Humberto Decarli
El colofón del rentismo no podía ser otro que el actual. Una crisis mayúscula en todos los órdenes padecida por Venezuela consecuencia de una espiral generada por los ingresos petroleros dispuestos de la manera más olímpica por la clase política entendida por la élite partidista gubernamental, los empresarios aledaños al poder y los militares.
LOS MODELOS ECONÓMICOS HISTÓRICOS
Al final del siglo dieciocho el país rompía el mito de ser una simple capitanía general porque llegó a ser una plataforma de exportación hacia las otras colonias españolas en el Caribe. Había ocurrido un crecimiento reiterado en el tabaco, el añil y el cacao y la región ubicada al norte de Suramérica dejaba de ser vista como el socio pobre de la cuenca antillana. Sin embargo, la guerra de secesión de España lesionó severamente la economía nacional y se produjo un colapso por lo cruento de la confrontación. Secuela de esta estela de destrucción, la nación se vio obligada a suscribir acuerdos leoninos con el Reino Unido donde se realizaba la clásica transacción entre un atrasado vendedor de materia prima ante un mayor dispensador de productos elaborados. Siguió la trayectoria de violencia y daños con la refriega fratricida conocida como Guerra Federal. Se hundió aún más a Venezuela en la inopia producto de la extinción de los bienes por el enfrentamiento y la ausencia de producción por el mismo motivo.
El colofón del rentismo no podía ser otro que el actual. Una crisis mayúscula en todos los órdenes padecida por Venezuela consecuencia de una espiral generada por los ingresos petroleros dispuestos de la manera más olímpica por la clase política entendida por la élite partidista gubernamental, los empresarios aledaños al poder y los militares.
LOS MODELOS ECONÓMICOS HISTÓRICOS
Al final del siglo dieciocho el país rompía el mito de ser una simple capitanía general porque llegó a ser una plataforma de exportación hacia las otras colonias españolas en el Caribe. Había ocurrido un crecimiento reiterado en el tabaco, el añil y el cacao y la región ubicada al norte de Suramérica dejaba de ser vista como el socio pobre de la cuenca antillana. Sin embargo, la guerra de secesión de España lesionó severamente la economía nacional y se produjo un colapso por lo cruento de la confrontación. Secuela de esta estela de destrucción, la nación se vio obligada a suscribir acuerdos leoninos con el Reino Unido donde se realizaba la clásica transacción entre un atrasado vendedor de materia prima ante un mayor dispensador de productos elaborados. Siguió la trayectoria de violencia y daños con la refriega fratricida conocida como Guerra Federal. Se hundió aún más a Venezuela en la inopia producto de la extinción de los bienes por el enfrentamiento y la ausencia de producción por el mismo motivo.
LAS BONANZAS DEL SIGLO VEINTE
Tanta amargura generada por la pobreza se vio suspendida al concluir la primera guerra mundial. Efecto inmediato de esa manifestación bélica fue el incremento del costo de los rubros agrícolas de los cuales dependíamos, el café y el cacao. Se produjo una entrada financiera imprevista y descomunal, despilfarrada en pocos años por la dictadura gomecista. No obstante, el Benemérito corrió con suerte: a finales de los años veinte se presenta otro ingreso extraordinario, esta vez por el petróleo vendido como fuente energética. Pero igualmente repite la experiencia anterior, la mentalidad de erogación se impone pero no precisamente en el área rentable y productiva. Nuevamente en pocos años se pierde este ingreso colosal en manos de una experiencia militar.El régimen perezjimenista contó con ciertos ingresos inferidos de la subida del barril petrolero por la guerra de Corea pero no llegó a los niveles de una indigestión financiera.
