Comisión de Género – SROV Lomas de Zamora, FORA (Argentina)
El estado patriarcal
con sus veedores eclesiásticos nos obliga a muchas a morir en la más absoluta
soledad, nos deja desprotegidas y marginadas ante nuestra decisión de elegir o
no la maternidad en el momento que así lo consideremos. No somos gallinas ponedoras,
somos mujeres con derecho a decidir. Una gran parte de la sociedad se llena la
boca oponiéndose a una realidad existente. Las mujeres abortamos y lo hacemos
sin su permiso, lo hemos hecho durante siglos y la iglesia lo sabe muy bien ya
que ellos mismos lo practicaron en los sus conventos.
La criminalización del aborto dificulta
también el acceso al aborto no punible, que ya está legalmente reconocido.
Sospechas, condenas éticas y religiosas y demoras administrativas suelen dilatar,
sino obstaculizar completamente, la garantía de este derecho. La falta de
implementación de protocolos de aborto no punible, en las provincias, implica
el incumplimiento de la sentencia F.A.L. (2012) de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación.
El aborto legal, por el contrario,
ayudaría a evitar injusticias y representa un paso adelante en la lucha contra
la violencia institucional.
Abortar en la clandestinidad significa
someternos a más violencia y riesgos, fomentar un sistema de lucro servil al
capitalismo más cruel y discriminaciones de todo tipo. Aborto legal, en este
sentido, implica seguridad.
Exigimos a todos los falaces que dicen
defender la vida a que lo hagan. No queremos seguir muriendo ni aumentando la
riqueza de un mercado hostil que nos utiliza y que encuentra en la ilegalidad
un negocio lucrativo.
Nuestra lucha no se estanca ni se conforma
sólo en reclamarle una ley al estado, sino que en sociedad, la ley, es la
manera naturalizada de incorporar las prácticas cotidianas y dejar de estigmatizar
nenas y mujeres que deciden no seguir adelante con el embarazo que acarrea su
propio cuerpo. Cuando las leyes que recaen sobre el padre ausente, son mínimas
y flexibles. El hombre sí tiene naturalmente el derecho a abortar. Y el sistema
de leyes ampara al hombre y sanciona moral y penalmente a la mujer.
Basta de usar nuestros cuerpos para la
satisfacción del mercado.
Somos mujeres, somos
anarquistas y somos libres.
[Publicado
originalmente en el periódico Organización
Obrera # 74, Buenos Aires, mayo 2018. Número completo accesible en https://mega.nz/#!dJwjhACY!0PnPHBwQRiMs3x-yK-optCxi8Y5dwuaIMH890lSPSLc.]
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