Gianni Santori
[Nota previa de El Libertario: Acabamos de ver como hubo en esa nación un fallido golpe de Estado, así que viene muy al caso este post donde un compa anarquista nos aclara un poco mejor el panorama político imperante en la nación otomana, donde reaccionarios y militaristas imponen su ley con o sin el presidenter Recep Erdogan a la cabeza.]
Mientras la oligarquía turca, colonialista y fascista, prosigue su política de destrucción y saqueo en el Kurdistán, el Estado turco y el presidente Erdogán se están encaminando hacia un modelo cada vez más autoritario. La nueva guerra contra los kurdos comenzó en julio de 2015, tras la suspensión del proceso de paz y con el aislamiento completo impuesto al dirigente kurdo Abdulah Ocalán. Después comenzaron las acciones suicidas contra la población civil, las que el UIKI había estigmatizado como "una operación conjunta AKP-ISIS". Cinco personas fueron asesinadas en Diyarbakir, treinta y tres en Suruc y un centenar en Ankara. En esos ataques, fueron heridas alrededor de novecientas personas(*).
En una segunda fase de la operación entraron en acción ejército y policía turcos. Desde hacía meses en muchas ciudades del Kurdistán se había decretado el toque de queda. Cizre, Silopi y Sur fueron casi completamente destruidas, y solo en Cizre fueron quemados vivos en una cueva ciento veinte civiles. Una masacre documentada incluso por la ONU, el Observatorio de Derechos Humanos y Amnistía Internacional. Nusaybin, Yuksekova y Sirnak están viviendo ahora tragedias análogas y todas las ciudades kurdas están sufriendo ataques a diario. Alrededor de ochocientos civiles, sobre todo mujeres y niños, han sido asesinados por el Ejército turco.
Cualquiera que se haya atrevido a expresar críticas a la guerra deseada por Erdogán ha sido amenazado, incluidos los mil veintiocho profesores que firmaron el llamamiento "No os seguiremos en este crimen": muchos de ellos han sido despedidos. Se ha acallado también a los medios de comunicación con la amenaza de acciones legales. Centenares de periodistas están encarcelados y todo aquel que tiene el coraje de oponerse al delirio de omnipotencia de Erdogán es etiquetado como "terrorista".
Presumiblemente, el objetivo de Erdogán con su anunciada "reforma del Estado en sentido presidencial" (¿bonapartismo?) es vaciar de sentido el sistema parlamentario. Un importante paso hacia este objetivo se ha dado al revocar la inmunidad parlamentaria de los diputados del HDP (Partido Democrático de los Pueblos, en la oposición) acusados de acercamiento al PKK por haber apoyado el proceso de paz.
Cómplices del AKP (el partido del Gobierno, privado recientemente del presidente y primer ministro Davutoglu), el MHP (los "Lobos Grises", fascistas) y el CHP (Partido Republicano del Pueblo, kemalista y autodefinido como "socialdemócrata"), confirmaron una vez más que la única cosa que mantiene unidos a los partidos que representan el nacionalismo de Estado es la hostilidad hacia el pueblo kurdo.
La Unión Europea, los Estados Unidos y la OTAN se han limitado a alguna débil aclaración del tipo de "la democracia está en peligro" o "la calidad de la democracia está disminuyendo", minimizando la gravedad de cuanto está sucediendo y convirtiéndose de hecho en cómplices de esta acción dictatorial cometida por su aliado estratégico. Mientras el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, se atrevía a hablar de "golpe a la democracia turca y a la libertad política", la canciller Angela Merkel, que estaba lista para firmar el acuerdo con Turquía para bloquear a los refugiados, ha declarado que en el futuro "sopesará el problema". Un comportamiento apreciado con toda seguridad por Erdogán, que de esta forma no tendrá que preocuparse por injerencias externas.
Pero desde el punto de vista de los kurdos, "¡la democracia en Turquía se ha acabado!". Si verdaderamente, por hipótesis puramente académica, quisieran salvaguardar la democracia y la estabilidad en la región, en vez de colaborar con un Estado que, mientras apoya al ISIS hace la guerra al pueblo kurdo, las potencias occidentales deberían aplicar sanciones económicas, militares y políticas al gobierno de Ankara. En cuanto a la objeción de que en el fondo Erdogán ha sido elegido, baste con recordar que también lo fue Hitler.
Es cosa sabida que cuando un régimen quiere deshacerse de la oposición parlamentaria, no debe hacer otra cosa que acabar con la inmunidad para después encarcelar a algunos diputados. Y estas parecen ser las intenciones de Erdogán. Mientras tanto prosigue la obra de eliminación física de los militantes de base en las calles, las cárceles y las montañas.
(*) Ver artículo de Dario Antonelli en el número de julio de 2015 de Tierra y Libertad.
[Publicado originalmente en Tierra y Libertad # 336, Madrid, julio de 2016. Numero completo accesible en https://www.nodo50.org/tierraylibertad.]
