Jesús M. Vallez
Mi
nombre es Jesús Manuel Vallez. Nací el 23 de febrero de 1991 en Araure,
municipio del estado llanero de Portuguesa. Tengo 26 años. Mi infancia fue la
de un niño rebelde. Me formé en una escuela pública ubicada al lado de la
iglesia del pueblo. Allí tuve una maestra que nos contaba fantásticas historias
de Simón Bolívar, "el rico que abandonó todo para luchar por los
pobres", solía decir. Siempre supe que algo en el mundo no estaba bien.
¿Por qué hay personas que trabajan todo el día y son pobres? y ¿por qué hay
personas que nunca trabajan (o trabajan muy poco) y son ricas? ¿cuál es el
origen de la riqueza? Eran preguntas que me sentía desafiado a responder. No
sabía en ese momento que eran objeto de estudio de la ciencia histórica de la
economía política.
En
ese contexto vino mi interés por la política. Toda mi familia siempre se
oponía, en menor o mayor medida, al chavismo, apoyando generalmente a sus
rivales políticos tradicionales. Similar era mi posición, algo normal siendo un
niño. Pero luego de abril de 2002 (tenía 11 años), me preguntaba ¿por qué esa
gente salió a defender a Chávez? ¿que representaba ese hombre para que ellos
arriesgaran su vida defendiéndolo? Seguidamente me dediqué a indagar con
detenimiento. Ya había en Venezuela acceso a internet para cierta parte de la
población. Aún recuerdo el día en que pensé comprender: Chávez quería continuar
el proyecto de Bolívar, un proyecto de libertad, igualdad y justicia. Era el
proyecto de consolidar a Venezuela como una gran nación. Me sentí parte de un
plan para cambiar al mundo. A partir de allí me asumí chavista.
A
partir de los 12 años empecé a leer los libros del Che Guevara que recomendaba
Chávez, los más clásicos, sin ningún tipo de orientación. Pensé que la justicia
debía imponerse "a plomo". Con 17 años entré a estudiar ingeniería en
la Universidad Central de Venezuela y estaba deseoso de involucrarme en la
política. Así fue. Me uní a un grupo estudiantil chavista de la facultad, en el
cual había posiciones más o menos estructuradas en el camino a seguir para
apoyar la "revolución". Ya en ese momento (2009) había escuchado
posiciones críticas al "proceso" en las que se denunciaba que
transitábamos hacia un "reformismo" y no hacia una
"revolución". Siempre fui de posiciones radicales. Ese mismo año
ingresé a Marea Socialista, una organización que interpelaba algunos asuntos
del gobierno y criticaba el "hiperliderazgo" de Chávez.
En
2011 rompo con Marea Socialista por asuntos relacionados a su dinámica de toma
de decisiones interna. Sin embargo, seguí militando en el chavismo. Aunque ya
para ese momento había signos de corrupción bastante evidentes, siempre pensé
que Chávez personalmente no estaba involucrado y que, de esa manera, había que
seguir defendiendo el "proceso" en el que un conjunto de
"alacranes" engañaban al presidente. Todo esto, pensaba, se hacía en
el marco de nuestra disputa contra el más poderoso enemigo: el imperialismo
norteamericano. Era un conjunto de argumentos hilvanados en mi cabeza sin
fundamentación alguna, simplemente una serie de especulaciones.
En
2013 muere Chávez, y bajo la lógica de la lucha contra el imperialismo, apoyo
la elección de Nicolás Maduro, alguien de quien no tenía muy buenas
referencias. Había leído los señalamientos que Jesús Urdaneta Hernández había
hecho en su contra en la entrevista que le realizó Agustín Blanco Muñoz. Según
Urdaneta, Maduro consideraba a Chávez un pendejo que no sacaba ganancias por lo
que hacía. Mi apoyo a Maduro duró un año aproximadamente. Luego de las
negociaciones que hace con la MUD luego de las llamadas "guarimbas"
de 2014, pienso que no tiene sentido seguir apoyando un gobierno que pacta para
entregar el "socialismo". Seguí siendo chavista, pero dejé de ser
gobiernero.
A
mediados de 2014, dedico mi tesis de grado a Chávez y soy perseguido por dicha
razón en la Universidad Central de Venezuela. A pesar de haber obtenido la
mayor calificación no querían procesar la nota, alegando problemas
administrativos. Finalmente me gradué de ingeniero mecánico y asumí, junto a un
grupo de valiosos compañeros, la necesidad de plantear y aplicar un plan de
industrialización nacional que sacara a Venezuela del rentismo. Para eso
creamos una organización autónoma llamada "Juventud venezolana por la
Industrialización Socialista". Se trataba de una organización científica
en la que hubo mucho estudio, tanto de economía como de ingeniería.
