Yago Martínez
Surco a Surco (SaS) es una cooperativa unitaria de producción, distribución y consumo de productos ecológicos de huerta nacida en 2002 en Madrid. Este colectivo propone un modelo alternativo de producción y consumo basado en la agroecología, la autoorganización y el asamblearismo, suprimiendo la intermediación entre productores y consumidores. Este modelo organizativo va más allá de los grupos de consumo ecológico tradicionales, ya que no se establecen relaciones comerciales entre las personas productoras y los grupos de consumo pertenecientes a la cooperativa, sino que ambas partes están igualmente comprometidas en un proyecto cuyo objetivo no es el lucro sino la satisfacción de necesidades.
Surco a Surco (SaS) es una cooperativa unitaria de producción, distribución y consumo de productos ecológicos de huerta nacida en 2002 en Madrid. Este colectivo propone un modelo alternativo de producción y consumo basado en la agroecología, la autoorganización y el asamblearismo, suprimiendo la intermediación entre productores y consumidores. Este modelo organizativo va más allá de los grupos de consumo ecológico tradicionales, ya que no se establecen relaciones comerciales entre las personas productoras y los grupos de consumo pertenecientes a la cooperativa, sino que ambas partes están igualmente comprometidas en un proyecto cuyo objetivo no es el lucro sino la satisfacción de necesidades.
Origen y evolución
El proyecto nace en enero de 2002 en Montejo de la Sierra con un Grupo de Trabajo (GT) de dos personas y un único grupo de consumo, La Piluka, en el Barrio del Pilar, con 15 cestas o unidades de consumo. Surge como una iniciativa de autoempleo cooperativo en el que las 2 personas del GT comienzan a producir hortalizas ecológicas contando con el apoyo de un grupo de consumo. Se da desde el principio una relación de compromiso mutuo en la que las personas trabajadoras se comprometen a producir y distribuir las verduras y el grupo de consumo a consumir y participar en la gestión (planificación de la huerta y financiación). Tras un primer año duro y caracterizado por una gran precariedad, en febrero de 2003 la parte productiva del proyecto se traslada al Valle del Tiétar, a unos 100 km de Madrid, entre los municipios de La Iglesuela (Toledo) y Casavieja (Ávila), en busca de un clima más propicio para la producción hortícola. En la elección del nuevo emplazamiento influyó también la presencia de un incipiente movimiento de jóvenes neorrurales en dichos pueblos, que llegaban con ganas de revitalizar la zona. Es en esta nueva ubicación en el Valle del Tiétar en la que la cooperativa se consolida definitivamente y en la que permanece hasta hoy. En 2003 se decide, por votación entre varias propuestas, adoptar el nombre de Surco a Surco. También se amplía el número de personas consumidoras, con la creación de un nuevo grupo de consumo en La Casika, Móstoles, y se adoptan por cercanía y afinidad los mecanismos de funcionamiento del BAH! (Bajo el Asfalto está la Huerta), cooperativa agroecológica pionera en Madrid que llevaba por entonces tres años en funcionamiento bajo los principios de cooperación, autogestión, asamblearismo, anticapitalismo e inserción en los movimientos sociales.
A partir de 2003 la cooperativa se asienta y aumenta de tamaño hasta estabilizarse en torno a seis o siete grupos de consumo y unas setenta unidades de consumo. A lo largo de los años el proyecto evoluciona en muchos aspectos. Desde el punto de vista de la organización, se crean comisiones de trabajo para responder a distintas necesidades como el manejo de la contabilidad o la mediación en conflictos internos, descargando así de responsabilidades al GT. En cuanto a la cooperación con proyectos afines, son múltiples en estos años las colaboraciones con otras cooperativas similares como el BAH! o La Zarzosa, iniciativas de autoempleo local, etc. En el plano comunicativo, en 2007 se crea la página web, albergada en Sindominio (http://wp.sindominio.net/surcoasurco/). El último cambio importante ha sido la constitución en 2013 de una asociación para dotar al proyecto de personalidad jurídica y poder asegurar la cobertura sanitaria de las personas del GT.
Este proceso de consolidación y evolución no ha estado exento de dificultades. La precariedad económica ha sido casi una constante desde la creación de Surco a Surco. La cooperativa ha venido funcionando con balances de ingresos y gastos muy ajustados para mantener una cuota mensual asequible, lo que ha tenido como contrapartida una escasa capacidad de ahorro y una capacidad de respuesta limitada ante imprevistos como averías mecánicas, enfermedades, maternidad de las trabajadoras, etc. Es por esto que se recurre frecuentemente a mecanismos extraordinarios de financiación como fiestas o venta de camisetas o calendarios. Por otra parte, se han generado en ocasiones debates éticos o políticos muy intensos en torno a distintos temas como la explotación animal o la conveniencia o no de que las personas trabajadoras de la cooperativa fuesen dadas de alta en la Seguridad Social. En algunos casos estos debates, así como otros conflictos de tipo personal u organizativo, han producido tensiones internas importantes que han motivado el abandono del proyecto por parte de algunas personas así como cambios en la composición del GT y en la estructura de algunos Grupos de Consumo.
