Humberto Decarli
Ha fallecido un ícono del siglo veinte. Es el eterno barbudo nacido de una epopeya que terminó con una dictadura, la del sargento Fulgencio Baptista, para continuar con otra pero matizada por una habilidad increíble que alcanzó a copar la escena mundial finalizando los años cincuenta en plena guerra fría.
Fue una persona, independientemente del juicio de valor sobre él, capaz de consolidar un poder absoluto envuelto en un lenguaje revolucionario y de clamor ante las injusticias sociales en América Latina. Empleó la coyuntura iniciática para responder a las expectativas de la izquierda y la intelectualidad internacional, firmes baluartes de su apoyo. De la misma manera, se las ingenió para ser un centro de información de gran audiencia y persistente, a pesar de presidir un país pequeño.
Ha fallecido un ícono del siglo veinte. Es el eterno barbudo nacido de una epopeya que terminó con una dictadura, la del sargento Fulgencio Baptista, para continuar con otra pero matizada por una habilidad increíble que alcanzó a copar la escena mundial finalizando los años cincuenta en plena guerra fría.
Fue una persona, independientemente del juicio de valor sobre él, capaz de consolidar un poder absoluto envuelto en un lenguaje revolucionario y de clamor ante las injusticias sociales en América Latina. Empleó la coyuntura iniciática para responder a las expectativas de la izquierda y la intelectualidad internacional, firmes baluartes de su apoyo. De la misma manera, se las ingenió para ser un centro de información de gran audiencia y persistente, a pesar de presidir un país pequeño.
UNA PERSONALIDAD CONFLICTIVA
La historia individual de Fidel Castro está signada por las vicisitudes. Era hijo de un hacendado de origen gallego del oriente cubano y de una de sus empleadas domésticas. En sus múltiples biografías aparece este factor de resentimiento apuntalado por haber vivido con un haitiano, contratado por su padre para vivir y estudiar en Santiago de Cuba, quien lo maltrataba física y mentalmente. Su formación como niño y adolescente fue distinta a la de Ernesto “Che” Guevara, en el entorno de una familia profesional de clase media sin traumas aunque con un asma endémica, porque siempre sintió la injusticia por haberla padecido directamente.
El perfil de su personalidad quizá fue determinante en su vida futura. Se formó en la docencia jesuita y cuando llegó a La Habana como universitario se caracterizó por una militancia agresiva traducida en ser miembro de bandas de choque contra sus adversarios. Fue militante del Partido Ortodoxo, dirigido por el suicida del “último aldabonazo”, Eduardo Chibàs, y posteriormente participó en la fallida acción del asalto al Cuartel Moncada.
Esa orientación, mezcla de audacia y coraje, le permitió ser un dirigente político con gran iniciativa e incluso en la parte final de la dictadura de Batista, incurrió en temeridad como fue el caso del mencionado cuartel y la aventura del Gramma, a la postre exitosa.
Asimismo presentaba una imagen ambivalente. Cuando hablaba al público era una persona formal y educada pero en la praxis cotidiana era implacable. Ante el anterior background se aprecia una actitud manipuladora, narcisista, maniobrera y comprensiva de la realidad. El pragmatismo lo rigió como más adelante señalaremos.
Como buen estalinista tuvo una vida privada en la sombra para esconder seguramente el machismo y la caracterización de mujeriego con el cual siempre se le etiquetó. Sus relaciones afectivas se omitieron y mientras su hermano públicamente presentaba a su esposa y sus hijos, Fidel Castro fue incurioso en esa dirección.
La breve descripción precedente nos indica un enfoque personal de su figura, independientemente del contexto histórico y social, pero a todo evento siempre expresa la subjetividad social cubana en la cual se formó, habilidosa, machista, homofóbica y de alguna manera racista.
LA ENTREVISTA DE HERBERT MATHEWS
El conocido periodista del New York Times, Herbert Mathews, entrevistó al comandante Castro en la Sierra Maestra, recién llegado a Cuba con el Gramma y sus pocos acompañantes. El ejercicio comunicacional fue un éxito para el líder cubano porque le dio notoriedad y permeó la idea de poseer un ejército guerrillero numeroso e importante cuando estaba seriamente golpeado por los combates con el ejército de Batista.
Realmente fue el primer golpe publicitario internacional en pro de la guerrilla dirigida por el Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario. Trascendió las fronteras marítimas de Cuba y dio inicio a la leyenda de los barbudos, al menos en el plano fuera de la mayor de las Antillas.
LA MUERTE DE CAMILO CIENFUEGOS
Una de las primeras purgas de la revolución fue la muerte del comandante de la Sierra Maestra y miembro de la dirección del Movimiento 26 de julio, Camilo Cienfuegos. Hijo de un viejo exiliado anarquista español, era el único de los cuadros superiores de origen netamente popular lo cual lo acrecentaba aún más en los sectores humildes.
El periodista y escritor Carlos Franqui, miembro de la izquierda disidente de la isla lo cual conllevó su exilio, sostiene en un texto suyo, Camilo Cienfuegos, que fue asesinado por la explosión en la avioneta de regreso a La Habana después de haber persuadido a Hubert Matos de deponer su actitud rebelde en Santiago de Cuba.
Franqui sugiere que hubo un atentado en el navío cuando iba a la capital. Señala a Raúl Castro como el autor intelectual de la muerte por razones de imposición de liderazgo en el ministerio de la defensa porque ya se había eliminado la brigada dirigida por Camilo. Además, pensaban los Castro que iba a haber conflicto entre Matos y Cienfuegos porque aunque eran amigos tenían ópticas diferentes respecto a la revolución pero no fue así porque le garantizó un juicio justo.
