Mariana G. Calandra
* Este texto recoge las Conclusiones de la ponencia de igual nombre que la autora presentó ante el I Congreso de Investigadorxs sobre anarquismo, Buenos Aires, octubre 2016.
Este trabajo no tuvo otra pretensión que la de ser un diagnóstico basado en los testimonios de los propios protagonistas de la lucha contra el extractivismo. Confirmamos lo observado en los casos vistos más arriba con las percepciones de los activistas originarios, actores antidesarrollistas por definición que cuentan con una extensa trayectoria de lucha territorial. Se trata también de un intento por combatir el sesgo urbano del diseño de esta investigación que se planteó desde Buenos Aires y sin ningún conocimiento del territorio, sesgo que tornó a nuestro problema de partida en un planteo inadecuado. La lucha creció, se detuvo, está en una meseta, recomienza, en realidad los activistas más experimentados desestiman el valor del planteo. En conjunto mía. El testimonio de un activista originario es ilustrativo “Hace veinte años estamos en luchas, entonces el enfrentamiento era en los pueblos y no eran tantos.” Los entrevistados más experimentados en acción directa coinciden en señalar una mayor comprensión y visibilización de las problemáticas.
* Este texto recoge las Conclusiones de la ponencia de igual nombre que la autora presentó ante el I Congreso de Investigadorxs sobre anarquismo, Buenos Aires, octubre 2016.
Este trabajo no tuvo otra pretensión que la de ser un diagnóstico basado en los testimonios de los propios protagonistas de la lucha contra el extractivismo. Confirmamos lo observado en los casos vistos más arriba con las percepciones de los activistas originarios, actores antidesarrollistas por definición que cuentan con una extensa trayectoria de lucha territorial. Se trata también de un intento por combatir el sesgo urbano del diseño de esta investigación que se planteó desde Buenos Aires y sin ningún conocimiento del territorio, sesgo que tornó a nuestro problema de partida en un planteo inadecuado. La lucha creció, se detuvo, está en una meseta, recomienza, en realidad los activistas más experimentados desestiman el valor del planteo. En conjunto mía. El testimonio de un activista originario es ilustrativo “Hace veinte años estamos en luchas, entonces el enfrentamiento era en los pueblos y no eran tantos.” Los entrevistados más experimentados en acción directa coinciden en señalar una mayor comprensión y visibilización de las problemáticas.
Por otro lado, la pregunta sobre la radicalización de la lucha sigue siendo pertinente porque activistas de las más diversas trayectorias comparten la experiencia de que la creación de autonomía y el ataque directo al Capital, por ejemplo el bloqueo o el acampe, son más efectivos para el logro de los objetivos antidesarrollistas que conducirse por las vías institucionales que ofrece el sistema. Un mapuche con treinta años de lucha en la Patagonia lo explicaba así: “El Estado para existir necesita recursos, por eso vamos a estar siempre en lucha permanente contra el Estado. Por eso ningún Estado va a solucionar nada. (…) los Estados van a presionar al territorio por recursos, están obligados a hacer extractivismo”. Es decir, el Estado es agente de desarrollo y en este marco administra las formas de destrato y maltrato.
“Al Estado no lo reconocemos porque él no nos reconoce a nosotros, ahí entramos en un conflicto que también es del orden del extractivismo. (…) la primera barrera es cuando el Estado no te reconoce la comunidad o el territorio”. Si bien el territorio es el ambiente de la acción directa, de lo concreto, la decisión de qué y cómo llevarlo adelante es un balance frágil “es una herramienta de último recurso. A nuestro lado hay niños, ancianos que no son personas de resistencia plena. Primero, agotar todas las instancias legales, si eso no da resultado es una herramienta válida y necesaria.” porque “Nosotros nos reconocemos autónomos, ni del Estado chileno, ni del argentino. Entonces, nos caen todos los garrotes.” Bajo estas circunstancias los actores esgrimen las herramientas legales que evalúan como útiles reconociendo además algunos avances “hace veinte años no había abogados ecologistas o indigenistas.”
Sin embargo, los límites de articulación con el Estado son claros y los entrevistados coinciden en señalar el carácter innegociable de los objetivos antidesarrollistas. La razón para dicha contumacia queda bien representada por el testimonio de un activista qom “la vida no se puede cambiar, no tiene precio”. Aún más, para un activista mapuche es el carácter antidesarrollista de la lucha lo que provoca réplicas: “el contagio pasó a muchas otras luchas porque en el territorio el No al Extractivismo era el protagonista.”
