Ángel
Cappelletti (1927-1995)
Gustav Landauer (1870-1919) es, en las antípodas de
Trotsky, un apóstol de la revolución permanente. Y en las antípodas del
marxismo, un pensador socialista. Se le ha llamado inclusive “el filósofo de la
revolución” [404]. Y a esta tan original como poco conocida filosofía, que
supone toda una interpretación de la historia y de la sociedad, queremos referirnos
aquí.
Nacido en Karlsruhe, Baden, Alemania, el año de la
guerra franco-prusiana, en el seno de una familia hebrea de la clase media, ingresó
en la Universidad de Zurich y pasó luego a la de Berlín para seguir sus cursos
de historia, arte, filosofía y germanística [405]. En la capital del Imperio a
Benedikt Friedlandes, un socialista heterodoxo que se atrevía a oponer el
pensamiento, tan rudamente vituperado de Dürhring, configuraban un socialismo
personalista y antiestatal, basado en gran parte en la idea de la “cooperación”,
con lo cual en la medida en que se alejaba de Marx se iba acercando a Proudhon.
En verdad, el sistema de Dühring, como bien observa Souchy, ocupa un término
medio entre el marxismo y el anarquismo [406] y, podríamos añadir, se acerca
por eso mucho al “guildismo” inglés. Tales ideas, fermentadas por las más
diversas corrientes de la filosofía finisecular (pero muy especialmente por la
de Nietzsche) contribuyeron mucho a formar el pensamiento de algunos jóvenes
rebeldes de la socialdemocracia, a los cuales se vinculó muy pronto Landauer y
entre los que debe mencionar, en primer término, a Bruno Wille, autor más tarde
de una original metafísica (Fausticher Monismus - 1907) y de una
interpretación monista del cristianismo (die Chystusmythe als monistiche Weltanschaung
- 1903) [407].
La lectura de Stirner, de Nietzsche y aún de
Schopanahuer (según se revela en su primera obra, Der Todesprediger, una
novela que escribió a los 21 años pero que recién se publicó en 1893) había dejado,
por su parte, hondas huellas en la mente del joven Landauer. Pero quien más
directa y profundamente lo influyó en él, desde el punto de vista
filosófico-científico, fue el crítico del lenguaje Fritz Mauthner, según claramente
se puede ver a través de su libro Skepis
und Mystik - Versuche im Anschluss an Mauthners Sprachkritik (1903) [408]. Muy
lejos, sin embargo de convertirse en epígono de nadie, su espíritu permaneció
ampliamente abierto a todas las manifestaciones, presentes y pasadas, del
pensamiento. En su semanario Der
Sozialist comienza ya a traducir a Kropotkin, cuyo impulso ético admira,
pero no deja de advertir los aspectos flojos y superficiales de su pensamiento.
Aunque no comparte el crudo atomismo materialista de Bakunin, siente, son embargo,
un mayor respeto por su solidez filosófica.
Más tarde se interesa mucho (como Sorel, dentro del
campos socialista) por la filosofía de Bergson y llega a ser, a través de numerosas
lecciones y conferencias, uno de sus más profundos expositores en Alemania. Su
simpatía por ese “élan vital” que permitía superar la inerte materia del
socialismo ortodoxo.
Landauer fue además editor y comentador del más
grande los pensadores medievales: Meister Eckert, al cual, en una carta de 1899,
caracteriza como: “un espíritu muy claro, muy sobrio, hasta algunas veces
minucioso, en el que la vida racional superaba completamente al sentimiento; un
panteísta con pensamientos extraordinariamente profundos, que nos dan la
sensación de ser modernos y una prosa encantadora, hermosa y sencilla” [409].
(Cfr. Meister Sckhart’s Mystische Schriften - Berlín, 1903). Pero su fina
sensibilidad lo acerca, sobre todo, a los grandes poetas: uno de los números de
su semanario Sozialist (agosto de
1899) aparece dedicado enteramente a Goethe con gran escándalo, por supuesto,
de los practicistas y de los espíritus estrechos. En 1917-8, pronuncia en
Berlín una serie de veinte admirables conferencias sobre Shakespeare, recogidas
después de su muerte en un volumen y traducidas hoy también al castellano (Shakespeare
- Buenos Aires, 1947). Su original propósito aquí, queda bien definido por
las palabras de una carta de 1917, donde dice que lo que busca Shakespeare es
la libertad: “Libertad, por cierto, no en el sentido político relativo a las
condiciones sociales dadas, nada hay que fuese más ajeno a Shakespeare;
libertad más bien en lo humano, lo privado y sobre todo en aquella relación que
es el eterno problema de Shakespeare, la relación entre los impulsos y el
espíritu. Estar libre de fórmulas, de convenciones, sean de índole teórica o práctica”
[410].
