Un Rauli desde el Maule Sur
Alguna
vez recuerdo haber visto un grafico durante la asignatura de “geografía humana”
que aludía a la basura producida por los hogares en las ciudades; la producción
de basura orgánica era el 80% en los sectores pobres y 20% de producción inorgánica
(plástico), la cifra era inversamente proporcional en los hogares acomodados.
Mientras los ricos siguen comiendo plástico, ¿Qué haremos los demás con nuestra
producción de desperdicios?
Considerando
que la mayor parte de la población vive en las grandes ciudades (cuestión que
se podrá discutir en otro instante) nos pareció pertinente comenzar a repensar
y propagar la acción de “hacernos cargo” en forma eficiente de esta realidad. Sea
donde sea que vivamos, los elementos orgánicos que producimos pueden ser trabajados
en forma inteligente para beneficio simbiótico de todos los elementos que conforman
los ecosistemas que nos rodean, enviar dichos elementos a un vertedero no hará
más que empeorar la situación en todos los aspectos: uso indiscriminado de combustible,
emanación de gases que propaguen con mayor rapidez aun el efecto invernadero,
segregación social y natural a los y las seres que habitan los espacios aledaños
a los vertederos más un gigante etcétera. Los beneficios: interminables y aun por
descubrir.
El
compost es parte de un proceso natural de descomposición de la materia, en el
que interactúan diferentes elementos descomponedores (bacterias, hongos) con insectos
y animales detritívoros (que se alimentan de materia orgánica en descomposición).
El proceso de compostaje no viene más que a emular lo que la naturaleza sabe
hacer muy bien por si sola: dejar los elementos orgánicos posarse sobre el
suelo, para luego lentamente incorporarlos como abono nutricional tras su
proceso natural de descomposición.
Cuando
preparamos una compostera en nuestro hogar debemos considerar que la materia
debe descomponerse y no pudrirse, por lo que debemos estar atentos a mantener
un equilibrio en la humedad del compost, para lograr dicha armonía debemos considerar
aportar tanto materia seca (hojas, ramas trituradas, pasto, cascarillas de cereales,
etc) en capas diferidas de la materia verde (fecas frescas de animales silvestres,
desechos de la cocina, pasto recién cortado, etc). Debemos juntar los materiales
del compost y construir una especie de lasaña con una capa de materia seca y
una capa de materia húmeda de unos 15 cm cada una aproximadamente. Tras esta
sencilla preparación se desencadena el fenómeno de la humificación: las
bacterias, hongos y animales que interactúan en la compostera comenzaran a
alimentarse frenéticamente alcanzando temperaturas de más de 50º que
pasteurizaran naturalmente al compost e inhibirán la germinación de las
semillas. En este punto debemos resguardar el no sobrecalentamiento del compost
volteándolo o aportando agua de ser necesario. Al descender la temperatura
(luego de algunas semanas) el compost comenzara un nuevo proceso donde ́este
deberá madurar para estar biodisponible para los suelos y las especies que
sobre ellos se posen. La maduración de un compost puede variar entre 3 y 9
meses dependiendo principalmente de la materia que busquemos compostar, mientras
más triturada esté, mas rápido se obtendrá el resultado esperado.
A
experimentar, sin recetas, no hay peor equivocación que no intentarlo. Algunas
pistas:
¿Qué aporto al compost?
Toda la
materia orgánica producida y obtenida del vecindario que habitemos: podas,
desechos alimenticios idealmente crudos, cartón, papel blanco, cascaras y cuescos,
pelo, pasto, fecas de ganado o aves, etc.
¿Qué no aporto al compost?
Exceso de
cítricos (a menos que tengan un cítrico en casa, dudo exista exceso), papel entintado,
plástico, vidrios, metales, elementos inorgánicos.
¿Dónde hacerlo?
En un
espacio sombrío, idealmente techado y ventilado. La compostera puede ser una
pila (estilo lomo de toro gigante) o bien un recipiente que almacene el
material, imágenes en la bibliografía virtual y escrita hay de sobra para copiar
alguna de las ideas buenas que han tenido otros/as.
Para concluir: ¡Este sistema de mierda nos cago la
vida!
El
sistema dominante ha preferido despojarnos del deber y responsabilidad de hacernos
cargo de nuestros “desperdicios” con el fin de alienarnos en la vorágine laboral
y consumista, pocas en la actualidad se hacen responsables de su basura, de su orina,
de sus fecas, así mucho menos nos haremos responsables de nuestra salud, vivienda,
educación y felicidad.
El
comienzo que catalizará los procesos de autonomía y autogestión está en acciones
tan pequeñas como el compostaje de nuestros restos domiciliarios, nuestra feca y
orina. Producir y aportar compost a los suelos que nos rodean los optimizará
brindándoles mayor capacidad de retención de agua, aireación y disponibilidad
nutricional, cuestiones que la agroindustria ha arrebatado rápidamente a los
territorios que ha explotado hasta dejarlos enfermos o inservibles para fines
alimentarios o forestales.
A
hacernos cargo, por la subversión de la realidad en todas sus formas, por la anarquía!
[Tomado
de revista Mingako # 4, Santiago de
Chile, invierno 2017. Número completo accesible en https://revistamingako.files.wordpress.com/2017/06/mingako04_web.pdf.]
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