Walter Guadalupe (El Hormiguero, Medellín)
El mayor espectáculo de fútbol está llegando a su fin. En la retina y en la mente de millones de personas se quedarán gravadas las imágenes de jugadas, goles y encuentros deportivos de las selecciones nacionales participantes en el mundial de fútbol Rusia 2018. La evocación del balón rodando por los mega estadios rusos estará acompañado no solo del júbilo, las luces y el entretenimiento deportivo, sino del constante bombardeo publicitario de grandes marcas de productos multinacionales, la exaltación de la cultura televisiva, la imposición de un espíritu nazionalista, el machismo; en suma, el recuerdo vivo de la relación existente entre deporte y capitalismo.
En efecto, los eventos deportivos mundiales, especialmente el fútbol, se han constituido en una de las formas más contundentes que tiene el capitalismo para legitimarse y reproducir su dominación social y económica de unas clases sobre otras, transmitiendo valores como el consumismo ciego, el racismo, el estatismo, la competencia, el sexismo, la pasividad y la anomia social.
El mayor espectáculo de fútbol está llegando a su fin. En la retina y en la mente de millones de personas se quedarán gravadas las imágenes de jugadas, goles y encuentros deportivos de las selecciones nacionales participantes en el mundial de fútbol Rusia 2018. La evocación del balón rodando por los mega estadios rusos estará acompañado no solo del júbilo, las luces y el entretenimiento deportivo, sino del constante bombardeo publicitario de grandes marcas de productos multinacionales, la exaltación de la cultura televisiva, la imposición de un espíritu nazionalista, el machismo; en suma, el recuerdo vivo de la relación existente entre deporte y capitalismo.
En efecto, los eventos deportivos mundiales, especialmente el fútbol, se han constituido en una de las formas más contundentes que tiene el capitalismo para legitimarse y reproducir su dominación social y económica de unas clases sobre otras, transmitiendo valores como el consumismo ciego, el racismo, el estatismo, la competencia, el sexismo, la pasividad y la anomia social.
La
hegemonía de estos valores, reproducidos y aprovechados a través del
fútbol, genera una alienación tal que opera como bálsamo frente a las
miserias del mundo. Baste, por lo pronto, mencionar que, mientras la
selección Colombia quedaba eliminada por su similar de Inglaterra; en el
departamento del Cauca fueron masacradas siete personas, situación que
agrava aún más la creciente persecución, criminalización y asesinato de
luchadores/as sociales tanto en la región del Cauca como en el resto del
país. Este acontecimiento fue invisibilizado por los grandes medios de
comunicación, ya que la agenda mediática estuvo marcada por el “dolor” y
la “tristeza” de ver la “selección” quedar por fuera del mundial. La
idea es clara: la muerte de campesinas/os pobres no llena titulares.
Ahora bien, cansados/as y fastidiados/as por la mercantilización del deporte y de los valores impuestos por la hegemonía capitalista, el pasado 7 de julio, en la ciudad de Medellín, se realizó el Primer Torneo anticapitalista de micro-fútbol. Iniciativa materializada por los/as compañeros/as de La Casa Cultural El Hormiguero.
El objetivo es claro: pasar de la crítica a la acción. El realizar un torneo de micro-fútbol con un tinte anticapitalista, lo cual conlleva controvertir y confrontar la exaltación del lucro, el deporte de élite, el individualismo, el deseo de imponer la superioridad sobre el “débil”, supone subvertir y plantar rupturas al mercantilismo y su competencia feroz, reapropiándonos del fútbol como práctica deportiva colectiva, diversa y solidaria.
Con la participación de cuatro equipos mixtos, sin la presencia de árbitros, sin técnicos ni capitanes, sin premiaciones o reconocimientos por “talentos”, con el propósito de re-crear formas diversas de relacionamiento, donde la solidaridad, la autogestión, el respeto y el apoyo mutuo se constituyan en principios de una vida solidaria y opuesta al show capitalista; se propició un escenario para reafirmar la posibilidad de re-construir formas alternativas organizativas que permita enfrentar la vorágine neoliberal.
Vale la pena mencionar que el costo de inscripción por equipo se destinó para la hidratación (néctar de maracuyá con jengibre), la alimentación (sancocho vegetariano) y la compra de un balón. Todo ello demostrando tanto el valor solidario como autogestivo, los cuales permiten concretar acciones que desvirtúen el lucro y la mercantilización de nuestras vidas.
Ahora bien, la pelota no ha terminado de rodar en Rusia, así como los ceros no dejan de aumentar en las cuentas de mercaderes del fútbol –incluidos los jugadores- . Mientras los intereses coloniales, imperiales y capitalistas se consolidan detrás del balón, es necesario que los sectores sociales que le apostamos a la transformación de realidades determinadas por el dinero, nos atrevamos a pasar a la ofensiva: proponiéndonos formas contrarias a la barbarie del capital, activando la autonomía y la autogestión.
Ahora bien, cansados/as y fastidiados/as por la mercantilización del deporte y de los valores impuestos por la hegemonía capitalista, el pasado 7 de julio, en la ciudad de Medellín, se realizó el Primer Torneo anticapitalista de micro-fútbol. Iniciativa materializada por los/as compañeros/as de La Casa Cultural El Hormiguero.
El objetivo es claro: pasar de la crítica a la acción. El realizar un torneo de micro-fútbol con un tinte anticapitalista, lo cual conlleva controvertir y confrontar la exaltación del lucro, el deporte de élite, el individualismo, el deseo de imponer la superioridad sobre el “débil”, supone subvertir y plantar rupturas al mercantilismo y su competencia feroz, reapropiándonos del fútbol como práctica deportiva colectiva, diversa y solidaria.
Con la participación de cuatro equipos mixtos, sin la presencia de árbitros, sin técnicos ni capitanes, sin premiaciones o reconocimientos por “talentos”, con el propósito de re-crear formas diversas de relacionamiento, donde la solidaridad, la autogestión, el respeto y el apoyo mutuo se constituyan en principios de una vida solidaria y opuesta al show capitalista; se propició un escenario para reafirmar la posibilidad de re-construir formas alternativas organizativas que permita enfrentar la vorágine neoliberal.
Vale la pena mencionar que el costo de inscripción por equipo se destinó para la hidratación (néctar de maracuyá con jengibre), la alimentación (sancocho vegetariano) y la compra de un balón. Todo ello demostrando tanto el valor solidario como autogestivo, los cuales permiten concretar acciones que desvirtúen el lucro y la mercantilización de nuestras vidas.
Ahora bien, la pelota no ha terminado de rodar en Rusia, así como los ceros no dejan de aumentar en las cuentas de mercaderes del fútbol –incluidos los jugadores- . Mientras los intereses coloniales, imperiales y capitalistas se consolidan detrás del balón, es necesario que los sectores sociales que le apostamos a la transformación de realidades determinadas por el dinero, nos atrevamos a pasar a la ofensiva: proponiéndonos formas contrarias a la barbarie del capital, activando la autonomía y la autogestión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.