Amapola
e Idealanonimo
Escribimos este texto desde nuestra condición de
mujeres, anarcofeministas y estudiantes, por lo tanto partícipes de la revuelta
de este otoño feminista.
A medida que pasan los días, semanas y meses desde
la primera ocupación del 17 de abril en la UACh (Valdivia), cada vez son más
las facultades de universidades privadas o públicas del territorio chileno queamanecen ocupadas por mujeres, y en las puertas de
los edificios podemos leer lienzos con frases como: ¡Toma separatista y/o
feminista!, ¡La revolución será feminista o no será!, ¡Espacio sororo libre de
patriarcado!, entre tantas otras. Y es que sin duda, la revuelta feminista más
importante de los últimos años está en el aire, se respira, se vive y la
sentimos muchas de nosotras. Pero esto no es espontáneo, hemos estado
preparando y conspirando para este momento ya desde hace mucho.
Hoy las tomas separatistas nos otorgan a nosotras
las mujeres, un espacio seguro en el cual conversar en profundidad de las
diversas máscaras que el sistema patriarcal utiliza. Un espacio para
cuestionarnos a nosotras mismas y entre nosotras desde el cariño y la
confianza, a fin de develar aquellas actitudes a través de las cuales
inconscientemente reproducimos el sistema que nos oprime, un lugar en el cual
desarrollar al máximo nuestras capacidades creativas.
Como mujeres sabemos que nos encontramos insertas
en el Patriarcado, el que trabaja en una triada conjunta con el Sistema Capitalista
y la institución de la Iglesia/Religión, que buscan apoderarse de nuestras cuerpas
guiando, condicionando, normando e invisibilizando nuestras capacidades
creativas y reproductivas, al mismo tiempo que apropiarse bajo lógicas destructivas
de la tierra/naturaleza en cuanto madre de todas y todos. Por lo mismo es que identificamos
con claridad que las instituciones educativas y la educación en general tiene un
papel en la perpetuación del Sistema Patriarcal Capitalista.
No es azaroso, dicho lo anterior, que la revuelta
feminista comience en los espacios educacionales perpetuadores de la cultura
patriarcal, en los cuales a través de generaciones se nos ha violentado,
cosificado e invisibilizado. Sin embargo, que los espacios en resistencia y las
ocupaciones separatistas, organizadas en círculos de mujeres y con tomas de
decisiones horizontales (aunque esto no es así en todos los espacios si sabemos
que en la mayoría), estén ligadas a la educación no significa que se cierran las
puertas a otras mujeres Al contrario, siempre se recibirá con cariño a todas
aquellas que quieran participar desde sus contextos particulares y su realidad
interseccional (aquellas e son mujeres y además de una determinada etnia,
clase, orienta ción sexual o nacionalidad).
Pese a todo lo positivo que podemos observar en
esta revuelta feminista, no estamos exentas de contradicciones. Y es que si
bien arrastramos la memoria de nuestras ancestras que lucharon y resistieron a
sus formas y en sus tiempos, éste momento histórico nos resulta completamente
nuevo, nunca habíamos experimentado propiamente un momento como el actual. En
tanto socializadas dentro del mismo sistema que odiamos y buscamos destruir,
estamos todas acostumbradas a usar un lenguaje y una lógica de hacer política
que no responde a nuestras naturalezas, por lo que tenemos la tarea de deconstruirnos
tanto individual como colectivamente, de dejar de lado los discursos y
conceptualizaciones patriarcales y comenzar a reproducir formas organizativas
propiamente feministas, que nada tienen que ver con la verticalidad/jerarquía.
Por lo mismo es que es sumamente importante que
todas entendamos que este movimiento no puede tener vinculación con la rancia
política clásica ni recurrir a sus formas de organización. Muchas compañeras están
entendiendo esto y abandonan sus orgánicas o partidos políticos, o al menos
separan las cosas, pues han logrado visualizar la contradicción intrínseca de
ser feminista y militante, pero muchas otras aún no han transitado por este
camino, y en ello se esconde un peligro que puede llegar a opacar toda la
potencialidad de la revuelta feminista y limitar la lucha solo a aspectos
legalistas, legislativos y protocolares. Que el feminismo nada tenga que ver
con la política clásica no implica que deje de lado el posicionarse
políticamente, tomando postura ante todas las formas de opresión existentes, ya
que el sistema patriarcal se debe combatir con acciones antisistémicas, de lo
contrario las mujeres del ámbito perderemos a muchas hermanas en el camino y la
revuelta se esfumara dando razón a todos aquellos machos que ridiculizan y
restan importancia a nuestras luchas.
