J.R. López Padrino
Es evidente que nuestro país sufre una profunda crisis económica-política y social después de 18 años de "desgobierno" del pranato milico-bolivariano. Proyecto que surgió en torno a la figura de un mesías-autoritario -el tte coronel- y que luego se transformó en un movimiento populista-militarista de impronta fascista, fundamentado en distorsiones y falacias históricas, así como en una ilusoria luz libertaria. Con ello nacía el socialfascismo del siglo XXI.
Es evidente que nuestro país sufre una profunda crisis económica-política y social después de 18 años de "desgobierno" del pranato milico-bolivariano. Proyecto que surgió en torno a la figura de un mesías-autoritario -el tte coronel- y que luego se transformó en un movimiento populista-militarista de impronta fascista, fundamentado en distorsiones y falacias históricas, así como en una ilusoria luz libertaria. Con ello nacía el socialfascismo del siglo XXI.
Asombra ver que aún existan venezolanos que defiendan con pasión este proyecto fracasado. Obviamente, no me refiero aquellos que desde posiciones de poder disfrutan las mieles del narcogobierno, de la corrupción impune, y del tráfico de influencias; tampoco a los boliburgueses que se han convertido en grandes potentados, ni a los milicos que han acumulado fortunas al amparo del Estado. Me refiero a los sectores empobrecidos manipulados y enajenados que con su apoyo se hacen cómplices de esa camarilla antinacional que saquea el erario público, viola los derechos humanos, criminaliza y judicializa las luchas populares y entrega nuestras riquezas al capital transnacional.
Es evidente que desde su llegada al poder (1998) y posterior asalto del Estado (1999), el discurso fachobolivariano se ha orientado a la subordinación del individuo a la figura del tte coronel, como caudillo omnipotente del socialfascismo del siglo XXI. Proceso de subordinación en la cual ha jugado un papel determinante la manipulación deliberada e inteligente de las masas, en especial de los sectores más desposeídos económicamente por su orfandad educativa y cultural. Manejo emocional que ha buscado eliminar el libre pensar del ciudadano común, amoldando y condicionando sus mentes a los intereses del proyecto hegemónico dominante.
El socialfascismo del siglo XXI ha logrado exitosamente erradicar la conciencia crítica en muchos venezolanos, e imponer falsedades históricas a fin de lograr la adhesión de individuos a su ideario político. Destaca el papel de los medios de comunicación al servicio del proyecto quienes i) repiten sistemáticamente las mentiras oficiales ("Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad" Joseph Goebbels), ii) atribuyen a la disidencia política los errores y desaciertos de la administración ("la escasez es producto de la guerra económica del imperio"), y iii) se hacen coparticipe de una visión maniquea de los venezolanos ("patriotas y antipatriotas"). Buscan desarrollar la pasividad política, la tolerancia y luego la admiración por una forma de gobierno ejercida por un mesías providencial con poderes absolutos e ilimitados. Manipulación emocional que ha inducido a los sectores populares a actuar en contra de sus propios intereses de clase, dando muestras de abnegación, y sacrificio ilimitado ("con hambre y desempleo con Chávez yo me resteo"). Se han convertido en verdaderos esclavos modernos víctimas de un contagio emocional inducido desde el poder, divorciados de cualquier pensamiento racional.
Pero además de la manipulación emocional, el régimen ha utilizado la violencia milico-policial (agresiones, detenciones arbitrarias, práctica sistemática de la tortura) y la genuflexión del Poder Judicial al Poder Ejecutivo como herramientas para imponer la subordinación del ciudadano. La camarilla cívico-militar ha hecho uso de las leyes de la República como instrumentos de subyugación y control de las personas. Los esbirros del régimen recurren al establecimiento de redes de delatores (Sistema Popular de Protección para la Paz, Ley Orgánica de Seguridad de la Nación, 2014) como mecanismo para fortalecer el control social. Estas redes de delatores bolivarianos organizadas bajo el tutelaje de los consejos comunales, base de misiones socialistas, medios comunitarios alternativos, y los CLAP, entre otros. realizan labores de espionaje contra cualquier manifestación de disidencia a la policía oficial.
Adicionalmente el régimen fachobolivariano utiliza el estado de inseguridad alimentaria (escasez-hambre) como instrumento efectivo de control social a través de los Consejos Comunales y los CLAP. El hambre es, claro está, un hecho biológico, pero también un fenómeno social y político que el régimen ha venido utilizando como instrumento de sometimiento y sumisión de la sociedad. Históricamente el hambre ha llevado a los pueblos a niveles impensables de entrega y rendición en otras latitudes. Hoy vemos con indignación como un régimen inescrupuloso utiliza en forma siniestra la escasez de alimentos y el hambre para neutralizar y someter a los sectores populares. Estos maleantes ideológicos han politizado hasta el estómago vacío del venezolano al imponer una nueva identificación (Carnet de la Patria) para tener derecho a la alimentación.
Ante la falta de apoyo popular, la dictadura fachobolivariana profundiza el control social de los venezolanos a fin de mantenerse en el poder.
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