Esteban Coronel S.
Si bien
el examen de las diferentes posiciones sobre el tema exige una postura flexible
que agrupe generosamente sus prácticas, la autogestión se postula a términos
generales como una rehabilitación de la dimensión política de la sociedad la cual
ha quedado marcada por el economicismo y el positivismo; la autogestión se
asume a si misma como un realismo democrático que se funda sobre las
dificultades en el ejercicio democrático del poder y sus condiciones.
Adicionalmente, la autogestión también se define como método de apropiación social
de los medios de poder en la sociedad, trascendiendo la idea de solo apropiarse
de los medios de producción en la que está atascado el socialismo (Rosanvallon,
1979: 20-21).
De esta
forma, la autogestión es tanto una estrategia como un objetivo y le agregaría
también una forma de práctica; es decir, la autogestión es objetivo, estrategia
y práctica social vinculada al desarrollo de un modo de producción autónomo y
de un sistema político soberano.
Algunas
consideraciones importantes estarán relacionadas con la idea de tomar a la
autogestión como respuesta concreta al fracaso de las formas de organización y
producción capitalistas, sin embargo es importante tener en cuenta que, al
menos en nuestros países de Latinoamérica, los procesos autogestionarios
presentan asimetrías que responden tanto a las circunstancias históricas de su
desarrollo como a la flexibilización misma sufrida por el concepto de un país a
otro.
Por
ejemplo, en países como Brasil o Argentina e incluso Uruguay, las principales
experiencias tienen que ver con los procesos de las fábricas recuperadas u
ocupadas por sus trabajadores en respuesta a tratos injustos por parte de los
propietarios de la fábrica o abandono de la actividad en detrimento de los
trabajadores. También se aborda el concepto desde pequeños grupos mutuales y cooperativas,
hasta iniciativas individuales de manufactura y comercialización. Todos evidentemente
muy centrados en el campo de lo económico.
Lo
particular de estas iniciativas es que no hace parte de sus componentes
fundacionales los principios de ruptura con el sistema opresor o dominante, es
decir, estos espacios aceptan concesiones y condiciones que impone el sistema
hegemónico, conservando principalmente un sentido de horizontalidad en la
administración interna de la empresa o fábrica y sus formas de distribución de
la riqueza. Estas fábricas o empresas generalmente también hacen parte de programas
de subsidios estatales o públicos, que se terminan convirtiendo posteriormente
en las principales fuentes de supervivencia de estas empresas y si un proyecto
económico tiene como principal socio al Estado, está negando algunos principios
fundamentales de la esencia autogestionaria convirtiendo el proceso en una
iniciativa de cogestión o heterogestión radicalmente diferente a un proceso
auténticamente autogestionario.
Perú fue
el primer país no socialista en impulsar proyectos de tipo autogestionario especialmente
en la década de los 70’s,pero estas iniciativas eran impulsadas y dirigidas
desde el Estado lo que produjo multiples problemas y obstáculos relacionados
sobre todo con la toma de decisiones y la relación horizontal y no jerarquizada
de la organización (Adizes, 1971). Uruguay ciertamente puede encontrarse en
esta posición hoy. El gobierno uruguayo de este último periodo y el gobierno
ecuatoriano en menor medida, le ha dado una especial importancia a la autogestión
destinando políticas y fondos monetarios para el impulso de este tipo de
proyectos, sin embargo, estas iniciativas tienden a volverse totalmente
dependientes del Estado y pulverizan la esencia contra-hegemónica de la
autogestión cediendo por completo su existencia a la voluntad política del
gobernante de turno.
Colombia
presenta una experiencia interesante en este sentido ya que las principales
experiencias de autogestión se encuentras en procesos de resistencia civil en
una clara oposición a los esquemas de explotación y de opresión de las
estructuras de dominación capitalista: El Estado y el Mercado. Esto puede ser
un poco lógico debido sobre todo al perfil político del país, por ejemplo, en
la Argentina y Uruguay hay más proyectos que se autodenominan de autogestión que
presentan ciertos niveles de articulación con el Estado, esto puede responder a
que el Estado efectivamente apoya estos procesos,más allá de la inconveniencia
de su involucramiento, en Colombia por el contrario, los componentes estatales
que apoyan la autogestión son casi inexistentes.
