Isbel Díaz Torres (Boletín ecológico El Guardabosques)
Perder la casa o el techo, tras el paso de un ciclón, puede ser una de las experiencias más terribles que podamos vivir. Quizás amparado en esa triste realidad el gobierno cubano se da el lujo de construir las famosas petrocasas venezolanas, a base del cancerígeno PVC. Ya no basta con las tejas comunes de asbesto-cemento que se usan en Cuba, cuyo contenido de Amianto ha sido suficiente para prohibirlas en toda la Unión Europea hace más de 10 años. Ahora además pretenden contruir en la isla una planta productora de casas de policloruro de vinilio.
Ambos gobiernos analizaron la creación de la división internacional de Petrocasa Caribe y para ese fin, el pasado mes se reunieron en en la sede de la planta de Petrocasas de Carabobo, el ministro venezolano para Vivienda y Hábitat Manuel Quevedo, y René Meza, ministro cubano de la Construcción.
Perder la casa o el techo, tras el paso de un ciclón, puede ser una de las experiencias más terribles que podamos vivir. Quizás amparado en esa triste realidad el gobierno cubano se da el lujo de construir las famosas petrocasas venezolanas, a base del cancerígeno PVC. Ya no basta con las tejas comunes de asbesto-cemento que se usan en Cuba, cuyo contenido de Amianto ha sido suficiente para prohibirlas en toda la Unión Europea hace más de 10 años. Ahora además pretenden contruir en la isla una planta productora de casas de policloruro de vinilio.
Ambos gobiernos analizaron la creación de la división internacional de Petrocasa Caribe y para ese fin, el pasado mes se reunieron en en la sede de la planta de Petrocasas de Carabobo, el ministro venezolano para Vivienda y Hábitat Manuel Quevedo, y René Meza, ministro cubano de la Construcción.
Sabemos que el uso de PVC está ampliamente extendido a nivel mundial, pero ¿tiene algún efecto nocivo? El Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. ha determinado que el cloruro de vinilo es una sustancia reconocida como carcinogénica en seres humanos. A la misma conclusión llegaron la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer y la Agencia de Protección del Medio Ambiente de la nación norteamericana. La Comisión Europea reconoce que la mayoría de los compuestos de plomo y cadmio, incluidos los utilizados en el PVC, son tóxicos, nocivos, peligrosos para el medio ambiente, y presentan un riesgo de efectos acumulativos.
La rigidez del diseño y las condiciones de habitabilidad de las casas no son las únicas preocupaciones en Venezuela. Según ecologistas de Agua Clara, el proceso de producción de PVC emite dioxinas y furanos, sustancias altamente dañinas. Además, para lograr la consistencia adecuada, se le agregan metales pesados y químicos con dosis de ftalatos, cuya toxicidad ha sido establecida como Contaminante Orgánico Persistente, prohibidos por el Convenio de Estocolmo por alterar la química celular, ser cancerígenos y disruptores del sistema endocrino, cardiovascular, nervioso e inmunológico.
En Cuba ya teníamos esas casas, donadas por Chávez, las que en menos de 6 meses comenzaron a sufrir filtraciones, ventanas caídas, rajaduras en el piso, cortocircuitos, salideros en las tuberías, y humedad generalizada, según reportes de la prensa independiente en la isla. El problema ahora es que pretenden colocar sus fábricas en nuestro territorio, con obreros cubanos, lo que conlleva a nuevos y más severos impactos ambientales. La mayor parte del cloruro de vinilo que entra al ambiente proviene de plantas como las de Petrocasas, que usan o manufacturan esta sustancia proveniente del petróleo, y lo liberan al aire o a aguas residuales. Se conoce que el cloruro de vinilo ha entrado al ambiente desde sitios de desechos peligrosos como consecuencia de la disposición inapropiada (justo como sucede en Cuba por todas partes), o al filtrarse de tanques o derrames.
Hay experiencia de que el PVC puede movilizarse al agua subterránea. Se han encontrado trazas de esta sustancia en el aire cerca de plantas que manufacturan o procesan el PVC, en sitios de desechos peligrosos, y en vertederos. Niveles de hasta 44 partes por millón se han detectado en el aire en algunos vertederos. Pero en el caso de los trabajadores de las instalaciones que procesan estos químicos los riesgos son mayores, pues generalmente están expuestos a cantidades más altas de PVC que la población general.