Hubo otras execraciones de dirigentes como el del primer ministro inmediato a la caída de Batista, Miró Cardona, así como la renuncia del presidente Manuel Urrutia y la huída y regreso del comandante Eloy Gutiérrez Menoyo.
También el suicidio fue un rasgo de esta revolución. El segundo presidente, Oswaldo Dorticòs Torrado, y la dirigente histórica, Haydè Santamaría, decidieron quitarse la vida producto de las vicisitudes del proceso. Hay que agregar a Beatriz Allende Busi, hija del presidente Allende, y Laura Allende, su hermana, quienes residiendo en la isla sintieron a la muerte con menos angustia que la vida y procedieron a hacer mutis de la sociedad.
LA CRISIS DE COHETES
El peligroso episodio de la crisis de los misiles en octubre del año 1962 constituyó un eslabón interesante para Fidel Castro, el Che Guevara y el régimen. El planeta estuvo a escasos instantes de su destrucción por la presencia de cohetes en Cuba detectados por aviones de inteligencia U-2 a través de fotografías. La reacción de Kennedy no se hizo esperar y aplicó un bloqueo marítimo al territorio insular.
Nikita Krushev, a la sazón premier soviético, propuso como solución la retirada del armamento de la OTAN en Turquía, no aceptado por Washington. Al final se transaron por la retirada de la plataforma coheteril a cambio de la promesa americana de no intervenir e invadir a Cuba, lo cual se cumplió a cabalidad.
Debemos hacer notar dos aspectos de los cubanos en la crisis. En primer término, el acuerdo concluyente de la misma fue tomado por los gobiernos soviético y americano. No hubo ninguna consulta al cubano y ello ocasionó la visita del Che a la embajada rusa en La Habana e intercambió insultos con el embajador. El convenio fue entre las superpotencias y la isla quedó como un convidado de piedra.
El segundo asunto colegido del conflicto fueron declaraciones de Fidel y el Che abogando por el lanzamiento de bombas atómicas sobre Manhattan para asestar un duro golpe al imperialismo yanqui. Semejantes barbaridades demostraban la irresponsabilidad de estos dos personajes sobre los seres humanos porque independientemente de la conflictividad entre dos imperios el genocidio no puede ser protagonista de una confrontación.
EL NORTE FUE SU PRAGMATISMO
Se ha comentado hasta la saciedad los errores cometidos por el gobierno americano para empujarlo hacia el bloque soviético. Ese freno aupado por la mentalidad de dominio sobre América Latina seguramente influenció en la toma de decisiones sobre la gestión de los guerrilleros de la Sierra Maestra. El grave error de cálculo de la CIA se evidenció en la invasión de Playa Girón, concluida en un estruendoso fracaso, circunstancia que corroboró aún más el pésimo manejo de la nación más poderosa del mundo frente a una pequeña isla ubicada en su proximidad.
El giro hacia el llamado bloque socialista se dio por la presión americana y si lo hubiese auxiliado un modelo islámico seguramente se habría inclinado hacia esa postura. Se relacionó con Franco por razones comerciales y tuvo estrechos vínculos con los militares argentinos, con la corrupción del P.R.I. por la conducta mexicana ante el incumplimiento de las sanciones de la O.E.A., buscó a Venezuela por la hipertrofia financiera generada por el petróleo y en general se relacionó con regímenes variopintos como el de Irán, Argelia, Irak y varios del África subsahariana. Para colmo, abandonó a la guerrilla azteca del estado de Guerrero liderizada por los maestros Lucio Cabañas y Genaro Vásquez, debido a la conducta mexicana de no romper con La Habana asumida convenida por el organismo interamericano.
La Unión Soviética lo proveyó de recursos por estar a noventa millas de la Florida, vale decir, por motivos geopolíticos. Fue un gran subsidio porque intercambiaba azúcar por el oro negro en igualdad de valor aunque tuvieran precios distintos. Cuba tuvo épocas en las cuales era un exportador del excremento del diablo a pesar de no producirlo porque el excedente luego de su nivel de consumo se vendía al exterior. Sin embargo, esos ingresos no fueron invertidos sino gastados lo cual denotaba la mentalidad rentista predominante.
Al implosionar Moscú se redujo el comercio de la isla en tres cuartas partes y entró un ciclo de penurias llamado por el régimen como “período especial” delatador de la dependencia de la economía cubana de una potencia foránea. No obstante, emerge un nuevo financista, Venezuela, quien le aportó una gran cuota de barriles diarios, más de ciento veinte mil en los mejores momentos, y nuevamente revendían la diferencia en el mercado internacional obteniendo una renta por un recurso no producido en el caimán del Caribe.
Al contar con el sucedáneo del financiamiento soviético, la isla se estabilizó y volvió a ser un país exportador de petróleo sin ser productor. Adicional a la entrega petrolera, Cuba fue recipiendaria de un flujo financiero desde Venezuela que le permitía grandes beneficios a través de la triangulación comercial con otras naciones.
A cambio de las regalías Cuba proporcionó a la nación suramericana lo que sabe hacer, la disciplina y el control sobre la población. Los puertos, aeropuertos, la identificación, los registros, las notarías, la policía y los administradores de la violencia del Estado, quedaron en manos de los antillanos. Fidel Castro resolvía mediante la bonanza petrolera de Caracas la ineficaz economía cubana, incapaz de generar un proceso de producción de bienes y servicios basados en el trabajo.
