Carlos Solero
Con significativa lucidez Guy Debord proclamó que en capitalismo contemporáneo nos toca vivir o sobrevivir en la “sociedad del espectáculo”.
En efecto, emergen nuevamente los Juegos Olímpicos, competencia deportiva ecuménica, verdadero festival de sponsors y que ayudará al bombardeo mediático para distraer a las masas a nivel global de los brutales ajustes socio económicos, los cotidianos bombardeos en la zonas de conflicto de Asia y Africa, de la trágica y humillante situación de miles personas desplazadas por las guerras. “Refugiados” que no hallan refugio sino encierro y xenofobia.
Con significativa lucidez Guy Debord proclamó que en capitalismo contemporáneo nos toca vivir o sobrevivir en la “sociedad del espectáculo”.
En efecto, emergen nuevamente los Juegos Olímpicos, competencia deportiva ecuménica, verdadero festival de sponsors y que ayudará al bombardeo mediático para distraer a las masas a nivel global de los brutales ajustes socio económicos, los cotidianos bombardeos en la zonas de conflicto de Asia y Africa, de la trágica y humillante situación de miles personas desplazadas por las guerras. “Refugiados” que no hallan refugio sino encierro y xenofobia.
Mientras en la ciudad carioca los atletas desfilen bajo los patrióticos estandartes de las lides guerreras simuladas en competencias de destreza física, en esa misma urbe, los excluidos continuarán arrastrando sus miserables vidas en las calles y favelas con la acechanza de las fuerzas represivas estatales.
Es paradójico que este despliegue de alegrías inducidas se dé en Brasil, país en el cual estos juegos fueron motivo de enroques políticos, denuncias de negociados y hasta la deposición de la presidenta.
Hoy como ayer, el deporte es la pantalla que pretende encubrir las contradicciones sociales y las maniobras políticas.
Cabe señalar que en Francia los fastos de la Eurocopa de fútbol no pudieron frenar las masivas protestas contra la reforma laboral regresiva del gobierno de Hollande.
Bombardeo mediático, coartadas espectaculares y la cruda realidad rasgando todos los velos de la hipocresía de los poderosos del mundo.
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