Otro gran porta inglés al que tradujo y comentó y
al cual se hallaba vinculado por múltiples ideas, actitudes y sentimientos fue Oscar
Wilde. En colaboración con su segunda mujer, la poetisa Hedwig Lachmann, pone
en un brillante alemán The Ballado of Reading Goal, Salomé, The
portrair of Dorian Gray y varios de sus ensayos, entre los que se cuenta Socialism
and the soul of man. También se interesó vivamente, en lo más hondo de su
pensamiento y de su alma, por Ibsen, por Holderlin, por Whitman, por Tolstoi y
por Stringberg (Cfr. G. Landauer: Der werdende Mensh - Postdam 1921). En
su creación literaria, con ser como es tan original, se nota el influjo de
algunos de ellos, así como en Wilde (Cfr. Arnold Himmelheber, novela
escrita durante su prisión en Sorau, Silesia, en 1893-4, Mach und Maechte,
cuentos publicados en 1903). No se debe olvidar tampoco la figura de un gran
pensador judío, muerto hace muy poco, que, a nuestro juicio, dio a Landauer
tanto como recibió de él: Martín Buber. A pedido de éste escribió su obra Die
Revolution (publicada en la colección Die Gesellschaft de Frankfurt, en
1907, hoy traducida al castellano: La Revolución - Bs. Aires, 1961) [411].
El héroe de este libro, dice Max Netlau, es Etiènne de la Boite, el autor del
discurso sobre la servidumbre voluntaria idea que lanzó en pleno siglo XVI y
que es la negativa general de ayudar a los tiranos y a los explotadores
trabajando para ellos, obedeciendo sus órdenes, combatiendo a sus enemigos [412].
Y el anti-héroe, podría añadirse, es Karl Marx, el autor del socialismo
científico, que creyó poder reducir a leyes la libre actividad del hombre en la
sociedad y que no pudo descubrir para el socialismo sino aquel camino único que
le está según Landauer, vedado: el camino del Estado [413].
Las ideas expuestas más o menos sistemáticamente en
dicha obra se complementan con numerosos artículos que hasta el final de su vida
dio a luz en la prensa socialista y anarquista de los diversos países de Europa
y sobre todo con el Aufrus zum Sozialismus, publicado por vez primera en
1911, reeditado en 1919 con motivo del estallido revolucionario de Baviera y
también traducido al castellano (Incitación al Socialismo, Barcelona, 1931; Buenos Aires, 1947) [414].
Notas:
[404] Tal
es el título de un libro de Agustín Socuchy, publicado primero en
sueco: Gustav
Landauer, Revolutionens filosof - Stockholm, 1920, y luego traducido al
castellano por Diego Abad de Santillán (Gustav Landauer, el filósofo de la
revolución - Bs. Aires, 1934).
[405] Estos datos biográficos que damos pueden ser
ampliados con el libro de A. Souchy, antes citado y, sobre todo, con la obra
de MAX NETTLAU: La vida de Gustav Landauer según su correspondencia (Bs.
As. 1947) que a su vez, ha utilizado el trabajo de Martín Buber: Gustav
Landauer, sein Lebensganf im Briefen (Frankfurt, 1929)
[406] Cfr.
Fr. ENGELS: Anti Düring.
[407] Cfr.
HANS MACK: Bruno Wilde als philosoph- Giesen, 1913.
[408] FRITZ MAUTHNER nació en Horitz (Bohemia) en
1849, estudió en la Universidad de Praga y murió en Meersburg (Suiza)
en 1923. Su obra principal lleva por título: Beitrage zu einer Krotik der
sprache (Sttutgart, 1901-1903), La misma es completada por Die
drei Bilder der Welt, ein Sprachkritische Versuch Erlangen, 1929). También
fue autor de un Woterbuch der philosophie (Munich, 1910), de una
monografía sobre Spinoza (Desdes, 1921) y antes, de un trabajo sobre
Aristóteles (Berlín, 1904), así como de una extensa obra titulada Der
Atheismus und Seine Geschichte im Abendlande (1920-1923).
[409] Citada por M. NETTLAU, op. cit. p. 216.
[410] Citada en el prefacio de la primera edición
alemana, que se reproduce en la traducción castellana de G. Thiele, p. 11.
[411] La traducción es de Pedro Scaron y tiene un
prologo, especialmente escrito para la edición castellana, por H. Koechlin.
[412] Op. cit. p. 243.
[413] Para la crítica de Marx, véase en especial: Incitación
al Socialismo, p. 51 y sigs.
[414] La traducción castellana se debe a Diego Abad
de Santillán, quien escribió para ella una breve “advertencia” y ha
contribuido, sin duda, más que ninguno, a hacer conocer en nuestra lengua, la obra
de Landauer.
[Texto extraído del ensayo más extenso, de igual
título, incluido en el libro Utopías Antiguas y Modernas, obra que es
accesible por Internet en http://www.radical.es/historico/archivos/upload/utopscappelletti.pdf.]
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