De acuerdo con un resumen de la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades, la exposición en el trabajo ocurre principalmente a través de la inhalación de aire que contiene cloruro de vinilo; sin embargo, los trabajadores también se exponen a través de contacto de la piel y los ojos. Cuando una porción llega al hígado, se transforma en varias sustancias algunas de las cuales no abandonan el cuerpo tan rápido, y son incluso más perjudiciales que el mismo cloruro de vinilo, porque reaccionan con sustancias químicas corporales e interfieren con la manera que el organismos normalmente usa o responde a estas sustancias, pudiendo llegar a dañar el hígado.
Respirar niveles altos de cloruro de vinilo puede conducir a mareos o somnolencia. Concentraciones aun más altas (25,000 ppm) pueden conducir a la pérdida del conocimiento, e incluso la muerte. Derramar cloruro de vinilo líquido sobre la piel adormecerá la piel y producirá enrojecimiento y ampollas.
Otros efectos de la exposición continuada al PVC: cambios de la estructura del hígado, daño del sistema nervioso, reacciones inmunológicas, problemas circulatorios en las manos, cambios en la piel de las manos y los antebrazos, fractura de los huesos de las puntas de los dedos, falta de interés sexual en hombres, daño en los testículos y los espermatozoides, períodos menstruales irregulares en las mujeres, aumento de la presión sanguínea durante el embarazo, reducción del peso de nacimiento de los bebés.
Lo cierto es que para proteger la salud de los infantes, la Unión Europea prohibe desde el 2006 la utilización de seis tipos de aditivos empleados para el fácil moldeo del PVC, y la mayoría de las empresas estadounidenses han eliminado voluntariamente estas sustancias de los juguetes. De acuerdo con Greenpeace, la totalidad de los usos del PVC son fácilmente sustituibles por otros productos y materiales como vidrio, caucho, metal, madera u otros plásticos menos tóxicos como el PET, el polipropileno o el polietileno.
Pero la falta de transparencia e información, los intereses económicos de ciertas élites, y las alianzas políticas, usarán a los cubanos más vulnerables para avanzar en sus agendas populistas. El pasado 10 de octubre, en Gibara, el primer vicepresidente Miguel Díaz Canel afirmó que "las petrocasas esta demostrado que son buenas". Sin embargo, su mansión custodiada en Siboney (y a la que nos fue imposible tomarle fotos) no es de PVC.
Las petrocasas, junto con la absurda propaganda que son resistentes a huracanes, servirán, de paso, para desestimular y hasta anular otras posibles soluciones de menor impacto ambiental en la concepción, diseño, y construcción de casas y asentamientos humanos. Al parecer los estándares sobre protección a los individuos que se aplican en Europa, EE.UU., y Siboney en La Habana, no son igualmente aplicables a las personas damnificadas de una isla subdesarrollada en el Caribe.
[Publicado originalmenteer en el Boletín El Guardabosques # 9, La Habana, noviembre-diciembre 2017. Número completo accesible en https://elguardabosquescuba.wordpress.com.]
La rigidez del diseño y las condiciones de habitabilidad de las casas no son las únicas preocupaciones en Venezuela. Según ecologistas de Agua Clara, el proceso de producción de PVC emite dioxinas y furanos, sustancias altamente dañinas. Además, para lograr la consistencia adecuada, se le agregan metales pesados y químicos con dosis de ftalatos, cuya toxicidad ha sido establecida como Contaminante Orgánico Persistente, prohibidos por el Convenio de Estocolmo por alterar la química celular, ser cancerígenos y disruptores del sistema endocrino, cardiovascular, nervioso e inmunológico.