Se aliaron con unas fuerzas armadas formadas en la Escuela de las Américas, esto es, anticomunistas pero sumamente corruptas. A Castro no le importó la estructuración de ese ejército, simplemente le servía a sus designios.
UNA REVOLUCIÒN ENCUBRIDORA DE UNA DICTADURA
El modelo político de la mayor de las Antillas fue una cerrada dictadura y para maquillarla se empleó la justicia social como subterfugio para cualquier atrocidad. La situación de iniquidad fue arropada con un proceso denominado revolución en el cual subyacía un militarismo sin igual. Se justificaba maquiavélicamente cualquier iniciativa por dura que fuera en aras de un presunto cambio de estructura de la sociedad.
Se produjo una exclusión del gobierno de quienes no coincidían con los partidos gobernantes (Movimiento 26 de Julio, Directorio Revolucionario y Partidos Socialista Popular), después fusionados en la Organización de Revolucionarios Integrados (O.R.I.), luego Partido Unido de la Revolución Socialista (P.U.R.S) y finalmente con el nombre de Partido Comunista Cubano. Se reprimió y persiguió a los socialdemócratas, demócratas cristianos, trotskistas, maoístas y anarquistas. Era un nuevo bolchevismo como el llevado a cabo por Lenin, Trotsky y Stalin en la Unión Soviética. Una sola verdad, una sola ideología, un solo movimiento político y una visión del mundo deforme.
Para agradecer la ayuda soviética, Cuba se alineó con Moscú en la disputa ruso-china. El mayor de los Castro tuvo que prescindir del Che Guevara porque era un óbice en su relación con los soviéticos. Para ello lo aupó en su aventura, primero en África y luego en Bolivia, a donde acudió para suicidarse dada la imposibilidad de éxito alguno en el altiplano donde era un extraño, blanco y argentino.
Fidel llegó al colmo de dar un paso al frente ante la invasión a Checoslovaquia cuando ocurrió la Primavera de Praga. Estuvo con la agresión del Pacto de Varsovia ante la insurrección del pueblo checo frente un esquema político autoritario y asfixiante.
Cuba nunca fue una economía productiva sino tradicional. Primero dependió de la caña de azúcar, luego del níquel, las remesas de los cubanos en el exterior, del turismo y finalmente del petróleo venezolano como lo fue antes el soviético. Poco valor agregado en sus productos y mercancías al ser una experiencia primaria. Apenas algunos esfuerzos, perdidos a la postre, en la biotecnología.
En el plano social la pobreza fue la marca de fábrica de la isla aunque la nomenklatura siempre estuvo con niveles de vida de un país de desarrollo sostenido. La igualdad se materializó a través de la inopia que invadió todos los estratos. Todos debían ser pobres y dependientes del Estado. Formaron personas mesiánicas esperando la égida del aparato de dominación al cual debían agradecimiento. Toda una concepción orweliana del big brother.
Para sostener esa situación de necesidad y evitar conflictividad Fidel Castro requirió de un formidable instrumento de represión y supervisión de las personas. Un magistral equipo policial integrado por los Comités de Defensa de la Revolución (C.D.R.), organismo represivo en cada manzana y cuadra; las milicias del Ministerio del Interior y las Fuerzas Armadas Revolucionarias, constituyó el eje del instrumento disuasivo y de represión sobre los hombres y mujeres del territorio insular. El G-2, ente de información formada por la Stasi, el cuerpo de inteligencia de la República Democrática Alemana heredera de la Gestapo cuando los soviéticos se apropiaron de esa organización en el proceso de repartición de Alemania llevado a cabo por los aliados Cualquier disidencia era aplastada de inmediato para impedir la posibilidad de cambio.
Adicionalmente a la coerción e intimidación el poder se reforzó con actividades complementarias. Una educación dogmática e ideologizada donde se estudia solo lo que el Estado desea. Ni siquiera autores marxistas diferentes se permitía como León Trotsky, los consejistas como Otto Rhule, Anton Pannekoek, Paul Mattick y Karl Korsch, tampoco Rosa Luxemburgo y ni qué decir de los pensadores ácratas, de la Escuela de Frankfurt ni de los posestructuralistas franceses.
El neolenguaje revolucionario compuesto por una terminología limitada donde se exponía el relato del poder. La ideología, entendida en el sentido althuseriano, como deformación de la realidad se hizo tangible en el mundo fidelista. Mitos bien acentuados alrededor de la salud pública, la educación y el deporte, fueron promovidos hasta la saciedad.
En síntesis, un modelo totalitario decorado con un lampedusianismo sin límites. Una corte de adulantes de la cúpula y el gran logro del esquema cubano: el conformismo de la gente acostumbrada a vivir mal en una mezcla de temor, miedo, intimidación y limitación de la existencia.
EL CULTO A LA PERSONALIDAD
Una de las características del comunismo cubano es el culto al líder. El Comandante en jefe, el fundador de la revolución o simplemente Fidel, resumen el liderazgo mesiánico elaborado. Todo se resuelve en última instancia mediante la voluntad de Castro. Desde el juicio al general Ochoa hasta la decisión de apoyar o no a los estalinistas que derrocaron a Gorbachov, siempre contaban con la palabra determinante del gran caudillo.
Fidel Castro se regocijaba de no haber en su país ninguna ciudad con su nombre ni fábrica ni calle así como tampoco esculturas con su imagen. Sin embargo, la iconografía oficial siempre presenta a su figura en fotografías, afiches, pancartas y la promoción de textos de sus pensamientos a lo largo y ancho de la isla.
