Redacción de La Tinta
El
temperamento de Virginia Bolten resultaría chocante, provocativo, desacatado,
demasiado acometedor en la actualidad. Y más lo era en la Argentina del siglo
XIX cuando la Iglesia Católica y sus agentes oficiales eran intocables, el
mundo empresarial y terrateniente ejercían sin disimulos y sin atenuantes la
explotación de la clase trabajadora, y por cierto, las mujeres carecían ciertos
derechos elementales. Nuevamente, ¿cómo logró, entonces, ser la designada para
emitir un discurso aquel primer Día del Trabajador celebrado en nuestro país?
Una
vez más, en la biografía de una mujer no hay datos concretos. Algunas fechas no
coinciden y los números de las edades no cierran. Sin embargo, el anacronismo
no ha logrado desdibujarla ni hacerla desaparecer. No se sabe si nació el 26 de
diciembre de 1870 en San Luis, o en San Juan. O si en realidad fue en Uruguay,
en 1876. Virginia escribía en diarios feministas aunque en las hemerotecas no
se encuentre su firma, publicaba manifiestos que las mujeres anarquistas dictaban
y reunía lealtades callejeras para defender a las que el poder asesinaba.
“Hastiadas
de pedir y de suplicar, de ser el juguete, el objeto de placer de nuestros
infames explotadores o viles esposos, hemos decidido levantar nuestra voz. Si
vosotros queréis ser libres, con mucha mayor razón nosotras, doblemente
esclavas de la sociedad y del varón. Ya se acabó aquello de ‘Anarquía y
libertad, las mujeres a fregar’. ¡Salud!”, escribía polemizando con sus propios
compañeros.
Esos
artículos eran publicados en el periódico La Voz de la Mujer, pionero en su
estilo en Latinoamérica, hecho íntegramente por mujeres bajo la consigna Ni
Dios Ni patrón Ni marido. Los ejemplares de La Voz fueron difundidos de manera
semiclandestina y aunque era criticado y resistido por algunos varones
anarquistas, Virginia continuó llenando sus páginas con fundamentadas
reivindicaciones de género en el terreno religioso, familiar y laboral,
rechazando toda forma de sometimiento.
Hacia
la última década del siglo XIX y la primera del XX, en Rosario existían
distintos agrupamientos gremiales como la Sociedad de Cocheros Unidos, Unión
Trabajadores de la Madera, Confederación de obreros ferrocarrileros, Federación
Metalúrgica, Centro Panadero, Centro de Carpinteros, Centro de Zapateros,
Talleres Ferrocarril Central Argentino, de Tráfico y Carga del Ferrocarril
Buenos Aires, Luz y Fuerza, Agua y Energía, Sociedad de Albañiles, obreros
yeseros, de molienda y de otros oficios. El proletariado rosarino fue creciendo
junto con el desarrollo de la ciudad y las condiciones de trabajo en los
talleres y manufacturas eran penosas.
El
registro de la primera actividad gremial de los asalariados rosarinos fue una
huelga de aguateros en 1876. Se produjeron pedidos de mejoras salariales de los
conductores de coches y tipógrafos, mientras que, al conformarse el gremio de
los trabajadores panaderos, éste puso en circulación el periódico El Obrero
Panadero (1988), dirigido por el anarquista Francisco Berri, en el que
colaboraba activamente Virginia Bolten. En 1887 los ferroviarios crearon “La
Fraternidad” y, al año siguiente, se produjo la primera huelga del gremio, a
principio de enero, por la detención del maquinista Smith, acusado de
atropellar a una persona en el trayecto a Buenos Aires. Exigieron la libertad y
el traslado hasta Rosario del obrero arrestado; y posteriormente, la empresa se
hizo eco del pedido, fletando un tren especial para trasladarlo. La segunda
huelga tuvo lugar el 8 de febrero de 1888, a un mes de la anterior, y esta vez
el reclamo fue por ocho horas de trabajo y aumento de salarios.
La
ciudad se conmovió en 1889, cuando los empleados de la Empresa Tranwy Anglo
Argentina, perteneciente a Mister Ross, declararon el paro el 12 de septiembre,
y se sumaron al conflicto en una huelga solidaria los obreros de las empresas
de los muelles. Hacia fin de año, fueron las costureras las que se declararon
en paro, integrando la comisión de huelga Blanca Stella, Bonoria Dipitilli y
Matilde Magard.
