Daniel Mecca
* Las múltiples revoluciones de un álbum bisagra en la cultura del siglo XX.
El 11 de febrero de 1963, en sólo una sesión de poco más de nueve horas en el Abbey Road de Londres, los Beatles grabaron su primer disco de estudio, Please Please Me, que incluía canciones icónicas como “Love Me Do”, “Twist and Shout” o “I Saw Her Standing There”. Cuando los Beatles terminaron Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, a fines de abril de 1967, habían pasado cuatro meses y medio y más de 700 horas de grabación, tiempo inédito para la época. La banda había cambiado definitivamente los paradigmas. El nuevo disco iba a tomar por asalto, una vez más, la cultura popular.
* Las múltiples revoluciones de un álbum bisagra en la cultura del siglo XX.
El 11 de febrero de 1963, en sólo una sesión de poco más de nueve horas en el Abbey Road de Londres, los Beatles grabaron su primer disco de estudio, Please Please Me, que incluía canciones icónicas como “Love Me Do”, “Twist and Shout” o “I Saw Her Standing There”. Cuando los Beatles terminaron Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, a fines de abril de 1967, habían pasado cuatro meses y medio y más de 700 horas de grabación, tiempo inédito para la época. La banda había cambiado definitivamente los paradigmas. El nuevo disco iba a tomar por asalto, una vez más, la cultura popular.
Sgt. Pepper, lanzado el 1 de junio de 1967, vendió 250.000 ejemplares en Gran Bretaña durante la primera semana, totalizando 500.000 para fines de junio. En Estados Unidos, las ventas llegaron a 2.500.000 para finales de agosto. El álbum, el octavo de la banda de Liverpool, estuvo primero en los rankings del Reino Unido durante 27 semanas y se mantuvo 15 semanas liderando los charts norteamericanos.
Para ello Los Beatles, antes de entrar a grabarlo, le habían anunciado a George Martin, su legendario productor, un cambio radical: no iban a dar más recitales. “Lo que estamos diciendo —dijo John Lennon al productor— es que, si no tenemos que salir de gira, podremos grabar música que nunca tendremos que tocar en directo, y eso significa que podremos crear algo que nadie haya oído nunca: un disco innovador con sonidos innovadores”.
La banda —en un estado efervescente de vanguardia enmarcado en el agitado contexto político y cultural que la rodeaba, los ‘60—, daba vuelta así una de las matrices del mercado: no iban a promocionar más en giras los discos que iban a seguir sacando. Era un cambio muy agudo: apostar a los tiempos fundamentales de creación contra la imposición de los tiempos de las giras y de las discográficas (fechas obligatorias de entrega de material), un hecho que sólo pudo ser posible porque eran los Beatles –y que, en cambio, condena a una gran mayoría de las bandas a condiciones precarias y atenta contra la calidad de la obra.
Ya la magnitud sonora de su disco anterior, Revolver, no fue posible de reproducir en vivo. Por eso, el 29 de agosto de 1966, meses antes de meterse a grabar Sgt. Pepper, los Beatles darían su último concierto oficial. Si aquel disco había cambiado las reglas de la música popular, el que estaban por crear iba a dinamitar todas las estructuras, convirtiéndose en una pieza clave en el rock, el rock psicodélico-sinfónico y el pop que iban a influenciar a generaciones.
“Buscábamos la perfección: no era cuestión de estar un 99% por ciento contentos con algo; todos teníamos que estar satisfechos al cien por cien. Esa es la razón por la que todo lo que suena en el álbum es tan perfecto y preciso”, escribió Geoff Emerick, su ingeniero de grabación, factor fundamental y poco conocido para que Sgt. Pepper —que tuvo que ser grabado en cuatro pistas, fundamentalmente para sonido “mono” (un canal)— sonara así.
Para dimensionar: “Penny Lane” de Paul McCartney, la segunda canción en grabarse, se trabajó durante tres semanas, superando incluso en tiempo a la primera en entrar en estudio para este disco, “Strawberry Fields Forever”, de Lennon. Ambas marcaron un quiebre total en las formas de grabación (para esta última utilizaron el Mellotron, un instrumento revolucionario en la época donde cada tecla disparaba un loop de instrumentos). Las dos canciones, finalmente, fueron excluidas para lanzarse como sencillos en 1967. Ahora, 50 años después, saldrá una reedición del álbum que incluirá ambos temas.
