Ángel
Cappelletti
(1927-1995)
EI
movimiento obrero comenzó a organizarse en Colombia durante la segunda década
del siglo, aunque al socialismo utópico y al proudhonismo se vincularan ya,
como vimos, a las luchas artesanales contra los efectos disolventes del
liberalismo". (49)
En
1913 se fundó la Unión Obrera, los anarquistas promovieron una gran
manifestación de protesta popular el 15 de mayo de 1916 y, según Alfredo Gómez,
también el mitin de los artesanos que el 16 de marzo de 1919 se llevó a cabo en
Bogotá contra la importación de uniformes militares. Fanny Simon recuerda la
colaboración de anarquistas colombianos en periódicos obreros y sindicalistas
de Argentina y Brasil hacia estos años.
Max
Nettlau menciona, por su parte, diversas publicaciones que ideológicamente califíca
como anarquistas en territorio colombiano. Algunas de ellas eran revistas literarias,
como Trofeos, que salió en Bogotá ya
en 1908, y Crepúsculos en Manizales,
en 1910 y 1911. Pero otros eran órganos de lucha obrera y sindical, como El Obrero, que se editó en Barranquilla
entre 1912 y 1916, donde salieron numerosos artículos sobre anarquismo y anarcosindicalismo.
En su Historia del Partido Comunista en Colombia, Medófilo Medina
recuerda que en 1914 salió en dicho periódico un artículo de Tomás Cerón
Camargo en eI cual se critica al apoliticismo de los anarcosindicalistas. (50)
Según
Víctor Alba, los anarquistas promovieron la huelga portuaria de Cartagena en
1920. (51) En realidad, dicha huelga se declaró el 8 de enero de 1918, y dio
lugar a violentos choques entre obreros y policías. En aquel mismo año, por
obra también, al parecer, de grupos anarcosindicalistas, se produjeron otras
huelgas en la Costa Atlántica. El 2 de enero se inició en Barranquilla un movimiento
encabezado por los portuarios, que tuvo también carácter violento y comportó el
bloqueo de las calles y la formación de grupos de choque, pero culminó con una
victoria de los obreros, que obtuvieron un aumento del 50 % en sus salarios. De
igual modo, la huelga solidaria declarada por portuarios y ferroviarios en
Santa Marta, acabó con un aumento salarial del 25 %. (52)
El
que estas primeras huelgas propiamente obreras se hayan producido en la Costa
Atlántica se debe tal vez al hecho de que la misma “a causa de su situación geográfica
estaba menos aislada que el resto del país". (53)
Hacia
1923, los trabajadores de las plantaciones bananeras del Magdalena comienzan a organizarse
(en Fundación, Aracataca, El Retén, el puerto de Santa Marta). La primera
huelga contra la United Fruit en la zona bananera de Santa Marta había
estallado ya en 1918. Tal organización fue promovida básicamente por grupos
anarquistas de la Costa Atlántica. (54)
Como
en Argentina, (55) en Chile (56) y en México, (57) los anarquistas promovieron
también en Colombia (y concretamente en Barranquilla) una huelga de inquilinos,
cuyo principal propagandista fue el peruano Nicolás Gutarra, expulsado de
Colombia en febrero de 1924.
EI
gobierno promulgó en 1918 un decreto, equivalente a la Ley de Residencia,
sancionada por el gobierno argentino en 1902, y a la Ley Gordo, expedida en
Brasil en 1904, por las cuales los obreros extranjeros que participaran en una
huelga podían ser presos o desterrados.
Hacia
estos años, llamados de “la Prosperidad al Debe”, destacaron en la militancia
anarquista varias figuras que Torres Giraldo (citado por Gamboa Martínez y Clavijo
Ramírez) menciona: Pepe Olózaga, quien había colaborado en México con el
coronel Alberto Santa Fe y los hermanos Flores Magón; el italiano Filipo
Colombo y el español Juan García, activos promotores del Segundo Congreso Obrero
y editores, al parecer, del periódico Adelante;
en el Litoral Atlántico, militaron con energía y tuvieron activa participación
algunos anarquistas europeos (que Torres Giraldo omite, tal vez ex profeso,
para no deslucir el papel del marxismo, representado por el Partido Socialista
Revolucionario) el italiano Genaro Toroni y el español Abad Mariano Lacambra,
que formaban el "Grupo Libertario" de Santa Marta; Campo Elías
Calderón, santanderino, imbuido de la ideología anarcosindicalista en sus años
de obrero en los Estados Unidos (con la IWW), que organizó a los mineros de las
explotaciones auríferas de Caldas y Antioquia y constituyó el núcleo de la
Federación de Mineros de Antioquia, promotor de la primera huelga en el lugar.
