Octavio Alberola
Ya era conocida la pasión
de Tomás por sorprender, en el buen sentido de esta palabra, y por provocar, en
el sentido de incitar a la reflexión para no quedarnos en las puras
convicciones. En su nuevo libro, publicado por VIRUS, vuelve a
sorprendernos con el provocador título de Anarquismos
a contratiempo. Un título que presupone la existencia de anarquismos a
“tiempo”, como el provocador título de Anarquismo es movimiento, su libro
anterior, presuponía la existencia de anarquismos estancados, inmóviles, anquilosados.
Esos anarquismos en los que las ideas han sido transformadas en dogmas y el
ideal en doctrina.
A estas alturas de su
obra, Tomás no cesa de mostrarnos su talento para convertir la irreverencia y
la provocación en un método que le permite proclamar y afirmar a la vez su
heterodoxia e incitarnos a la audacia de serlo para mantener el pensamiento
anarquista “ampliamente abierto a los
cuatro vientos”. No solo porque tal es la condición del ser anarquista sino
también porque “la gran vitalidad del anarquismo
nos autoriza tal audacia”, como concluye atinadamente la nota que los
editores (Rue des Cascades) del libro
en francés han puesto en la contraportada.
Dicho con las propias
palabras del autor de Anarquismos a
contratiempo: para incitarnos a “pensar
y actuar a contratiempo, pero sin dejar por ello de pertenecer a nuestro tiempo”.
Más concretamente: para “asumir la
incómoda tensión generada por la doble exigencia de sintonizar plenamente con
el presente y de contradecirlo de manera radical”. Pues, tal es el reto
para que el antagonismo social pueda pretender llevar el cambio más allá de lo
que los tiempos presentes desean que éste llegue. Y también porque, si es
verdad que “lo propio de los tiempos es
que cambian y que nos hacen cambiar con ellos sin que ni siquiera lo notemos”,
es la propia realidad social actual la que “aconseja
situarse a contratiempo y privilegiar, hoy por hoy, el fortalecimiento de las
voces radicales”.
Una intención que el
propioTomás enfatiza,al finaldela “Presentación”
de Anarquismo a contratiempo, trasreconocer
la “proximidad temática de las cuestiones
abordadas” y la “proximidad temporal
de su tratamiento” en este último libro con las abordadas en su libro ¿Por qué A? Fragmentos dispersos
por un anarquismosin dogmas publicado por Anthropos en
2006. No solo paradejar constancia de las “resonancias”
entre los dos textos sino también de la intencionalidad que los inspiró: “cierta voluntad de agitar, con mayor o menor
acierto, las aguas del anarquismo para que no se adormezcan de un sueño
complacido y no dejen nunca de ser turbulentas”.
Ahora bien, aunque la
intencionalidad de publicar esos dos libros haya sido la misma y que este
último sea, de cierta manera, una continuidad del primero, lo cierto es que
además de complementarse, en la aproximación del recorrido intelectual y
militante de Tomás, Anarquismos a
contratiempo aporta nuevas
reflexiones que enriquecen y potencian la real y necesaria diversidad del
pensamiento libertario actual.
Como él mismo lo reconoce,
el “aire de familia” entre las dos
obras es indiscutible; pero, si la incursión en el pasado estaba motivada en la
primera por una cierta nostalgia, reencontrar ”las primeras e intensas emociones provocadas por el contacto con un
movimiento anarquista en el que no se ‘está’ sino que se ‘vive’”, en ésta
última ya no hay tal nostalgia en “buscar
evoluciones o poner de manifiesto continuidades”por considerar“más fructífero detectar centros de interés
y temas de reflexión”.
Esta es pues la razón por
la que Tomás en Anarquismo a contratiempo
ha optado por una agrupación temática -a diferencia de la primera obra en la
que la presentación de los textos reproducidos siguió un orden cronológico- en
cinco grandes bloques de los textos escritos entre 2006 y 2016, y facilitar así
una mayor profundización de los temas abordados:
El primero, sobre el
anarquismo confrontado con “cuestiones
sustantivas como la Naturaleza Humana, la Revolución o las luchas populares y
la intervención política de carácter libertario”.
El segundo, sobre el
anarcosindicalismo, para “entender las
razones de su peculiar actualidad en España” y sugerir“pistas par su indispensable transformación”.
El tercero, sobre el “fenómeno del poder y de la dominación, así
como la cuestión del Estado y la gobernabilidad”.
El cuarto, sobre la “actualidad política”, la “cuestión nacional” y el espejismo de la
“conquista de las Instituciones”.
Y el quinto, bajo el
epígrafe “Momentos de un itinerario”,
en el que Tomás sucumbe a la tentación de rememorar los acontecimientos de Mayo
del 68. Acontecimientos que siguen estremeciéndole y haciéndolo “soñar”…
La sola enumeración de
estos bloques temáticos me parece ser, en estos tiempos de cuestionamiento de
los proyectos emancipadores y de dudas sobre el porvenir de la emancipación, ya
suficiente para despertar el interés por la lectura de Anarquismos a contratiempo. Además, claro, del interés por seguir
el itinerario de un intelectual comprometido con las luchas sociales de su
tiempo a contratiempo. La única manera de hacer frente a los que hoy, como
ayer, contribuyen a mantener el statu quo
político y social por su empeño en seguir buscando el cambio a través de lo
institucional.
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