Silver Gutierrez
Hay la imperiosa necesidad de llamar la atención a propios y extraños y fundamentalmente a los distintos niveles de gobierno (local, regional y nacional) que por omisión e inacción, han permitido que nuestra maravillosa tierra andina, la que nos vio nacer, en la que hemos crecido y formado y, en la que seguramente reposaran en cualquier osario de este estado nuestros restos mortales, haya caído vergonzosamente en el inframundo de la desidia; en la bochornosa indolencia de sus nativos y en la deplorable indiferencia y olvido de sus gobernantes de turno.
Hay la imperiosa necesidad de llamar la atención a propios y extraños y fundamentalmente a los distintos niveles de gobierno (local, regional y nacional) que por omisión e inacción, han permitido que nuestra maravillosa tierra andina, la que nos vio nacer, en la que hemos crecido y formado y, en la que seguramente reposaran en cualquier osario de este estado nuestros restos mortales, haya caído vergonzosamente en el inframundo de la desidia; en la bochornosa indolencia de sus nativos y en la deplorable indiferencia y olvido de sus gobernantes de turno.
Lo que otrora ciudad turística y estudiantil por excelencia de Venezuela; ciudad de las nieves eternas y de los caballeros, ya no es tal. Las Águilas Blancas (los escasos Cóndores) que aún tenemos, casi todos ellos en cautiverio, tristemente para exhibirlos a un reducido grupo de turistas que ignoran, que el ave más grande del mundo se encuentra en un inminente peligro de extinción, han sido reemplazados por sus congéneres los zamuros, y es que nuestra amada ciudad ha sido tomada literalmente por esta fauna carroñera que se entremezclan con roedores y reptiles entre las desagradables montañas de basura que inundan por doquier la ciudad, generando un triste y doloroso espectáculo visual que jamás habíamos presenciado en Mérida. Atrás quedaron los hermosos lienzos que adornaban las paredes de muchas de nuestras casas con imponentes pinturas, de ciertos lugares emblemáticos del emporio citadino, postales de fascinantes imágenes que compartíamos y obsequiábamos a familiares y amigos. Es inmensa y apabullante la nostalgia que nos embarga en esta hora por ver a nuestra pequeña urbe convertida en un pestilente basurero urbano, donde ciertamente proliferan cualquier tipo de enfermedad, más allá de las que conocemos habitualmente, la más grave en mi criterio; la enfermedad de la INCONCIENCIA o de la autoflagelación social, donde muchos de sus habitantes nos encontramos a merced de las mismas.
Me resulta supremamente irónico que la tierra que vio nacer a tantas personalidades de gran renombre, Mujeres y Hombres que engalanaron nuestro sublime gentilicio con sus nobles aportes; tanto en lo académico, en lo cultural, científico, en lo deportivo y en el campo de las letras, basta solo con recordar algunas de ellas: Luis María Rivas Dávila, Justo Briceño, Mariano Picón Salas, Tulio Febres Cordero, Las Heroínas, Alberto Adriani, Domingo Alberto Rangel, Simón Alberto Consalvi, Luis Zambrano, Caracciolo Parra Pérez, Richard Páez, Stefania Fernández, Johan Santana, Domingo Peña, José Rujano, Juan Félix Sánchez, José Rafael Rivas, Kleber Ramírez entre muchas otras más, esté sumida en un desastroso barullo, secuestrada por el caos y terriblemente desolada, paradójicamente cuando ya está por iniciar la temporada de vacaciones y seguramente contaremos con la acostumbrada visita de compatriotas que han escogido a Mérida como su destino turístico y la vitrina de atracciones que enseñaremos a los ilustres huéspedes serán los montones de basura.
Da pena ajena y se pierde de vista la brutal incompetencia del ciudadano Alcalde Alcides Monsalve y del Gobernador en funciones [ambos de la gavilla chavomadurista], que se han mostrado indolentes y esquivos a resolver el problema de los desechos sólidos en la región y más específicamente en la capital andina, en el diario transitar por las principales calles y avenidas, observamos plazas arropadas por la indigencia y la maleza, islas abarrotadas por pilones de desperdicios, edificios gubernamentales y de la administración pública rodeados por verdaderos chiqueros o basureros "espontáneos" y es que no es solo Mérida, sino las principales ciudades de Venezuela están siendo afectadas por la misma tragedia. Me atrevería a decir que esto es el cruel reflejo de una sociedad en decadencia, por la que está atravesando amargamente nuestra patria, donde la dejadez, la usura, el bachaqueo, la corrupción y la ineficiencia institucional estatal, ya han pasado a ser las nuevas "virtudes" republicanas. Mérida que hasta hace poco se erigía como la ciudad modelo del país, se caracterizaba por un clima único y privilegiado, su pulcritud, la limpieza, el orden, las buenas costumbres, con un índice de bienestar social envidiable muy superior a la de cualquier región, en fin, una universidad con una ciudad por dentro, ni siquiera los innumerables disturbios que acontecían, unos más resonantes y aguerridos que otros, con una connotación y actitud distinta, siempre enarbolando banderas de dignidad en el terreno de lo reivindicativo, pudieron empañar el funcionamiento de las instituciones y del quehacer cotidiano de los merideños de esa manera terrible que estamos viendo hoy.
A este panorama sombrío hay que agregarle la falta de efectivo que interfieren el flujo de compras y actividades comerciales diarias, la paralización en su totalidad del transporte público, salvo algunas unidades de líneas y colectivos que operan intermitentemente, las colosales colas en las respectivas agencias bancarias de nuestros adultos mayores el día de pago de pensiones que rayan en lo inhumano, el centro de la ciudad es para coger palco, la deserción tanto de profesores, alumnos y personal administrativo de nuestra principal casa de estudio (La ULA) es alarmante, los interminables apagones y cortes del servicio eléctrico, sin que funcionario alguno se pronuncie al respecto y la infaltable y no menos importante la desatada usura y bachaqueo, que campea alegremente, como parte de esta vorágine hiperinflacionaria que tiene contra las cuerdas al incompetente gobierno de Maduro y subyugada a una población más pauperizada y diezmada, sin que logremos ver una pronta salida o solución - al menos en el corto plazo - a esta debacle socioeconómica y política en la que nos estamos ahogando los venezolanos.
[Tomado de https://www.aporrea.org/actualidad/a266710.html.]
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