Rafael Gumucio
Nació el 10 de julio de 1873. Sus padres, intelectuales, vivían en Puerto Rico, por ese entonces colonia española. Belén estudió en la universidad de Barcelona y se graduó como doctora en medicina; uno de sus profesores fue Francisco Pi Margall, difusor del federalismo de Prudhon, en España. Belén simpatizó con el partido republicano federal y admiró las feministas Olimpia Gouges, Mme. Stäel, George Sand, Luisa Michel, la famosa comunera, y otras, quienes la inspiraron en la lucha por la emancipación de la mujer. A fines del siglo XIX, el anarquismo era la principal fuerza obrera campesina en Cataluña, Aragón y Andalucía. Belén lee a Bakunin y La conquista del pan, de Kropotkin, ideólogos que la acercan a los famosos ácratas. En España sufre varios atentados contra su vida, por parte de grupos ultra clericales. En 1900, Belén decide radicarse en Montevideo; cuando gobernaba la república oriental Battle y Ordóñez, famoso por sus políticas liberales. Uruguay y Costa Rica eran prácticamente los países con menor influencia religiosa, terreno fértil para que Belén pudiera difundir su pensamiento libertario. Por ese entonces el famoso conferencista, Enrique Ferri sostenía que la mujer era inferior al hombre, física e intelectualmente: Belén le recuerda que el movimiento obrero también fue considerado, en el pasado, como una clase inferior y que se necesitaron generaciones para ir superando esa situación. El órgano que no se usa, se atrofia y la mujer está enferma por los consejos de los curas y la dominación patriarcal.
Nació el 10 de julio de 1873. Sus padres, intelectuales, vivían en Puerto Rico, por ese entonces colonia española. Belén estudió en la universidad de Barcelona y se graduó como doctora en medicina; uno de sus profesores fue Francisco Pi Margall, difusor del federalismo de Prudhon, en España. Belén simpatizó con el partido republicano federal y admiró las feministas Olimpia Gouges, Mme. Stäel, George Sand, Luisa Michel, la famosa comunera, y otras, quienes la inspiraron en la lucha por la emancipación de la mujer. A fines del siglo XIX, el anarquismo era la principal fuerza obrera campesina en Cataluña, Aragón y Andalucía. Belén lee a Bakunin y La conquista del pan, de Kropotkin, ideólogos que la acercan a los famosos ácratas. En España sufre varios atentados contra su vida, por parte de grupos ultra clericales. En 1900, Belén decide radicarse en Montevideo; cuando gobernaba la república oriental Battle y Ordóñez, famoso por sus políticas liberales. Uruguay y Costa Rica eran prácticamente los países con menor influencia religiosa, terreno fértil para que Belén pudiera difundir su pensamiento libertario. Por ese entonces el famoso conferencista, Enrique Ferri sostenía que la mujer era inferior al hombre, física e intelectualmente: Belén le recuerda que el movimiento obrero también fue considerado, en el pasado, como una clase inferior y que se necesitaron generaciones para ir superando esa situación. El órgano que no se usa, se atrofia y la mujer está enferma por los consejos de los curas y la dominación patriarcal.
Durante su estadía en Uruguay dirigió el diario El liberal, en el cual escribía artículos en defensa de los niños ilegítimos, de la educación laica y de la separación de la iglesia y el estado. A fines del siglo pasado, España perdió la guerra con Estados Unidos cediéndole Filipinas, Puerto Rico y la isla Guantánamo, en Cuba. Aprovechando la escisión de la provincia de Panamá, empezó a construirse el famoso Canal, cedido por Colombia por una irrisoria suma de dinero. No contento con lo anterior, el imperio invade las repúblicas de Centroamérica y del Caribe, Haití y Santo Domingo, e interviene en la revolución mexicana. Por esos años, Belén de Sárraga se radica en América Latina: visita México, Guatemala, Costa Rica, Panamá, Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Perú, Brasil, Argentina y Chile. Describió cada uno de estos países en su obra El clericalismo en América, a través de un continente, publicado en Lisboa, en 1915.
En 1913 Belén de Sárraga llega a Chile, invitada por el diario radical La Razón, publicación dirigida por librepensadores, encabezados por los radicales. En Santiago dictó una serie de conferencias que crearon gran escándalo en los sectores clericales, incluso los fanáticos llegaron a golpear a los seguidores de la oradora. La Revista católica difamó a Belén acusándola de divorciada, de ser una mujer sin hijos, de recorrer el mundo falseando la historia, y finaliza sosteniendo “¡este es el tipo de mujer sana, sin sentimentalismos religiosos!” (Vitale y Antivilo 1999:73). A estas conferencias asistieron los famosos escritores José Santos González Vera y Manuel Rojas; el primero relata en su libro Cuando era muchacho el ambiente de efervescencia que despertaban las palabras de la famosa intelectual. Según González Vera, fue tal el amor y entusiasmo que despertó Belén que los hombres desataron los caballos y arrastraron, a viva fuerza, su carruaje hasta el hotel Oddó. Sólo había ocurrido algo parecido con Sara Bernard, que visitó Chile durante el período de Balmaceda.
