Nelson Méndez
*
Texto extraído de la ponencia "El
Libertario: Una experiencia contemporánea de comunicación y divulgación
anarquista en Venezuela y Latinoamérica", presentada ante el I Congreso
Internacional de Investigadorxs sobre Anarquismo, Buenos Aires, octubre 2016 http://congresoanarquismo.cedinci.org.
La ponencia completa puede solicitarse a ellibertario@hotmail.com
Antecedentes y primeros pasos de El Libertario
Aparte
de su tradición en otros lugares del planeta, el nombre de El Libertario ya
tenía antecedentes en la muy escasa prensa ácrata que se había editado en
Venezuela antes de 1995. Fue el epígrafe que identificó a una publicación
caraqueña de exiliados de la CNT ibérica, de la cual aparecieron tres números
entre 1958 y 1959[1]. Más adelante, en la década de 1980, se tituló así al
vocero del Colectivo Autogestionario Libertario (CAL), esfuerzo organizativo
que impulsaron anarquistas de Caracas y la zona central del país entre los años
de 1985 y 1987, llegando a salir 9 ediciones[2]. Luego, en los primeros años de
la década siguiente, hubo el intento de reactivar esa cabecera periodística en
forma de modesta revista editada por algunos ex integrantes del CAL, pero
apenas se publicó un número con muy limitada circulación.
En
1995 se constituyó el Comité de Relaciones Anarquistas (CRA), intentando ser
una instancia federada en la que participasen grupos e individualidades de
distintos puntos de Venezuela (principalmente del área metropolitana de
Caracas, de Barquisimeto y de San Cristóbal) que se identificasen con las ideas
y la práctica ácrata. Vale destacar el rol impulsor que en esta iniciativa
tuvieron Rafael Uzcátegui -entonces joven activista recién mudado de
Barquisimeto a Caracas- y dos veteranos cenetistas hispanos, Antonio Serrano
(1919-2008) y Emilio Tesoro (1907-2003). Como elemento fundamental de
articulación se acordó la existencia de un órgano impreso, con el nombre que ya
alguna gente identificaba con una publicación periódica del anarquismo en
Venezuela, de modo que el primer número sale a la calle en agosto-septiembre de
1995, impreso en la modesta dimensión de una hoja de medio pliego, con cuatro
caras impresas y un total de 5 páginas, donde la primera cara se dedicaba a
portada y contraportada, con las otras tres recogiendo un apretado contenido de
artículos, noticias e ilustraciones[3]. El tiraje fue de 1.000 ejemplares, cuya
distribución –inicialmente gratuita o con precio más bien simbólico- estaba a
cargo de colectivos y personas vinculadas a la pequeña escena libertaria que
comenzaba a aparecer en el país.
Conviene
señalar que tanto el CRA en ese entonces como aún ahora el proyecto de El Libertario han estado abiertos a la participación de diversas
tendencias que coexisten en el anarquismo; de modo que pese al vínculo cuasi
institucional que se tuvo durante algún tiempo con la Asociación Internacional
de Trabajadores (AIT), máxima instancia del anarcosindicalismo mundial[4], ese
nexo nunca derivo en que la CRA y El
Libertario tuviesen un nítido perfil dentro de esa tendencia; tal relación
se formalizó a instancias de los veteranos españoles del grupo pero no se
impuso como “línea estratégica oficial”, así que fue un lazo más simbólico que
real, hasta que se disolvió.
Los
primeros tiempos fueron inciertos, en especial porque no se cumplió la
expectativa de ir consolidando a la CRA en base a una estructura federada de
grupos, que se alternaran tanto en la responsabilidad editorial del periódico
como en la coordinación de la actividad anarquista en el ámbito nacional.
Personas que de partida parecieron involucrarse, o al menos simpatizaron con el
proyecto, pronto dieron marcha atrás, mientras que la consolidación de grupos
activos capaces de actuar autónomamente y de federarse parecía ser más
complicada a lo que se había supuesto. En ese enfriamiento del entusiasmo y las
expectativas previas sin duda tuvo un peso decisivo la aparición en el
horizonte político del fenómeno chavista, que rápidamente ilusionó y captó a
casi todo lo que se consideraba el espectro alternativo y de izquierda, lo cual
comenzó a pesar enormemente sobre el bisoño movimiento libertario local, en su
mayoría proveniente de la movida juvenil punk y universitaria, con escasa
formación o experiencia en lo esencial del ideal anarquista, por lo que la
prédica demagógica y pretendidamente “progre” del antiguo militar golpista,
ahora candidato presidencial en el torneo electoral de 1998, se hizo atractiva
a muchos.