La egolatría de Fidel es proverbial. Todo, absolutamente todo, se asume de la manera como lo piensa el gran conductor. Ocupa múltiples espacios del poder porque no existe ninguna cultura de participación sino la toma de decisiones es totalmente vertical expresada por el hombre de Biràn. Era un perfecto megalómano.
LA ASTUCIA Y LA AUDACIA
Inmediato a su muerte, el periodista John Lee Anderson, biógrafo del Che Guevara, publicó un trabajo sobre la personalidad de Castro. Explicó que la astucia fue su rasgo definitorio y lo que llamó “cubanadas” o embaucamiento en muchas coyunturas tales como el envío del lumpen a Estados Unidos cuando el éxodo de Mariel, el aprovechamiento de la experiencia bélica en África y de la lucha contra el apartheid en Suráfrica, son los elementos habilidosos ante hechos históricos acontecidos.
Ciertamente, cuando la época del racismo más abyecto en la nación del África austral Cuba apoyó a Nelson Mandela y al Consejo Nacional Africano al brindarle solidaridad. Por supuesto, estuvo dibujada por la relación con la Unión Soviética, cuya cúpula le exigió intervenir en Angola para combatir al lado del MPLA contra Jonas Savinbi, líder de UNITA soportado por Suráfrica; y Holden Roberto, cuñado del dictador de Zaire Mobutu.
La presencia militar cubana, con reclutas engañados, fue decisiva para la estabilidad del régimen de Agostinho Neto. La batalla de Cuito Canavale concluyó con la retirada de los racistas de Angola, estableció la paz en ese país y además, dio la independencia a Namibia, ocupada ilegalmente por el gobierno de Pretoria.
Haber ido a África dio a Castro la oportunidad de relacionarse con distintas naciones de ese continente y participar y asesorar a gestiones marxistas en Somalia, Etiopía, Mozambique, Cabo Verde, Guinea Bisseau, Burkina Faso, los dos Congos (Kinshasha y Brazzaville) y Argelia. Le otorgó un prestigio internacional por la eficacia bélica aunque fuera en nombre de la potencia soviética.
EL CAPITALISMO DE ESTADO
El marxismo cubano siempre habla de una economía socialista inexistente en los hechos. El modo de producción es eminentemente capitalista regentado, administrado y gerenciado por el Estado. La plusvalía generada por los trabajadores es mayor que la de las transnacionales. Es mano de obra esclava y barata laborando en el sector turismo y ahora se presenta como vitrina para la zona económica especial en el puerto de Mariel, aledaño a La Habana, una atracción para las grandes corporaciones.
El Producto Interno Bruto es mayoritariamente, casi total, generado por el sector público. No existe el privado pero tampoco la autogestión o la economía social como opción frente al Estado todopoderoso. Apenas algunas iniciativas permitidas ante tantas calamidades como los pequeños restaurantes conocidos como paladares y actividades comerciales limitadas.
NUNCA HUBO LA POSIBILIDAD DE CAMBIO
Sectores de la izquierda internacional pretenden reivindicar los primeros momentos de la revolución como realmente transformadores y circunscriben esa iniciativa en el Che Guevara. El cartabón político estatuido en La Habana es la reproducción del soviético, el norcoreano, el yugoslavo y el de Ceaucesco. Es una formación pétrea sin posibilidad de cambio y cada día el Estado se consolida como alfa y omega de la vida. Es una tendencia irreversible e ineluctable, la cotidianidad se rige por el instrumento de dominación y quienes lo controlan son los dueños del país. Fatalmente esa era la dialéctica del devenir porque se trata de una estructura rígida.
Todas las experiencias reproducidas concluyen en el mismo resultado. La tesis de que el socialismo terminará en el comunismo cuando se elimine el Estado es falsa. La realidad es que se conforma, mediante la práctica social de la dictadura del proletariado, un Estado omnipotente, ingente e incontrolable y a cada instante se aleja de su desaparición.
El Estado cubano hoy en día es infinitamente más fuerte que en el año 1959 y el liderazgo de Fidel Castro es el ojo controlador de la actividad cotidiana de la población, incluso hasta después de su muerte. La sociedad está oprimida por los detentadores del poder en todas las dimensiones imaginables.
OLIVER STONE Y SU COMANDANTE
El conocido cineasta americano rodó un filme sobre Fidel Castro denominado “Comandante” en el formato documental con largas entrevistas. Evidentemente fue una película promotora de la imagen del máximo jefe cubano pero lo que más llama la atención son las respuestas del barbudo siempre haciendo referencias a la crisis de cohetes y a la invasión de Bahía de Cochinos, con lo cual sostenía el apego al pasado sin valorar al presente y obviamente tampoco al futuro.
El texto entrevista de Bárbara Walter y la conversación con Frai Betto también cumplieron el rol de publicidad a Castro. Asimismo, Jean Paul Sartre realizó un reportaje intitulado “Huracán sobre el azúcar” donde lo alababa. Pronto ese entusiasmo por Cuba que lo llevaba a visitarla junto a su compañera Simone de Beauvoir en los yates de lujo, se le esfumó cuando comprobó, ante unas denuncias hechas en Francia, que la revolución que tanto loaba era homofóbica y excluía dentro de su seno a la diversidad sexual.
