Períodico Aquí y Ahora (Madrid)
“La autogestión es la forma económica revolucionaria específica del anarquismo que nace desde la igualdad y para la libertad y no desde las jerarquías y la dominación. La autogestión anarquista además de económica, al involucrar el ámbito de las decisiones y la organización, también es política y por tanto, social.”
Porque queremos aprender a vivir más libres, y usamos la autogestión como un concepto/teó¬rico y herramienta/práctica a la vez, verdadera¬mente útil para este fin.
Entendemos que la autogestión, por sí sola, no garan¬tiza la libertad. Ejemplo es, que haya empresas y coopera¬tivas “auto-gestionadas” con jefes y asalariadas o voluntarios, financiadas con subvenciones, o que sólo trabajan para instituciones públicas.
Somos conscientes de que la autogestión como idea aislada es fácilmente manipulable, siendo actualmente una de las novedosas y variadas caretas progresistas que utilizan de reclamo los nuevos partidos políticos de izquierdas.
Facilitando así, por un lado, la imposición de un nuevo sistema de gestión social “más participativo”; es decir, con los impuestos pagamos a lxs políticos para que gestionen nuestras necesidades, y si lo hacen mal podemos pedirles responsabilidades. Pero ahora, quieren que les sigamos pagando el sueldo, llevarse el mérito (poniendo el logo o marca comercial del ayuntamiento) y darnos unas migajas de nuestros propios impuestos (así les queda más a ellos), pero que nos gestionemos nosotros las necesidades, y encima, ¡si algo sale mal la responsabilidad será nuestra!
Y por otro lado, allanando el terreno para la implan¬tación del nuevo formato laboral del Capitalismo, en el que el trabajador asume todos los costes y riesgos que implica la producción: seguros, instalaciones, maquinaria, bajas, cotizaciones, posibles pérdidas… mientras las empresas, por hacer de intermediarias, ponen su marca y se llevan prácticamente todo el beneficio. Algo así como si todos trabajásemos de autónomos, lo que supondría una competencia atroz, más aislamiento, pérdida total de derechos y fuerzas a la hora de cualquier protesta.
Por eso, defendemos que la autogestión real es una parte de un todo, y, por tanto, ha de acompañarse de otros conceptos/herramientas con la misma finalidad. Como son: la acción directa, la horizontalidad, la honestidad, la solidaridad, el apoyo mutuo, el respeto, la libre asociación… consiguiendo de esta forma, que la autogestión no se vea reducida a un mero concepto económico, sino que se transforme en un concepto moral tendente a la libertad, al bienestar e interés individual y colectivo de las personas, y no al beneficio.
Practicamos la autogestión porque nos permite encargarnos de nuestros propios asuntos, es decir, madurar y hacernos responsables; ya sean estos de índole política (cómo organizarnos), económica (obtención de recursos y medios de producción), social (cultura, salud, aprendizaje…) y/o humana (relaciones...). Permitiéndonos tener una visión más global, comprensible y completa de nuestras vidas, recuperando así el control sobre las mismas.
Como seres vivos tenemos unas necesidades básicas, que, o las cubrimos nosotros o quien se encargue de gestionarlas tendrá la capacidad de someternos a sus intereses, tendrá la fuerza para imponer sus reglas (el patriarcado, el trabajo asalariado, la propiedad privada, el dinero, etc.). Mientras que la autogestión nos ofrece la posibilidad de romper esa dependencia/obediencia que sufrimos del Estado y del Capitalismo. Porque al afrontar, decidir y responsabilizarnos directamente de nuestros problemas y necesidades de forma colectiva, nos demostramos que somos capaces y que no nos hacen falta para vivir, ni su intermediación (gestión), ni su permiso (leyes), ni sus sobornos en forma de subvenciones.
Porque al practicar la autogestión estamos aprendien¬do y experimentando lo que significa la autonomía, ser independientes, disfrutar de nuestro esfuerzo, no necesitar a nadie que nos dirija ni a nadie que nos obedezca. Creando, de esta forma, unas relaciones más libres, diferentes a las que nos inculca el sistema democrático, basadas sólo en el aislamiento e interés individual y el beneficio a toda costa. Creando unas relaciones tanto sociales como personales donde cambiemos las dependencias, inseguridades y propiedades por apoyo mutuo, confianza y solidaridad.
Porque se puede autogestionar lo que queramos, y, de hecho, ya se lleva tiempo practicando; desde ligas de baloncesto y fútbol, a bibliotecas, gimnasios... pasando por cooperativas laborales, ateneos y centros sociales alquilados y okupados, parques, plazas y huertos... hogares, comunidades, pueblos... hasta llegar a autogestionar nuestras vidas enteras.
¡La autogestión es la solución!
[Tomado del periódico Aquí y Ahora # 2, Madrid, 2018. Número completo accesible en https://www.portaloaca.com/contra-info/13826-ya-disponible-el-n-2-de-la-publicacion-anarquista-trimestral-aqui-y-ahora.html.]
