Frank Bracho
* Fragmento de un texto más extenso, titulado "Lo “socialista” como enemigo de lo indígena: el caso venezolano", que en versión completa está disponible en https://polis.revues.org/3938.
Es emblemático el respeto y amor del indígena por el Orden Natural. Sobre esto ha habido históricamente, como antes he dicho, otro pecado grave en el socialismo-comunismo que lo ha distanciado de lo indígena: Su carácter anti-ecológico. En este sentido lo practicado en el llamado “socialismo real” en general ha favorecido un desarrollismo depredador de la Naturaleza de tanta insensibilidad y tan pocos escrúpulos que ha superado al de los países capitalistas mas salvajes.
* Fragmento de un texto más extenso, titulado "Lo “socialista” como enemigo de lo indígena: el caso venezolano", que en versión completa está disponible en https://polis.revues.org/3938.
Es emblemático el respeto y amor del indígena por el Orden Natural. Sobre esto ha habido históricamente, como antes he dicho, otro pecado grave en el socialismo-comunismo que lo ha distanciado de lo indígena: Su carácter anti-ecológico. En este sentido lo practicado en el llamado “socialismo real” en general ha favorecido un desarrollismo depredador de la Naturaleza de tanta insensibilidad y tan pocos escrúpulos que ha superado al de los países capitalistas mas salvajes.
La versión venezolana, al auto-endilgarse un calificativo como el de “socialismo petrolero”, pareciera que quisiera batir record, habida cuenta de la notoria naturaleza desarrollista y anti-ecológica de la industria petrolera -el “villano” número 1 del mundo en tal sentido (tal como se ha vuelto a poner en el tapete en la Cumbre de la ONU del 2007 en New York sobre el cambio climático –el cual ha sido atribuido principalmente a la quema de combustibles fósiles).
¿Qué explica el tan desmesurado culto del socialismo chavista al petróleo? Pues que éste, como savia energética de la depredadora civilización actual y mercancía super-lucrativa y rentista, da a quien lo detenta mucho poder. De allí, la obsesión chavista-socialista por el “oro negro”; incluyendo la pretensión voceada por Chávez de que el “petro-poder venezolano” dure “200 años mas”.
Tal pretensión termina siendo en verdad, patéticamente, muy poco revolucionaria; y mas bien desoladoramente conservadora, reaccionaria y contrarrevolucionaria. Y, ciertamente, muy anti-écológica. Y, por tanto, abiertamente anti-índigena, pues, citando otra vez al pemón Carlos Figueroa: “Para el indígena toda destrucción del medio ambiente es una destrucción de si mismo” (Figueroa, Carlos, 2005. Pataamunaanunim, Avec, Caracas.)
La explotación petrolera está acabando con el planeta (el calentamiento y los desastres asociados a él son sólo algunos de los efectos mas notorios), sus aguas (el petróleo y los petroquímicos son el mayor contaminante de éstas), sus suelos, bosques y aire, y la vida misma en todas sus manifestaciones (incluyendo la humana, de animales y plantas) –y en particular la vida de las poblaciones indígenas que han tenido el infortunio de tener el codiciado “oro negro” en los territorios en que habitan– en muchos aspectos los últimos lugares en el planeta con que la industria del petróleo cuenta para seguir explotándolo.
No hay ninguna edulcorante propaganda que pueda negar el inherente conflicto de lo indígena con el petróleo. Ni siquiera propagandas como la de la empresa estatal venezolana PDVSA que muestra a una funcionaria de dicha empresa dándole una paternalista “palmada en la espalda” a una indígena del oriente del país que sostiene una artesanía en la mano y a la cual se le dice: “Ahora la misiones sociales brotan de nuestros pozos petroleros”(!): un insólito lavado cerebral que pretende que, a cambio del dinero asistencial del Estado procedente del petróleo, el indígena acepte la explotación petrolera en sus territorios en forma agradecida y se contente con dedicarse a cosas como hacer artesanías. El viejo cuento de “los espejitos por el oro”, practicado por los conquistadores de hace 500 años –repetido hoy sin pudor en nombre de una revolución supuestamente pro-indígena. Cuento que, por ejemplo, pretende llevarse por delante que, para los chamanes waraos, el petróleo es “la sangre de la tierra” y que los waraos históricamente se han opuesto en forma categórica a la explotación de petróleo en su habitat –centrado hoy en torno al tan ecológicamente delicado Delta del Orinoco- porque han visto las consecuencias de la pasada explotación, porque temen grandes desastres naturales como consecuencia de la ruptura del “equilibrio natural” por la explotación del petróleo (al igual que los indígenas uwas en Colombia, que incluso han sido mas categóricos al amenazar con suicidarse en protesta, antes de permitir la explotación de petróleo en sus territorios.
El gobierno chavista sabe de toda esta “cara oscura” del petróleo, pero, en su afán de legitimar su control permanente de esta nociva riqueza, ¿qué se le ha ocurrido? Pues, precisamente, adosar lo petrolero a lo socialista con esa “genial” invención del “socialismo petrolero”, una delirante creación ideológica acompañada por la populista y engañosa proclama de que el “petróleo ahora es de todos”.
En verdad, lo verdaderamente revolucionario, ecológico, y, por tanto, pro-indígena, sería el abandono de la petroadicción y de un vano petro-estado que pretende seguir gobernándonos eternamente –por “200 años” según la prédica oficial- a punta de “bozales de arepa (pan)”. Sería el promover nuevas fuentes de energía a nivel nacional e internacional, renovables, más sustentables y ecológicas –de las muchas opciones existentes; algo perfectamente posible si sólo hubiera la voluntad política en nuestro país y el mundo para hacerlo…Lo verdaderamente revolucionario sería todo esto. no más petroadicción ! Y se trata de algo que el país todo debe exigir pues ya sabemos que el tema de la petroadicción se ha convertido, en verdad, desde hace tiempo, en un mal de corresponsabilidad nacional2.)
Por lo demás, puesto que la cultura petrolera ha representado la apoteosis de la cultura del desarrollismo anti-naturaleza en Venezuela, así como su gran “locomotora” y ejemplo, las reflexiones anteriores son aplicables a otros similares sectores de la economía. Tales como: el gas -promocionado como menos contaminante que el petróleo pero en verdad con la misma básica naturaleza depredadora y contaminante inherente a la explotación de todo hidrocarburo; el carbón; la minería en general; la petroquímica; la agricultura agroquímica –también, en base a petroquímicos–, todas éstas, industrias en riña con el cambio verdaderamente revolucionario, el cambio hacia un paradigma más sustentable, ecológico, y por tanto más realmente de acuerdo con los valores de las culturas indígenas. Y, todas ellas, industrias comprobadamente reemplazables por alternativas ecológicas y biológicas preservadoras de la vida y la sustentabilidad.
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