Es primordial que nos enfoquemos en nuestros puntos
en común tanto como nuestras diferencias. Los puntos en común que las
feministas tenemos nacen de la experiencia que vivimos como mujeres, experiencias
con las que todas nos identificamos y a las que podemos hacerles frente para
asegurar una vida futura digna y libre. Pero nosotras también entendemos y
reconocemos nuestras diferencias y privilegios, es por ello que podemos
practicar aceptarnos entre feministas de distintas corrientes para enfrentar
este objetivo común. Si no fuera por nuestras diferencias, caeríamos en un
autoritarismo clásico de vanguardia política, que es precisamente lo que
queremos derrumbar. Por ello, hacemos el llamado a las feministas a abandonar
las prácticas de la vieja política de izquierda, para encontrarnos y
potenciarnos desde nuestra experiencia mediante la utilización de recursos
educativos basados en la horizontalidad y la sororidad.
Y como siempre recaemos en discusiones basadas en
los hombres, aunque algunas no lo queramos, muchas mujeres sienten la
responsabilidad/culpa/atadura/etcétera de responder la pregunta ¿qué hacemos
con los hombres? Mucho hemos reflexionado y discutido de este tema, ya que
existe una gran masa de “compañeros” que ponen
brecha, zanja y obstáculos a nuestro proceso liberador. A los machos clásicos
perpetuadores del sistema patriarcal, así como a los que dicen construir desde
la Anarquía y no se cuestionan, ni intentan cuestionar sus privilegios y
actitudes Patriarcales, a los agresores de las okupas, a los pololos
poliamorosos, a todos ellos, les anunciamos que se quedarán solos, entrampados
en su fétida masculinidad, en sus discursos falocéntricos. Les decimos que no
les tememos, que les estamos perdiendo el miedo, que nuestra organización es
fuerte y hermosa, que cada vez competiremos menos entre nosotras, porque no nos
interesa su amor romántico plagado de dominación y opresión. Claro que también
reconocemos a aquellos que por iniciativas propias han sabido tomar el lugar
que les corresponde en esta nuestra revuelta, generando círculos de aliados,
tomando las distancias correspondientes y respetando nuestros procesos y
espacios así como iniciando sus procesos de deconstruccion y cuestionamiento tan
necesarios, aunque deben saber también que eso no significa que les aceptemos
sin peros, que estén a salvo de una “funa”, ni que ustedes mismos puedan
decirse resueltos.
Durante tanto tiempo se llenaron la boca hablando
de la liberación, basados en las palabras de Bakunin, Kropotkin o cualquier
otro, que no se enteraron que el cambio estaba en/con nosotras, en nuestras
vidas cotidianas y en nuestras relaciones personales. Si, mucha cara tendrán para
salir a protestar, para encapucharse en nombre de sus “ideales”, pero eso no
les ha impedido violarnos cuando estamos de fiesta o cuando somos sus parejas,
porque sabemos que muchos así nos ven, como “SUS” parejas y mientras en las
discusiones hablan de cómo derrotar la dominación de los pueblos, no son
capaces de detener actitudes autoritarias y patriarcales en contra de nosotras.
El feminismo nos cambia, nos hace cuestionarnos desde el amor a nosotras mismas
y nos hace ver esta doble faceta que presentan, ustedes los “revolucionarios”,
ustedes los agresores.
Y a propósito, una frase que vimos en internet y
que asombra la cantidad de razón que tiene: “Si alguna vez has intentado
meterle un dedo en el culo a un hombre hetero en mitad de un acto sexual, verás
que sí que entiende muy bien de consentimiento sobre la marcha, retirarlo, y
límites. La confusión solo se da si son nuestros cuerpos”. Nuestros cuerpos
siempre son las violentadas porque el macho siempre decide y sabe a quién
oprimir.
Enfatizamos también en el hecho de decir “hombre
hetero”, ya que invitamos a todos quienes no se identifican con esta distinción
a profundizar o iniciar su deconstrucción, aunque en muchos casos “lo fleto no
les quita lo misóginos”, porque pensamos que quienes se plantean desde
cualquier tipo de disidencia sexual o que no se identifica con la binariedad de
género (queer, transgénero, homosexual, transexual, pansexual o asexual) tienen
una ventaja frente un cerrado macho heterosexual. También esperamos que las
compañeras lesbianas pensemos en cómo estamos llevando nuestras relaciones
afectivas, que no se reproduzcan los roles tradicionales ni la violencia entre
ustedes, que el feminismo las impregne todas y que podamos dotar este
movimiento feminista separatista del amor entre mujeres, tan necesario para
cimentar el mundo que queremos destruir, el que empezará después de que quememos
este por completo.
[Tomado del periódico El Sol Ácrata # 2, Antofagasta, julio
2018. Número completo accesible en https://periodicoelsolacrata.wordpress.com/2018/07/06/el-sol-acrata-segunda-epoca-n2-julio-2018.]
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