J.R. López Padrino
El pasado 1 de Julio unos estudiantes de bachillerato en el Seminario Menor San Buenaventura de Mérida, fueron interceptados por uno de esos colectivos neofascistas que operan impunemente bajo la mirada celestina de la Guardia Nacional y los cuerpos de seguridad. Fueron humillados, golpeados, despojados de sus ropas y a uno de ellos hasta fue amenazado con ser quemado vivo.
El pasado 1 de Julio unos estudiantes de bachillerato en el Seminario Menor San Buenaventura de Mérida, fueron interceptados por uno de esos colectivos neofascistas que operan impunemente bajo la mirada celestina de la Guardia Nacional y los cuerpos de seguridad. Fueron humillados, golpeados, despojados de sus ropas y a uno de ellos hasta fue amenazado con ser quemado vivo.
La perversidad de desnudar a las víctimas no es algo nuevo, fue algo común en todas las cárceles y campos de exterminio de la Alemania nazista (Geisellager, Arbeitslager, Treblinka, Sobibor, Auschwitz, Majdanek y Belzec). Fue una práctica humillante institucionalizada por los bárbaros de la SS quienes con frialdad impasible despojanban a sus víctimas de sus vestimentas en medio de golpes y flagelaciones como parte del “placer malévolo” del cual disfrutaban inmensamente.
El acto infame de golpear y desnudar a los jóvenes seminaristas el pasado 1/7 en la ciudad de Mérida no puede considerarse como un hecho aislado. Este tipo de violencia forma parte del terrorismo de Estado impuesto desde el ascenso al poder del comandante insepulto de Sabaneta, y constituye el modus operandi de estos grupos lumpen-paramilitares oficialistas. Recordemos, que unos jóvenes universitarios fueron golpeados y desnudados por colectivos armados del PSUV en las instalaciones de la Universidad Central de Venezuela (3/4/2014). Para el fachochavismo la violencia no es un mero instrumento, sino un valor en si mismo que orienta su conducta moral y política. Este accionar de infligir humillaciones psicológicas y crueldades físicas a sus victimas nos retrotrae a la Alemania de Hitler o la Italia de Mussolini.
Los hechos vandálicos del pasado 1/07 en la ciudad de Mérida demuestran la magnitud de la degradación moral a la que hemos llegado como sociedad, ver como estos forajidos fanatizados actúan con una total impunidad, bajo el amparo del mandatario regional Alexis Ramírez y del propio iletrado de Maduro. Ramírez en sus declaraciones de prensa lejos de condenar en forma diáfana tales hechos primeramente recurrió al viejo principio “Goebbeliano de la orquestación” al acusar a la disidencia política de los hechos de violencia registrados en su localidad: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”. Este fue el código de guerra mediática, terrible e implacable que funcionó en la elaboración de matrices de opinión en la Alemania Hitleriana. Además, este siniestro gobernador se esforzó por demostrar que los jóvenes seminaristas no iban a ninguna clase de inglés, sino que estaban en el estacionamiento de la FCU de la Universidad de Los Andes, como con ello se cambiaría la perversidad cometida por sus Tonton Macoute. Así mismo el régimen ha guardado un silencio sepulcral y cómplice, en especial el milico General Gustavo González responsable de las operaciones de exterminio en las zonas populares (OLP). Este chafarote quien a cada instante esta dando ruedas de prensa para vincular -sin prueba alguna- a dirigentes de la disidencia política con malandros y bandas delictivas no ha dicho nada en relación a los hechos de Mérida.
Igualmente el “Defensor del Puesto” Tarek Willian Saab ha callado y la Fiscal General Luisa Ortega Díaz -ambos serviles al servicio del iletrado Maduro- han anunciado que investigarán los hecho. Toda una complicidad orquestada a favor de los perpetradores del delito. Seguramente esta “investigación” será igual a las “ya” realizadas por ese despacho como en los casos de agresión y robo de que fueron víctimas los comunicadores sociales a manos de las hordas fachochavistas (24-06), las acciones farisaicas de la Guardia Nacional, Policía Nacional Bolivariana y colectivos armados en Cariaco, Tucupita, Valera y otras ciudades más. Es obvio que el Ministerio Público no tiene el menor interés en investigar tales hechos, ya que sería descubrir a sus “compatriotas” con quienes comparte el rol represivo del régimen.
Maduro y su pandilla fanatizada promocionan la intolerancia, la violencia y los antivalores. Son los trepadores-mitómanos que disfrutan del control social, del manoseo de las necesidades de los más humildes, de la violación de los derechos humanos y del silencio impuesto al pueblo a punta de bayonetas. Son los sordos-mudos, que con una frialdad y crueldad inconmovible –difícil de entender- ignoran las necesidades y sufrimientos de millones de venezolanos. Son los lumpenproletarios que le dan rienda suelta a sus placeres maléficos con el apoyo de algunos escritorzuelos de poco monta como Luis Brito García, William Osuna, Néstor Francia quienes avalan desde los medios de comunicación sus felonías.
El socialfascismo bolivariano no es más que fanatismo, crueldad, sufrimiento, crimen y barbarie. Son los bribones y verdugos del siglo XXI que encarnan el absolutismo pestilente del lumpenproletariado bolivariano.
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