Humberto Decarli
El
mes de abril cerró con un saldo de intensa actividad en la calle venezolana.
Gran activismo en los espacios públicos, manifestaciones multitudinarias,
ingente represión, presión internacional a favor de ambos bandos, fallecidos y
heridos, privados de libertad a granel, torturados, desaparecidos y gran
inflexibilidad del gobierno y la oposición para alcanzar puntos de avenimiento
luego del fracaso del anterior diálogo porque el gobierno lo aprovechó ante un
adversario débil y sin perspectivas.
Hace
tres años, en el mismo mes, se produjo el sacudimiento conocido como “la
salida”, un esfuerzo de ciertos sectores adversos al oficialismo para reclamar
más libertad y terminó con el sometimiento de los estudiantes ante la bota
militar, muchas detenciones y personalidades enjuiciadas.
Sin
embargo, entre ambos abriles hay diferencias, dadas por la agudización de la
crisis económica, social y moral existente en este momento en el país. Hay una
conducta de resistencia cuasi suicida porque la gente, y los jóvenes en
especial, ejercen una respuesta asimétrica ante el poder genocida de los
militares, policías y paramilitares.
LA
MOTIVACIÒN DE LA PROTESTA
Estimo
que no existen causas de conciencia para la ira popular. El pueblo venezolano
no tiene claridad protagónica ni altos niveles de identidad para insurgir. Más
bien sorprendía la pasividad rayana en el masoquismo de nuestra población. El
poder había sido eficaz en el sometimiento y
acostumbrado a las personas a una conformidad pasmosa con bagatelas y
bolsas de comida. Era la reproducción del éxito cubano de disciplina
poblacional donde la gente se habituaba a vivir en pésimas condiciones.
No
obstante, el saqueo expresado en las empresas de maletín, la ausencia de un
mesías o líder carismático por parte del madurismo, el relativo bajo precio del
barril, la humillación acumulada por las largas filas para obtener un mendrugo
de pan, el fallecimiento por falta de medicinas, amén del desprecio oficialista
traducido en negar la ayuda humanitaria, la hiperinflación, la escasez, el
desabastecimiento, la inseguridad, la recesión, el desempleo, el aumento de la
economía informal y el noventa por ciento de la población activa devengando el
salario mínimo, se conjugaron para angustiar a los hombres y las mujeres y
expandir la ira. Ya la criminalización de la protesta no intimida a nadie,
están dispuestos a recibir un balazo, una lacrimógena en su humanidad, una
metra, golpes y disparos.
Un
proceso de estado de necesidad es la principal razón para la nueva actitud de
la población. Una situación límite aproximada a la hambruna fue capaz de
cambiar el rumbo de la inercia de las personas. No fue producto de conciencia
democrática ni nada que se le parezca. Empero, están saliendo del laberinto
inducido por un modelo político autoritario y militarista,
rentista-extractivista en materia económica y una pobreza abrupta en materia
social. Adicionalmente, el gobierno no dispone de recursos para ofrecer la
bolsa o caja de comida o distribuida a través de los infelices Clap.
DINÀMICA
DE LA MOVILIZACIÒN
Las
protestas han generado una gran espontaneidad. Las personas van voluntariamente
a las marchas y trancas para, desde su postura desesperada, aportar esfuerzos
para la salida de la dictadura militarista. Muy distinta a las gubernamentales,
en las cuales se emplean los recursos del Estado para promoverlas y el chantaje
a los empleados públicos para constreñirlos a acudir, so pena de perder el
puesto de trabajo. De todas maneras, el resultado es diametralmente opuesto: la
asistencia a las convocadas por la oposición es asaz multitudinaria mientras
que las otras son muy escuálidas.
El
chavomadurismo perdió la calle, el pueblo lo adversa con encono debido a la
estafa significada en una gestión ineficaz, ineficiente ahora con el excremento
del diablo con un bajo valor, corrupta, inmoral, el delito estimulado desde el
Estado como una de sus políticas, el desempleo, el incumplimiento de las
señales clientelares y por encima de todas estas vicisitudes, el hambre
rondando en la sombra de cada individualidad.
Como
consecuencia de la anterior coyuntura no habrá ningún evento electoral por la
seguridad de asumir una derrota catastrófica en el militarismo dominante. El
ejecutivo, apoyado por la Defensoría del Pueblo, el C.N.E. y el máximo
tribunal, se encargará de ejecutar todos los impedimentos y maniobras de
retardo si fuera el caso. Cualquier subterfugio será válido para no llevar a
cabo la elección pertinente. Por lo pronto burlaron el referéndum revocatorio y
desde diciembre, cuando correspondía, no materializaron los comicios para las
gobernaciones y entes legislativos de cada estado.