En Cuba ya teníamos esas casas, donadas por Chávez, las que en menos de 6 meses comenzaron a sufrir filtraciones, ventanas caídas, rajaduras en el piso, cortocircuitos, salideros en las tuberías, y humedad generalizada, según reportes de la prensa independiente en la isla. El problema ahora es que pretenden colocar sus fábricas en nuestro territorio, con obreros cubanos, lo que conlleva a nuevos y más severos impactos ambientales. La mayor parte del cloruro de vinilo que entra al ambiente proviene de plantas como las de Petrocasas, que usan o manufacturan esta sustancia proveniente del petróleo, y lo liberan al aire o a aguas residuales. Se conoce que el cloruro de vinilo ha entrado al ambiente desde sitios de desechos peligrosos como consecuencia de la disposición inapropiada (justo como sucede en Cuba por todas partes), o al filtrarse de tanques o derrames.
Hay experiencia de que el PVC puede movilizarse al agua subterránea. Se han encontrado trazas de esta sustancia en el aire cerca de plantas que manufacturan o procesan el PVC, en sitios de desechos peligrosos, y en vertederos. Niveles de hasta 44 partes por millón se han detectado en el aire en algunos vertederos. Pero en el caso de los trabajadores de las instalaciones que procesan estos químicos los riesgos son mayores, pues generalmente están expuestos a cantidades más altas de PVC que la población general.
De acuerdo con un resumen de la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades, la exposición en el trabajo ocurre principalmente a través de la inhalación de aire que contiene cloruro de vinilo; sin embargo, los trabajadores también se exponen a través de contacto de la piel y los ojos. Cuando una porción llega al hígado, se transforma en varias sustancias algunas de las cuales no abandonan el cuerpo tan rápido, y son incluso más perjudiciales que el mismo cloruro de vinilo, porque reaccionan con sustancias químicas corporales e interfieren con la manera que el organismos normalmente usa o responde a estas sustancias, pudiendo llegar a dañar el hígado.
Respirar niveles altos de cloruro de vinilo puede conducir a mareos o somnolencia. Concentraciones aun más altas (25,000 ppm) pueden conducir a la pérdida del conocimiento, e incluso la muerte. Derramar cloruro de vinilo líquido sobre la piel adormecerá la piel y producirá enrojecimiento y ampollas.
Otros efectos de la exposición continuada al PVC: cambios de la estructura del hígado, daño del sistema nervioso, reacciones inmunológicas, problemas circulatorios en las manos, cambios en la piel de las manos y los antebrazos, fractura de los huesos de las puntas de los dedos, falta de interés sexual en hombres, daño en los testículos y los espermatozoides, períodos menstruales irregulares en las mujeres, aumento de la presión sanguínea durante el embarazo, reducción del peso de nacimiento de los bebés.
Lo cierto es que para proteger la salud de los infantes, la Unión Europea prohibe desde el 2006 la utilización de seis tipos de aditivos empleados para el fácil moldeo del PVC, y la mayoría de las empresas estadounidenses han eliminado voluntariamente estas sustancias de los juguetes. De acuerdo con Greenpeace, la totalidad de los usos del PVC son fácilmente sustituibles por otros productos y materiales como vidrio, caucho, metal, madera u otros plásticos menos tóxicos como el PET, el polipropileno o el polietileno.
Pero la falta de transparencia e información, los intereses económicos de ciertas élites, y las alianzas políticas, usarán a los cubanos más vulnerables para avanzar en sus agendas populistas. El pasado 10 de octubre, en Gibara, el primer vicepresidente Miguel Díaz Canel afirmó que "las petrocasas esta demostrado que son buenas". Sin embargo, su mansión custodiada en Siboney (y a la que nos fue imposible tomarle fotos) no es de PVC.
Las petrocasas, junto con la absurda propaganda que son resistentes a huracanes, servirán, de paso, para desestimular y hasta anular otras posibles soluciones de menor impacto ambiental en la concepción, diseño, y construcción de casas y asentamientos humanos. Al parecer los estándares sobre protección a los individuos que se aplican en Europa, EE.UU., y Siboney en La Habana, no son igualmente aplicables a las personas damnificadas de una isla subdesarrollada en el Caribe.
[Publicado originalmenteer en el Boletín El Guardabosques # 9, La Habana, noviembre-diciembre 2017. Número completo accesible en https://elguardabosquescuba.wordpress.com.]
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