J..R. López Padrino
El nombramiento del narco-general Néstor Reverol como ministro del Interior, Justicia y Paz, en sustitución del violador de los derechos humanos Gustavo González López, demuestra el grado de sumisión del iletrado de Maduro frente a la narco-logia militar bolivariana, y evidencia la claudicación del PSUV frente al partido de los milicos. El régimen sustituye a un milico asesino-represor responsable de los ajusticiamientos llevados a cabo durante las Operaciones de Liberación del Pueblo (OLP), por otro igualmente represor vinculado al narcotráfico.
La sistemática designación de uniformados para ocupar el cargo del Ministerio del Interior refleja el grado de militarización al cual ha sido sometida la sociedad venezolana, imponiendo la militarización de la seguridad pública, elemento fundamental en la doctrina de la Seguridad Nacional del socialfascismo bolivariano. Pretenden construir un Estado totalitario unificado y centralizado que conlleve a la destrucción del tejido social, a la criminalización de la protesta social, a la subordinación jerárquica absoluta del ciudadano, a la destrucción de instituciones de intermediación (sindicatos, movimientos sociales, asociaciones profesionales, partidos, etc.) y a la desaparición de las ideologías distintas al facho-chavismo en el poder.
No es un secreto para nadie que el régimen se ha convertido en refugio asesinos, corruptos, así como de narcotraficantes. Basta con recordar a los pistoleros y asesinos de Puente Llaguno, elevados posteriormente a la categoría de héroes de la revolución por el ya fallecido tte coronel, igualmente las acciones criminales de los paralumpen bolivarianos (colectivos armados), los cuales han sido glorificados como "pilares fundamentales para la defensa de la patria". La extensa lista de oficiales de alta jerarquía o funcionarios del régimen señalados por agencias internacionales como narcotraficantes, tales como Hugo “El Pollo” Carvajal, Luis Motta Domínguez, Edylberto José Molina, Diosdado Cabello, Tareck El Aissami. Asimismo, el escándalo de los miles de millones de dólares que se lavaron en la Banca Privada de Andorra (BPA) y que al final dejó al descubierto los nombres de dos asesores del exministro de Economía y Finanzas, Nelson Merentes (actual Presidente del Banco Central de Venezuela): Tulio Antonio Hernández Fernández (con antecedentes por tráfico de heroína) y Gabriel Ignacio Gil Yánez (quien estuvo preso por intento de robo de aeronave) ambos portadores de pasaportes diplomáticos, credencial que usaron para legitimar capitales de dudosa procedencia, de acuerdo con documentos oficiales de la Policía de Andorra. Más recientemente el caso de los narcosobrinos de la primera combatiente: Franqui Francisco Flores de Freitas y Efraín Antonio Campo Flores detenidos y acusados por supuestos delitos de narcotráfico, ante lo cual el régimen ha guardado un mutis total o ha llegado al extremo de denunciar su detención como un supuesto secuestro o de calificar su detención como infamia contra la pareja presidencial (Mario Cloaca Silva)
La designación de Reverol por parte del macilento intelectual de Maduro nos recuerda su huida hacia delante del pasado 03/15 cuando ascendió a los 7 funcionarios civiles y militares a quienes el gobierno Americano sancionó suspendiendo visas y congelando cualquier activo o cuentas bancarias en EEUU. El retorno de Reverol al poder no es casual. Este narcogeneral fue el responsable de abusos cometidos contra manifestantes en el 2013 y 2014, además fue el responsable de cientos de abusos contra ciudadanos colombianos y habitantes de la frontera en el 2015. Reverol representa el chafarote represor y corrupto dispuesto a consolidar un Estado todopoderoso, voraz, excluyente e insaciable.
Es evidente que la profunda crisis económica, política y social del país ha menguando la capacidad de maniobra del régimen y sus acólitos, mientras que la sociedad sufre cada vez más las consecuencias de la anarquía y el caos. Amplios sectores de la población venezolana han sido irresponsablemente abandonados, dejados en la más profunda indefensión ante la falta de alimentos, y medicamentos. Por ello al régimen solo le queda recurrir a la represión y a la violencia como opciones ante la crisis.
El socialfascismo bolivariano carece principios y de ética. Representan una verdadera montonera de delincuentes disfrazados de políticos, actores, y militantes sociales que viven de la mentira, del engaño y de la corrupción.
