Rubén Hernández
El Gobierno “revolucionario” de Nicolás Maduro ha insistido desde su inicio, en el año 2013, en que la inamovilidad laboral está garantizada en Venezuela. Pero la realidad ha demostrado con creces que es otra de las grandes mentiras de una dirigencia que de socialista y obrerista tiene es nada; y no podía de ser otra manera, considerando que la flexibilidad laboral y la pérdida progresiva de los pocos beneficios con que han contado millones de asalariados en el país, han sido algunas de las medidas enmarcadas en el neoliberalismo disfrazado como socialismo del siglo XXI.
El Gobierno “revolucionario” de Nicolás Maduro ha insistido desde su inicio, en el año 2013, en que la inamovilidad laboral está garantizada en Venezuela. Pero la realidad ha demostrado con creces que es otra de las grandes mentiras de una dirigencia que de socialista y obrerista tiene es nada; y no podía de ser otra manera, considerando que la flexibilidad laboral y la pérdida progresiva de los pocos beneficios con que han contado millones de asalariados en el país, han sido algunas de las medidas enmarcadas en el neoliberalismo disfrazado como socialismo del siglo XXI.
Es tal la crisis económica que afecta a Venezuela, que el Gobierno “socialista” ha emprendido una feroz cacería de brujas contra los trabajadores del sector público, haciéndoles pagar los platos rotos por la disponibilidad cada vez menor de recursos monetarios, destinados en su mayoría al pago de la gigantesca deuda externa y de asuntos que no son de vital importancia para la nación, además de los fondos que van a parar a los bolsillos de los corruptos. Decenas de miles de trabajadores han sido despedidos desde el año 2014, la mayoría sin justificación alguna, si bien una de las excusas favoritas de las autoridades “revolucionarias” ha sido la de que no estaban comprometidos con el proceso, y el no haber participado en procesos electorales en favor del Gobierno de Maduro, por ejemplo, habría sido un factor determinante para su despido. Y lo peor es que la mayoría de asalariados echados a la calle percibían el miserable sueldo mínimo, y no le fue reconocida alguna compensaciónpostdespido; simplemente quedaron a la deriva pasando terribles necesidades sin dinero en sus bolsillos.
Entonces, ¿hay inamovilidad laboral en Venezuela? Ni en broma puede responderse afirmativamente a esta pregunta en un país claramente gobernado por autoridades procapitalistas, que han ejecutado medidas antiobreristas para preservar los intereses de una poderosa minoría local y foránea. Y entre dichas medidas sabemosbien que los recortes salariales y laborales han ocupado un lugar importante.
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