En diciembre de 1973, efecto directo de la Guerra del YomKippurse produce el embargo petrolero árabe a occidente. Esta acción no contó con el apoyo de Venezuela en la O.P.E.P. pero obviamente sí se benefició de ella, al quintuplicarse el valor del oro negro en el mes de enero de 1974. Entramos en el delirio perecista, la gran Venezuela. Era una concepción faraónica que potenciaba el valor nacional gracias a la entrada financiera por los hidrocarburos. Era un lugar del cual emanaba el éxito, se intentaba exportar a través de una diplomacia de la chequera petrolera y así forjar un liderazgo ornamentado por el excremento del diablo. Fue una época de dispendio, consumismo y culto al rastacuerismo. La cúpula había emborrachado a Venezuela con el whisky, los productos importados y una revalorización del Bolívar capaz de hacer adquisiciones en el exterior mucho más baratas que acá. La francachela propia del azar sin sedimento alguno de esfuerzo y trabajo. En materia política hubo una suerte de consenso porque lo que antes hacían con la fuerza ahora los efectuaban con dinero.
Muchas organizaciones políticas no estaban en el gobierno pero tenían cuotas de poder, sobre todo la izquierda en las universidades y en el sector cultural. Teodoro Petkoff llegó a afirmar que había que estar loco para no apoyar las medidas económicas-sociales del gobierno, lo cual fue respondido por Domingo Alberto Rangel aseverando que si Petkoff hubiese estado en la Alemania hitleriana hubiese apoyado al Führer por su aceptación popular.
En materia social se establecieron los programas asistencialistas como soluciones circunstanciales y para evitar conflictos sociales se aprobó la ley contra despidos injustificados donde se duplicaba el pago de las prestaciones sociales si se despedía sin causa al trabajador. Fue una ley descendida desde el poder, no por las luchas sindicales, y de alguna manera contribuyó a la desmoralización de los laborantes. El presidente se habituó a recibir la ley habilitante del congreso, configurando una ostensible concentración de poder cuando en medio de una bonanza la participación popular y el control debían ser determinantes. Y la deuda externa, paradójicamente, se multiplicó. En fin, fue una experiencia terrible encubierta en el exceso de circulante.
La resultante de tamaña desviación fue la ausencia de liquidez porque los precios petroleros bajaron y los factores de poder no fueron capaces de estar preparados para una contingencia propia del mercado de los hidrocarburos, acostumbrado a las oscilaciones de las cotizaciones del crudo. El partido gobernante, A.D., perdió las elecciones debido a la crisis surgida.
Luis Herrera Campins, representando al partido socialcristiano, triunfa y al poco tiempo, gracias al desgaste de la producción petrolera de Irak e Irán por su confrontación, surge un izamiento de precios en el mercado de la principal fuente energética fósil. Hay recurrencia de alza del valor de los hidrocarburos y el Estado venezolano se ve beneficiado por esa buena nueva. Superó la duplicación del barril debido a la carnicería cometida por Hussein y Jomeini en sus respectivos países terminada en un virtual empate pero con dos derrotados. Fue un juego igual a cero con daños gravísimos al ambiente, las ciudades y la infraestructura. La cúpula venezolana no quiso aprender y administró de la peor manera esta nueva escalada de precios con unos nuevos activos dinerarios otorgados por la factura petrolera. Al igual que Pérez y Gómez la danza de los millones se esfumó en corto lapso y vino el tiempo de las vacas flacas.
LA DEL VEINTIÚNO
Al asumir Chávez la primera magistratura encontró un panorama sombrío en los hidrocarburos. El barril oscilaba entre los once dólares y el ochenta y ocho por ciento de las exportaciones provenía del petróleo. Había prometido en la campaña electoral romper el rentismo pero fue tentado por el excremento del diablo e hizo todo lo contrario. Cuando se produjo su defenestración en abril de 2002 con una asonada insólita, el petróleo tenía un precio de nueve dólares. Todos conocemos los acontecimientos acaecidos en esa época, dignos de Ripley. El caudillo de Sabaneta regresa de la mano de una negociación de escritorio entre los militares y posteriormente se genera un despegue del petróleo, gracias a múltiples factores, como la guerra civil de Nigeria, la falta de inversión en el sector de la refinación, el tradicional recorte de la O.P.E.P. y los elevados requerimientos energéticos por el alto crecimiento de China y la India. El oro negro venezolano llegó a tasarse en la suma de 140 dólares, cifra récord en nuestra historia. Pero no se necesita ser un adivino para saber qué hizo la élite: repitió a sus predecesores y al igual que ellos fue recurrente en su conducta. Remedando la Venezuela saudita perecista gritó a los cuatro vientos poseer las reservas petroleras más grandes del mundo para ratificar la ebriedad ocasionada por esta excepcional situación y buscar una identidad nacional fundada en la arrogancia sin base porque los hidrocarburos en el subsuelo no tienen ningún valor pues deben extraerse y venderse.