El disco, constituido originalmente por 13 temas, aporta distintos grados de innovación. Se trata de un álbum de arte conceptual, un movimiento artístico surgido en aquellos años que llevó más allá el quiebre de las bases del arte ‘tradicional’, tomando como herencia los movimientos del dadaísmo y el surrealismo. Sgt. Pepper está creado bajo esa matriz, desde el nombre del disco —el alter ego de la banda, el grupo ficticio “La Banda de los Corazones Solitarios del Sargento Pimienta”—, a la resolución de que todo el disco se oyera de corrido, sin pausas, con las canciones fluyendo de una a otra, como si estuviera sonando en vivo. Hasta ese momento, en 1967, nunca se había hecho en un álbum de rock.
El principal tema conceptual es “A Day in the Life” (el que cierra el álbum), el cual fue el extraordinario resultado de una canción de Lennon (la primera parte) y otra de McCartney (la segunda secuencia). Para su grabación —que incorpora una orquesta subiendo frenéticamente de tonalidad sus instrumentos en el puente de la canción y en el final— hicieron un “happening” (un evento artístico) en el estudio de grabación, que se puede ver en YouTube. La consigna era que los músicos clásicos, de los mejores de Gran Bretaña, usaran nariz de payaso, una “irreverencia” que buscaba derribar la barrera entre los géneros. La canción fue vetada por la BBC por el verso “I'd love to turn you on” (“me gustaría excitarte”). Los redobles de batería de Ringo Star son magistrales. El acorde final de 42 segundos, la gran explosión del cierre, fue tocado con seis teclados.
McCartney —el perfeccionista “productor de facto de la banda” (como lo elogió Geoff Emerick), quien se quedaba grabando una y otra vez el bajo cuando todos se iban— materializó en esos días, el 5 de enero de 1967, una obra aún más experimental y vanguardista. Fue al crear “Carnival of light”, que incluyó muchos de los elementos que se escucharían, un año después, en “Revolution 9” (tema del Álbum Blanco, elaborado por Lennon), en cuya obra hay todo tipo de efectos en las voces, distorsiones, sonidos de batería, percusiones, psicodelia al palo. “Carnival of light” —que dura 13 minutos, 48 segundos— nunca fue editada oficialmente en un disco de Los Beatles.
Otra de las matrices de Sgt. Pepper es la psicodelia, representada en la canción “Lucy in The Sky With Diamonds”, título sobre el que se especuló que encriptaba las iniciales LSD, en referencia al ácido lisérgico, aunque Lennon, autor de la canción con esa voz incorpórea, lo negó. “Being for the Benefit of Mr. Kite!”, otro de las canciones del disco, también de Lennon, entra en esa lisergia, materializada en los sonidos de remolinos psicodélicos logrado por los ingenieros.
El disco, asimismo, materializó el contacto entre las culturas oriental y occidental, vínculos que emergían en la contracultura de la época: George Harrison, desdibujado del grupo por el poder bicéfalo de la banda (Lennon-McCartney, con cada vez más protagonismo de Paul) y rebelado contra la fama, metió su canción “Within You Without You”: una notable, letárgica y compleja composición que unía los instrumentos de la India como la sitar (George estaba muy influenciado con sus filosofías) con los sinfónicos de occidente.
La diversificación del álbum contiene, además, una hermosa balada como “She’ s leaving home”, de McCartney, con el lírico uso del arpa, sobre la historia de una chica que abandona a los padres; o la contraposición de voces en “Getting Better”, entre el optimismo de Paul (“Está mejorando todo el tiempo”) y la ironía pesimista de Lennon (“No puede ser peor”), también asociado a la euforia narcótica. Este contrapunto de emociones ya había sido narrado en “We Can Work It Out”, sencillo de 1965 (no está en ningún disco), con McCartney cantando “Podemos solucionarlo” y John con su “La vida es demasiado corta”.
Finalmente, para demostrar que pretendían ser artistas en todos los planos y que saltaban los límites de la música, hicieron la portada más famosa de la historia del rock, a cargo de Peter Blake y Jann Haworthy, a instancias de la iniciativa de McCartney (que se movía en los círculos de la vanguardia). La tapa, que ya había tenido su expresión artística en Revolver y que en general era un envoltorio más para el género, se convertiría ahora, definitivamente, en un elemento más de intervención artística. En ella aparecen personajes protagónicos de todas las disciplinas, desde Bob Dylan a Karl Marx (elegido por Lennon).
“No podíamos haber producido un mejor prototipo para el futuro”, sintetizó George Martin.
Los Beatles volvían a transformarse, cambiando de piel, disco a disco, ávidos de historia.
[Tomado de http://banderaroja.blogspot.com/2017/06/50-anos-de-sgt-peppers-lonely-hearts.html.]
Los Beatles volvían a transformarse, cambiando de piel, disco a disco, ávidos de historia.
[Tomado de http://banderaroja.blogspot.com/2017/06/50-anos-de-sgt-peppers-lonely-hearts.html.]
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