Marcelo “Liberato” Salinas
Frente a los bandazos ecocidas y ambientalistas de nuestros sabios gobernadores, la manera más rápida y menos dolorosa de anestesiar la sensación de estafa oficial es la amnesia programada. En una de las noches de noviembre de este año 2017, los señores Talía Gonzales y Wilmer Rodríguez, realizaron un amplio reportaje en el terreno sobre el proceso de liquidación planificada de los pueblos costeros de Cuba, con el sano propósito de salvarlos, siempre por iniciativa de sus líderes, del desastre en ciernes que les espera con la catástrofe ambiental en curso, llamada asépticamente cambio climático.
El objetivo fundamental del reportaje de dichos periodistas fue hacer público en qué estado de conciencia se encuentra la población de la necesidad de abandonar estos territorios. En el proceso de edición del material los periodistas tuvieron en cuenta tópicos cómo la visión escéptica de algunos vecinos, y atisbos de propuestas alternativas. No pasaron por alto la poca organización de algunos de los planes de reubicación poblacional en curso, e incluso los dudosos resultados de planes liquidadores anteriores, como el dirigido personalmente por el extinto Máximo Líder con el poblado Nueva Isabela de Sagua, en Villa Clara, documentado ya desde 2007 con el material Retorno al azul de un realizador de Sagua La Grande.
Frente a los bandazos ecocidas y ambientalistas de nuestros sabios gobernadores, la manera más rápida y menos dolorosa de anestesiar la sensación de estafa oficial es la amnesia programada. En una de las noches de noviembre de este año 2017, los señores Talía Gonzales y Wilmer Rodríguez, realizaron un amplio reportaje en el terreno sobre el proceso de liquidación planificada de los pueblos costeros de Cuba, con el sano propósito de salvarlos, siempre por iniciativa de sus líderes, del desastre en ciernes que les espera con la catástrofe ambiental en curso, llamada asépticamente cambio climático.
El objetivo fundamental del reportaje de dichos periodistas fue hacer público en qué estado de conciencia se encuentra la población de la necesidad de abandonar estos territorios. En el proceso de edición del material los periodistas tuvieron en cuenta tópicos cómo la visión escéptica de algunos vecinos, y atisbos de propuestas alternativas. No pasaron por alto la poca organización de algunos de los planes de reubicación poblacional en curso, e incluso los dudosos resultados de planes liquidadores anteriores, como el dirigido personalmente por el extinto Máximo Líder con el poblado Nueva Isabela de Sagua, en Villa Clara, documentado ya desde 2007 con el material Retorno al azul de un realizador de Sagua La Grande.
Lo que no pudieron abordar los periodistas antes mencionados, si querían mantener sus trabajos, es la necesidad también, y urgente, de repensar el plan de desarrollo turístico del Estado y las Fuerzas Armadas cubanos en el norte de la Isla. Tampoco pudieron recordar, como parte del plan de esa amnesia programada, el inmenso desastre ambiental que produjo la construcción de carreteras rellenando con rocas y tierra sobre los bajos marinos de la costa norte central de la Isla: los tristemente célebres «pedraplenes». Fue una idea original del invicto Comandante Planeta y sus íntimos compañeros de viaje, los empresarios y tecnócratas turísticos españoles: elegantes criaturas salidas del horror del fascismo franquista en España, que encontraron en la Cuba de los años 90 un interlocutor familiar y un terreno propicio para ampliar sus rentables y devastadoras inversiones.
Los pedraplenes demostraron ser una barrera que interrumpe la libre circulación de las aguas marinas, tan necesaria para evitar el aumento de la temperatura y la salinidad en aguas poco profundas y sometidas a una insolación y evaporación constante. Desde 1991, los bosques de manglares ya comenzaban a alertar a los especialistas con la desfoliación y, desde aquel entonces, la ecología subacuática ya mostraba evidentes síntomas de alteración en su equilibrio ecológico, de lo cual pudimos tener algunas noticias allá por el año 1998, gracias a artículos como S.O.S. por la naturaleza cubana de Carlos Wotzkow, publicado en la revista Encuentro de la Cultura Cubana de aquel año.
Más de quince años después de aquel artículo, a la periodista oficial Gladys Rubio le dieron la tarea de tapar el sol con el dedo y fue enviada a reportar para la televisión nacional cubana las penosas tuberías que se instalaron en el pedraplén del Comandante, para remediar el desastre ambiental que se había creado en todo el ecosistema de Cayo Coco y sus alrededores en la costa norte de Camagüey. La señora Gladys Rubio no hizo referencia a las letales carreteras que se construyeron dentro de Cayo Coco, conectadas al pedraplén, los hoteles e instalaciones de ocio para turismo de masas, que permanecen vacíos la mayor parte del año, la desestabilización del invalorable bosque interior y su avifauna en función de la producción de carbón para las cocinas ecológicas de los hoteles de lujo.
Nada de esto fue tema tampoco del reportaje televisivo sobre la Misión Vida de los periodistas Talía Gonzales y Wilmer Rodríguez, de noviembre de 2017. Su trabajo se resumió en vapulear a los cansados vecinos de los poblados costeros cubanos, para que reconocieran que tienen que abandonar sus vidas y que nuestros queridos dirigentes lo hacen por su bien.
Pedraplenes de no menos de 20 Km, armas de destrucción masiva de ecosistemas costeros, que esterilizan de vida, se ponen en función de una red de hoteles de lujo, que financiarán una operación de reubicación masiva de poblaciones, que según sus diseñadores es por la vida (ah, lo olvidaba!!!: y contra el bloqueo imperialista)… Tal vez por todo este sinsentido acumulado en tan poco espacio es que el huracán Vilma descargó por esas zonas de la Isla toda la furia de la naturaleza, para purificar tanta suciedad humana, tanta desfachatez moral. La madre naturaleza no se equivoca.
[Tomado de https://elguardabosquescuba.wordpress.com/2017/11/21/un-pedraplen-llamado-mision-vida-y-el-turismo-de-masas-en-cuba/#more-4426.]
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