Utilizó el excremento del diablo como método expansivo de las relaciones internacionales y en especial con Latinoamérica; se despilfarró el excedente; hubo cierta inversión coyuntural en la pobresía venezolana por intermedio de los programas llamados misiones sin sentido alguno de sustentabilidad; la corrupción se disparó a niveles estratosféricos apoyados por la impunidad; se estimuló el clientelismo repitiendo el plan de emergencia del 58 y del populismo adeco-copeyano; no hubo inversión en áreas prioritarias como la de una educación con teleología hacia industrias del futuro; se multiplicó el gasto corriente y se dispuso del presupuesto a discreción al romperse su unidad; y en síntesis, quedó muy poco de la inmensidad financiera entrada a la nación.
CÓMO ENTENDER LA ACTITUD DE LOS GOBERNANTES
Pareciera absurda la conducta de quienes gobernaron desde principios del siglo veinte hasta la actualidad. No obstante, más allá del desprecio hacia la gente se trata de una idea surgida de prácticas recurrentes. Muchos economistas piensan que es normal la acumulación de capital del Estado generada por la venta de los hidrocarburos. Es la postura tradicional sin posibilidad de criba alguna sobre unas operaciones económicas establecidas. Pero surge la fórmula conocida con la metáfora de la “enfermedad holandesa”, en referencia a lo ocurrido durante los años sesenta del pasado siglo en los Países Bajos cuando el boom del gas los hizo olvidar su pasado agrícola, industrial y tecnológico.
El rentismo supera el concepto económico pues se catapulta hacia una cultura del consumo, la esperanza de alzas de precios de la materia prima para ir gastando y encarando los problemas. Concomitante, se asume una ingente deuda externa con el sector financiero internacional, coyuntura contradictoria por no haber necesidad de liquidez al percibir dinero fresco. Esa visión olvidó las fluctuaciones del valor del excremento del diablo apostando a conseguir un nuevo aumento y de esa manera cumplir con los gastos. Nunca se pensó en invertir los petrodólares ni crear una economía de servicios y de trabajo. No se industrializó al país y ni siquiera se desarrolló la industria petroquímica, con mayor rentabilidad en los procesos aguas abajo. En síntesis, se perdieron diferentes oportunidades históricas para el despegue hacia ámbitos más rentables para de esa manera construir un país sustentable y elevar el nivel de vida de los hombres y las mujeres.
EL RENTISMO MINERO COMO SUCEDÁNEO
Debido a la imposibilidad de aumento de las fuentes energéticas fósiles por cierto tiempo se ha apelado al mismo esquema pero en la minería.Para ello implementaron una amplia zona de aproximadamente 112 mil kilómetros cuadrados situada al sur del estado Bolívar en el cual dieron rienda suelta a transnacionales rusas, chinas, canadienses y americanas para su explotación amén de la empresa petrominera de la fuerza armada, Camimpeg. La minería existente en la zona, el oro, coltán, diamante, torio y uranio, entre otros, es exclusivamente materia prima para vender. Es ridículo sentirse orgulloso por vender coltán como mineral cuando la regresan con valor infinitamente mayor en forma de celulares y computadoras. Es la clásica negociación entre el extractor y quien le otorga valor agregado.
Hugo Chávez, en su proyecto conocido como Plan de la Patria, previó esta situación y le dio su bendición a semejante aberración. Ni siquiera se ha consultado a las etnias allí morantes en condiciones miserables y tampoco se midió el impacto ambiental de tales operaciones. Se habla que la empresa del grupo Citic chino está deforestando cerca del ChurúnMerú o Salto Ángel, como evidencia de la barbarie motivada a la precariedad económica actual. De cualquier manera es el mismo esquema de la renta mas en el plano de los minerales, continuando con el proceso mediante el cual se ha destruido al país y como ya se dijo, se perdieron ocasiones para efectuar un salto cualitativo para dar al traste con tal cartabón.
CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA
El devenir rentista extractivista no podía tener otro desenlace como el padecido en la actualidad. Obviamente íbamos hacia la quiebra porque si los activos se erogan y no se invierten emerge el predominio de las obligaciones dirigiéndonos hacia la insolvencia. Tarde o temprano iba a ocurrir con el agravante que tanto Chávez como Maduro le imprimieron la aceleración hacia el barranco. Ahora estamos llegando al final del proceso de desgaste. Vienen los tiempos de definiciones para dar o no epílogo a la catástrofe vivida por Venezuela. Los próximos meses de octubre y noviembre viene el vencimiento de más de tres millardos de dólarescomprendidos en el servicio de la deuda del Estado frente al sector financiero de Wall Street.
Las recientes sanciones financieras establecidas por los americanos han presionado sensiblemente al Estado venezolano porque pierde la oportunidad de negociar sus papeles en Estados Unidos y también en Europa, donde seguramente seguirán a las decisiones adoptadas por Washington, además de la imposibilidad de recibir dividendos de Citgo. Quedaría en manos de Rusia y China la coyuntura. De Rusia se puede esperar poco por la precariedad de su economía y no tener el músculo financiero para apuntalar al chavismo. China sí está en capacidad de hacerlo pero para ellos es un problema pecuniario y nada más. Con mucha paciencia han observado los riesgos de pagos futuros al no tener la aprobación de la Asamblea Nacional lo cual implicaría posibilidades del desconocimiento de estas obligaciones contraídas al no cumplirse con requisitos legales.
Ante los próximos vencimientos y la iliquidez porque los ingresos petroleros no alcanzan, se estima que el régimen tiene la alternativa de tres opciones:
1. La primera es pagar la deuda como hasta ahora lo ha cumplido. Pero significaría una enorme disminución de las importaciones, concretamente de alimentos y medicinas. Acarrearía una hambruna y conflictos sociales con dramas de ingobernabilidad. Es repetir el caso de Ceaucesco en Rumania donde se privilegió servir la deuda en perjuicio de la gente.
2. La segunda es declarar el default. No se pagaría a los acreedores y se incrementarían las importaciones para paliar el drama humano de la población. Pero habría necesidad de reunirlos para reformular la deuda externa con la probabilidad de que los acreedores holdout no acepten la cesación de pagos y accionen en los tribunales y organismos de arbitraje obteniendo medidas de embargo sobre activos nacionales.
3. Una última es apelar a la negociación para ir a elecciones garantizándose la impunidad como fue la experiencia chilena con Pinochet. Sería la rendición del proyecto chavista para dar paso a la conciliación propuesta en la búsqueda de buscar una solución para mantener la gobernanza.
4. Una poco probable salida fuera del guion, esto es, sin negociaciones, impago de la deuda y la asunción de medidas de emergencia. Sería bien difícil porque los acreedores y los factores de poder mundial no van aceptar soluciones sin su participación y conducción.
Como podemos concluir, estamos en presencia del fin de una etapa. El rentismo fue denunciado en su momento por Alberto Adriani, luego por Arturo Uslar Pietri quien llamó su solución sembrar el petrólero, por Pablo Pérez Alfonzo, crítico acerbo del proceso de nacionalización petrolera a la cual llamó “chucuta” y Domingo Alberto Rangel reconviniendo a Chávez acusándolo de forjar un emirato petrolero con secuelas funestas. Un país con un Estado rico fue incapaz de lograr seguridad social, vivienda, servicios, salud y una educación decente para la gente. Manejado por una cúpula incapaz pero corrupta ha llevado a Venezuela a los niveles deplorables que vivimos. Romper con la maldición del rentismo-extractivismo es la senda para recuperar a la nación de la ordalía por la cual ha atravesado.
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