Haciendo el difícil sendero de la
comunicación antagonista
La
responsabilidad editorial sigue siendo de la CRA, que a partir del # 11,
mayo-junio 1998, modifica su nombre a Comisión de Relaciones Anarquistas,
adquiriendo la condición de grupo de afinidad, básicamente conformado por gente
de Caracas cuya actividad principal gira en torno a editar y distribuir el
periódico, el cual se quiere hacer vocero tanto de la opción anarquista como de
expresiones político-sociales e ideológico-culturales cercanas y autónomas que
busquen espacio en una escena copada por el electoralismo y sus espectáculos. A
este colectivo se van integrando otras personas que tendrán presencia de
merecida mención en la subsiguiente trayectoria de El Libertario: Nelson Méndez y Alfredo Vallota (antiguos miembros
del CAL, luego a cargo del boletín Correo
A, con 28 números editados entre 1987 y 1995[5]), Rodolfo Montes de Oca,
Any Alarcón, Raúl Figueira, Lexys Rendón, Luis Silva, Humberto Decarli, Yolanda
Osuna (1931-2008), Daniel Cabezas, la pareja de ilustradores “Los Tordos”,
Nelson Garrido, Salvador Méndez; mientras que en el interior del país es de
apuntar la colaboración recibida de Juan Pablo Núñez en Maracaibo, Luis Vásquez
en el Edo. Anzoátegui y de Esteban Mejíaz en la región centro-occidental. Desde
el comienzo, el periódico siempre rehusó ser coto cerrado donde únicamente
pocos fieles ácratas pudieran expresarse, así que recibió una amplia gama de
autorías, que podían tener afinidad, pero no necesariamente, plenas
convicciones anarquistas, lo que llevó a establecer cercana relación con figuras
de la izquierda venezolana tan reconocidas por su consecuencia e
ingobernabilidad como Domingo Alberto Rangel (1923-2012) y Simón Sáez Mérida
(1928-2005). Igualmente, se van creando lazos más allá de las fronteras, que en
algunos casos se hicieron bastante estrechos; tal como con “Daniel Barret”
(Rafael Sposito, 1952-2009) en Uruguay, con Frank Fernández y Gustavo Rodríguez
del exilio anarquista cubano, con la Federación Anarquista Mexicana, con el
Taller Libertario Alfredo López de La Habana, con la Federación Anarquista
Ibérica y su vocero Tierra y Libertad en Madrid, con la Librería LaMalatesta de
Madrid, con el histórico militante ibérico Octavio Alberola, agregándose un
largo etcétera de vínculos fraternos que
se han establecido a lo largo de tantos años. Entre todos los nombres a
reconocer, vale reiterar dos, sin cuya trabajo perseverante probablemente no se
hubieran alcanzado la larga existencia y los resultados descritos en estas
líneas: uno es Rafael Uzcátegui, quien además de su invaluable aporte escrito
en ideas y reflexiones, desde el principio puso su oficio de diseñador al
servicio del proyecto, primero en lo impreso, después en lo digital, creando la
identidad gráfica que distingue a El
Libertario; el otro es Antonio Serrano quien no solo fue transmisor (con
Emilio Tesoro) de la apasionada flama de su experiencia en la Revolución
Libertaria de 1936 y en décadas de indoblegable activismo libertario, sino
además era un estupendo divulgador de cientos de copias del periódico, donde
también cumplía funciones de redactor y cabal corrector de pruebas.
Lo
que consideramos el periodo inicial de El
Libertario va desde su # 1 hasta el # 12[6], fechado en octubre-noviembre
de 1998. Con mucho empeño se logra evitar la desaparición antes del quinto número,
que suele ser destino insalvable por diversas razones para tantas publicaciones
de la izquierda radical alternativa en América Latina; mientras que paso a paso
se amplía el público lector más allá de quienes participan o están muy cercanos
a la pequeña escena anarquista venezolana, lo cual se logra en la medida que la
publicación presenta informaciones, ideas y propuestas que rompen con lo
establecido entonces como pautas y lugares comunes entre los que se
consideraban a sí mismos medios de “comunicación alternativa” en Venezuela, en
general asentados en posturas marxistas dogmáticas y poco informadas, que
además para ese momento sucumbían gustosamente ante el mesianismo
populista-militarista de Hugo Chávez, lo que les obligaba a dejar de lado toda
pretensión de promover audacias radicales y luchas sociales autónomas, pues lo
que se imponía era lograr el triunfo electoral y tomar las riendas del Estado,
desde donde más adelante el caudillo iluminado vería de atender, según su
infuso tino y saber, lo que en verdad necesitaba el pueblo. Quienes no
comulgaban con semejante simplificación (¡a decir verdad, eran pocos entonces!)