PALABRAS A LOS INTELECTUALES
Esta proclama documentada por el presidente de Cuba se orientó hacia la intelligentzia antillana. Fue una orden para que toda la producción de ideas efectuada por los pensadores, escritores y artistas fueran cumplida en el contexto de favorecer al régimen y cuando disentían la cárcel los esperaba. Con la revolución todo contra la revolución nada, fueron los términos empleados por el mayor de los Castro para intimidar a los trabajadores del intelecto.
Esta tendencia no es innovadora. Todas las experiencias del socialismo autoritario apuntaron a perseguir a los intelectuales, vistos como unos pequeños burgueses en el argot leninista, quienes podían acompañar a los trabajadores (léase el Estado) pero no discrepar.
El caso de los bolcheviques fue patético. Luego del gran esfuerzo de los artistas para sacar sus obras a la calle y crear movimientos en las artes plásticas para romper con la vieja cultura, hubo una reacción del aparato oficial por el miedo a la creación. Kashmir Malevich, Olga Rozanova, Naum Gabo, Kandiski, Antoine Pevner y Vladimir Tatlin, entre otros, fundaron el rayonismo y el suprematismo como corrientes acordes con un cambio social. Fue la irrupción del abstraccionismo geométrico en pleno apogeo en los inicios del siglo veinte.
Los artistas tuvieron que emigrar so pena de persecución. Algunos se fueron a la Bauhaus en Alemania y de nuevo hicieron mutis ante el acoso de los nazis hacia Estados Unidos y algunos países europeos. Stalin impuso una expresión artística limitada llamada “realismo socialista” donde un obrero empuñando su mano aparecía con frecuencia. Solo Vladimir Tatlin hubo de abjurar de su anterior propuesta. En el ámbito narrativo, Boris Pasternak no pudo recibir el premio Nobel de Literatura y su obra más conocida, la novela el Doctor Zhivago, fue prohibida por considerarse pornográfica. El absurdo exponencial.
El ingeniero francés René Dumont publicó un interesante trabajo conocido como Cuba, ¿Es socialista?, donde acota los rasgos contrarios a una experiencia de cambio social. Allí analiza desde la economía hasta los valores de la sociedad y llega a la conclusión de no haber encontrado ninguna muestra de socialismo en ese país. Fue tildado de agente de la CIA y otros improperios característico del estalinismo cuando busca descalificar para esconder sus debilidades conceptuales.
El régimen fidelista reprimió a muchos escritores como Lezama Lima, al poeta Heberto Padilla, a quien obligaron a confesar una autocrìtica, y a Reynaldo Arenas por su homosexualidad. El arte, la narrativa, el ensayo, la poesía, la filosofía, la sociología, el teatro y todos los efluvios artísticos fueron empleados por el poder para, en forma panfletaria, promover el presunto cambio ocurrido en La Habana. La nueva trova fue una extensión de tal orientación, teniendo como ejes a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés y el grupo Irakere, al igual que la literatura fundación, sintetizada por Miguel Barnet con la obra “Me llamo Rigoberta Menchú y así nació mi conciencia”. Arturo Sandoval y Paquito de Rivera, antiguos miembros del mencionado grupo de jazz, no soportaron tanta presión y salieron de la isla.
Algunas concesiones hizo el régimen en ciertas películas donde aparecían tímidas críticas. También haber permitido al novelista Leonardo Padura escribir sobre Trotsky en “El hombre que amaba los perros” y reflejos de la cotidianidad cubana en “Herejes”. Mas en general, no se ha dado apertura a la óptica crítica y hacer referencias a cualquier utopía.
EL INTELECTO INTERNACIONAL
Al inicio fue casi unánime el apoyo de los pensadores al gobierno de Fidel Castro pero al paso de los años siguió un palmario desencanto. Mario Vargas Llosa, Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Ernesto Cardenal, José Saramago y Gabriel García Márquez. Todos, excepto el último convertido en su amigo personal, condenaron al fidelismo por ser opuesto a la libertad.
Actualmente se ha reducido considerablemente la simpatía de los pensadores, artistas y escritores hacia la revolución cubana y los hermanos Castro. Las denuncias de violación de los derechos humanos, las confesiones y autocríticas arrancadas coactivamente, la prohibición de sindicatos independientes, la homofobia, la erradicación de publicaciones críticas y las persecuciones a quienes piensan diferente, conforman muchos de los motivos por los cuales se ha desplomado Fidel Castro en la antigua admiración hacia su figura.
LA TRICONTINENTAL Y LA OSPAAL
La lucha de la Sierra Maestra fue un modelo a reproducir por los movimientos guerrilleros de Latinoamérica. Esa experiencia triunfante fue un acicate para la izquierda de la región, la cual pensó en su aplicación mecánica con resultados nada satisfactorios. El caso venezolano fue un ejemplo de ello porque siendo un país urbano se promovió una lucha rural y las expectativas de una democracia representativa en curso no fue comprendida en su plenitud por los partidos de la siniestra nacional. Domingo Alberto Rangel confesaba que el Che Guevara les increpara el error de la lucha armada por la existencia de un modelo formal que acreditaba otra respuesta y no una emocional.
En el ámbito de esa emocionalidad concretada por la teoría del foco guerrillero sostenida por el periodista francés Regis Debray, Fidel Castro tomó la iniciativa de crear una institucionalidad de todos esos movimientos armados. A tal efecto convocó en La Habana al encuentro de la Tricontinental en la cual las formaciones revolucionarias de Asia, África y América Latina, se reunían para trazar estrategias comunes y coordinarlas. Nació la OSPAAAL (Organización de la Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina), ente coordinador de las luchas en las tres regiones mencionadas y la OLAS por los grupos de la región suramericana y caribeña.