(58)
En
Colombia, el primer congreso obrero, convocado por el Sindicato Central Obrero,
de confusa ideología, donde se invocaba a Bakunin y Malatesta y aI mismo tiempo
se rechazaba el anarcosindicalismo, se reunió en 1919. Alguno de sus 500
integrantes, como José D. Celis, manifestó, sin embargo, ideas
anarcosindicalistas en su intervención, al expresar que en la Sociedad Obrera “no
daremos ni entrada ni abrigo a ningún partidario ni agente de otras ideas
políticas que no sean las nuestras” y “trataremos de salvar al obrerismo de los
políticos de profesión”, (65)
Pero
el llamado "Primer Congreso Obrero" se realizó el 1° de mayo de 1924.
Aquí chocan diversas tendencias ideológicas:
1)
los partidarios de reformas laborales y leyes obreras, que representan sobre
todo al partido liberal (en su ala izquierda),
2)
los delegados del Partido Socialista, fundado en 1919,
3)
los incipientes comunistas (que responden ya a las directivas de la Sindical Roja
moscovita),
4)
los anarco-sindicalistas.
La
primera tendencia parece imponerse (sin duda con apoyo gubernamental y
patronal). Como consecuencia de ello, se reúne paralelamente, por obra de los
delegados marxistas, una Conferencia socialista.
Gamboa
Martínez y Clavijo Ramírez comentan: «Ante la ausencia de documentos es
bastante difícil determinar con precisión la actitud tomada por los anarcosindicalistas,
tanto en el Congreso Obrero como en la Conferencia Socialista. Es de suponer que
Carlos F. León y Luis A. Rozo, directores del periódico anarquista La Voz Popular y miembros del Grupo
Antorcha Libertaria, principal círculo anarquista presente en el Congreso, se
mantuvieron en desacuerdo con ambos proyectos, el liberal, predominante en el
Congreso Obrero, y el marxista, en el Congreso Comunista. Parece ser que
permanecieron en uno y otro Congreso como una oposición minoritaria cuantitativamente».
(66)
El
segundo congreso obrero se inauguró el 20 de julio de 1926. EI discurso inaugural
fue pronunciado por Carlos F. León, quien junto con Luis A. Rozo, formaba parte
del grupo anarquista Antorcha libertaria,, el cual tenía cierta influéncia en los
sindicatos de Bogotá. En este Congreso es donde más se evidencia -como dicen
Gamboa Martínezy Clavijo Ranírez- la participación anarcosindicalista. “Los
anarquistas habían preparado un proyecto de organización obrera a nivel
nacional, inspirado en la Unión Sindical Argentina, que al presentarlo al pleno
del Congreso, suscitó intensas polémicas y reflexiones”. (67)
Carlos
F, León, en todo caso, atacó en su discurso la presencia de los partidos
políticos en las organizaciones obreras, y al mismo tiempo defendió la tesis
anarcosindicalista que considera a los sindicatos como células de la sociedad
futura y propuso las líneas generales de una organización obrera federalista,
donde las decisiones debían partir de las bases y de los grupos locales.
El
Congreso presenció arduos debates ideológicos entre anarquistas y marxistas, a
quienes aquellos denominaban “señores devotos de San Lenin”, y echaban en cara
ya la instauración de la dictadura roja en la URSS. (68)
Del
Congreso surgió la CON, central obrera organizada más bien sobre el proyecto
marxista, que no tardó en afiliarse a la Internacional Sindical Roja
(bolchevique), pero los anarquistas no dejaron de ejercer, pese a todo, alguna
influencia allí e impidieron la fundación de un partido político de la clase
obrera, proyecto esencial para todos los leninistas del mundo.
