Humberto Decarli
La década de los sesenta de la pasada centuria fue maravillosa. Fueron diez años de hechos extraordinarios estremecedores de la sociedad en muchísimas partes del orbe en ejercicio del avance de los derechos humanos, la libertad y la democracia. El mayo francés y su posterior impronta, la controvertida convención demócrata de Chicago, los asesinatos de Martin Luther King, John Kennedy, Robert Kennedy y Malcolm X, la muerte del Che Guevara, la masacre dela Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, México, el informe Kinsey y el de Master &Jonhson sobre la sexualidad, la minifalda y el bikini, las luchas feministas con el libro de Betty Friedman, el cine con 2001 Odisea espacial, el Dr. Zhivago, el Graduado, Psicosis y la Dolce Vita, el boom latinoamericano en la literatura, la lucha contra la guerra de Vietnam y por los derechos civiles americanos, el movimiento hippie, el festival de Monterey, el de la isla de Wight y el de Woodstock, el aggiornamento católico con el Concilio Vaticano II convocado por Juan XXIII y la beatlemanía, entre muchos acontecimientos, son efluvios de este lapso trascendente.
La década de los sesenta de la pasada centuria fue maravillosa. Fueron diez años de hechos extraordinarios estremecedores de la sociedad en muchísimas partes del orbe en ejercicio del avance de los derechos humanos, la libertad y la democracia. El mayo francés y su posterior impronta, la controvertida convención demócrata de Chicago, los asesinatos de Martin Luther King, John Kennedy, Robert Kennedy y Malcolm X, la muerte del Che Guevara, la masacre dela Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, México, el informe Kinsey y el de Master &Jonhson sobre la sexualidad, la minifalda y el bikini, las luchas feministas con el libro de Betty Friedman, el cine con 2001 Odisea espacial, el Dr. Zhivago, el Graduado, Psicosis y la Dolce Vita, el boom latinoamericano en la literatura, la lucha contra la guerra de Vietnam y por los derechos civiles americanos, el movimiento hippie, el festival de Monterey, el de la isla de Wight y el de Woodstock, el aggiornamento católico con el Concilio Vaticano II convocado por Juan XXIII y la beatlemanía, entre muchos acontecimientos, son efluvios de este lapso trascendente.
En el presente mes de agosto se cumple cincuenta años de unos sucesos acaecidos en la extinta Checoslovaquia conocidos como el final de la Primavera de Praga. Fue la invasión mecanizada protagonizada por el ejército soviético al referido país, acompañado de fuerzas de otras naciones miembros del Pacto de Varsovia (Alemania Oriental, Hungría, Polonia y Bulgaria), para imponer de manera implacable el poder emanado de Moscú a un miembro del campo socialista que había osado desafiar el modelo totalitario impuesto, el socialismo con rostro humano. Fue la conocida doctrina Brezniev según la cual Moscú, junto a sus socios del mencionado pacto bélico, podían ser injerencista cuando los intereses así lo exigieran. Adicionalmente tuvieron la aceptación de Occidente quien nada hizo en la práctica para impedir esta tesis.
Antecedentes en Europa Oriental
Previamente habían ocurrido otros casosen la zona de influencia de la denominada cortina de hierro donde el autocratismo era retado por pueblos sometidos a una asfixia política. Primero fue Alemania Oriental en el año 1953 cuando los obreros salieron a los espacios públicos a protestar la agonía sufrida por un esquema esclerótico diseñado por la Unión Soviética. Esa iniciativa fue ahogada a sangre y fuego por el oso ruso.
En Hungría progresivamente durante los primeros años cincuenta del pasado siglo venía sucediendo una amplitud en el manejo de la cosa pública. Llegó a su momento cúlmine con el advenimiento de la administración presidida por Imre Nagy. Esa decisión autónoma fue inaceptable para los soviéticos y se decidió la intervención del país de los magyares en 1956. Tanques y blindados fueron los protagonistas de la irrupción en territorio húngaro con una relativa resistencia.
Se llevaron preso a Nagy a Moscú y años después decidieron ejecutarlo y al pensador GeogeLuckacs lo detuvieron y lograron la abjuración de sus ideas. Quedaba para la historia sus obras famosas, Historia y conciencia de clase y el Asalto a la razón, así como haber sido parte de la efímera república de Bella Kum en 1919. Fue tal la reluctancia húngara que debieron reemplazar a Nagy con JanosKadar, quien no era un incondicional pero no les quedaba otra opción a los autoritarios.Ese mismo año de 1956 hubo también una insurrección de la clase obrera polaca contra los ocupantes soviéticos por la grave situación económica padecida. La respuesta no se hizo esperar: los tanques aplastaron la sublevación.
