Desiderio Martín
* ¿Representa Trump una vuelta al capitalismo
proteccionista, estatalista, versus mercado libre, autorregulado, globalizado y
financiarizado?
¿Trump y el capitalismo
anglosajón, incluido el Reino Unido (Brexit) y los grupos de ultraderecha europeos
(Le Pen en Francia, etc.), son representantes de una vuelta al capitalismo de
los “30 gloriosos”, con reglas de juego mercatorias y políticas basadas en la
hegemonía del bloque estadounidense y sus zonas de influencia?[1]
¿Trump en sus planteamientos, tiene
detrás al sector financiero (motor esencial del (des)orden mundial desde la
década de los 90 del siglo pasado) y al sector industrial (grandes corporaciones
mundiales de la energía, la farmacología, el agro, etc.) y los sectores de la
información-comunicación (Google, Apple, etc.), el sector servicios (WalMart,
etc.) así como el sector armamentista, en ese planteamiento mediático de tratar
de embridar y controlar el comercio mundial, amenazando con la fijación de aranceles?
¿Trump, Brexit y lo que
representan, pueden volver a políticas “proteccionistas”, activar guerras
comerciales[2] que conllevan devaluaciones competitivas y desestabilizar el
comercio mundial, a través o por medio de tratados bilaterales, trilaterales, etc.?[3]
Hagamos alguna reflexión sobre
el modelo: el neoliberalismo, fase actual del progreso, declaró la guerra a la
vida hace mucho tiempo. Este modelo desarrollado hasta el paroxismo en la
globalización y financiarización, donde el libre comercio se constituye como la
base esencial, se construye de espaldas a la base material que sostiene la
Vida. Es una “distopía cruel, dura y cada
vez más injusta”[4].
Los destrozos que causa: las guerras
interesadas -todas-; los millones de desplazados y desplazadas de sus tierras,
de su hábitat, como consecuencia de la acción extractivista y desposeedora del
capitalismo; las hambrunas, la herida irreversible que se ha causado a la
naturaleza; las precarizaciones integrales de las clases obreras de los países
“ricos”; las desigualdades y abandono de millones de “fuerzas de trabajo”; la
distopía de los estados de bienestar que destroza las “clases medias… nos son
mostrados como acontecimientos inevitables de un “proyecto” (capitalismo) que,
en su conjunto, nos presentan como bueno o único posible.
Ahora parece que Trump, y parte
de ese capitalismo anglosajón, intenta una jugada imposible, que no es otra
que… recuperar la hegemonía
estadounidense, econímica y política… que en el capitalismo de “LIBRE COMERCIO (NEOLIBERALISMO? y
globalizado” han perdido.
Pareciera que Trump, con sus políticas,
pretendiera dejar de jugar el… “papel de
dirección global como imperio para bajarlo a las llanuras de la sociedad
norteamericana (Gabriela Simon, columnista habitual de la revista alemana
de izquierda “Telepolis”)… y constituir
un nuevo (des)orden mundial”.
.
Los tratados de libre comercio, tanto
el Transpacífico como el TTIP, ideados por ese capitalismo financiero de Wall Street
y la City, y los distintos gobiernos republicanos y demócratas, desde hace ya
varias décadas y el gobierno de Barack Obama, durante 8 años, buscaban ese
objetivo: en un mundo cada vez “más finito y limitado”, el control de los
recursos y su distribución en el mercado se convierten en el alma mater para
las clases políticas y la oligarquía mundial, para seguir siendo hegemónicos o
recuperar la hegemonía que se ha perdido, frente a otros actores mundiales
(bloques económicos políticos), como China, Rusia, Brasil, India…, pues,
especialmente China, sí que ha
codeterminado las reglas de juego de la economía mundial y sus imstituciones.
Ambos modelos (si se puede hablar
de dos modelos enfrentados, lo cual no parece ser así), son conscientes de que
los límites físicos del planeta están completamente superados y que no existen
modelos “globales alternativos mágicos de sustitución”. [5]
Países enteros, como el Estado español,
si construyéramos una valla que impidiera la entrada de materiales, residuos…
no duraríamos más de dos días.
Es absurdo o cuanto menos criminal,
seguir creciendo a niveles del 1%/2%, cuando esto simplemente es imposible. Ni tan
siquiera se podría crecer el 1% como tendencia histórica y eso siempre que se
descubran nuevas fuentes energéticas y esto simplemente es mentira.