encontraban en El Libertario un
portavoz donde se exponían opiniones y propuestas críticas ante el freno
electoralista impuesto al activismo social, que además debía posponer sus
demandas a lo que determinase la voluntad del líder incuestionable.
En
lo formal, el periódico mantuvo la modesta extensión con que había salido por
primera vez hasta el # 10, pero en el #
11 se agrega otro cuarto de pliego, añadiéndose 2 páginas adicionales de texto,
indicando que hay más capacidad de exponer proposiciones e ideas de interés
para un público lector más heterogéneo. Aunque el # 12 vuelve a ser sólo de un
medio pliego y 5 páginas, en los números posteriores la expansión del área
impresa se consolida, con 2 medios pliegos y 9 páginas a partir del # 13 hasta
el # 18[7], alcanzando 3 medios pliegos y 13 páginas, extensión que crece aún
mas desde el # 26 (febrero 2002) con 4 medios pliegos y 17 páginas de texto. En
cuanto al tiraje, pronto la CRA había caído en cuenta que llevar el número de
ejemplares editados a 2.000 no significaba un incremento en costos fuera del
alcance de los limitados fondos disponibles, así que se elevó la cuantía de
copias impresas haciendo imperativo tanto desarrollar mucho mas la distribución
dentro de Venezuela como llevar una cantidad apreciable más allá de las
fronteras. Progresivamente se fueron extendiendo los contactos solidarios
dentro y fuera del país, con gente a cargo de distribuir pequeños lotes de la
publicación que así hallaba el rumbo hacia sus lectores, lo que además sucedía
con relativa regularidad (al menos comparando con lo intermitentes que suelen
ser voceros análogos en Latinoamérica) de 3 a 5 números al año. Vale enfatizar
que esta distribución de El Libertario
fue consolidando un peculiar panorama en cuanto al tipo de lectores: mientras
que fuera del país iban de 400 a 500 copias fundamentalmente a militantes y
grupos anarquistas convencidos, puertas adentro este periódico hecho por
anarquistas y claramente asociado con el ideal ácrata tenía gran mayoría de
lectores sin esa adscripción político-ideológica.
Notas
[1]
Hay copia del # 3 de la publicación en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional
de Caracas. Referencia a este periódico y sus responsables en Rodolfo Montes de
Oca, Contracorriente. Historia del Movimiento Anarquista en Venezuela
(inédito), Caracas, 2016, p. 178. Agradecemos al autor por permitir consultar
el manuscrito original.
[2]
Idem., p. 225.
[3]
El Libertario # 1 es accesible en https://issuu.com/ellibertario/docs/libertario01.
Ver el Editorial de esa edición en el Anexo al final de este post.
[4]
El periódico describía a la CRA desde el # 10 en enero/febrero 1998 hasta el #
32 de abril/mayo 2003 como “Grupo de Amigos de la AIT”. Para aclarar que
significa esta figura, ver A.I.T., La Internacional del Sindicalismo
Revolucionario, ¿Madrid?, edición de la CNT, s.f., p 29.
[5]
Ver El Blog de Correo A en http://correoa.blogspot.com.
[6]
Los Nros. 1 al 5 están en https://issuu.com/ellibertario.
Para ubicar ediciones impresas, ver Anexo 2 en el original de esta ponencia.
[7]
A partir del # 24, las ediciones posteriores de El Libertario (excepto los Nros. 26, 27, 31, 33, 39 y 46) se pueden
ubicar en www.nodo50.org/ellibertario, en
la sección “Viejos Liber”.
Anexo: Editorial de El Libertario # 1, 1995
[Nota:
Se toma la versión que fue reproducida en El
Libertario # 45, en la cual se hicieron al original algunas correcciones
ortográficas y de estilo, sin variar para nada el mensaje.]
De
nuevo, el movimiento anarquista local siente la necesidad de salir a la calle y
fijar posición con respecto a la problemática de nuestra gente, frente a l@s
opresor@s de siempre. Y esta motivación más que fortuita,
responde al vacío de propuestas nuevas y coherentes existentes en el ambiente
social venezolano.