En relación a las asambleas la evaluación es positiva pero delicada “Cada asamblea son personas que tuvieron que salir a defender el territorio” estos actores tienen cierta fragilidad, son “amas de casa, empleados del banco” y de repente sus vidas están amenazadas en lo más elemental como el aire o el agua. En la experiencia los activistas puede resultar seriamente dañados cuando se articulan con partidos, sindicatos y movimientos sociales que replican en las asambleas mismas lógicas competitivas que emplean para obtener premios del Estado “Nos ha pasado tener compañeros que eran luchadores sociales y de repente se hacen funcionarios de gobierno. Ahí ya olvidan las luchas y ponen palos a los que seguimos. Los que no nos subimos a esa vereda perdimos a nuestros hermanos que sí se subieron”.
Las referencias a los partidos y sindicatos son de nuevo negativas “Los mismos políticos tiraron abajo todo lo que se había construido. Peleas se dan entre movimientos o partidos, y principalmente con gremiales.” “Creo que muchos estaban viendo el oportunismo, otros creyeron en los modelos de producción partidarios y otros se cansaron y perdieron la magia de poder decir No.” Es decir de oponerse al desarrollo. De forma que ser antidesarrollista es por lo menos ingrato, los que no negocian quedan expuestos “el que dejó, lo hizo por cansancio a la traición. No es lo mismo llevar con tu cuerpo la lucha, que llenarte de puñales.” “muchos perdieron familia, amigos y se quedaron en la pobreza por la lucha.” Contra esta situación los más experimentados recomiendan la creación de ambientes asamblearios vinculados a espacios territoriales autónomos. Sostener los objetivos antidesarrollistas de manera intransigente implica también una ética personal antidesarrollista que se torne pedagogía en la asamblea territorial. Más precisamente, la asamblea es considerada “una de las principales armas de defensa del territorio junto con los pueblos originarios”. Un activista mapuche destacaba como ejemplar la ética de Javier Rodríguez Pardo en las asambleas antiextractivistas patagónicas: “un cumpa que estimamos muchísimo, él apoyó y acompañó muchas recuperaciones de tierras. Podíamos charlar y compartir sin él sentirse más que los demás. El compartió lo que sabía y aceptó lo que los otros sabían. Él no era más que el otro. Fue uno más en la lucha, uno más que sirvió a la construcción de esta lucha.”
Otro aspecto que fortalece a la lucha antidesarrollista está enraizado en la cosmovisión originaria sobre el territorio “Si se hace daño y no hago nada soy responsable. Soy responsable hasta donde llega mi vista en los cuatro puntos cardinales, entonces la defensa del territorio es la defensa frente a cualquier daño.” señalaba el mapuche. Este tipo de visiones, fueron adoptadas por otras regiones mediante prácticas de ayuda mutua “Acompañamos muchos acampes, también fuera del país, o en otros temas como la lucha contra las papeleras, el glifosato o las mineras en el norte.” mencionaba el entrevistado.
Dichos vínculos sirvieron para fortalecer a otras experiencias de lucha “En el territorio había la sensación de que nacía una esperanza, diferentes comunidades que pensaban que estaban solas se empezaban a sentir acompañadas. Esquel también era acompañado por otros pueblos y gracias a ese apoyo se empezó a prohibir la minería también alrededor de Esquel”. Igual que para los activistas del acampe de Malvinas Argentina, los testimonios de los originarios coinciden en que la ayuda mutua está asociada con los logros concretos, como mencionó un activista qom “Los mapuche nos han ayudado mucho, recuperamos una hermandad que habíamos perdido hace años”. De esta forma, la ayuda mutua se dispara en todas las direcciones y con la contribución de todos los actores “se lograron victorias impidiendo la minería a cielo abierto porque estuvimos todos juntos, digo todos, no sólo los mapuche.
Los estancieros, marchaban al lado nuestro, sabiendo que la minería era algo más jodido que lo que nos enfrentaba históricamente.” Por último, los originarios coinciden también con activistas del bloqueo en Malvinas Argentinas, y con recuperadores de tierras en Berisso, en que los partidos, los sindicatos y movimientos que articulan con el Estado no sirven. Tampoco los iluminados ni las vanguardias. Los logros en la lucha contra el extractivismo se alcanzan entre todos funcionando a través de asambleas horizontales acopladas a experiencias de autonomía en los territorios.
[El texto completo de la ponencia es accesible en http://congresoanarquismo.cedinci.org/wp-content/uploads/2017/01/actas-final-congreso-anarquismo.pdf.]
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