El
21 de noviembre de 1928 se abrió en Bogotá el tercer congreso obrero, con la
presidencia del marxista Ignacio Torres Giraldo y la segunda vicepresidencia
del anarquista Raúl Eduardo Mahecha Caycedo.
En
este Congreso se lleva a cabo la ruptura total y definitiva entre marxistas y
anarcosindicalistas, debido a que los marxistas consiguen imponer la creación
del Partido Socialista Revolucionario, PSR. (69)
Cuando
los marxistas presentan el proyecto fundacional de este partido, los
anarquistas del Grupo Antorcha Libertarian, encabezados por Carlos F. León y
Luis A, Rozo y otros sectores simpatizantes del anarquismo, como el liderado
por Juan de Dios Romero, se oponen tajantemente a dicha iniciativa. Se dan
violentos y encendidos debates en torno a la cuestión, que acarrearon acrecentamiento
del sectarismo de algunos sectores, Romero y Erasmo Valencia anunciaron su
propósito de retirarse de los debates en los cuales se deliberaba sobre la
conformación del partido "porque consideran que todo partido político
viene a ser perjudicial a la acción económica del sindicalismo y a los
principios de la noción de clases que necesita la reivindicación del
proletariado colombiano". (70)
A
pesar del triunfo del proyecto marxista, el PSR nunca llegó a ser un partido
conformado a imagen y semejanza del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS
o de los partidos comunistas surgidos en diversos países de América Latina para
esa época (Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, etc.). Había en su seno una
mezcla de ideologías y proyectos y militaban en él liberales del ala radical,
como Uribe Márquez, comunistas como Torres Giraldo, e, inclusive, anarquistas,
como Mahecha Caycedo. "El PSR tenla una influencia anarquista importante
que se deja ver en la misma constitución del partido, que era de masas y no de
cuadros, que era federativo con respecto a las autonomías regionales y por
tanto no centralista". (71)
Alfredo
Gómez se inclina a avalar esta interpretación cuando dice (en cita de Gamboa
Martínez y Clavijo Ramírez): “El predominio de un sindicalismo de tipo
revolucionario durante esta década, inspirado o no por el anarcosindicalismo,
imprime al PSR, en ciertos casos, algunos elementos de la organización
libertaria: autonomía local, formas de acción directa, desconocimiento de las
instituciones vigentes, etc. En este sentido, el PSR contiene espontánea y
embrionariamente una estructura de "antipartido, que no deja de guardar
semejanzas con la del partido liberal de la Revolución Mexicanan.” (72) Pero es
indudable que el Partido Liberal Mexicano, sobre todo a partir de 1906, no es “liberal"
ni siquiera "partido" sino más bien organización anarquista. (73) Algo
parecido podría decirse tal vez, en época mucho más reciente, del PVP uruguayo.
De
cualquier manera, es indudable que los anarquistas participaron en la mayor
parte de los movimientos de fuerza y de las huelgas habidas en Colombia entre
1910 y 1930. Estuvieron presentes en la de Barranquilla de 1910; en el vasto
movimiento desarrollado en 1918 en Cartagena, Barranquilla y Santa Marta; en la
primera huelga contra la tristemente célebre United Fruit Company, en la zona
bananera de Santa Marta, en 1918; en la del ferrocarril de Girardot y en la de
los obreros y artesanos de Bogotá en 1919; en las de Barrancabermej a en 1924 y
L927, contra la Tropical Oil Company (que concluyeron con la expulsión de 1200
obreros y un juicio militar contra los líderes), en Ia segunda huelga de Santa
Marta, en 1928, que acabó en una masacre de los trabajadores, y en otras muchas
huelgas y movimientos de protesta popular. (74)
En
Barrancabermeja estallaron sucesivamente dos huelgas: la primera en octubre de1924
y la segunda en enero de 1927. Ambas estaban dirigidas contra la Tropical Oil
Conpany, filial de la Standard Oil. En la primera de ellas tuvieron un
importante papel Mahecha Caycedo y sus compañeros anarcosindicalistas de la
Sociedad Obrera, así como el periódico La
Voz Popular, que respondía a la misma tendencia. (75) En la segunda, que
asumió proporciones extraordinarias y contó con el apoyo de todos los trabajadores,
y aún de los agricultores y comerciantes locales, parece haber habido un cierto
elemento de espontaneísmo, pero no puede negarse la activa intervención del
mismo Mahecha Caycedo y otros anarquistas. También los movimientos huelguísticos
desarrollados en Bogotá durante el mes de noviembre de 1924 contra la empresa
de Energía Eléctrica y contra la
compañía de cementos Samper tuvieron su foco de irradiación en la Casa del
Pueblo, sede del grupo anarcoindicalista Antorcha Libertaria. Los redactores de
La Voz Popular llamaban inclusive a la
huelga general.