A la Unión Soviética no le iba a escapar ninguno de los denominados satélites como ocurrió en el pasado con la Yugoslavia de Tito y la Albania de EnverHoxha, los cuales pudieron tomar caminos distintos por razones coyunturales. Yugoslavia por el Movimiento de los no alineados y los islámicos balcánicos se incorporaron al maoísmo. Posteriormente se produjo el affaire rumano con Ceaucesco pero era diferente en el tiempo.
Así las cosas, se consolidaba el imperio comunista dirigido por Moscú pero a un costo político enorme porque mostraba fracturas no impedidas ni siquiera por la vía de la negociación. La fuerza emanaba como el único recurso para resolver las dificultades y la disidencia. Esa misma rigidez iba a ser la causa de su debacle a la postre terminada con la caída del muro de Berlín.
Razones de la Primavera de Praga
La Unión Soviética, como uno de los ganadores de la segunda guerra, ocupó el centro este europeo desalojando a los nazis y sus socios y dejó como gobernantes a los comunistas que en muchos casos eran partidos muy pequeños. Por tal razón no podían llamar a elecciones porque aparte de no estar en sus planes el sufragio, habida cuenta de detentar el poder, de ninguna maneraiban a asumir el riesgo de perderlo.
Checoslovaquia había conocido la democracia representativa y no fue fácil la instalación de un esquema estalinista de gobernanza. Era bastante forzado y solo el poder de las armas garantizaba su existencia. Asimismo, es de hacer notar el nivel de desarrollo económico checo concluida la segunda guerra pero los soviéticos pretendieron aplicar sin éxito alguno, un programa correspondiente a una nación más atrasada.
Con el anteriorbackground era cuesta arriba mantener un cartabón político dada las especificidades del pueblo checo. La gobernabilidad no era factible y se fue configurando una organización autóctona capaz de tener estabilidad, lo cual sucedió en la nación de Kafka. Emergió una élite distinta encabezado por el primer ministro Alexander Dubcek y el creador de reformas económicas Ota Sic. Los intelectuales, encabezados por MilanKundera, publicaron un manifiesto apoyando al nuevo experimento y planteando una vía propia del socialismo.Ciertamente hubo resistencia a los blindados pero simbólica y se recuerda la inmolación al estilo bonzo del estudiante Jan Palach ante un tanque.
El marxismo racionaliza la invasión a Checoslovaquia
Los estalinistas ortodoxos aprobaron este movimiento armado. Los países del este europeo, Polonia, Hungría, Bulgaria, la República Democrática Alemana, dieron su apoyo a esta bárbara intromisión. El régimen fidelista también estuvo de acuerdo con extirpar los aires de libertad tronando su apoyo a la intervención y criticando a los intelectuales que la condenaron, todo lo cual delataba la catadura moral de esa supuesta “revolución”. Por supuesto, los partidos comunistas del mundo actuaron en consonancia con los tanques en Praga. Sus argumentos eran demasiados simples. Se trataba de impedir que el capitalismo volviera al campo socialista y si para eso era necesaria la coacción, estaba plenamente justificada.
El eurocomunismo, excepto el partido portugués, lo condenó pero daba una explicación a la invasión sin tocar el fondo del asunto. Se dijo que el desarrollo de las fuerzas productivas, devenido de un modo de producción previo más atrasado, era limitado frente alas nuevas relaciones de producción y ese vacío se llenaba con burocracia estatal. El problema no era dar una justificación desde el ángulo economicista sino desde el poder. El modelo marxista-leninista era autoritario, el Estado se consolidaba convirtiéndose en un basilisco ingente y necesariamente concluía en un ente totalitario y dictatorial. Organizar la sociedad por el constreñimiento a través del aparato de dominación indefectiblemente se conducía ante un titán de la sospecha y la persecución. No era que el modelo había sido mal aplicado sino que su dialéctica desembocaba fatalmente hacia tal monstruosidad, era un problema estructural.
Muchos grupos apartados del marxismo se dieron cuenta de la fatalidad dictatorial como los consejistas quienes concluyeron en que los soviets nunca tuvieron protagonismo. La dirección del proceso estaba a cargo del partido, las fuerzas armadas y el líder carismático. Ellos denunciaron en sus obras y escritos esa situación y se distanciaron de la doctrina oficial, antes de la segunda guerra.