Entre
los activistas gremiales había tanto anarquistas como socialistas, algunos de
ellos españoles, italianos y franceses. Precisamente, algunos de estos últimos
habían participado del primer gobierno obrero: la Comuna de París en 1871.
Todos los años se recordaba esa gesta proletaria y las crónicas registran que
el 21 de marzo de 1888, para el 17º aniversario de la misma, se organizó un
importante acto en la Plaza López, con una posterior manifestación por las
calles céntricas.
La
fábrica Refinería de Azúcar había sido fundada en 1887, siendo su principal
propietario e impulsor Ernesto Tornquinst, a quien la prensa rosarina
presentaba frecuentemente como un empresario ‘moderno’ y ‘emprendedor’ que
viajaba a EE.UU. para aprender métodos científicos de gestión y producción’. Se
la consideraba como una ‘verdadera’ fábrica en muchos sentidos: por la cantidad
de trabajadores, por el volumen de los capitales invertidos, por la cantidad y
tipo de maquinaria empleada, por la forma de organización social del trabajo y
los métodos entonces modernos de producción, y porque era el eje central sobre
el cual se había desarrollado el primer barrio obrero de Rosario. En 1900
contaba con 700 trabajadores y en 1910 superaba los 1300. Por testimonios del
médico y abogado español Bialet Massé, puede afirmarse que fue la primera
empresa que intentó ceñirse a los principios del taylorismo.
Allí
mujeres y niñas trabajaban por un salario menor al de los hombres. En el taller
de corte del azúcar en panes, mujeres embarazadas deformaban sus cuerpos por
trasladar placas en la cadera derecha mientras que el polvo del azúcar espesaba
las mucosidades de sus pulmones.
La
noticia de que los obreros de todo el mundo darían un grito mundial de justicia
comenzaba a circular agazapada, casi como un murmullo. Los trabajadores de la
Refinería de Azúcar se movían al ritmo que marcaba la maquinaria más flamante
del país cuando una hoja clandestina, un poco rota, comenzó a pasar de mano en
mano, rompiendo la monotonía del establecimiento más importante de Rosario. Fue
una joven obrera de la Refinería, de solo 20 años, quien se animó a difundir
ese papel arrugado: la mismísima Virginia Bolten, o como la apodaron luego “la
Luisa Michel argentina” en referencia a una de las principales figuras de la
Comuna de París, por su desafiante osadía y sus dotes como oradora.
La
Plaza López fue la elegida para la concentración obrera. Bajo una intensa
llovizna que mojaba los carteles negros y rojos, los manifestantes se
movilizaron por las calles del centro sur de Rosario. Virginia encabezaba la
columna agitando orgullosa una bandera en la que se leía “Fraternidad
Universal”. Bolten se convirtió en símbolo de militancia anarquista, en modelo
de lucha y espejo de oratoria desde ese 1° de mayo en el que recordó a aquellas
niñas obreras anémicas, pálidas con todos los síntomas de la fatiga y de la
respiración incompleta, y reclamó justicia para todos los explotados de la
Tierra.
Su
discurso revolucionario fue la excusa para que la detengan por haber atentado
contra el orden social. Es que esa voz de mujer que hablaba alto y claro en
público era el signo de la concreción de una historia imposible de creer hasta
el momento.
“La
libertad de trabajo es un mito por mil causas diferentes; la del pensamiento es
blasfemia; la del sufragio, un engaño; la del amor, quimera; los derechos del
hombre desconocidos; su dignidad ultrajada; tratados los obreros peor que
esclavos, embrutecidos en nombre de Dios, degenerados en nombre de la Patria,
explotados en nombre del derecho, sin hogar y sin familia, en nombre de la propiedad,
en las cárceles y cuarteles y aun en defensa de esta sociedad necia”, decía con
fervor la primera mujer oradora en una concentración obrera de nuestro país.
Virginia
tenía en claro la necesidad de liberación de la mujer pero también estaba
convencida de encuadrar esa lucha en la vida sindical, barriendo con los
prejuicios de sus propios compañeros, obligando inmediatamente a las fuerzas
policiales a ponerse en guardia cuando tomaba la palabra con vehemencia.
Bienvenida
la leyenda con nombre de mujer cuando se multiplica en cuerpos hirvientes y
voces impetuosas que transforman las calles cada vez que caminan juntas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.