No obstante, a pesar de las dificultades de todo tipo inherentes a la construcción de una iniciativa colectiva como esta, la estructura se ha mantenido y también la ilusión de las personas participantes por mantener vivo el proyecto. Tanto el GT como los grupos de consumo se han ido renovando a lo largo del tiempo en un proceso que ha aportado savia nueva. Las nuevas personas trabajadoras o consumidoras descubren en Surco a Surco un espacio de encuentro y aprendizaje colectivo, y contribuyen con su trabajo y sus conocimientos a mantener y mejorar la cooperativa.
Estructura y funcionamiento
En la actualidad Surco a Surco está formada por un Grupo de Trabajo (cuatro personas que se reparten dos jornadas de trabajo) y siete grupos de consumo repartidos por diferentes barrios de Madrid: Aluche y La Ramona, ambos en el barrio de Aluche, Carapiés y Karakola en el barrio de Lavapiés, Batán, Villaverde y La Piluka, del barrio del Pilar. Entre los distintos grupos suman setenta y cinco unidades de consumo.
El objetivo del proyecto es proporcionar alimentos de calidad a las personas pertenecientes a la cooperativa a través de un proceso autogestionado basado en la cooperación y la corresponsabilidad que trata de romper las barreras entre producción y consumo. Las personas del Grupo de Trabajo (todas residentes en el Valle del Tiétar) se encargan de realizar la planificación anual de los cultivos y constituyen la principal fuerza de trabajo, por lo que reciben una asignación económica además de la cesta semanal de productos de la huerta, pero sin que esto constituya una relación salarial o laboral de carácter vertical, dado que el capital de la cooperativa es social y la gestión horizontal y asamblearia. La estructura de relaciones de la cooperativa desmercantiliza en cierta medida el consumo, ya que el valor de los productos no es el del mercado sino el que se acuerda entre todas las personas participantes, de manera que se asegure la viabilidad del proyecto.
Uno de los principios de la cooperativa es la apuesta por la agroecología, en sentido amplio. Así, practica una agricultura ecológica de temporada, sin abonos de síntesis ni fitosanitarios, que incorpora los saberes tradicionales de la zona y trata de priorizar las variedades hortícolas locales, preocupándose también de establecer redes de cooperación y apoyar otros proyectos afines tanto en el Valle del Tiétar como en Madrid.
Para sostener económicamente el proyecto, cada unidad de consumo aporta una cuota mensual fija a la cooperativa. Además, se realizan actividades colectivas complementarias para mejorar la financiación. Con los recursos obtenidos se sufraga el gasto corriente y se genera una caja de resistencia para hacer frente a gastos imprevistos y mejorar las condiciones de las personas del Grupo de Trabajo. Cada semana, el GT realiza la cosecha, transporta los productos de la huerta a Madrid y los reparte por los locales de los distintos grupos. Tanto los Grupos de Consumo de Madrid como el Grupo de Trabajo funcionan de forma autónoma, cada uno tiene su asamblea mensual, y diferentes maneras de organizarse. Muchos de ellos compran alimentos que no se producen en la huerta de Surco a Surco a distintos productores para completar la cesta de la compra y a menudo realizan actividades lúdicas o divulgativas no directamente relacionadas con la cooperativa. Mensualmente, representantes de cada grupo se reúnen en la asamblea general, en la que se presentan las cuentas, se valora la situación de los grupos y se comentan las novedades e incidencias. La asamblea general funciona también como órgano ejecutivo: los asuntos importantes se suelen debatir primero en los grupos y después se llevan a la asamblea general, en la que se ponen en común las posiciones y se toman las decisiones intentando siempre alcanzar consensos. Además, una vez al año se celebra una asamblea plenaria en la que se discuten algunos temas con mayor profundidad.
Sin embargo, las asambleas no son el único espacio de participación en la cooperativa. Existen varias comisiones, integradas principalmente por personas de los grupos de consumo, que realizan una serie de tareas necesarias para el funcionamiento de la cooperativa: contabilidad, gestiones administrativas, producción de planta hortícola o semilla, gestión informática, planificación de actividades extraordinarias de financiación, mediación en conflictos, etc.
Otra forma que tienen las personas consumidoras de colaborar con el sostenimiento de la cooperativa es la participación en los llamados sábados verdes, también de frecuencia mensual. Se trata de jornadas de trabajo comunitario en las que algunas personas de los grupos de Madrid se desplazan a la huerta para ayudar en las labores agrícolas bajo la dirección del GT. Estas jornadas, además de aportar tiempo de trabajo ofrecen a las personas consumidoras la oportunidad de conocer y establecer vínculos con la tierra que les abastece de productos y constituyen además un espacio de encuentro e intercambio entre las personas de los distintos grupos, así como entre las personas productoras y consumidoras.
Como se ha comentado anteriormente, Surco a Surco no es la única cooperativa agroecológica de estas características, sino que existe un buen número de experiencias de larga trayectoria similares a Surco a Surco por sus principios, objetivos y funcionamiento a lo largo y ancho de la geografía española. Estas cooperativas, a pesar de su tamaño reducido, sus problemas y contradicciones, muestran cómo se pueden satisfacer necesidades básicas a través de un proceso de organización colectiva articulado a través de relaciones horizontales. Son ejemplos prácticos y replicables de un modelo de producción y consumo alternativo al impuesto por el capitalismo globalizado; un modelo que antepone la satisfacción de las necesidades de la mayoría de las personas al enriquecimiento de unas pocas y que cuida del medio ambiente que sustenta la vida.
[Tomado de https://www.nodo50.org/tierraylibertad/335articulo5.html.}
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