Aquarela Padilla
Hace unos tres años me di la tarea de escribir algunas reflexiones acerca del rol de la "juventud revolucionaria" en éste proceso político de los últimos 18 años en nuestro país. Ese texto lleno de rabia y de frustración pretendía hacer un esbozo tímido de lo que entre diálogos del infortunio del que somos parte, podríamos llamar los pequeños monstruos del chavismo.
En aquel momento denunciaba una golpiza que le había propinado un supuesto colectivo revolucionario del 23 de Enero (cualquier demagógico nombre es posible) a un estudiante de producción audiovisual que acudía a esa zona para recibir clases, al muchacho lo confundieron con "un malandro", y esa fue la excusa; se salvó porque rodó calle abajo, roto e inconsciente. Ese suceso, local, ínfimo en comparación con la gran escala de la violencia vuelta ley nacional, se podría tomar como muestra del complejo paisaje que hoy nos aqueja. Sucesos como estos deberían generarnos millones de preguntas, problematizarnos hasta los cimientos, pero la respuesta automática sólo es la rabia, el aislamiento de las razones, considerar lo específico sin ampliar la mirada a un conflicto que nos llega al cuello y amenaza ahogarnos o ya nos ahogó y estamos dando las últimas patadas del sobreviviente. Los códigos del universo del narco y del pran han sido asumidos enteramente y con comodidad en la lógica del chavismo, hacer silencio por temor a ser acusado de enemigo, trozo de carne sustituible -plomo en el cráneo, se acabó el problema, silencio-
Hace unos tres años me di la tarea de escribir algunas reflexiones acerca del rol de la "juventud revolucionaria" en éste proceso político de los últimos 18 años en nuestro país. Ese texto lleno de rabia y de frustración pretendía hacer un esbozo tímido de lo que entre diálogos del infortunio del que somos parte, podríamos llamar los pequeños monstruos del chavismo.
En aquel momento denunciaba una golpiza que le había propinado un supuesto colectivo revolucionario del 23 de Enero (cualquier demagógico nombre es posible) a un estudiante de producción audiovisual que acudía a esa zona para recibir clases, al muchacho lo confundieron con "un malandro", y esa fue la excusa; se salvó porque rodó calle abajo, roto e inconsciente. Ese suceso, local, ínfimo en comparación con la gran escala de la violencia vuelta ley nacional, se podría tomar como muestra del complejo paisaje que hoy nos aqueja. Sucesos como estos deberían generarnos millones de preguntas, problematizarnos hasta los cimientos, pero la respuesta automática sólo es la rabia, el aislamiento de las razones, considerar lo específico sin ampliar la mirada a un conflicto que nos llega al cuello y amenaza ahogarnos o ya nos ahogó y estamos dando las últimas patadas del sobreviviente. Los códigos del universo del narco y del pran han sido asumidos enteramente y con comodidad en la lógica del chavismo, hacer silencio por temor a ser acusado de enemigo, trozo de carne sustituible -plomo en el cráneo, se acabó el problema, silencio-
¿Qué rol tienen estos supuestos colectivos revolucionarios, y cómo surgen a granel en el marco de una "revolución pacífica y protagónica"? Un análisis comparativo con otros procesos emancipatorios donde la juventud en armas era y es la vanguardia de las transformaciones profundas, estructurales, nos arroja un resultado vergonzoso, la misma comparación se hace necia y absurda. Para justificar la existencia de grupos de expolicías y malandros jugando a ser chéguevara, habría que adormercer la razón con excusas fantasiosas - esos son los jóvenes que vamos a rescatar, ellos serán nuestros aliados a la hora del peo, mejor tenerlos de amigos y no de enemigos- la triste realidad es que después de 18 años estos jóvenes (condenados a vivir al margen, excluidos en todas las repúblicas) siguen teniendo el rol, útil hasta para la revolución, de asesinos y pendencieros. Así se han formado ejércitos enteros de jóvenes que creen que el ejercicio de la militancia revolucionaria consiste en recibir armas y dinero de altos funcionarios de gobierno y militares, protegerlos a cambio de hacerlos intocables ante la ley, y acomodarse bien la máscara de un discurso aprendido de memoria, un pasticho conceptual oportunista y seco. Y para los más ingenuos, gente que algo ha hecho con su conciencia así sea en hazañas fallidas, se le hace cómoda esta situación, como si Aló Presidente y las mediocres misiones educativas hicieran el trabajo por ellos, y los procesos de conciencia se dieran por generación instantánea, se salvaron de la ardua tarea (y anticuada he escuchado) de la formación política, del estudio científico y social, de la sensibilidad del trabajo colectivo sin intereses de lucro, de la radicalización del pensamiento y la pesada carga de ser coherente con un pensamiento libertario, es decir, contra todo, o casi todo. - ¿habrá operado esta misma lógica cuando se titularon de socialistas las panaderías, las escuelas, las instituciones, las areperas, los carros, las viviendas? …y las personas? Sí, también las personas -Creo que hay una o dos generaciones que se echaron a reposar en sus anécdotas heroicas, pensaron que habían llegado a la panacea – la victoria final no existe, ni siquiera creyendo que han tomado el poder-, dejando que un sistema de gobierno demagógico, clientelar y asesino se hiciera cargo de "formar" a la juventud, y lo que salió fue esta morisqueta, pequeños monstruos. – mi reclamo entre líneas queridxs compañerxs-
