el-por-que-de-la-era-de-la-posverdad-y-las-fake-news.html.]
Chomsky dice que en el mundo actual, la gente se siente sola y desesperanzada. Quizás esto se ha hecho más agudo gracias a ciertas ideologías promovidas desde lo psicológico, según las cuales cada quien, y solo cada quien, debe buscar las salidas a sus problemas. Estos ya no son colectivos ni se pueden solucionar conjuntamente. Ahora se ven como asuntos privados, con los que cada uno debe lidiar. En este momento de la historia, más que en ningún otro, la palabra que ilumina es la de los grandes filósofos, no la de las corrientes masivas que suben y bajan por Internet. Cada uno de nosotros tiene también la responsabilidad de sospechar de aquellas ideas que le llevan a comportamientos viscerales.
[Tomado de https://lamenteesmaravillosa.com/la-posverdad-y-las-fake-news-segun-noam-chomsky.]
II.- Texto publicado por Cultura Inquieta
Cuando uno lee o escucha a Noam Chomsky (Filadelfia, 1928) tiene la sensación de que ha vivido mil vidas. Noam Chomsky es un sabio moderno con criterio para casi todo lo que tenga que ver con política, religión, ciencia o filosofía y, además, un activista sin pelos en la lengua en la era Trump.
En una época en la que la posverdad está alcanzado cotas máximas, Chomsky y todas sus teorías en contra del neoliberalismo arrojan luz y cogen fuerza y veracidad en una entrevista que concedió recientemente para un diario madrileño, y en la que expresa abiertamente sobre como individuos de la talla del actual presidente de los EEUU ponen en riesgo el estado de democracia, adulterando, incluso el propio concepto:
“Hace ya 40 años que el neoliberalismo, de la mano de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, asaltó el mundo. Y eso ha tenido un efecto. La concentración aguda de riqueza en manos privadas ha venido acompañada de una pérdida del poder de la población general. La gente se percibe menos representada y lleva una vida precaria con trabajos cada vez peores.
El resultado es una mezcla de enfado, miedo y escapismo. Ya no se confía ni en los mismos hechos. Hay quien lo llama populismo, pero en realidad es descrédito de las instituciones” declara.
Chomsky, simpatizante de movimientos anarquistas como el anarcosindicalismo, entiende perfectamente la desilusión generalizada que hay con el sistema debido a la fe que tiene en el papel de la clase obrera y, consciente de la opresión que ejerce la democracia capitalista para que la clase trabajadora siga condenada a la desigualdad económica que existe, afirma:
“La desilusión con las estructuras institucionales ha conducido a un punto donde la gente ya no cree en los hechos. Si no confías en nadie, por qué tienes que confiar en los hechos. Si nadie hace nada por mí, por qué he de creer en nadie.”
“El neoliberalismo existe, pero sólo para los pobres. El mercado libre es para ellos, no para nosotros. Esa es la historia del capitalismo. Las grandes corporaciones han emprendido la lucha de clases, son auténticos marxistas, pero con los valores invertidos. Los principios del libre mercado son estupendos para aplicárselos a los pobres, pero a los muy ricos se los protege.
Las grandes industrias energéticas reciben subvenciones de cientos de millones de dólares, la economía high-tech se beneficia de las investigaciones públicas de décadas anteriores, las entidades financieras logran ayudas masivas tras hundirse… Todos ellos viven con un seguro: se les considera demasiado grandes para caer y se los rescata si tienen problemas. Al final, los impuestos sirven para subvencionar a estas entidades y con ellas a los ricos y poderosos. Pero además se le dice a la población que el Estado es el problema y se reduce su campo de acción. ¿Y qué ocurre? Su espacio es ocupado por el poder privado y la tiranía de las grandes entidades resulta cada vez mayor”
En un mundo en el que el exceso de información paradójicamente desinforma, resaltando en este punto el papel que juegan las “fake news” o las cortinas de humo, la clave está en distraer a la masa. Sobre ésto Chomsky apunta:
“Hasta Orwell estaría asombrado. Vivimos la ficción de que el mercado es maravilloso porque nos dicen que está compuesto por consumidores informados que adoptan decisiones racionales. Pero basta con poner la televisión y ver los anuncios: ¿Buscan informar al consumidor y que tome decisiones racionales? ¿O buscan engañar? Pensemos, por ejemplo, en los anuncios de coches. ¿Ofrecen datos sobre sus características? ¿Presentan informes realizados por entidades independientes? Porque eso sí que generaría consumidores informados capaces de tomar decisiones racionales. En cambio, lo que vemos es un coche volando, pilotado por un actor famoso. Tratan de socavar al mercado. Los negocios no quieren mercados libres, quieren mercados cautivos. De otro modo, colapsarían.”
Tenemos cada día más presente la creciente tendencia a la alienación, perdemos la esperanza en una sociedad que debería estar basada en la libertad y la igualdad en la que se tendría que erradicar el poder de las instituciones autoritarias que controlan los medios de producción subordinando a la mayoría; y, probablemente, a ésto se refiere Chomsky cuando dice:
“Se tenía la idea de que juntos se podía vencer a la crisis. Y eso se ha perdido. Ahora vivimos la sensación de que estamos solos, de que no hay nada que hacer, de que el Estado está contra nosotros…”
[Tomado de https://culturainquieta.com/es/inspiring/item/13883-noam-chomsky-sobre-el-por-que-de-la-era-de-la-posverdad-y-las-fake-news.html.]
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