Mayor
resonancia todavía tuvo la huelga de las bananeras de 1928, donde eI papel de
los anarquistas fue indiscutiblemente protagónico. Dicen, a este propósito,
Gamboa Marüínez y Clavijo Ramírez:
«Obreros
anarquistas del Grupo Libertario de Santa Marta, como Mariano Lacambra, Genaro
Toroni, Nicolás Betancourt, José Garibaldi Russo, Castilla Villareal, entre
otros, desempeñaron un significativo papel en la agitación y organización de la
huelga de los bananeros contra la United Fruit Company en 1928. Estos
anarcosindicalistas, siguiendo orientaciones de las centrales anarquistas
catalanas, fundaron en Guacamayal, hacia I925, la Unión Sindical de
Trabajadores del Magdalena, USTM, y una Casa del Pueblo en donde se reunían por
las noches los obreros de Ia región. La USTM contaba con sesenta y tres
sindicatos. Mahecha Caycedo jugaba papel preponderante dentro de la
organización y desde tiempo atrás venía preparando el mejor movimiento huelguístico
a través de su periódico Vanguardia
Obrera. La participación anarquista en la organización y desarrollo de la huelga
bananera es recordada por los historiadores oficiales y marxistas.
Desde
años atrás los anarquistas venían preparando a las masas, llevando a cabo una labor
de concientización, educación y agitación, no sólo en la región sino en toda la
Costa Atlántica donde el anarcosindicalismo había arraigado mucho en varios sectores
obreros y populares. En la Costa Atlántica, los anarquistas habían conformado
varias organizaciones obreras, fuertes y representativas, donde cabe mencionar
a la Federación Obrera del Litorat Atlántico, FOLA, constituida a iniciativa
del colectivo libertario Vía Libre y la mencionada USTM». (76)
Ante
la cerrada negativa de la United Früt a atender las exigencias de los
trabajadores agrupados en la USTM, el 12 de noviembre de 1928, unos treinta mil
obreros inician una huelga general. A comienzos de diciembre, el gobierno
nacional decreta el estado de sitio en la zona, nombra jefe civil y militar de
Ia misma al general Carlos Cortés Vargas y envía tropas desde Cartagena, Barranquilla,
Bucaramanga y Medellín.
La
huelga concluye con un multitudinario asesinato de los huelguistas eI 6 de
diciembre en la plaza de Ciénaga y con la sangrienta represión posterior, que
deja un total de 1.500 muertos. “La tropa asalta, viola, roba. Encarcela a los
civiles, exigiéndoles, a cambio de la libertad, dinero, impone multas, cobra impuestos,
envía a trabajos forzados, remata a los heridos, tortura y fusila"' (77)
Pero,
como bien hacen notar Gamboa Martínez y Clavijo Ramírez «para eI movimiento
obrero colombiano las consecuencias de la huelga fueron un duro golpe. Por un
lado, desilusionados, abandonaron la combatividad y Ia beligerancia, la
radicalidad de sus reivindicacionee y pretensiones, y aceptaron participar
dentro de la institucionalidad vigente, ingresando al partido liberal; y por eI
otro lado, los sindicatos perdieron su verdadero sentido, para transformarse en
apéndices del Estado. Las consecuencias de esta regresión se perciben con
claúdad en la crisis actual del movimiento obrero y sindical, que optó por la
institucionalización. EI desenlace de la huelga asestó un golpe de gracia a los
círculos anarcosindicalistas colombianos. Ante Ia reafirmación de los valores éücos,
económicos, sociológicos, jurídicos, etc. de la sociedad burguesa, ante la
super centralización estatal que comenzó a gestarse . Estos círculos y
colectivos se vieron cada vez más aislados e impotentes para hacerle frente.