Adelanto de la perestroika
Se puede considerar a los acontecimientos de agosto de 1968 como un presagio de lo que después sucedió en la Unión Soviética, conocido como Perestroika. Fueron alertas de la inviabilidad de un cartabón político basado en la prohibición y la obediencia ciega, despreciando la voluntad de la gente aplicando un maquiavelismo espantoso para darle razón de ser a sus políticas cegadoras de la libertad y recubriéndolas de una fraseología estridente en presunta defensa de la igualdad y del proletariado.
Sin embargo, la nomenclatura soviética no supo, por su severidad de enfoque, leer acertadamente estas señales de resistencia de los pueblos ante un invasor arrasador acompañado de una ideología tanática y delirante. A la larga tuvo que desplomarse y llegar a la implosión para la asunción de un elemento rectificador contenida en la perestroika y el glasnot o transparencia opuesto a la opacidad típica de esta clase de experiencias.
Una mirada medio siglo después de la invasión
Los tanques aplastaron la libertad primaveral en Praga. Impusieron el orden soviético por encima de los deseos de los checoslovacos. Colocaron a un dirigente comunista de su escasa confianza, Gustav Husak, para sostener al gobierno impopular pero el desequilibrio bélico así lo determinaba.
Sin embargo, vino el descenso y desaparición de la Unión Soviética producto de la ineficacia de sus políticas y la perestroika abrió nuevas perspectivas. El Pacto de Varsovia desapareció y hubo necesidad de darles emancipación a sus miembros, entre ellos, el checoslovaco, por supuesto. Hubo la recuperación de la libertad, fue reivindicado Alexander Dubcek y sus compañeros de la aventura significada en elaborar un gobierno autónomo dentro del imperio moscovita. El escritor Vaclav Havel fue el presidente de la nueva administración.
Fue tal la mejoría del camino escogido que Checoslovaquia se fraccionó en dos países: Chequia y Eslovaquia. Y fue una división pacífica, consensuada y sin ningún muerto ni violencia alguna. El equilibrio y la sindéresis fueron parte de ese paso dado por ambos pueblos en el contexto del mayor respeto.
El fracaso del estalinismo se puso en evidencia en la Unión Soviética, Polonia, Alemania Oriental, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Albania, Rumania, Mongolia, los países socialistas africanos, varias repúblicas exsoviéticas y Yemen. Otros, como China, Vietnam, Laos, Camboya se convirtieron en lo económico al libre mercado pero mantuvieron el autoritarismo en el plano político. Además, en lo social continuó la inequidad con grandes mayorías sometidas a la pobreza sin posibilidad de reclamar al no existir sindicatos, derecho a huelga, sin regular el trabajo de la mujer y de los niños, ni a discrepancia laboral. Muchas maquilas se instalaron en estas naciones para estimular la economía y simultáneamente a la pobreza, vale decir, crecimiento con hambre.
Adicionalmente existen varios regímenes manteniendo el más despiadado socialismo autoritario. Me refiero a Cuba, Corea del Norte, la Federación Rusa, Bielorrusia, Nicaragua y Venezuela. Represión y más persecución es la rutina para el sostenimiento del poder. Las fuerzas armadas, las policiales y los paramilitares se encargan de mantener a toda costa el orden público mientras una pequeña cúpula se ocupa de administrar la poca riqueza generada.
A cincuenta años de la Primavera de Praga subsiste el estalinismo en todas sus manifestaciones como si la historia no produjera enseñanzas. Es el despotismo como forma de dominación pretendiendo mantenerse en el tiempo para avalar un esquema de poder fundado en la disciplina de la gente a través de un Estado omnímodo, el uso de drogas, los medios de difusión censurados, el empleo del neolenguaje para edulcorar el fracaso, le neutralización de la opinión pública, la ideología en el sentido althusseriano aplicada por los comunistas y la sumisión de los seres humanos.Increíble pero cierto mas aún existen los admiradores de la opresión y materializan el miedo a la libertad.No puede ser que estemos condenados a la esclavitud por la ausencia de una visión crítica sobre la realidad establecida por el poder. Solo la ruptura de ladilettancia puede otorgarnos la vía para trascender el laberinto que nos asfixia y despejar ese velo opresivo todavía presente.
Precisamente el día 20 de agosto de 2018 se cumplieron con exactitud 50 años del paso de las divisiones mecanizadas soviéticas al espacio físico checo y en esta misma fecha el gobierno venezolano ha lanzado un paquetes de medidas económicas ratificando los mismos criterios del socialismo autoritario: más hambre y más pobreza para los venezolanos. Es un dejavú cantado repitiendo la misma historia de perversión del modelo con rostro deforme.
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