Lo que vivimos, como seres humanos
modernos, es un estado de excepción
permanente[6]: existe una suspensión del “estado de derecho” y este no es provisional, al igual que no tiene fecha de
caducidad. El poder actual crea derecho sobre la base de convertir sus
decisiones en ley y es aquí donde se encuentra el secreto del empoderamiento del
poder: convertir su exclusiva voluntad en
ley.
Y esto se ha logrado con un sistema
de dominio, el representado
por los gobiernos mundiales del
Minotauro estadounidense, desde que decidieron terminar con el orden mundial de
Bretton Woods. Han creado y generado toda una “arquitectura jurídica de la impunidad”[7],
donde el consentimiento de las víctimas (contemplación de la realidad), se convierte
en el elemento esencial del desastre.
Quizás Trump juegue un papel de
“legitimación política” que trate de poner paños calientes sobre “sus víctimas”
(hombres blancos destrozados del capitalismo fordista, tanto en el sector
industrial como en el mundo rural), para venderles “pociones” que no les
devolverán sus empleos, sus consumos y su estado de bienestar jamás, pero serán
su “fuerza de choque en esa pelea con los otros bloques enfrentados”.
El voto de las clases obreras desposeídas
por un capitalismo “mundializado y liberalizado”, especialmente en el sector
manufacturero, donde es en el juego de las importaciones-exportaciones donde se
encuentran las causas de las pérdidas de esos empleos y de los estatus de clase
media, lo que ha llevado a “impugnar los tratados de libre comercio y las
relaciones comerciales”.
En este hecho político es donde
podemos explicarnos las causas de este planteamiento, pues es en las
variaciones comerciales de comercio exterior, como consecuencia de la libertad de
localización de los capitales, donde gran parte de las importaciones son de
productos de empresas manufactureras estadounidenses o de otras nacionalidades
que producen para el mercado de EEUU,
Las personas perjudicadas no
solo perciben que “ese libre comercio” les ha perjudicado en su vida de manera
integral, sino que las grandes corporaciones son las únicas ganadoras[8].
Quien denunció en campaña (Trump)
los tratados de libre comercio, ha ganado. El candidato demócrata Sanders –a excepción
de que éste no era apoyado por el oligopolio industrial-financiero y
armamentista estadounidense- cuestionaba los TTLC, desde la crítica a un
capitalismo desregulado, deshumanizado y en cierta medida “criminal” para la
mayor parte de la humanidad (es un “buen socialdemócrata”).
Resulta muy ilustrador el hecho
de que Trump no ha impugnado el CETA, un acuerdo comercial entre la UE y
Canadá, pues este tratado tiene para EEUU y las “nuevas-viejas” políticas de
Trump, algunas ventajas: el CETA ofrece una jurisdicción particular para los inversores
extranjeros, así como una “cooperación reguladora” al estilo TTIP que permite a
los lobistas económicos bloquear de antemano nuevas iniciativas legislativas de
los estados, cantones, regiones, etc. Y a la vez, como las grandes empresas estadounidenses
tienen filiales en Canadá, éstas podrán aprovecharse del tratado, con mejores
accesos a los mercados europeos en los sectores de servicios, concursar en las
licitaciones públicas y posibilidad de pleitear y litigar, sin que las empresas
europeas pudieran hacer la contraparte en territorio estadounidense. Vamos, una
perita en dulce para Trump.
Validamos nuestras políticas y
nuestra estrategia contra este “capitalismo de libre comercio” que nos conduce
directamente al colapso.
Además de la crisis ecológica, nos
encontramos con una grave, gravísima crisis de reproducción social: el cuidado
de la vida se ha vuelto vulnerable. Este es realizado desde el trabajo no libre y gratuito de millones de
mujeres desde los hogares.
Y la crisis económica ha venido a
pervertir el concepto aristotélico de austeridad[9],
lo que no es sino ROBO Y EXPOLIO de lo Común que hace sustentable la Vida. Y
además, con el agravante de que ahora son los hogares los que tienen que
ajustarse ante esta “barbarie”[10].
Lo catastrófico, lo frustrante, es
la ausencia de la quiebra de un proyecto que poco a poco (cada vez con mayor
intensidad y gravedad), se va realizando.
La izquierda, las personas, no somos
capaces de parar esta lógica, lo cual puede ser entendido como una absoluta derrota
en cuanto en tanto parece que en nuestro accionar, tenemos asumida la “irrevirsibilidad del curso que hoy nos ha
traído hasta aquí. Lo angustioso ni es que la historia tenga un fin, sino que
no lo tenga.” (Reyes Mate, Medianoche en la Historia, 2006).