Otro tipo de monstruo es el / la joven burócrata, pequeñx o gran corruptx, a estas alturas no se salva ningunx, ni el más ilusx, todxs tienen las manos metidas en la masa de los privilegios y la desigualdad, así sea porque recibieron una casa sin ser prioridad de políticas de vivienda, porque recibieron créditos del amigo del amigo, porque reciben dos o tres bolsitas más que sus vecinxs. Decisión difícil no dejarse llevar por los pequeños privilegios que les mantiene la boca cerrada y asegura el voto en cada elección. Estos son lxs hijxs de agrupaciones tan nefastas como el Frente Francisco de Miranda, juventud del Psuv, y otras atrocidades que han desarrollado muy bien su herencia adeca, tan propia de la supuesta cultura venezolana, del amiguismo, el carguito, el favor, la complicidad y la trampa. El resultado es una generación de mediocres enquistadxs asumiendo cargos de instituciones que deben dar respuesta a la población y que sólo han logrado generar malestar e ineficiencia, por lo bajo, cuando no se han dado a la tarea de perseguir y acosar con las fuerzas represivas del estado y las paralelas –arriba mencionadas- a cualquier indicio de organización no clientelar, que por derecho constitucional tiene cualquier estudiante o trabajadxr a ejercer. Se les reconoce fácilmente, hablan todxs igual, en un tonito robertserraniano, portan su camisita roja rojita, de sombra sus guardaespaldas, andan cazando votos y reconocimiento en las comunidades, jugando con el hambre de la gente y sus ilusiones de tener una vida digna, han acabado como polillas con movimientos y organizaciones populares históricas, han hecho muy bien el trabajo de captación clientelar, dando una platica aquí, otro crédito allá, aprobando esto y lo otro, se metieron en el bolsillo cualquier entusiasmo, que por muy crítico que sea está metido en la trampa, y todxs sus miembrxs van a ir muy calladitxs y obedientes a votar por el candidatx de turno, lo único que nos asegura que no nos coma el coco del imperialismo – el cuentico eterno –
Lxs he visto volverse los rock star de las redes sociales, entregando beneficios sociales con foto incluida cual primeras damas, haciendo campaña de sensibilización para los jóvenes del barrio y con el presupuesto otorgado pagarse viajes y casas en el exterior, creando fundaciones para recibir recursos que no pasan por contraloría alguna, viviendo del trabajo que otrxs pendejxs hacen por ellxs en las comunidades, muchxs aún creen que con sus esfuerzos mal remunerados están haciendo las transformaciones necesarias y no alimentando el bolsillo y "la fama" de estos pequeños monstruos a la moda del socialismo del siglo XXI. Un imaginario de juventud heroica cobija sus ambiciones, se comparan con la juventud fascista de la oposición y eso por sí sólo los hace relucir en su entereza ética, patriótica y etc.
Una tercera y no menos peligrosa cara del monstruo, corresponde a unxs jóvenes, que hace rato pasaron esa categorización etarea, opinadores de oficio, instrumento de la maquinaria comunicacional del gobierno, sostenes del discurso oficial, repetidores insaciables de los grandes logros de la revolución, que pretenden tapar con un dedo los estragos que ha causado la política capitalista e ineficiente de un séquito de corruptos y asesinos en el poder. Muchachxs cuya única referencia identitaria fue el paternalismo de Chávez y ahora de Maduro, que con tres o cuatro palabras aprendidas han creado un lenguaje aberrante y simplón, porque el pueblo habla así y no usamos palabras de los burgueses intelectuales, que busca ganar masas como un partido cualquiera, obviando lo grave para resignificar lo bueno, gente que cree que el pueblo es una entelequia tierna y dócil que siembra el conuco porque es algo conectado a su espiritualidad y no por necesidad y porque es lo que le queda después de trabajarle toda la vida la tierra a los ricos; o que las mujeres deben quedarse en casa criando a los hijos de la patria, dando teta y haciendo chicha, y esa es su opción más revolucionaria, más venezolana. No serían un problema si no se multiplicaran y fueran tomando cada vez más los espacios del imaginario colectivo, si no terminaran trabajando para el Sebin y entregando en sus páginas y sus programas de tv a cualquiera que se atreva a asumir una postura crítica o a denunciar los atropellos del gobierno; están financiados por los peces – ¿o sapos? gordos del chavismo. Se les puede reconocer por el uso de un tono violento y macho, porque así habla el pueblo, el mismo que usan en los bares, en sus portales la palabra mierda se vuelve una ocurrencia lingüística chic e irreverente, para no perder la zurda conducta? o porque tienen por misión la verdad? Estos pequeños monstruos venderían a su madre para quedar bien ante los ojos del poder de turno, tristes personajes de la farándula del chavismo caraqueño.
Los escenarios son más graves que hace tres años cuando empecé a reflexionar sobre éste tema, quizá a diferencia de ese momento, hoy siento que la rabia y el asco ha generado un rechazo importante de la juventud a estos patéticos liderazgos, con el riesgo a que en su conciencia distraída terminan formando parte de las filas de una oposición fascista, o que como posibilidad de un espasmo ontológico han empezado a generar discursos alternos a la polaridad, pero del lado del corazón, ocupan los espacios de las verdaderas resistencias a un sistema desigual y opresivo, en las concentraciones autoconvocadas, sin palabrería, con entusiasmo y honestidad. A ellxs mis más sinceras esperanzas, pues han quedado solxs y en contra en medio del caos, ojalá cada vez más hombres y mujeres con trayectoria revolucionaria, que hoy están sufriendo la derrota de un proceso fallido, uno más, puedan acercar su aporte valioso pero humilde a estos intentos. Siempre habrá tiempo para volver a empezar.
¡Salid ya de la caja de pandora, y cerradla a vuestro paso!
[Tomado de https://www.aporrea.org/ideologia/a253288.html.]
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