“La autogestión es la forma económica revolucionaria específica del anarquismo que nace desde la igualdad y para la libertad y no desde las jerarquías y la dominación. La autogestión anarquista además de económica, al involucrar el ámbito de las decisiones y la organización, también es política y por tanto, social.”
Porque queremos aprender a vivir más libres, y usamos la autogestión como un concepto/teó¬rico y herramienta/práctica a la vez, verdadera¬mente útil para este fin.
Entendemos que la autogestión, por sí sola, no garan¬tiza la libertad. Ejemplo es, que haya empresas y coopera¬tivas “auto-gestionadas” con jefes y asalariadas o voluntarios, financiadas con subvenciones, o que sólo trabajan para instituciones públicas.
Somos conscientes de que la autogestión como idea aislada es fácilmente manipulable, siendo actualmente una de las novedosas y variadas caretas progresistas que utilizan de reclamo los nuevos partidos políticos de izquierdas.
Facilitando así, por un lado, la imposición de un nuevo sistema de gestión social “más participativo”; es decir, con los impuestos pagamos a lxs políticos para que gestionen nuestras necesidades, y si lo hacen mal podemos pedirles responsabilidades. Pero ahora, quieren que les sigamos pagando el sueldo, llevarse el mérito (poniendo el logo o marca comercial del ayuntamiento) y darnos unas migajas de nuestros propios impuestos (así les queda más a ellos), pero que nos gestionemos nosotros las necesidades, y encima, ¡si algo sale mal la responsabilidad será nuestra!
Y por otro lado, allanando el terreno para la implan¬tación del nuevo formato laboral del Capitalismo, en el que el trabajador asume todos los costes y riesgos que implica la producción: seguros, instalaciones, maquinaria, bajas, cotizaciones, posibles pérdidas… mientras las empresas, por hacer de intermediarias, ponen su marca y se llevan prácticamente todo el beneficio. Algo así como si todos trabajásemos de autónomos, lo que supondría una competencia atroz, más aislamiento, pérdida total de derechos y fuerzas a la hora de cualquier protesta.
Por eso, defendemos que la autogestión real es una parte de un todo, y, por tanto, ha de acompañarse de otros conceptos/herramientas con la misma finalidad. Como son: la acción directa, la horizontalidad, la honestidad, la solidaridad, el apoyo mutuo, el respeto, la libre asociación… consiguiendo de esta forma, que la autogestión no se vea reducida a un mero concepto económico, sino que se transforme en un concepto moral tendente a la libertad, al bienestar e interés individual y colectivo de las personas, y no al beneficio.
Practicamos la autogestión porque nos permite encargarnos de nuestros propios asuntos, es decir, madurar y hacernos responsables; ya sean estos de índole política (cómo organizarnos), económica (obtención de recursos y medios de producción), social (cultura, salud, aprendizaje…) y/o humana (relaciones...). Permitiéndonos tener una visión más global, comprensible y completa de nuestras vidas, recuperando así el control sobre las mismas.
Como seres vivos tenemos unas necesidades básicas, que, o las cubrimos nosotros o quien se encargue de gestionarlas tendrá la capacidad de someternos a sus intereses, tendrá la fuerza para imponer sus reglas (el patriarcado, el trabajo asalariado, la propiedad privada, el dinero, etc.). Mientras que la autogestión nos ofrece la posibilidad de romper esa dependencia/obediencia que sufrimos del Estado y del Capitalismo. Porque al afrontar, decidir y responsabilizarnos directamente de nuestros problemas y necesidades de forma colectiva, nos demostramos que somos capaces y que no nos hacen falta para vivir, ni su intermediación (gestión), ni su permiso (leyes), ni sus sobornos en forma de subvenciones.
Porque al practicar la autogestión estamos aprendien¬do y experimentando lo que significa la autonomía, ser independientes, disfrutar de nuestro esfuerzo, no necesitar a nadie que nos dirija ni a nadie que nos obedezca. Creando, de esta forma, unas relaciones más libres, diferentes a las que nos inculca el sistema democrático, basadas sólo en el aislamiento e interés individual y el beneficio a toda costa. Creando unas relaciones tanto sociales como personales donde cambiemos las dependencias, inseguridades y propiedades por apoyo mutuo, confianza y solidaridad.
Porque se puede autogestionar lo que queramos, y, de hecho, ya se lleva tiempo practicando; desde ligas de baloncesto y fútbol, a bibliotecas, gimnasios... pasando por cooperativas laborales, ateneos y centros sociales alquilados y okupados, parques, plazas y huertos... hogares, comunidades, pueblos... hasta llegar a autogestionar nuestras vidas enteras.
¡La autogestión es la solución!
[Tomado del periódico Aquí y Ahora # 2, Madrid, 2018. Número completo accesible en https://www.portaloaca.com/contra-info/13826-ya-disponible-el-n-2-de-la-publicacion-anarquista-trimestral-aqui-y-ahora.html.]
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