Es
necesario hacer notar la caracterización de la forma como se desenvuelven las
movilizaciones. He apreciado una conducta de participación, de protagonismo,
desarrollando agendas propias y buscando la autonomía para rechazar la tutela
de las organizaciones políticas. Ojalá se profundice esta orientación en
beneficio de explorar opciones distintas a los intereses populistas.
LOS
AJUSTES SALARIALES
Nicolás
Maduro ha acostumbrado a los venezolanos a realizar unos ajustes al salario
nominal cada dos o tres meses en los últimos dos años. Es una maniobra
destinada a crear matrices de opinión sobre un esfuerzo gubernamental para
mejorar a los trabajadores consecuencia de tener un presidente “obrero”. Pero
la gente no es engañada porque esa aparente subida de sueldo es falsa y no pasa
inadvertida, incapaz de paralizar la movilización existente para protestar y
derrocar la dictadura.
El
resultado es paradójico. Uno, el salario real decae porque la inflación puntual
es superior al incremento formal. Dos, golpea a las medianas y pequeñas
empresas incapaces de soportar ese gravamen en medio de una descomunal
recesión. Tres, como secuela de la anterior circunstancia crece el desempleo y
la economía informal, por la expulsión del aparato productivo de todos esos
trabajadores formales flotantes por la fragilidad de la economía nacional.
LA
M.U.D.
La
resistencia a la dictadura está siendo cabalgada por la oposición tradicional
nucleada en la M.U.D, alrededor de cuatro partidos políticos, uno demócrata
cristiano como es Primero Justicia y tres socialdemócratas, Voluntad Popular,
A.D. y Un Nuevo Tiempo.
Luego
de la fallida Coordinadora Democrática, siempre vapuleada electoralmente por
Chávez, se constituyó la Mesa de la Unidad Democrática, premiada con una alta
votación en las parlamentarias de 2015 gracias a la polarización y al descenso
de la popularidad del chavismo por la baja del petróleo y la carencia de un
líder carismático. Empero, hubo el fracaso memorable en el diálogo que dio al
traste con el revocatorio y se reformó con un maquillaje organizacional.
Ahora
intenta llegar a la cresta de la ola de la protesta social para encabezarla y
obtener dividendos en caso de éxito o negociación. Es cierto que muchos de sus
diputados y dirigentes han sufrido los embates de la represión al ser heridos,
golpeados e incluso detenidos. Pero se encuentra fracturada por visiones
contrapuestas pero la reacción popular ha mitigado las diferencias públicas.
Para nadie es un secreto que Un Nuevo Tiempo, Avanzada Progresista, sectores de
A.D. y hasta de Voluntad Popular, se inclinan por un diálogo con el gobierno ya
iniciado en República Dominicana.
Cualquier
eventualidad ocurrida puede devenir en un arreglo y estos partidos están
obviamente dispuestos a ello porque forma parte de su naturaleza. Existen por y
para el ejercicio del clientelismo con miras a cubrir este espacio dentro de
una democracia populista. Pero no representan una opción de transformación
porque sus programas, rentistas-extractivistas, nada significan en el cauce de
una transformación.
LA
CONSTITUYENTE MADURISTA
El
presidente anunció la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente
originaria violentando toda la normativa constitucional y legal de la materia.
Inmediatamente surgieron los especialistas en asuntos constitucionales a
pontificar acerca de su improcedencia. Interpretan al derecho con la mentalidad
de tinterillo y partiendo de la premisa equivocada de presuntamente existir una
institucionalidad democrática
Haciendo
abstracción de esa omisión leguleya encontramos que la iniciativa en mención,
persigue en primer lugar, distraer la opinión pública mediante la sorpresa, lo
cual logró de inmediato pero se irá esfumando en el tiempo; en segundo término,
evitar cualquier tipo de elección por la seguridad de perderlas; tercero,
instalar el Estado comunal como un replicante de la estructura política cubana.
Además,
hay un detalle definidor del régimen chavomadurismo. Se trata de la mentalidad
corporativa típica del fascismo. Esa concepción mussoliniana de parcelar la
sociedad en corporaciones y a través de ellas gerenciarla la reproduce Maduro
con su propuesta constituyente. Cambia una elección universal, directa y
secreta por una de segundo grado manipulada por el denominado poder comunal,
monitoreado y financiado desde Miraflores, al menos respecto la mitad de sus
miembros, a nombrarse por sectores como los obreros, los campesinos, la mujeres,
los jóvenes y demás fracciones de un compartimiento estanco radicado en el
poder ejecutivo.
Ni
siquiera se materializa una tesis democrática representativa sino una regresión
a la designación personal de los mandatarios. Seguramente los nombrados por los
distintos segmentos en los cuales seccionarán a la sociedad venezolana son
liderazgos bufos manejados para mantener el gobierno indefinidamente.
El
factor determinante de esta postura es el criterio antidemocrático implícito en
las ideas neofascistas, propias del chavomadurismo. Transmite la adoración a
los mentores ideológicos de Chávez como Juan Domingo Perón y Norberto Ceresole.