[Nota previa de El Libertario: Acabamos de ver como hubo en esa nación un fallido golpe de Estado, así que viene muy al caso este post donde un compa anarquista nos aclara un poco mejor el panorama político imperante en la nación otomana, donde reaccionarios y militaristas imponen su ley con o sin el presidenter Recep Erdogan a la cabeza.]
Mientras la oligarquía turca, colonialista y fascista, prosigue su política de destrucción y saqueo en el Kurdistán, el Estado turco y el presidente Erdogán se están encaminando hacia un modelo cada vez más autoritario. La nueva guerra contra los kurdos comenzó en julio de 2015, tras la suspensión del proceso de paz y con el aislamiento completo impuesto al dirigente kurdo Abdulah Ocalán. Después comenzaron las acciones suicidas contra la población civil, las que el UIKI había estigmatizado como "una operación conjunta AKP-ISIS". Cinco personas fueron asesinadas en Diyarbakir, treinta y tres en Suruc y un centenar en Ankara. En esos ataques, fueron heridas alrededor de novecientas personas(*).
En una segunda fase de la operación entraron en acción ejército y policía turcos. Desde hacía meses en muchas ciudades del Kurdistán se había decretado el toque de queda. Cizre, Silopi y Sur fueron casi completamente destruidas, y solo en Cizre fueron quemados vivos en una cueva ciento veinte civiles. Una masacre documentada incluso por la ONU, el Observatorio de Derechos Humanos y Amnistía Internacional. Nusaybin, Yuksekova y Sirnak están viviendo ahora tragedias análogas y todas las ciudades kurdas están sufriendo ataques a diario. Alrededor de ochocientos civiles, sobre todo mujeres y niños, han sido asesinados por el Ejército turco.
Cualquiera que se haya atrevido a expresar críticas a la guerra deseada por Erdogán ha sido amenazado, incluidos los mil veintiocho profesores que firmaron el llamamiento "No os seguiremos en este crimen": muchos de ellos han sido despedidos. Se ha acallado también a los medios de comunicación con la amenaza de acciones legales. Centenares de periodistas están encarcelados y todo aquel que tiene el coraje de oponerse al delirio de omnipotencia de Erdogán es etiquetado como "terrorista".
Presumiblemente, el objetivo de Erdogán con su anunciada "reforma del Estado en sentido presidencial" (¿bonapartismo?) es vaciar de sentido el sistema parlamentario. Un importante paso hacia este objetivo se ha dado al revocar la inmunidad parlamentaria de los diputados del HDP (Partido Democrático de los Pueblos, en la oposición) acusados de acercamiento al PKK por haber apoyado el proceso de paz.
Cómplices del AKP (el partido del Gobierno, privado recientemente del presidente y primer ministro Davutoglu), el MHP (los "Lobos Grises", fascistas) y el CHP (Partido Republicano del Pueblo, kemalista y autodefinido como "socialdemócrata"), confirmaron una vez más que la única cosa que mantiene unidos a los partidos que representan el nacionalismo de Estado es la hostilidad hacia el pueblo kurdo.
La Unión Europea, los Estados Unidos y la OTAN se han limitado a alguna débil aclaración del tipo de "la democracia está en peligro" o "la calidad de la democracia está disminuyendo", minimizando la gravedad de cuanto está sucediendo y convirtiéndose de hecho en cómplices de esta acción dictatorial cometida por su aliado estratégico. Mientras el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, se atrevía a hablar de "golpe a la democracia turca y a la libertad política", la canciller Angela Merkel, que estaba lista para firmar el acuerdo con Turquía para bloquear a los refugiados, ha declarado que en el futuro "sopesará el problema". Un comportamiento apreciado con toda seguridad por Erdogán, que de esta forma no tendrá que preocuparse por injerencias externas.
Pero desde el punto de vista de los kurdos, "¡la democracia en Turquía se ha acabado!". Si verdaderamente, por hipótesis puramente académica, quisieran salvaguardar la democracia y la estabilidad en la región, en vez de colaborar con un Estado que, mientras apoya al ISIS hace la guerra al pueblo kurdo, las potencias occidentales deberían aplicar sanciones económicas, militares y políticas al gobierno de Ankara. En cuanto a la objeción de que en el fondo Erdogán ha sido elegido, baste con recordar que también lo fue Hitler.
Es cosa sabida que cuando un régimen quiere deshacerse de la oposición parlamentaria, no debe hacer otra cosa que acabar con la inmunidad para después encarcelar a algunos diputados. Y estas parecen ser las intenciones de Erdogán. Mientras tanto prosigue la obra de eliminación física de los militantes de base en las calles, las cárceles y las montañas.
(*) Ver artículo de Dario Antonelli en el número de julio de 2015 de Tierra y Libertad.
[Publicado originalmente en Tierra y Libertad # 336, Madrid, julio de 2016. Numero completo accesible en https://www.nodo50.org/tierraylibertad.]
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