Fue un momento estelar en la vida del barbudo porque pudo encontrar en ese inmenso instante de confrontación la vía para ser el eje de la resistencia en contra del colonialismo en descenso y de los pueblos enfrentados a occidente en plena guerra fría. Sin embargo, a mediano plazo esta iniciativa perdió fuerza por las derrotas de los irregulares en varios países y los conflictos ideológicos del bloque socialista (revisionistas, maoísta, albaneses y yugoslavo amén de la idea Zuche de Kim Il Sung).
FIDEL CASTRO Y VENEZUELA
Fidel Castro tiene un lugar destacado en la historia contemporánea venezolana. Ese sitio se debe a múltiples nexos, desde su visita a Caracas en el año 1959 cuando se entrevistó con el presidente Rómulo Betancourt y participó en un mitin en la Plaza O’Leary donde ejerció sus dotes oratorias. Más allá de la anécdota según la cual le pidió recursos financieros al guatireño y éste se los negó, hubo cierto enfrentamiento entre ambos por las posiciones asumidas en la guerra fría. Betancourt se colocó en la acera de occidente de manera incondicional y Castro a la postre lo hizo con el bloque soviético.
En los años siguientes, con la ida de los jóvenes de izquierda a las montañas, se produjo el distanciamiento total entre los dos presidentes. La chispa que desbordó todo fue la llegada a Machurucuto de varios guerrilleros venezolanos a la sazón residenciados en La Habana junto a algunos militares cubanos, que terminó en un fracaso.
Betancourt denunció el caso en la O.E.A. y se produjo la expulsión de Cuba del organismo interamericano. La situación continuó tirante pero ante la derrota política y militar de la izquierda venezolana con el tiempo se disipó. La primera gestión de Carlos Andrés Pérez, en medio de su pragmatismo, hubo un acercamiento a La Habana. Luego se flexibilizó la relación e incluso en el segundo gobierno de Pérez, cuando hubo el levantamiento del 4 de febrero de 1992, Castro declaró su rechazo al intento de golpe.
El punto de inflexión llegó cuando durante el gobierno de Rafael Caldera fue recibido en Caracas Mas Canosa, presidente de una organización anticastrista de Miami, la Fundación Cubano Americana. Castro ripostó esperando en el Aeropuerto José Martí a Hugo Chávez, recién excarcelado, con cuasi honores de Jefe de Estado. Allí se estatuyó la vinculación entre estos dos personajes para siempre.
Después del triunfo electoral de Chávez en el año 1999 hubo un gran nexo entre los dos gobiernos. Pero esa proximidad se transformó en una colaboración en gran escala. Mientras Venezuela proveía crudo a Cuba, recibía asesoría en materia de seguridad, salud y deportes. La entrega petrolera era excedentaria y eso concedía a la ínsula ser un cómodo exportador de oro negro tomando oxígeno su alicaída economía.
Chávez permitió la entrada del G-2 al país y penetró a los organismos de seguridad, del cuerpo armado y organismos del Estado como los Bolipuertos, los aeropuertos, los registros y notarías y la cedulación con emigración incluida. Esta circunstancia permitió reeditar el modelo cubano de dominación, con una militarización exacerbada, un aparato represivo en movimiento incluyendo a varios tipos de policía, paramilitares llamados “colectivos”, pranes gerenciando las cárceles, bandas delictivas dominando las denominadas “zonas de paz” y en general, una sensación de inseguridad para amedrentar a la gente y establecer fácticamente un estado de sitio.
Asimismo, la asesoría en materia política y económica general creó los operativos con el cognomento de misiones con los cuales planes de naturaleza asistencialistas y circunstanciales se transformaron en permanentes. Esta iniciativa causó ventajas electorales y preparó a las personas a depender cada vez del Estado al liquidarse el sector industrial y el agrícola y reemplazar tal carencia con ingentes importaciones.
Venezuela aplicó con éxito el esquema de Fidel Castro por su eficacia dado que comenzó a funcionar como lo hizo allá, con las consecuencias nefastas en materia económica, social y cultural, que ha llevado a la crisis más profunda desde la guerra de independencia y la federal. La hiperinflación, la recesión, la escasez, el desabastecimiento, la inseguridad, el parasitismo popular, el rentismo, el extractivismo, la desmoralización y la baja autoestima, son la fachada repetida de la cultura habanera.
EL LEGADO CASTRISTA
Muchas son las especulaciones acerca de las secuelas de las ideas, proyectos y programas de Fidel Castro hacia América Latina y los pueblos del tercer mundo. Unos, acérrimos adversarios desde un ángulo conservador y tradicional; otros, seguidores incondicionales del comandante; y en tercer términos, quienes pueden apreciarlo críticamente.
Fidel Castro deja un modelo exitoso y fracasado al mismo tiempo debido al ángulo con el cual se aprecie. El eficaz se detecta por haber construido un régimen fundado en la fuerza y la disciplina sobre la población. Supo sobrevivir a muchas vicisitudes y hoy por hoy tiene más poder al detentado en los años sesenta. Quizá no tiene el apoyo popular de antaño pero tiene un formidable aparato estatal, militar y policial garante de estabilidad por encima de los problemas económicos sociales ostensibles.