Poco a poco se fueron diluyendo hasta ir perdiendo significancia. El mito
liberal ganó momentáneamente la batalla. Hacia 1930, Archila Neira nos comenta que,
como reconocimiento a la corriente anarcosindicalista, en eI Congreso de
fundación de Ia Central de Trabajadores de Colombia, CTC, le fue otorgado uno
de los quince puestos de la "directiva", pero ya para el Congreso
siguiente no tendrían delegados.»
(80)
Notas
49)
Enrique Valencia, El movimiento obrero colombiano, en P.
González
Casanova. Historia del noviniento obrero en América
Latina,
3 p. 13.
50)
Citado por Gamboa MartÍnez y Clavijo RamÍrez
51)
Víctor Alba, Historia del movimiento obrero en América
Latina,
México, 1964, p. 105.
52)
Gamboa Martínez y Clavijo RamÍrez, op. cit. pp. 12-13,
53)
AlvaroTiradoMejfa. Colonbia:sigloymeclio debipartidismo.
1978
(citado por David Viñas)
54)
Ignacio Torres Giraldo, Los Inconformes - Ilistoria de la
Rebeldía
de las Masas en Colonbia, Bogotá, 19?8, III, p. 717,
(citado
por Gamboa Martínez y Claüjo Ramírez)
55)
F. Quesada, "La Protesta - Una longeva voz libertaria" Todo es
historia, N, 82 p. 87.
56)La
Protesta, Buenos Aires, 1925, N, 1136.
57)
John M. Hart, EI anarquismo y la clase obrera mexicana.
1880.1931México,
pp. 208-211;
58)
Octavio García Mu¡do, El uoviniento
inquilinario
de Veracruz, L922, México, 1926, p. 53;
59)
Paco Ignacio Taibo II - Rogelio Viscaíno, Memoria roja, México, 1984 pp.
147-183.
60)
Ignacio Torres Giraldo, op. cit. III p.p. 7t7 y 740.
61)
Diego Abad de Santillán. La FORA - Ideología y trayectoria. Buenos Aires, 1971
p. 67;
62)
J. Godio, Historia del movimiento obrero latinoanericano, Caracas, 1985, I p.p.
188-189.
63)
Diego Abad de Santillán, op. cit. p. 93;
64)
E. López Arango - Diego Abad de Santillán. El anarquisno en el movimiento
obrero. Buenos Aires, Barcelona, 1925, pp. 28-29. Cf¡. Sebastián Marotta, El
movimiento sindical argenti¡o, su
génesis
y desarrollo, Buenos Aires, 1960-1961,
65)
Miguel Urrutia Montoya, op. cit. pp. 90-91.
66).
Gamboa Martínez y Clavijo Ramírez, op. cit. p. 18.
67)
Ibid. p. 19.
68)
Alfredo Gomez, op. cit. p. 57.
69)
Gamboa Martínez y Clavijo RamÍrez, op. cit. p. 21.
70) Ibid, p. 22.
71) Ibid. p.p. 22-23.
72)
Alfredo Gímez, op. cit, p. 73.
73)
Chantal López - Omar Cortez, El programa del Partido Liberal mexicano de 1906 y
sus antecedentes. México, 1985.
74)
Alvaro Tirado MejÍa, op. cit. (citado por D. Viñas)
75)
Alfredo Gómez, op. cit. p, 44.
76)
Gamboa Martínez y Clavijo Ramírez, Op. Cit. p.p. 30.31.
77)
Ibid, p. 32
…
80)
Gamboa Martínez y Clavijo Ramírez, op. cit, p. 33.
[Extraído
del texto “El Anarquismo en Colombia”, originalmente publicado en la revista Actual, Mérida, 2004, y que en versión
completa está disponible en http://erevistas.saber.ula.ve/index.php/actualinvestigacion/article/download/1910/1861.]
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