J.R. López Padrino
El
régimen de Maduro ha dispuesto el enjuiciamiento masivo de civiles por parte de
tribunales militares, medida que constituye una transgresión del debido
proceso, y desnuda la naturaleza militarista-dictatorial del actual régimen
propia de las experiencias nazi-fascistas del pasado siglo XX
El
uso de la jurisdicción militar como parte de la criminalización de la protesta
social es parte del legado del tte coronel y su falaz socialismo del siglo XXI.
Fue el mismo tte coronel quien en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional
Bolivariana dispuso el uso de los tribunales militares y de los grupos
paramilitares (defensa integral) contra aquellos que ejercían el derecho a la
protesta. Nacía el concepto del Estado Cuartel.
Lo
que hemos vistos en las calles de las principales ciudades del país ha sido la
imposición de una rígida lógica militar "amigo-enemigo" por parte de
la Guardia Nacional, Policía Nacional Bolivariana y los grupos paramilitares
chavistas, donde los manifestantes se han transformado en el "enemigo
interno" a los cuales hay que exterminar militarmente. Han sustituido el
uso de la Fuerza Armada de garante de la "defensa externa", por el de
"la seguridad interna y el control social". Justifican, así, la
instauración de un "terrorismo de Estado Bolivariano" como sistema de
acción política. Se ha institucionalizado una complicidad perversa entre la
FAN-cuerpos de seguridad y las bandas hamponiles del régimen como estrategia de
guerra contra quienes disienten de la política oficial. Guerra que se desarrolla
en el seno de la sociedad misma -no en el campo militar- y que ha implicado el
uso sistemático de la violencia y el asesinato contra objetivos civiles. El
desprecio y odio hacia los manifestantes por parte de la GN y PNB recapitula la
conducta de los miembros de las Escuadrillas de Protección (SS) en la Alemania
de Hitler, o tal vez los integrantes de la Organización para la Vigilancia y la
Represión del Antifascismo (OVRA) en la Italia de Mussolini. Su comportamiento
evidencia la voluntad siniestra de perseguir al disidente hasta su muerte.
El
régimen ante la conducta del Ministerio Público (no imputar a manifestantes o
no solicitar la privativa de libertad como aspira el gorilato bolivariano), ha
decidido el uso de la jurisdicción militar para castigar a los participantes en
las movilizaciones para protestar contra un régimen oprobioso y represivo.
Activistas sociales y políticos, amas de casa, estudiantes, campesinos y
trabajadores se cuentan entre las víctimas que han sido sometidos a la aplicación
arbitraria e inconstitucional de la justicia militar. La Constitución Nacional
es clara cuando en sus artículos 49 y 261 expresan claramente que todos debemos
ser juzgados por nuestro juez natural. Igualmente, el uso de tribunales
militares para juzgar a civiles representa una abierta violación a lo
establecido en los artículos 2.3 y 14 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos.
Jurídicamente
representa un proceso viciado ya que el tribunal militar, quien juzga al
procesado, carece de la independencia necesaria, ya que, por razones de
obediencia militar a sus superiores están supeditados al mando del comandante
en jefe, es decir los caprichos del discípulo del santón de Sathya Sai Baba.
Constituye un quiebre definitivo del Estado de derecho, frente a lo cual el
inefable defensor del pueblo Tarek William Saab no solo ha guardado un silencio
lúgubre, sino que difunde falsas informaciones por las redes sociales a fin de
estigmatizar a quienes protestan en contra del régimen espurio.
Organizaciones
no gubernamentales defensoras de los derechos humanos (Provea y Cofavic) han
manifestado su preocupación por el sometimiento de ciudadanos civiles a la
jurisdicción militar ya que ello representa la ruptura del hilo Constitucional
y el abandono del Estado de Derecho frente a un tutelaje militar que pretende
imponer la unión cívico-militar bolivariana.
Es
por demás interesante señalar que la Doctrina de Seguridad Nacional Bolivariana
(militarización de la sociedad y la justicia, eliminación del enemigo interno,
defensa integral) que hoy invoca el iletrado Maduro y su siniestra logia
militar es la misma posición ideológica que fue usada en el siglo pasado para
legitimar el militarismo represor especialmente en el Cono Sur. Nos retrotrae a
los tiempos de Pinochet en Chile, de Castelo Branco en Brasil, de Videla en
Argentina, de Bordaberry en Uruguay, de Hugo Banzer en Bolivia, de Stroessner
en Paraguay, entre otros. Afortunadamente el tiempo ha demostrado la
inviabilidad de esos proyectos dictatoriales, como seguramente sucederá con el
facho-bolivarianismo. Parafraseando a Miguel de Unamuno (1864-1936) "no
lograron convencer nunca".
Hay
que acotar que la utilización de tribunales militares para juzgar a detenidos
civiles no es nada nuevo en nuestra historia reciente. Betancourt en la década
de los 60 también apeló a la jurisdicción militar y a la aplicación del Código
de Justicia Militar para enjuiciar a militantes del PCV y del MIR que luchaban
en contra de su gobierno. Decenas fueron enviados a la Isla del Burro, la
Cárcel Modelo, al Castillo Libertador y al Cuartel San Carlos a purgar sus
sentencias.
Los
insurgentes del ayer, son los fascistas del presente. Son los miserables que
aplauden y felicitan a la GN y PNB por su criminal represión ("Hay que reivindicar
el trabajo de la PNB y GNB" Ernesto Villegas). Son los verdugos y asesinos
que desde Miraflores hablan cínicamente de amor y de paz mientras reprimen sin
tregua, acosan, encarcelan y eliminan a quienes protestan en contra de su
proyecto hegemónico.
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