El nombramiento del narco-general Néstor Reverol como ministro del Interior, Justicia y Paz, en sustitución del violador de los derechos humanos Gustavo González López, demuestra el grado de sumisión del iletrado de Maduro frente a la narco-logia militar bolivariana, y evidencia la claudicación del PSUV frente al partido de los milicos. El régimen sustituye a un milico asesino-represor responsable de los ajusticiamientos llevados a cabo durante las Operaciones de Liberación del Pueblo (OLP), por otro igualmente represor vinculado al narcotráfico.
La sistemática designación de uniformados para ocupar el cargo del Ministerio del Interior refleja el grado de militarización al cual ha sido sometida la sociedad venezolana, imponiendo la militarización de la seguridad pública, elemento fundamental en la doctrina de la Seguridad Nacional del socialfascismo bolivariano. Pretenden construir un Estado totalitario unificado y centralizado que conlleve a la destrucción del tejido social, a la criminalización de la protesta social, a la subordinación jerárquica absoluta del ciudadano, a la destrucción de instituciones de intermediación (sindicatos, movimientos sociales, asociaciones profesionales, partidos, etc.) y a la desaparición de las ideologías distintas al facho-chavismo en el poder.
No es un secreto para nadie que el régimen se ha convertido en refugio asesinos, corruptos, así como de narcotraficantes. Basta con recordar a los pistoleros y asesinos de Puente Llaguno, elevados posteriormente a la categoría de héroes de la revolución por el ya fallecido tte coronel, igualmente las acciones criminales de los paralumpen bolivarianos (colectivos armados), los cuales han sido glorificados como "pilares fundamentales para la defensa de la patria". La extensa lista de oficiales de alta jerarquía o funcionarios del régimen señalados por agencias internacionales como narcotraficantes, tales como Hugo “El Pollo” Carvajal, Luis Motta Domínguez, Edylberto José Molina, Diosdado Cabello, Tareck El Aissami. Asimismo, el escándalo de los miles de millones de dólares que se lavaron en la Banca Privada de Andorra (BPA) y que al final dejó al descubierto los nombres de dos asesores del exministro de Economía y Finanzas, Nelson Merentes (actual Presidente del Banco Central de Venezuela): Tulio Antonio Hernández Fernández (con antecedentes por tráfico de heroína) y Gabriel Ignacio Gil Yánez (quien estuvo preso por intento de robo de aeronave) ambos portadores de pasaportes diplomáticos, credencial que usaron para legitimar capitales de dudosa procedencia, de acuerdo con documentos oficiales de la Policía de Andorra. Más recientemente el caso de los narcosobrinos de la primera combatiente: Franqui Francisco Flores de Freitas y Efraín Antonio Campo Flores detenidos y acusados por supuestos delitos de narcotráfico, ante lo cual el régimen ha guardado un mutis total o ha llegado al extremo de denunciar su detención como un supuesto secuestro o de calificar su detención como infamia contra la pareja presidencial (Mario Cloaca Silva)
La designación de Reverol por parte del macilento intelectual de Maduro nos recuerda su huida hacia delante del pasado 03/15 cuando ascendió a los 7 funcionarios civiles y militares a quienes el gobierno Americano sancionó suspendiendo visas y congelando cualquier activo o cuentas bancarias en EEUU. El retorno de Reverol al poder no es casual. Este narcogeneral fue el responsable de abusos cometidos contra manifestantes en el 2013 y 2014, además fue el responsable de cientos de abusos contra ciudadanos colombianos y habitantes de la frontera en el 2015. Reverol representa el chafarote represor y corrupto dispuesto a consolidar un Estado todopoderoso, voraz, excluyente e insaciable.
Es evidente que la profunda crisis económica, política y social del país ha menguando la capacidad de maniobra del régimen y sus acólitos, mientras que la sociedad sufre cada vez más las consecuencias de la anarquía y el caos. Amplios sectores de la población venezolana han sido irresponsablemente abandonados, dejados en la más profunda indefensión ante la falta de alimentos, y medicamentos. Por ello al régimen solo le queda recurrir a la represión y a la violencia como opciones ante la crisis.
El socialfascismo bolivariano carece principios y de ética. Representan una verdadera montonera de delincuentes disfrazados de políticos, actores, y militantes sociales que viven de la mentira, del engaño y de la corrupción.
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