J.R. López Padrino
El Partido Republicano finalmente proclamó a Donald Trump como su candidato para la próxima contienda electoral después de unas escabrosas y turbulentas primarias.
Trump es un multimillonario cuya fortuna la ha consolidado mediante negociaciones e inversiones fraudulentas en el mercado de bienes y raíces, en el sector construcción y en centros de juegos al azar (casinos). Su carrera política se ha caracterizado por un ascenso meteórico en las filas del Partido Republicano, a pesar de la resistencia de las figuras tradicionales de ese partido. Trump puede considerarse como un candidato presidencial sui generis ya que nunca ha ocupado algún cargo público (gobernador, senador, o vicepresidente) como sus predecesores.
El Partido Republicano finalmente proclamó a Donald Trump como su candidato para la próxima contienda electoral después de unas escabrosas y turbulentas primarias.
Trump es un multimillonario cuya fortuna la ha consolidado mediante negociaciones e inversiones fraudulentas en el mercado de bienes y raíces, en el sector construcción y en centros de juegos al azar (casinos). Su carrera política se ha caracterizado por un ascenso meteórico en las filas del Partido Republicano, a pesar de la resistencia de las figuras tradicionales de ese partido. Trump puede considerarse como un candidato presidencial sui generis ya que nunca ha ocupado algún cargo público (gobernador, senador, o vicepresidente) como sus predecesores.
Es la primera vez en la historia de los Estados Unidos que un candidato con un programa distintivamente homofóbico, misógino, racista y autoritario ha sido nominado como candidato presidencial. Trump incita a la violencia contra sus oponentes, al igual que el odio racial hacia las minorías. Su lenguaje antiinmigrante nos recuerda al propagandista nazi Joseph Goebbels y sus predicas contra el pueblo judío. Trump ha declarado en referencia a la inmigración mexicana: "Se trata de una inmensa plaga infecciosa cruzando la frontera. Los Estados Unidos se ha convertido en el basurero de México”. Igualmente el hoy candidato republicano llegó a afirmar “los inmigrantes son criminales, violadores, traficantes de drogas”. Su escogencia como candidato republicano es un reflejo de las tendencias más retrogradas dentro del Partido Republicano y de la sociedad norteamericana.
La retórica empleada por el investido republicano es de un bajísimo nivel político, ambigua, contradictoria y extremadamente vulgar. Su visión autoritaria lo ha llevado a amenazar a comunicadores sociales, a descalificar a sus críticos, a ofender a sus oponentes, a justificar el uso de la tortura, así como alabar a dictadores como Mussolini, Putin, y Hussein. Sus discursos están plagados de falacias e inexactitudes
El candidato republicano ha basado su campaña en un venenoso nacionalismo económico basado en una falsa posición “anti-sistema”, criticando la globalización desde una perspectiva nacionalista-proteccionista, muy similar a la del Front National francés, la Liga Norte de Italia, así como de otras fuerzas reaccionarias del continente europeo.
Trump explota políticamente el profundo descontento social producido por los cambios que se han operado en el mercado laboral norteamericano. Además, apela a la nostalgia del país poderoso (militar y económicamente), regido exclusivamente por blancos y protestantes. Por ello el slogan central de su campaña es “Make America Great Again”, Hacer a Estados Unidos grande de nuevo.
Sin embargo, la popularidad de Trump tiene fuerte rechazo en sectores como las clases medias urbanas, los negros y latinos, así como en amplios sectores de la clase trabajadora que lo miran con desconfianza y hasta temor. Ello hace pensar que Trump no tiene a su favor el mejor escenario electoral en la contienda presidencial del próximo Noviembre. Aparentemente una mayoría de estadounidenses se espantan ante la idea de ver a Donald Trump en el despacho oval de la Casa Blanca y a la plagiadora de Melania como primera dama.
La situación política de la sociedad Norteamérica es por demás explosiva debido a la crisis económica-estructural que sufre, a un desempleo orgánico creciente, y al insoluto conflicto racial que se vive en su seno y el cual tiende a agudizarse. Vale acotar las similitudes entre la presente campaña electoral y la de 1968, donde la demagogia racista y excluyente de George Wallace, creó el ambiente propicio para los asesinatos de Martin Luther King Jr. y Robert Kennedy.
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