Marcelo Sandoval
La tradición libertaria en
la actualidad ha tenido que enfrentar una política de silenciamiento, que es
una política del olvido, ya que se oculta
«(…) por omisión,
desechando los numerosos indicios que señalaban la realidad de un pasado […]
para no poner en cuestión esquemas de interpretación preestablecidos, basados
en determinados intereses ideológicos y políticos. Pero también se silenciaba
por desfiguramiento, cuando resultaba imposible negar la realidad de ese pasado»
[11].
Romper con el
silenciamiento político, sacar del olvido al horizonte y a las prácticas libertarias,
necesita de una mirada a contrapelo del antagonismo social. Una historia a contrapelo
del anarquismo no es tratar de descubrir sus grandes hazañas del pasado, no es
hacer biografía de los militantes más entregados a la causa libertaria, no es
un esfuerzo por encontrar en el pensamiento anarquista de la segunda mitad del
Siglo XIX y las primeras décadas del Siglo XX, sino las respuestas para
enfrentar la dominación y la explotación en el presente.
El ocultamiento de las
prácticas libertarias y sus posicionamientos no es casualidad, pues sus
nociones, la irreductibilidad ética que mostró el movimiento en cada momento de
lucha, increpa, descubre que parte de los discursos que se presentan como
radicales, revolucionarios y contestatarios “en realidad no son más que
liberales: están interesados en el ensanchamiento de las libertades
individuales y en la consecución de la justicia social”. [12]
Una historia a contrapelo
del anarquismo es fijar la mirada en lo que está siendo hoy el horizonte
libertario y a partir de esa imagen crear una constelación con las
experiencias, sujetos e ideas del pasado; labor centrada en darle vitalidad,
actualidad y movimiento a los tiempos vividos de lucha e insubordinación, al
convertir estos momentos de ruptura y conflicto en astillas que se incrusten en
la memoria rebelde de los movimientos anticapitalistas del tiempo del ahora, en
sus formas de hacer política y en sus proyectos de creación de mundos otros.
De este modo, lo que
irrumpe en el hoy es aquello que es parte de sus nociones prácticas, resignificadas
y situadas de acuerdo al contexto de conflicto de cada sujeto social: la
congruencia entre medios y fines, algo sobre lo que el movimiento anarquista
siempre se ha mantenido irreductible; en lo organizativo se ha contrapuesto la
afinidad, la confianza y la solidaridad a las formas instrumentales y
verticales; así como la recurrencia a la acción directa y a proyectos basados
en la perspectiva de la autogestión de la vida, como cuestionamiento de la
representación y la heteronomía.
La emergencia del
anarquismo en la actualidad, está en la irrupción multiforme de formas de hacer
política y de organización, así como de posicionamientos ético-políticos afines
o situados dentro del
horizonte libertario en una pluralidad de movimientos anticapitalistas.
La presencia de los
posicionamientos y de la elucidación crítica y cuestionadora, que históricamente
se le ha atribuido al anarquismo, en el antagonismo social del tiempo del ahora
pone en crisis las certezas desde las que se afianzaba el propio movimiento y
el pensamiento anarquista entre la década de 1870 y buena parte del Siglo XX.
En este sentido, las preguntas
relativas a
«(…) la pregunta por la
actualidad de algo pone siempre en relación a un pasado con un presente, esto
es, relaciona posibilidades de hoy con la memoria de un ayer.
En la pregunta por la
actualidad del anarquismo, la memoria del «anarquismo» que está en juego es un
saber social y político, constituido por una diversidad de prácticas sociales
que ha surgido en la historia como respuesta a determinados problemas: la
opresión social e individual, la violencia política y religiosa, la guerra, la
explotación, el desempleo, la miseria, la masificación de los sujetos, etc. Las
posibilidades de hoy, por su parte, se refieren a una multiplicidad de
iniciativas, movimientos y experiencias sociales y culturales que han venido
surgiendo en las sociedades contemporáneas» [13].
El anarquismo ha adquirido
un papel protagonista en las luchas y resistencias contra el capitalismo del
presente; y ese protagonismo, en tanto proceso de actualización e innovación
que ha implicado el tener que recrear su hacer y su pensar desde la
cotidianidad del conflicto social, ha supuesto también que se trastoquen y
pongan en duda parte de las certidumbres que en cierto momento se consideraron
válidas. Se han incorporado nuevos saberes y prácticas, pero también, se han
reafirmado y fortalecido posturas ético-políticas, formas de organización y
cuestionamientos que han sido instituyentes del anarquismo desde sus orígenes [14].
Por lo que las
«(…) preguntas relativas a
la actualidad del anarquismo, entendida como actualización de la memoria
anarquista, exige confrontar lo común de las múltiples memorias de la anarquía
con los problemas, necesidades y posibilidades de hoy y en esta confrontación,
entrecruzar lo común de esas múltiples memorias» [15].
Pensar la emergencia del
anarquismo conlleva reconocer las actualizaciones y los cambios, la irrupción
del anarquismo representa una ruptura de la repetición, partiendo de la
concepción de Sergio Tischler “se puede decir que existe un surgir de, pero no
una continuidad, porque la continuidad es continuidad de una estructura
temporal. El surgir se propone algo nuevo, un salto, que es un cambio de la
estructura de la temporalidad” [16].
Los saberes que aporta el
anarquismo, a partir de sus historias y del trabajo reflexivo de los militantes
[17], es una crítica radical a la dominación, los cuestionamientos que
desarrolla contra el capitalismo y el Estado, contra la explotación, la
democracia representativa, la idea de patria, el patriarcado y la crítica de
los modos de vida parten de la negación de la división social entre unos que
mandan y otros que obedecen; desde la crítica de la dominación se pone en duda
toda forma extra-social, cualquier sujeto, cosa o idea que se ponga por encima de
la sociedad, además, se trata de “auscultar —y eventualmente tensar— el
malestar de una época” [18], se pretende una lucha “en el interior de la
totalidad de las relaciones constitutivas” [19].