Este
periódico existió hace unos cuantos años atrás, como el intento de un grupo
libertario de sembrar la inquietud antiautoritaria y la crítica permanente
frente a la desesperanza de una democracia que afilaba sus dientes sobre
nuestras espaldas. Hoy, como la leyenda del Ave Fénix, renace de la mano de los
primeros frutos de aquella cosecha, deseando aportar lo suyo en la construcción
de una sociedad más humana y justa.
Tras
este esfuerzo, se vienen reuniendo un grupo de compañer@s de varias ciudades,
que unidos por el ideal anarquista y desde alguno de los matices que este
abierto pensamiento posee, dan forma a la Comisión de Relaciones Anarquistas:
un grupo federado de manera asamblearia, que intenta demostrar las virtudes de
la responsabilidad colectiva militante en un movimiento caracterizado por la
inconstancia y lo efímero de sus expresiones orgánicas. Más que una imposición
mesiánica, esta propuesta organizativa se perfila en dos direcciones: La
primera como inquietud de relacionar y enlazar permanentemente los diferentes
grupos e individualidades libertarias entre sí, y darles proyección y
participación junto a otros movimientos antiautoritarios con los que haya un mínimo
de puntos comunes y respeto. Así, haciendo palpable el apoyo mutuo y la
solidaridad recíproca, tratar de dar piso colectivo de una vez por todas a una
práctica libertaria constante en nuestra comunidad. Lo segundo y más
específico, es potenciar grupos de afinidad responsables que, simpatizantes con
una interrelación orgánica (con nuestros
valores de siempre: la asamblea como órgano de toma de decisiones, organización
horizontal, rotación y revocabilidad de las responsabilidades, respeto de la
identidad y autonomía individual) deseen avocarse a la tarea de
producir propaganda, contrainformación y materiales para la discusión y
organizar actividades dentro y con relación a esta Comisión.
Este
periódico fijará posición con respecto a las problemáticas más punzantes
padecidas por nuestra gente, tratando de ser un espejo donde se refleje el
quehacer interesante de la mayor cantidad de grupos con actitudes libertarias y
la organización de las comunidades ajena a los órganos del Estado, tratando de
darle realce al aspecto noticioso y confrontador sobre el debate
teórico-ideológico, al cual, aunque necesario, daremos salida por otras vías.
La
invitación queda abierta para que te acerques y participes junto a nosotr@s en
la lucha por controlar nuestras vidas. La CRA no es un círculo cerrado de
amig@s, tú también puedes involucrarte y ser parte de la toma de decisiones.
Tenemos una reunión semanal en donde acordamos el trabajo a realizar y leemos
los trabajos a publicarse en el periódico. Poseemos varias pequeñas bibliotecas
en donde puedes documentarte más en cuanto a las posturas que defendemos y los
temas que tratamos. Distribuimos en pequeña escala publicaciones locales y
extranjeras, y mantenemos una constante correspondencia con colectivos y
personas del extranjero, que nos mantienen al día con respecto a lo que pasa en
sus países. Si aún no deseas participar activamente, igual puedes intervenir en
nuestros proyectos, siempre estaremos felices de tener personas ayudándonos, y
si escribes algo para El Libertario,
estamos muy dispuestos a publicarlo. Preferimos por motivos de espacio
artículos cortos y notas que nos informen sobre la actividad que se realiza en
tu barrio, lugar de estudio o sitio de trabajo, al margen de las instituciones
oficiales. Y en general, muy dispuestos a conversar y aclarar más lo que somos
y en lo que creemos.
Somos,
en definitiva, un adelanto de las relaciones a establecerse en una sociedad de
rostro humano. Somos los eternos soñadores que suspiramos y transpiramos por el
cese a la división entre dominantes y dominados, por la igualdad del ingreso y
de las oportunidades de participación. Por la abolición del Estado y de sus
ejércitos, leyes y cárceles que coaccionan el libre espíritu humano. Militantes
de la sexualidad integral. Defensores de la autogestión, la solidaridad, el
apoyo mutuo y la democracia directa. Incansables promotores de la diversidad y
la autonomía individual en pos del beneficio comunal. En fin, l@s de la
indumentaria negra y corazón rojo que late esquizofrénicamente bombeando
ráfagas de libre pensamiento. Eso es lo que somos, l@s siempre idealistas, l@s
incansables jinetes de la utopía. L@s anarquistas.
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