I,- Sobre el tema del aborto en El Salvador
Mari Legar
Últimamente en El Salvador
el activismo se ha centrado en el tema del aborto, en octubre del año pasado se
introdujo una propuesta por parte de la diputada del partido de “izquierda”
Lorena Peña para modificar el artículo 133 del Código Penal que permitiría el
aborto en caso de un embarazo de alto riesgo para la salud y vida de la mujer,
cuando el embarazo haya sido producido por una violación sexual o estupro,
cuando sea por trata de personas o cuando no sea viable la vida del feto fuera del
útero. Organizaciones de derechos humanos y de mujeres quienes han estado por
varios años luchando para la despenalización del aborto han respaldado la
propuesta de Peña.
Esta pieza se hizo como
contrapropuesta a la del diputado de derecha Rodolfo Parker quien proponía
endurecer las penas hasta 50 años; desde 1998 el aborto es ilegal en
cualquier caso y actualmente hay mujeres condenadas hasta 30 años ya que en vez
de aborto cuya pena es de 2 a 8 años, se les acusa de
homicidio agravado, muchas de ellas ni siquiera se han realizado un aborto sino
que han sufrido abortos espontáneos. Una de las razones por las que se
catalogan como abortos es porque los médicos tienen miedo de ser condenados
hasta 12 años por practicar un aborto y avisan inmediatamente a la policía sin
verificar que es lo que ha ocurrido, esto ocurre en los hospitales públicos
pero en los hospitales privados no es así por lo que quienes son condenadas son
mujeres de escasos recursos.
Actualmente se han dado
avances sobre los derechos de las mujeres y niñas ya que recientemente la
Asamblea Legislativa aprobó la prohibición de matrimonios de menores de edad,
reformando el Código de Familia en el que se permitía el matrimonio si había un
embarazo. Esto permitía que violadores evitarán la cárcel al casarse con sus
víctimas, lo cual fue uno de los puntos por lo que organizaciones nacionales e
internacionales señalaban la necesidad de reformar el Código.
Las negociaciones entre los
partidos se siguen realizando mientras una nueva propuesta ha surgido por parte
de otro diputado de derecha, Johnny Wright, quien se enfrenta a su partido
ARENA el cual es el más férreo opositor a la despenalización del aborto. El
diputado apunta a que su propuesta logrará desentrampar las negociaciones, en
ella se propone despenalizar dos causales, cuando la vida de la madre esté en peligro
y en el caso de violación a menores.
Al parecer es posible la
despenalización de al menos dos causales ya que con las negociaciones hacían
falta sólo dos diputados para dar el pase a la propuesta de las cuatro causales
y con la nueva propuesta se podría alcanzar la aprobación.
Si se aprueba una de las
dos propuestas para la despenalización del aborto será un gran avance pero es
de destacar que aún no se cumplirá lo que como mujeres aspiramos que es la
plena libertad de elegir sobre nuestros cuerpos por lo que la lucha no termina
ahí, seguiremos buscando formas de autogestión de nuestros cuerpos y
construyendo espacios donde se respete nuestra autonomía.
II.- Feminicidio: ¿Solamente en México o una problemática histórica y global?
Viridiana
Nadie en México puede
hablar hoy de “feminicidio”sin que se le forme un nudo en la garganta y, a
pesar de ello, para muchos este fenómeno aún se presenta como una “novedad” o
como una reivindicación del “feminismo radical”, ello a pesar de que dicha
figura fue tipificada a nivel nacional como delito desde el año 2012 pero,
sobre todo, a pesar de que es una realidad cotidiana para las mujeres en el país.
No cabe duda de que para el
mundo, la palabra “feminicidio” se asocia a México, tanto como la palabra “narco”
(por supuesto, sin obviar que dichos fenómenos acontecen en otras latitudes),
pero ¿a qué nos referimos con esta palabra? Groso modo, el feminicidio se
refiere a la privación de la vida de una mujer por razones de género. Así, para
que se considere que existen “razones de género”, la propia ley prevé
supuestos: i) que se encuentren rasgos de violencia sexual en el cuerpo de la
mujer, ii)la existencia de lesiones o mutilaciones degradantes, iii) la
existencia previa de una relación sentimental, afectiva o de confianza entre la
víctima y su agresor, iv) la exposición del cuerpo en algún lugar público;
entre otros.
Ahora bien, a pesar de que
hace 5 años la ley reconoció el hecho de que en México las mujeres estaban
siendo asesinadas por el simple hecho de ser mujeres, lo cierto es que dicha
problemática ha existido desde hace años. Ya en los años 90, en el norte del país,
“Ciudad Juárez” registró la desaparición y/o el homicidio sistemático de
cientos de mujeres provenientes de estratos sociales bajos, algunas de ellas
trabajadoras de las maquilas instaladas en la zona; existiendo en todos los
casos un común denominador, la impunidad.
Si bien es cierto que
durante un largo periodo la problemática se presentó como ajena para el resto
del país, ello no pudo mantenerse de esta manera pues, como lo revelan datos
estadísticos “oficiales”, a la fecha el centro y sur del país registran cifras
alarmantes de feminicidios; encontrándose a la cabeza el Estado de México (que
a la fecha es una zona periférica a la Ciudad de México, en la que se
concentran altos índices de pobreza; así como un número significativo de
fábricas y maquiladoras).
Sin duda el feminicidio ha
existido desde hace años, apareciendo ahora como evidente debido a que las
estadísticas ya lo incluyen en sus variables. No obstante lo anterior, lo
profundo del problema reside en que en México, como en todo el mundo, el
sistema patriarcal es hegemónico y, en ese sentido, el machismo es
invisibilizado y normalizado, a las mujeres aún hoy se les enseña a cumplir
roles históricos que las posicionan como: madres, esposas, novias, objetos del
deseo, del placer y del dolor; jamás como sujetos de su devenir.
Es difícil hablar en tan
poco espacio de la problemática, sin embargo, a manera de conclusión, sugeriría
pensar el feminicidio como la forma más visible y grotesca de una
violencia continua y cotidiana que se instaura en los cuerpos de las mujeres y,
a manera de reflexión, pensar desde los propios espacios dicha problemática,
dejando de verla con el amarillismo de las notas que sugieren que el problema
es el de “un país como México que es violento” pues, si el feminicidio es el
desenlace de una violencia que se expresa en la cotidianidad de diversas
formas, la pregunta de fondo es: ¿acaso otros contextos están libres de esta
problemática o, como se hizo en México durante años, la problemática existe en
todo el mundo y se ha invisibilizado?
[Ambos textos fueron publicados
originalmente en el periódico ¡Tierra
Nueva! # 9, La Habana, septiembre
2017.]
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