El inventario se cierra con un cartabón político, económico, social y cultural precario. La desigualdad cubana se ve en la pobreza y exclusión social de los moradores insulares, la ausencia de una economía productiva y fundada en el esfuerzo, la intolerancia hacia quienes disienten, la represión y persecución contra opositores, la omnipresencia policial, militar y paramilitar en todas las instancias de la vida, la militarización absoluta de la sociedad con los administradores de la violencia del Estado manejando empresas y actividades fuera de su competencia, la promoción de la violaciones de los derechos humanos con cárceles infernales, tortura y asesinatos, el estímulo a la homofobia, el machismo y el racismo así como el resentimiento, la resurrección de las trabajadores sexuales y la especulación indiscriminada.
Los niveles deportivos, educativos y de salud, baluartes en cierta época de la experiencia gubernamental, han decaído de manera apodíctica. Ya no está entre los primeros diez lugares de los juegos olímpicos, el béisbol ha sufrido un declive e incluso el boxeo ya no tiene el palmarés de la época de Teófilo Stevenson. La educación se orienta hacia la repetición de los manuales de marxismo dogmático como los de Martha Harneker, y la especialización, como el de la Universidad de Ciencias Informáticas, en el espionaje y represión de las personas. Sobre la salud ya es un hecho conocido que los hospitales ya no prestan el servicio inicial con una planta física endeble y los medicamentos no tienen la calidad anterior.
Los adversarios implacables del comandante se manejan como si estuvieran en la guerra fría y mantienen un anticomunismo de esa época. Van desde amplios sectores del exilio de Florida hasta posturas extremistas del Partido Republicano de Estados Unidos, la derecha latinoamericana y la europea. Hablan un lenguaje reaccionario y le imputan ser un agente infernal del comunismo.
Sus acólitos provienen de los grupos marxistas de América Latina, África, Asia y círculos intelectuales americanos y europeos. Reivindican su antiyanquismo y el apoyo pretérito a los movimientos de liberación cuando la descolonización, amén del culto a la personalidad y los efluvios ideológicos del leninismo tradicional. Es una suerte de catecismo donde todo se justifica en aras del maquiavelismo de la revolución.
Quienes lo confrontan desde una postura distinta, lo valoran como un dictador con una enorme capacidad de manipulación, intolerante, autoritario, hábil, oportuno, militarista, con un aprendizaje basado en su experiencia de más de cincuenta años de protagonismo y por encima de todo, una muestra del ejercicio absoluto del poder con la connotación menos democrática así significada y ser un negador de la libertad.
Es el significante de toda una época enmarcada en la pugna este-oeste, siempre en el ojo del huracán mediático, a pesar de su indubitable estigma autocrático, con efectos en muchos espacios como lo demuestran las exequias a las cuales han comparecido muchos Jefes de Estado y hasta televisoras como C.N.N., ubicada en la rivera opuesta, le hace seguimiento al espectáculo representado por sus funerales. Ha pasado a mejor vida un personaje odiado y amado pero con un incuestionable carisma y haber sido una expresión del militarismo y el autoritarismo más intransigente. Ha fenecido de manera tranquila, como Luis Augusto Pinochet, Francisco Franco y Juan Vicente Gómez, probablemente el último de los estalinistas latinoamericano.
Es un enigma lo que pueda ocurrir en Cuba porque está su hermano Raúl Castro, siempre el segundo en el orden de sucesión, acompañado de una élite burocratizada con diáfanos intereses qué defender. Mas, sin lugar a hesitación alguna, desaparece un símbolo de un largo despotismo instalado en el mar Caribe supérstite de una confrontación ya superada con la caída del muro de Berlín.
En los años siguientes, con la ida de los jóvenes de izquierda a las montañas, se produjo el distanciamiento total entre los dos presidentes. La chispa que desbordó todo fue la llegada a Machurucuto de varios guerrilleros venezolanos a la sazón residenciados en La Habana junto a algunos militares cubanos, que terminó en un fracaso.
Betancourt denunció el caso en la O.E.A. y se produjo la expulsión de Cuba del organismo interamericano. La situación continuó tirante pero ante la derrota política y militar de la izquierda venezolana con el tiempo se disipó. La primera gestión de Carlos Andrés Pérez, en medio de su pragmatismo, hubo un acercamiento a La Habana. Luego se flexibilizó la relación e incluso en el segundo gobierno de Pérez, cuando hubo el levantamiento del 4 de febrero de 1992, Castro declaró su rechazo al intento de golpe.
El punto de inflexión llegó cuando durante el gobierno de Rafael Caldera fue recibido en Caracas Mas Canosa, presidente de una organización anticastrista de Miami, la Fundación Cubano Americana. Castro ripostó esperando en el Aeropuerto José Martí a Hugo Chávez, recién excarcelado, con cuasi honores de Jefe de Estado. Allí se estatuyó la vinculación entre estos dos personajes para siempre.
Después del triunfo electoral de Chávez en el año 1999 hubo un gran nexo entre los dos gobiernos. Pero esa proximidad se transformó en una colaboración en gran escala. Mientras Venezuela proveía crudo a Cuba, recibía asesoría en materia de seguridad, salud y deportes. La entrega petrolera era excedentaria y eso concedía a la ínsula ser un cómodo exportador de oro negro tomando oxígeno su alicaída economía.
Chávez permitió la entrada del G-2 al país y penetró a los organismos de seguridad, del cuerpo armado y organismos del Estado como los Bolipuertos, los aeropuertos, los registros y notarías y la cedulación con emigración incluida. Esta circunstancia permitió reeditar el modelo cubano de dominación, con una militarización exacerbada, un aparato represivo en movimiento incluyendo a varios tipos de policía, paramilitares llamados “colectivos”, pranes gerenciando las cárceles, bandas delictivas dominando las denominadas “zonas de paz” y en general, una sensación de inseguridad para amedrentar a la gente y establecer fácticamente un estado de sitio.