La izquierda, la nuestra, tiene que
asumir y plantear a la sociedad que no va
a ser posible generar empleo como en los 30 gloriosos. Y denunciar este hecho,
como la falsa salida que no es tan siquiera amortiguadora
de la desesperación de la gente, sino como todo lo conrtrario, impide
interpelar a esa realidad hipócrita de
millones de vidas frustradas.
No hay recursos para generar sociedades
de “pleno empleo”. Las políticas neokeynesianas de “buenas intenciones” de esta
izquierda que denominamos la nuestra, no son sino poíticas ecofacistas. . Hay que cambiar nuestras formas y maneras de
actuar.
Es esencial cuestionar
el concepto de progreso, de seguridad. Tomar iniciativas de corte
autoorganizado.
Notas
1 Los tres primeros decretos
firmados: bajada de impuestos en 15 puntos a las empresas; derogación del Tratado
Transpacífico y revisión del NAFTA (EEUU, México, Canadá); desligamiento de los
compromisos adoptados en la Conferencia del Clima e incentivos para las
industrias más contaminantes, el automóvil y el acero, así como la construcción
de dos oleoductos con gran impacto ambiental.
2 Las amenazas realizadas por
Trump con la fijación de aranceles punitivos para todas aquellas mercancías
“externas”, así como la amenaza de pleitos ante la OMC, no parece sea algo novedoso,
como tampoco China se va a “asustar”. Algunos datos para su manejo en esto de
la “Guerra comercial” en la lucha por los
mercados: Desde la entrada de China de China en la OMC, tanto EEUU como han
planteado más de 20 pleitos contra China. Han utilizado la fijación del
“arancel punitivo”, por ejemplo, contra los neumáticos chinos en el 2000,
contra los tubos de acero chinos en el 2010, contra las células solares chinas
en el 2012, y con tasas de hasta el 250 %. En el 2016, 27 paises llegaron a
promover un total de 119 causas jurídicas contra las exportaciones chinas. Nada
de lo anterior ha frenado la expansión y el crecimiento de China. (Gabriela
Simón).
3 El Tratado del NAFTA, según
datos de expertos, habría costado a los EEUU cerca de 700.000 puestos de trabajo
y desde la incorporación de China a la Organización Mundial de Comercio (OMC)
en el 2001, se habrían perdido más de 2 millones de empleos industriales.
4 Miren Etxezarreta, entrevista
en diario “Público” del 17/11/2016.
5 La contradicción, además del crimen
social ecológico, que supone la potenciación del extractivismo como de producir
y distribuir (más extracción de recursos fósiles, por cualquier método,
especialmente el fracking), nos advierte de la intención política de este
“capitalismo suicida trumpero”.
6 El estado de excepción como
figura política en el sentido que Carl Schmitt, el jurista del Tercer Reich, dio
al término… “soberano es el que decreta
el estado de excepción” (Schmitt, 1934).
7 En las sociedades “ricas”, un ejemplo
de esa “impunidad” lo podemos visualizar en las “leyes del suelo”, que
permiten, promocionan y fomentan la especulación, de manera que unos pocos (los
poderosos) se enriquezcan sin mover un dedo, a la vez que esa especulación
impune destroce el proyecto de vida de miles y miles de personas, las cuales
serán víctimas colaterales.
8 Larry Fink, el hombre más
poderoso del mercado mundial, al frente de la mayor gestora de fondos,
BlackRock (5,1 billones de dólares en activos), avisa a las empresas de que deben
revisar sus planes estratégicos por Trump y el Brexit y opina con respecto a la
globalización… “sigo siendo un firme
defensor de que los beneficios de la globalización han sido significativos y
que las grandes compañías han tenido un papel destacado en la generación de
crecimiento y bienestar para todos nosotros. Sin embargo, hay pocas dudas
acerca de que los beneficios de la globalización han sido distribuidos de forma
desigual, favoreciendo de una forma más desproporcionada a aquellos
trabajadores mas cualificados, especialmente en las grandes ciudades.
9 Utilización de recursos
finitos con prudencia.
10 Yayo Herrera.
[Publicado originalmente en el
periódico Rojo y Negro # 309, Madrid,
febrero 2017. Número completo accesible en http://rojoynegro.info/sites/default/files/ryn%20(1).pdf.]
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