Rafael Uzcátegui
Luego de nueve
meses de trabajo el 20 de septiembre de 1984 la Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas (CONADEP) entregó en Argentina su informe sobre las
desapariciones ocurridas durante la dictadura. Esta investigación pasó también
a conocerse como “Informe Sábato”, pues el escritor encabezó la comisión que
hizo la entrega formal al presidente Raúl Alfonsín. El autor de “El Túnel”
también fue responsable del prólogo de aquel libro de 490 páginas, un texto tan
comentado como los resultados, pues para muchos conceptualizó la llamada
“teoría de los dos demonios”: “Durante la década del 70 la Argentina fue
convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de
la extrema izquierda, fenómeno que ha ocurrido en muchos otros países”,
comenzaba aquella introducción. “A los delitos de los terroristas, las Fuerzas
Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido”.
Muchos lo entendieron como el equiparamiento de las dos fuerzas en conflicto,
con lo que la izquierda regional pegó el grito en el cielo. El prólogo de Sábato
fue tan polémico que fue retirado de la reimpresión del libro hecha en el 2016.
Esta discusión es importante porque un sector de la izquierda venezolana, agrupadas bajo la denominación “chavismo crítico”, han resucitado la teoría de los dos demonios para describir el actual conflicto en el país. Según, hay dos bandos armados en pugna, que estarían generando las bajas conocidas, y desde la dirigencia política opositora, “con manos manchadas de sangre”, se estarían enviando jóvenes al matadero. Lo curioso es que la teoría que fue despreciada para Argentina (sus críticos despellejaron vivo a Ernesto Sábato, y siguen después de muerto) tiene bastante resonancia hoy en quienes la rechazaron en su momento. Quienes comulgan en secreto con la calificación gubernamental sobre que las protestas venezolanas son “terroristas”, públicamente condenan las violencias, en plural, nivelando las supuestas agresiones de los manifestantes con el abuso de poder estatal.
Lo que desnuda esta “argumentación” de estos izquierdistas es su profundo sectarismo, pues la única indignación de las multitudes para ellos legítima es la que sea protagonizada por personas idénticas a ellos mismos. La Fiscal ha reconocido que la mayoría de las protestas han sido pacíficas. Y que los hechos de violencia, para el movimiento de masas en desarrollo, han sido puntuales y minoritarios. Hay tantas barricadas, molotovs, capuchas y piedras como hubo en el movimiento estudiantil chileno del 2011, donde por cierto sólo hubo un muchacho asesinado. Y nadie se atreve a calificar aquello, como lo hacen los chavismos -desde el dictatorial hasta el “crítico”-, como de ”insurgencia armada”, dando argumentos para el uso de justicia militar contra los detenidos. @fanzinero
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