Gustavo Godoy
Los nacionalistas asumen que nuestro planeta está dividido en pequeños lugares separados por fronteras muy bien definidas. Se cree que las personas que han nacido dentro un lugar en particular comparten una identidad común con todas las personas del mismo lugar y del igual modo se diferencian de las personas nacidas en otros lugares. Según los nacionalistas, es el deber de cada individuo amar y defender el país que le toco nacer. El nacionalismo es la noción en la cual una persona pertenece a un grupo específico dentro un lugar específico. En este caso, el destino del individuo está predestinado por su origen. Por lo tanto, su personalidad, su lealtad y sus gustos deben limitarse a la realidad colectiva predominante dentro de la estructura nacional. Todo aquello que esta fuera de estas fronteras artificiales es considerando como ajeno, extranjero y en cierto modo irrelevante. Dentro de esta ideología, el patriotismo es estimulado por las instituciones nacionales y existe la inclinación de creer que el país donde uno nació es el mejor, el más bello, y el más noble entre todos los países. El primer deber es defender el interés nacional y alejar las influencias externas. Las expresiones de orgullo nacional son comunes en el mundo. Las personas rinden homenajes a sus banderas y cantan sus himnos con gran sentimiento como muestras de amor y pertenencia. No es raro que la gente manifieste públicamente el orgullo de ser estadounidense, inglés, francés, alemán, italiano, ruso, chino, español o colombiano y de vez en cuando disfrute gritar: “Somos número uno” o expresar frases como: “Definidamente, este es el país más bello del mundo”
Los nacionalistas asumen que nuestro planeta está dividido en pequeños lugares separados por fronteras muy bien definidas. Se cree que las personas que han nacido dentro un lugar en particular comparten una identidad común con todas las personas del mismo lugar y del igual modo se diferencian de las personas nacidas en otros lugares. Según los nacionalistas, es el deber de cada individuo amar y defender el país que le toco nacer. El nacionalismo es la noción en la cual una persona pertenece a un grupo específico dentro un lugar específico. En este caso, el destino del individuo está predestinado por su origen. Por lo tanto, su personalidad, su lealtad y sus gustos deben limitarse a la realidad colectiva predominante dentro de la estructura nacional. Todo aquello que esta fuera de estas fronteras artificiales es considerando como ajeno, extranjero y en cierto modo irrelevante. Dentro de esta ideología, el patriotismo es estimulado por las instituciones nacionales y existe la inclinación de creer que el país donde uno nació es el mejor, el más bello, y el más noble entre todos los países. El primer deber es defender el interés nacional y alejar las influencias externas. Las expresiones de orgullo nacional son comunes en el mundo. Las personas rinden homenajes a sus banderas y cantan sus himnos con gran sentimiento como muestras de amor y pertenencia. No es raro que la gente manifieste públicamente el orgullo de ser estadounidense, inglés, francés, alemán, italiano, ruso, chino, español o colombiano y de vez en cuando disfrute gritar: “Somos número uno” o expresar frases como: “Definidamente, este es el país más bello del mundo”
El nacionalismo desde sus inicios estuvo estrechamente ligado los conceptos de raza, estado y territorio. Entonces, por lo general el nacionalista promueve la idea de pureza, orden, y espacio propio. En la actualidad, es un fenómeno tan arraigado en la sociedad moderna que es visto como algo natural e incluso deseable. Sin embargo, este es una construcción sociopolítica relativamente reciente difundida sistemáticamente por todo mundo como una de las doctrinas angulares del imperialismo Europeo. El nacionalismo inicialmente fue creado como una política de estado para apoyar a los monarcas de la época con sus planes de dominación. Ahora es algo común y normal, pero eso no siempre fue así. Por ejemplo, en el siglo XVIII, sobre todo en Francia, empezó a crecer un fuerte entusiasmo por los pueblos diferentes y extraños existentes más allá de las fronteras europeas. Las personas cultas anhelaban captar espiritualmente todas las culturas del planeta en la forma de un nuevo humanismo que se difundió por toda la Europa del periodo. El arte de otras latitudes era valorado y admirado. Las personas se interesaron por las pinturas orientales, las costumbres de los aborígenes, los idiomas foráneos y los paisajes de tierras ajenas. Los extranjeros no eran considerados como un peligro o molestos intrusos, sino como seres humanos de igual valor. El provincialismo heredado de la edad media se sustituyó gradualmente por una visión mucho más universal y cosmopolita que antes. Eso lo podemos apreciar hoy muy fácilmente en la literatura de la época.
Este movimiento dio la bienvenida a un sentido de fraternidad planetaria, un genuino deseo por aprender de los demás y la querencia por disfrutar la diversidad de la humanidad. Con el tiempo, este progreso humanista se vio entorpecido con la implementación de los estados nacionales y el imperialismo europeo que comenzó en el siglo XIX. Hoy en día todos los países modernos se rigen prácticamente bajo el sistema de estado-nación desarrollado en Europa.
La unión artificial entre sangre,ley y geografía tiende a producir un peligroso efecto psicológico en el individuo. La persona al fusionar su carácte individual a carácter nacional se ve tentado a creer que debe colocar a su pequeña tribu por encima de la humanidad, que debe aceptar los valores de sus paisanos por encima de los principios de verdad y justicia, y que debe considerar a su diminuta provincia como el mundo entero. No podemos ser tan estrechos y miopes.
En realidad, el individuo es una mezcla única que no se puede etiquetar. De hecho, la humanidad es una; y su país es el planeta todo.
La unión artificial entre sangre,ley y geografía tiende a producir un peligroso efecto psicológico en el individuo. La persona al fusionar su carácte individual a carácter nacional se ve tentado a creer que debe colocar a su pequeña tribu por encima de la humanidad, que debe aceptar los valores de sus paisanos por encima de los principios de verdad y justicia, y que debe considerar a su diminuta provincia como el mundo entero. No podemos ser tan estrechos y miopes.
En realidad, el individuo es una mezcla única que no se puede etiquetar. De hecho, la humanidad es una; y su país es el planeta todo.
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