Colombia
es un país con una férrea tendencia capitalista y neoliberal y la autogestión
es un proceso que se relaciona a las corrientes de la izquierda, las cuales han
sido históricamente víctimas de una violenta represión, persecución y
desaparición por parte del Estado colombiano. Es por esta razón que quizá en
Colombia los procesos de autogestión se desarrollan desde la resistencia y no
desde la cogestión. Estos procesos de autogestión en Colombia se pueden
rastrear especialmente en comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes
que presentan profundas necesidades sociales, con una evidente alienación y
desatención por parte del Estado y víctimas de una histórica y sangrienta
violencia resultante de las alianzas corruptas entre el Estado y los terratenientes
e industriales capitalistas nacionales e internacionales.
Bolivia
ha desarrollado procesos de autogestión a través de los consejos obreros de las
minas que luego terminarían convirtiéndose en procesos de cogestión o en
algunos casos, de participación. Esto mismo es lo que ha pasado en Chile,
Venezuela y Centroamérica (Iturraspe, 1986), con empresas de propiedad social,
consejos de trabajadores, cooperativas y algunas asociaciones agropecuarias e
indígenas que también terminan siendo subsumidas por el Estado.
A través de
los anteriores vistazos se buscaba ofrecer un panorama descriptivo que
reflejara de manera simplificada los procesos generales autogestionarios en Latinoamérica
[4] de lo cual se concluye que la Autogestión, es parcialmente tolerada por
ciertos gobiernos de la región y
algunos
otros sectores de poder interesados en aprovecharse de esta visión como
catalizador de presiones sociales que terminan apoderándose de la iniciativa y
volviendo a los trabajadores en dependientes absolutos de alguna fuerza externa
que mediatiza intereses ajenos a los propios negándoles su inserción en los
procesos de luchas populares, supeditando su existencia a la inestabilidad de
los regímenes políticos separando la viabilidad global de la experiencia del marco
del movimiento social y popular.
En
resumen, Latinoamérica presenta una interesante trayectoria en procesos
autogestionarios, pero muy poco de ellos llegan a ser emancipadores [5]. La
mayoría de estos procesos terminan confundiéndose en iniciativas cogestoras que
consienten la relación y articulación de la experiencia autogestora con la
estructura general de explotación capitalista, sea con el Mercado o sea con el
Estado, que habitualmente subordinan o eliminan la experiencia haciendo que el capital
y la burguesía reproduzcan su hegemonía.
Los
resultados de un proceso de autogestión solo podrán verse en momentos de
ruptura, en donde estas organizaciones logran ser la base de la nueva sociedad
pasando por encima de la acción del Mercado y el Estado, siendo innecesaria la
permanencia de estos como rectores sublimes de la vida y dejando sin
legitimidad al poder autoritario. Solo en este momento podremos
Afirmar que
el proceso autogestionario de construcción de poder popular fue exitoso.
Notas:
[4] Francisco
Iturraspe compila una interesante obra (Participación, Cogestión y
Autogestión en América Latina -2
Tomos-, Caracas: Nueva Sociedad, 1986) que recoge descripciones de procesos autogestionarios
de Sur y Centroamérica que constituyen una importante fuente doctrinal de las prácticas
de la autogestión, la cogestión y la participación latinoamericana y de la cual
hago uso para consolidar ese apartado.
[5] Los procesos latinoamericanos de autogestión que poseen un sentido
autentico de emancipación se encuentran sobre todo en las experiencias
campesinas,indígenas y/o afrodescendientes.
[Sección extraída de la ponencia más extensa
titulada “Autogestión: La praxis del anarquismo”, que en versión completa es
accesible en https://s3.amazonaws.com/academia.edu.documents/40751416/AUTOGESTION_LA_PRAXIS_DEL_ANARQUISMO..pdf?AWSAccessKeyId=AKIAIWOWYYGZ2Y53UL3A&Expires=1519248696&Signature=d03EBZ6pxXrrbjp8r1y%2F51Y5eys%3D&response-content-disposition=inline%3B%20filename%3DAUTOGESTION_LA_PRAXIS_DEL_ANARQUISMO.pdf.]
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