Asimismo, la asesoría en materia política y económica general creó los operativos con el cognomento de misiones con los cuales planes de naturaleza asistencialistas y circunstanciales se transformaron en permanentes. Esta iniciativa causó ventajas electorales y preparó a las personas a depender cada vez del Estado al liquidarse el sector industrial y el agrícola y reemplazar tal carencia con ingentes importaciones.
Venezuela aplicó con éxito el esquema de Fidel Castro por su eficacia dado que comenzó a funcionar como lo hizo allá, con las consecuencias nefastas en materia económica, social y cultural, que ha llevado a la crisis más profunda desde la guerra de independencia y la federal. La hiperinflación, la recesión, la escasez, el desabastecimiento, la inseguridad, el parasitismo popular, el rentismo, el extractivismo, la desmoralización y la baja autoestima, son la fachada repetida de la cultura habanera.
EL LEGADO CASTRISTA
Muchas son las especulaciones acerca de las secuelas de las ideas, proyectos y programas de Fidel Castro hacia América Latina y los pueblos del tercer mundo. Unos, acérrimos adversarios desde un ángulo conservador y tradicional; otros, seguidores incondicionales del comandante; y en tercer términos, quienes pueden apreciarlo críticamente.
Fidel Castro deja un modelo exitoso y fracasado al mismo tiempo debido al ángulo con el cual se aprecie. El eficaz se detecta por haber construido un régimen fundado en la fuerza y la disciplina sobre la población. Supo sobrevivir a muchas vicisitudes y hoy por hoy tiene más poder al detentado en los años sesenta. Quizá no tiene el apoyo popular de antaño pero tiene un formidable aparato estatal, militar y policial garante de estabilidad por encima de los problemas económicos sociales ostensibles.
El inventario se cierra con un cartabón político, económico, social y cultural precario. La desigualdad cubana se ve en la pobreza y exclusión social de los moradores insulares, la ausencia de una economía productiva y fundada en el esfuerzo, la intolerancia hacia quienes disienten, la represión y persecución contra opositores, la omnipresencia policial, militar y paramilitar en todas las instancias de la vida, la militarización absoluta de la sociedad con los administradores de la violencia del Estado manejando empresas y actividades fuera de su competencia, la promoción de la violaciones de los derechos humanos con cárceles infernales, tortura y asesinatos, el estímulo a la homofobia, el machismo y el racismo así como el resentimiento, la resurrección de las trabajadores sexuales y la especulación indiscriminada.
Los niveles deportivos, educativos y de salud, baluartes en cierta época de la experiencia gubernamental, han decaído de manera apodíctica. Ya no está entre los primeros diez lugares de los juegos olímpicos, el béisbol ha sufrido un declive e incluso el boxeo ya no tiene el palmarés de la época de Teófilo Stevenson. La educación se orienta hacia la repetición de los manuales de marxismo dogmático como los de Martha Harneker, y la especialización, como el de la Universidad de Ciencias Informáticas, en el espionaje y represión de las personas. Sobre la salud ya es un hecho conocido que los hospitales ya no prestan el servicio inicial con una planta física endeble y los medicamentos no tienen la calidad anterior.
Los adversarios implacables del comandante se manejan como si estuvieran en la guerra fría y mantienen un anticomunismo de esa época. Van desde amplios sectores del exilio de Florida hasta posturas extremistas del Partido Republicano de Estados Unidos, la derecha latinoamericana y la europea. Hablan un lenguaje reaccionario y le imputan ser un agente infernal del comunismo.
Sus acólitos provienen de los grupos marxistas de América Latina, África, Asia y círculos intelectuales americanos y europeos. Reivindican su antiyanquismo y el apoyo pretérito a los movimientos de liberación cuando la descolonización, amén del culto a la personalidad y los efluvios ideológicos del leninismo tradicional. Es una suerte de catecismo donde todo se justifica en aras del maquiavelismo de la revolución.
Quienes lo confrontan desde una postura distinta, lo valoran como un dictador con una enorme capacidad de manipulación, intolerante, autoritario, hábil, oportuno, militarista, con un aprendizaje basado en su experiencia de más de cincuenta años de protagonismo y por encima de todo, una muestra del ejercicio absoluto del poder con la connotación menos democrática así significada y ser un negador de la libertad.
Es el significante de toda una época enmarcada en la pugna este-oeste, siempre en el ojo del huracán mediático, a pesar de su indubitable estigma autocrático, con efectos en muchos espacios como lo demuestran las exequias a las cuales han comparecido muchos Jefes de Estado y hasta televisoras como C.N.N., ubicada en la rivera opuesta, le hace seguimiento al espectáculo representado por sus funerales. Ha pasado a mejor vida un personaje odiado y amado pero con un incuestionable carisma y haber sido una expresión del militarismo y el autoritarismo más intransigente. Ha fenecido de manera tranquila, como Luis Augusto Pinochet, Francisco Franco y Juan Vicente Gómez, probablemente el último de los estalinistas latinoamericano.
Es un enigma lo que pueda ocurrir en Cuba porque está su hermano Raúl Castro, siempre el segundo en el orden de sucesión, acompañado de una élite burocratizada con diáfanos intereses qué defender. Mas, sin lugar a hesitación alguna, desaparece un símbolo de un largo despotismo instalado en el mar Caribe supérstite de una confrontación ya superada con la caída del muro de Berlín.
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