Para pensar el horizonte
ético-político anarquista desde los que está siendo en el tiempo del ahora, hay
que partir de que “no es un sistema ideológico cerrado y bien delimitado, sino
un conjunto abierto y en permanente cambio de ideas y, sobre todo, de prácticas
cuyo objeto es erradicar o limitar al máximo posible las relaciones de dominación”
[20]. Aunque exista el supuesto riesgo señalado por Aníbal D´Auria, de que el
anarquismo pueda “desdibujarse como un collage de ideas inconexas” [21], es
pertinente reconocer que si históricamente ha significado “más una forma de ser
que un discurso teórico, que consistía en unas vivencias y en un compromiso
existencial y ético más que en una doctrina sabiamente construida” [22].
Una primera aproximación al
horizonte libertario actual es que las pretensiones no están en construir una
Gran Teoría, sino en elucidar cualidades “para confrontar los problemas reales
e inmediatos que emergen de todo proyecto de transformación” [23], Se trata de
un hacer instituyente cualitativo [24] que va hacia la creación de una
subjetividad radical, hacia la “construcción voluntaria de nuevas
subjetividades” [25], ya que “una característica histórica del anarquismo ha
sido su preocupación por la cuestión de los modos de vida y, a través de esta
cuestión, por el problema de las condiciones de constitución de una subjetividad
libre y plena” [26].
El compromiso
ético-político del movimiento anarquista con la germinación de una subjetividad
otra, nos esclarece que “el ideal libertario es el único que no pretende
obligar a nadie a aceptar sus presupuestos, es el único que no pretende, para
alcanzar tal o cual objetivo, incluir [a] los individuos en su seno,
recurriendo a la fuerza si es necesario” [27]; un mundo no-capitalista y
no-estatal, la anarquía en palabras de Eduardo Colombo “será posible solamente
si los hombres la desean, y ponen en acción una voluntad revolucionaria” [28]. La
postura ético-política libertaria exigen ante todo congruencia entre fines y
medios; una sociedad libre y autogestionaria no se puede imponer.
Notas
[11] GÓMEZ MULLER, A.
(2009). Anarquismo y anarcosindicalismo en América Latina. Colombia, Brasil,
Argentina
y México. La Carreta, Medellín, p. 10.
[12]
GRAEBER, D. (2002). “Los nuevos anarquistas”. New Left Review. nº.13, marzo-abril,
pp. 139-151.
[13] Ibídem, pp.
16-17.
[14] Como la pertinencia de
la acción directa, la horizontalidad y la afinidad, junto con la crítica de la
representación, la jerarquía y la coerción para desplegar formas de autogestión
de la vida.
[15] GRAEBER, D. (2002). Op.
cit., pp. 20-21.
[16] TISCHLER, S. (2009). Imagen
y dialéctica. Mario Payeras y los interiores de una constelación
revolucionaria, f&g-buap-icsh-flacso, Ciudad de Guatemala, p. 79.
[17] Es importante destacar
que en el anarquismo no ha existido la figura del intelectual profesional, cuya
función seria dar la línea política correcta y pretender ser la vanguardia de
los movimientos revolucionarios, si bien, ello no significa que en el
movimiento libertario esté ausente el pensamiento crítico y la reflexión, estos
han sido creación de los propios militantes, son el resultado de una
elucidación desde la propia práctica política y su visión sobre el contexto
histórico-social.
[18] FERRER, Ch. (2006). Op. cit., pp. 11-12.
[19] COLSON, D. (2003). Pequeño
léxico filosófico del anarquismo. De Proudhon a Deleuze. Nueva Visión,
Buenos Aires, p. 33.
[20] ROCA MARTÍNEZ, B.
(2008). Anarquismo y antropología. Relaciones e influencia entre la
antropología social
y el pensamiento
libertario. La Malatesta, Madrid, p.
11.
[21] D´AURIA, A. (2007).
“Introducción al ideario anarquista”, In: El anarquismo frente al derecho.
Lecturas sobre propiedad, familia, Estado y justicia. Grupo de Estudios
sobre el anarquismo. Terramar, Buenos Aires, p. 11.
[22] IBÁÑEZ, T. (2006). ¿Por
qué A? Fragmentos dispersos para un anarquismo sin dogmas. Anthropos,
Barcelona,
p. 176.
[23] GRAEBER, D. (2011). Fragmentos
de antropología anarquista. Virus, Bilbao, p. 15.
[24] Entiendo lo
cualitativo como “un resumen, una condensación, una comunicación directa”.
VANEIGEM, R (1988). Op. cit., p. 207. Esos gestos, palabras, actitudes,
pensamientos y prácticas radicales que manifiestan “de manera innegable la
presencia de la posibilidad abierta a la poesía, es decir, a la construcción
total de la vida cotidiana, a la inversión global de perspectiva, a la
revolución”. Ibídem.
[25] COLSON, D. (2003). Op.
cit., p. 30.
[26] GÓMEZ MULLER, A.
(2009). Op. cit., p. 21.
[27]
IBÁÑEZ, T. (2006). Op. cit., p. 11.
[28]
COLOMBO, E (2006). Op. cit., p. 36.
[Sección
del artículo “Pensamiento anarquista y crítica de la vida cotidiana”, publicado
originalmente en la revista Utopía y
praxis latinoamericana # 73, Maracaibo, abril-junio 2016. Artículo completo
disponible en http://www.produccioncientifica.luz.edu.ve/index.php/utopia/article/view/21333/21163.]
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