J.R. Lopez Padrino
Históricamente, la Fuerza Armada Nacional (FAN) ha sido una institución prepotente, impune, y violadora de los derechos humanos al servicio de los gobernantes de turno. La FAN constituye el músculo represor de un Estado omnipotente ya sea en dictaduras declaradas o democracias burguesas, que defienden los intereses del proyecto hegemónico dominante.
Históricamente, la Fuerza Armada Nacional (FAN) ha sido una institución prepotente, impune, y violadora de los derechos humanos al servicio de los gobernantes de turno. La FAN constituye el músculo represor de un Estado omnipotente ya sea en dictaduras declaradas o democracias burguesas, que defienden los intereses del proyecto hegemónico dominante.
Padecemos los infortunios de una Estadolatría militarizada ineficiente, incapaz y rentista que ha profundizado las contradicciones y dependencia propias de un capitalismo periférico, deteriorando las condiciones de vida de la gran mayoría de la población. Un Estado opresor que en respuesta al caos que vivimos apela a la militarización de la sociedad (allanamientos, detenciones, ocupación militar de barriadas, instalación de redes de informantes, etc.) para ejercer un mayor control social. Militarización que como perversidad política no es nueva, sin embargo por su magnitud ha adquirido dimensiones sin parangón en nuestro contexto republicano. Esta siniestra militarización ha conllevado a la fractura del tejido social y a la proliferación de discursos y símbolos patrioteros que son utilizados como táctica de intimidación y de cohesión a fin de asegurar la lealtad y obediencia ciudadana con el proyecto fachobolivariano.
El iletrado Maduro ha recurrido al uso del poder de fuego de la FAN a fin de “aplastar sin misericordia” toda forma de protesta social, sembrando el terror y la muerte entre los venezolanos. El terrorismo de Estado impuesto por la barbarie facho-bolivariana nos ha colocado a todos en una situación de indefensión y de vulnerabilidad total ante un Estado forajido que violenta el orden constitucional cuantas veces le viene en gana. Ello aunado al sometimiento de todos los organismos de control e investigación del Estado a las intereses políticos del socialfascismo bolivariano.
La FAN se ha convertido en garante del orden interno y para ello sus efectivos son entrenados y preparados para controlar mediante el uso de las armas potencialmente mortales (decreto 008610) cualquier tipo de alteraciones al orden público (Entrenamiento Especial Orden Interno, Guaicaipuro 2016). Estos planes represivos son coordinados a través las REDI (regiones de defensa integral) bajo la dirección del propio Padrino López cachorro de la repudiable Escuela de la Américas, lugar donde se han preparado a los ejércitos más delincuentes de América Latina.
Estos planes operacionales están orientados a criminalizar toda protesta popular, así como la incorporación de otros componentes militares, más allá de la nefasta Guardia Nacional (GN), en el restablecimiento del “orden público y mantenimiento del orden interno”. Los hijos del insepulto comandante galáctico reeditan las tácticas de contrainsurgencia bajo un esquema de gobernabilidad conservadora puestas en prácticas por los regímenes militares del Cono Sur en el siglo pasado.
Vale acotar el rol que ha jugado la GN en la ejecución de estos planes opresivos del régimen bolivariano. La GN representa un componente armado de impronta represiva creado a imagen y semejanza de la Guardia Civil franquista de España por el General Eleazar López Contreras (1937). De modo que su vocación represiva se remonta a los tiempos de su fundación misma. Miles de campesinos, estudiantes, trabajadores así como humildes pobladores de las barriadas populares han sido víctimas de los desafueros de la GN. Basta recordar la repudiable masacre de Turén (1952), las razias en las zonas rurales donde operaban las guerrillas en la década de los 60, el Caracazo (1989) o las despiadadas operaciones represivas (Operativos para la Protección y Liberación del Pueblo - OLP) realizadas por unos uniformados que cínicamente proclaman que el “honor es su divisa”. Son cada día más evidentes las vinculaciones de estos “guardianes del pueblo” con las mafias de narcotraficantes o bandas vinculadas con el contrabando de extracción. Además, la GN constituye la punta de lanza represiva del régimen en contra de ciudadanos indefensos que protestas por la escasez de alimentos. ¿Con que moral el narcogorila Néstor Reverol -comandante general de esos malandros uniformados- reclama respeto a los efectivos de la GN? Si todos sabemos los antecedentes escabrosos de ese componente castrense el cual en nombre de una supuesta “paz ciudadana” ha asesinado a miles de inocentes venezolanos. Históricamente, los “centinelas de la Patria Bolivariana” han estado ligados a los peores intereses políticos de nuestra historia.
La represión y militarización de la sociedad venezolana constituyen los últimos extremos de la cadena de control social que el régimen adelanta ante la pérdida del apoyo popular. Silenciosamente la sociedad venezolana se ha convertido en una colectividad vigilada, donde las viejas lealtades solidarias se han fracturado e impúdicamente se enaltece la obediencia, y sumisión ante el régimen.
El contexto político y social que vive el país y la larga cadena de antecedentes represivos del fachochavismo indica que estamos entrando en una nueva fase represiva contra la sociedad venezolana, donde las operaciones de la FAN y de los grupos de paramilitares del régimen se dirigen contra el ciudadano común que protesta por la falta de alimentos o medicinas, los movimientos sociales que reclaman mejoras, y los sindicatos que luchan por sus conquistas socio-económicas.
El fachochavismo lucha por imponer su modelo represivo y de control social basado en el uso de lo militar como principal sostén del Estado autoritario que promueven. Las actuaciones represivas y sangrientos de la FAN en ciudades como Cariaco, Ciudad Bolívar, El Callao y más recientemente en Tucupita con saldos de heridos y asesinados lo confirman.
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