Personalmente me interese en mayor medida por los problemas económicos.
Entendí, de esa forma, la estructura económica venezolana, es decir, la forma
del proceso nacional de acumulación de capital. Fue cuestión de tiempo para
darme cuenta del papel del chavismo en la profundización del modelo de
acumulación venezolano. Ya a mediados de 2015, varios compañeros y yo habíamos
dejado de asumirnos como chavistas.
Hubo
elementos clave en dicha ruptura. Comprender el fenómeno de la fuga de
capitales y el endeudamiento externo fue de vital importancia. A través de
mecanismos como la sobrevaluación cambiaria, el chavismo permitió la mayor
salida de divisas en la historia del país, endeudándolo, además, como nunca
antes. Dicha política promovió las importaciones destruyendo la ya débil
industria nacional. Así, el sostén del chavismo fue la población obrera
sobrante (mayoritaria en el país) y los ineficientes pequeños capitales. Cuando
en 2014 caen los precios internacionales del petróleo, el inestable parapeto
termina de desmoronarse y el gobierno, esta vez encabezado por Maduro, tiene la
necesidad de aplicar el ajuste económico más grande de nuestra historia, que en
2017 tiene comiendo a un porcentaje importante de los venezolanos en la basura.
Así, el chavismo en crisis muestra un verdadero papel reaccionario cuando da
prioridad al pago de la deuda externa en lugar de la importación de alimentos y
medicinas en un país que no produce.
La
oposición al chavismo es vital para quienes plantean la necesidad de un
"proyecto nacional". La acumulación que permita la reproducción
ampliada de capital en Venezuela solo es posible si está dirigida por quienes
poseen las habilidades físicas e intelectuales para hacerlo, es decir, por
poseedores de fuerza de trabajo con subjetividad productiva expandida, capaces
de hacer que el país se pelee un puesto en el marco de la división
internacional del trabajo. Así deberá optarse por la concentración de capital
en ramas en las cuales el país tenga ventajas comparativas: petróleo,
petroquímica, siderurgia. Todo esto aunado al necesario control estatal del
comercio exterior y la banca, sin el cual Venezuela es inviable como
estado-nación. El chavismo y, naturalmente, la oposición que porta los
intereses de capitales más concentrados pero ineficientes (MUD), representan la
negación de los postulados planteados anteriormente.
En
síntesis, tardé 13 años en superar intelectual y políticamente al chavismo,
algo que, sin duda, considero fue una de las mayores estafas de mi vida. La
razón de tan prolongado tiempo tiene que ver con el método utilizado para
analizar el fenómeno. No se puede desmontar correctamente al chavismo sino a
través del método científico. Personalmente considero que el método
desarrollado por Marx es el más potente para analizar la realidad y luchar por
transformarla en beneficio de la humanidad en su conjunto.
El
presente texto es un pequeño abreboca de una profunda y extensa autocrítica
científica que en el transcurso de este año escribiré y publicaré sobre mi
militancia y ruptura con el chavismo, a fin de exponer, tanto a nivel nacional
como internacional, la farsa que significa este fenómeno político para quienes
sueñan con un mundo distinto. Mi intención no es la de convertirme en juez,
sino la de sistematizar una experiencia histórica con consecuencias tan grandes
para el país en que nací.
Asimismo,
será necesario continuar dicho esfuerzo con un conjunto de programas y planes
destinados a evitar la consolidación de Venezuela como depósito permanente de
población obrera sobrante, esto es, como lugar de desolación de individuos que
sobreviven en condiciones de pauperización. Es una tarea enorme que se debe
llevar a cabo por un equipo. Por eso, la creación de una organización
científica que, bajo la forma de partido político, sea portadora de los
intereses de quienes solo tienen para vender su fuerza de trabajo, es un asunto
estratégico.
Al
día de hoy, muchos de quienes apoyaron al chavismo sienten una desmoralización
sin precedentes. Al revelar la estafa piensan que la vida ya no tiene sentido.
Otros sienten una rabia tan grande que tienden a ser engañados por otros
estafadores (MUD). Sin embargo, la batalla continúa. Queda asumir nuestras
responsabilidades y seguir. En mi caso, asumo todas mis responsabilidades y
manifiesto mi disposición de luchar, esta vez, con la ciencia como guía.
[Tomado
de https://www.aporrea.org/ideologia/a244176.html.]
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