Aparte, configura una concentración de poder perseguida por la mentalidad
totalitaria de estos militares populistas.
Definitivamente
esta orientación gubernamental de activar indebidamente un proceso
constituyente, desnuda el fetiche contenido en la creencia de recurrir a
remozar el poder como piedra filosofal de solución de los múltiples problemas
que acechan la sociedad venezolana. El abate Sieyes debe asombrarse en su tumba
por la relevancia adquirida en América Latina de su idea sobre el poder.
LOS
APOYOS INTERNACIONALES
El
oficialismo viene de varias derrotas en organismos internacionales como la
degradación de la Defensoría del Pueblo por su ineptitud, la opacidad de las
estadísticas cuestionadas por las Naciones Unidas cuyas recomendaciones no han
sido cumplidas, la suspensión del Mercosur, el llamado de atención del
parlamento europeo, la aplicación de la Carta Democrática en la O.E.A. y el
fracaso en la reunión de cancilleres en la CELAC. Pero cuenta con ciertas
ayudas en el plano mundial como las otorgadas por los enviados del Vaticano,
Monseñor Celli, y el de Barack Obama, Thomas Shannon, quienes fueron decisivos para
convencer a la M.U.D. para desmovilizar al pueblo y perder la oportunidad de
oro traducida en la materialización del referéndum revocatorio.
Ahora
mismo están apuntalados por la alicaída ALBA, las transnacionales energéticas y
mineras a las cuales se le entregaron excelentes contratos, los cuatros ex
presidentes Rodríguez Zapatero, Ernesto Samper, Leonel Fernández y Martín
Torrijos, quienes recientemente vinieron a Venezuela a entrevistarse con
Nicolás Maduro para planear movimientos diplomáticos y el Papa Francisco quien
en una declaración ostensiblemente imprudente afirmó que la oposición estaba
dividida y llamó al diálogo como la vez anterior cuando se frustró el
revocatorio. Suman también los apoyos de regímenes totalitarios como el de
Mugabe en Zimbaue, Lukashenko en Bielorrusia, Rohani de Irán y del movimiento
de resistencia Hezbolà libanés.
El
caso de Donald Trump es distinto porque si bien es cierto haber manifestado que
Venezuela era un desastre y recibido a Lilian Tintori, no ha actuado con vigor
sobre el régimen nacional. Muestra de ello se aprecia en los corruptos
establecidos en el estado de Florida a sabiendas de conocerse el origen sucio
de su riqueza. Quizá por los acuerdos con el autócrata Vladimir Putin, porque
el país no tiene ninguna relevancia para la política exterior americana pues
aparte del petróleo, se les vende apenas 700.000 barriles diarios, no hay
ninguna señal de apetencia para los americanos e incluso por el aporte de 500
mil dólares para la toma de posesión del presidente americano hecha por el
gobierno venezolano.
El
problema esencial es la intrascendencia de Venezuela para los factores
mundiales de poder porque no significamos nada en la economía mundial pues
somos unos limitados proveedores de fuente energética fósil y sin ningún otro
aporte de consideración. Poseer las reservas petroleras más grandes del orbe no
representa nada si no se extraen y lo importante, si no se venden por la
inexistencia de mercado.
Algunos
organismos defensores de los derechos humanos han dado un paso adelante y
denunciado los atropellos del Estado venezolano. Igualmente la O.I.T. y ciertos
organismos funcionales de las Naciones Unidas han señalado los graves
indicadores en múltiples rubros, cuyos consejos para enfrentarlos han sido
desestimados por Nicolás Maduro.
En
este orden de ideas, no hay interés en el ámbito internacional en el país. No
existe un movimiento social de solidaridad y estiman que la suerte de esta
nación no es un estímulo para el mundo de desarrollo sostenido. Además, un ente
arruinado por las pésimas políticas gubernamentales espanta cualquier
inversión. Depende de cada uno de nosotros lo que acontezca acá y no depositar
en falsas esperanzas en el exterior la suerte del país.
PANORÀMICA
La
escalada de violencia perpetrada por los órganos represivos del Estado no se ha
detenido. Chávez fue claro cuando adquirió tantos equipos antimotines de Rusia
para oprimir al pueblo como buen militar. La fuerza armada no se va a
sorprender si fue capaz del genocidio del 4 de febrero de 1992 cuando segaron
la vida a más de tres mil personas.
La
intensa movilización de masas, probablemente la de mayor calado en nuestra
historia, se incrementará o se desgastará. Depende de la solidez de la
iniciativa y el hambre padecida por la población. Si se cansa tendremos una
dictadura con mayor aceleración y podremos ascender a Cuba o a Corea del Norte,
como corresponde con la tradición militarista de la historia. Pero pudiese
haber otra salida, no necesariamente un regreso a la democracia formal
corrupta, sino otra con cometidos libertarios.
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