A las conferencias asistían también obreros y artesanos, vestidos como caballeros que, según González Vera, parecían dominar las materias de la charla; no faltaban los gritos de ¡viva el comunismo anárquico, mueran los curas o mueran los católicos cagaleche! Recordaba Belén que en el concilio de Nicea se decidió si las mujeres tenían alma o no y sólo por dos votos se resolvió que el sexo débil tenía alma. Hubiera bastado que cualquiera de los dos votantes estuviera impedido de votar, para decretar que la mujer no tenía alma. Los cristianos siempre despreciaron a la mujer: “la mujer es la puerta del infierno”, San Ambrosio-, “la mujer no puede enseñar, no puede juzgar ni ser testigo” decía San Agustín. El abate Gaón dice que el infierno está enlozado con lenguas de mujeres. El padre Coloma, en su libro Pequeñeces pone en boca de una de las protagonistas que las mujeres descienden del rabo inquieto de una mona (Vitale y Antivilo 1999: 73). Posteriormente, Belén se embarca desde Valparaíso para cumplir una invitación de Luis Emilio Recabarren a visitar las salitreras. En Iquique es recibida por numeroso público, que la aplaude. En el pequeño pueblo de Negreiros se instalan arcos de triunfo, similares a los que recibieron al ejército triunfador de la Guerra del Pacífico. En el norte se empiezan a formar organizaciones de mujeres, llamadas “Centros de Mujeres librepensadoras Belén de Sárraga”. Luego la gira se prolonga al sur, esta vez no en barco, sino en tren, visitando Talca, Chillán, Temuco y Valdivia, ciudades donde dicta varias conferencias, que logran aglutinar a hombres y mujeres, seguidores del pensamiento de Belén. Además, es recibida apoteósicamente en Concepción y Talcahuano, cuna de las universidades laicas. Los referidos centros luchaban por el laicismo, contra “la carestía de la vida”, por el derecho al descanso dominical de las obreras, contra el alcoholismo en los sectores populares, y por la emancipación de las mujeres y contra el machismo. Hacia 1918 decaen estos centros, por la crisis y cesantía en la zona salitrera y con la aparición de los partidos populares y los sindicatos.
En su segundo viaje a Chile, en 1915, la situación ha cambiado: los radicales, cada vez más comprometidos con el sistema político, han abandonado sus posturas anticlericales. En las elecciones presidenciales de ese año se presentó como candidato de una coalición con los conservadores, el viejo especulador de la Bolsa y marrullero de la política, Juan Luis Sanfuentes. De los ideales de Balmaceda ya no queda nada. La recepción de Belén fue mucho menos efusiva que en 1913 y sólo quedaba la lealtad y el entusiasmo de los anarquistas. Nuevamente, Belén visita el norte y es recibida por los nuevos centros femeninos que llevan su nombre: se canta la marsellesa y la estudiantina germinal. Por último, visita Magallanes denunciando el abuso de los misioneros salesianos con los indígenas en las islas del Estrecho.
Posteriormente, se le pierden los pasos. Vitale y Antivilo suponen que Belén pudo haber venido otra vez a Chile, pues consta que dio una serie de conferencias en Mendoza, en los años treinta. De su muerte, según estos autores, nada se sabe. Sin embargo, en un artículo de El Tarapacá de 1951 se informa que: “completamente olvidada de los públicos de España y de América, acaba de morir en el país azteca a la edad de 77 años, llena de achaques propios de una senectud prolongada, doña Belén de Zárraga (sic), cuya palabra encendida pastosa y cálida, escuchó en varias ocasiones la Provincia de Tarapacá, allá por los años 1912 y 1915. Ha muerto ahora en el más completo olvido. No dejó nada detrás de ella” (Guerra 1951). Como dijo Leopoldo Castedo, Franco se las ha arreglado para que se pierda la memoria. De Belén sólo quedan sus obras y el recuerdo de algunos escritores. De sus obras Chile, y De la vida,no hay mayores rastros. Se conoce también la publicación de sus conferencias en Chile por el diario La razón que, según Vitale, alcanzó más de 10.000 ejemplares. Sólo queda la lucha de la memoria contra el olvido, única forma de pervivir en la historia de los pocos rebeldes que se niegan a aceptar el reino del conformismo ambiente.
[Tomado de https://laicismo.org/2016/belen-de-sarraga-librepensadora-anarquista-y-feminista/143134.]
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