Gustavo Carrasquel
Ante la reciente “creación” del presidente Nicolás Maduro de un nuevo ministerio para el Desarrollo Minero Ecológico, durante la transmisión de su programa habitual de los martes donde designó a Roberto Ignacio Mirabal Acosta, como “experto” y titular de esa cartera, nos obliga a plantear algunas “verdades incomodas” para el gobierno, me imagino.
Ante la reciente “creación” del presidente Nicolás Maduro de un nuevo ministerio para el Desarrollo Minero Ecológico, durante la transmisión de su programa habitual de los martes donde designó a Roberto Ignacio Mirabal Acosta, como “experto” y titular de esa cartera, nos obliga a plantear algunas “verdades incomodas” para el gobierno, me imagino.
Según Maduro, esta nueva institución tendrá como competencias el diseño de las políticas sectoriales del sector minero, la conducción de la certificación de reservas, diseño, fiscalización y gestión de la minería con profundo respeto al ser humano y al ambiente.
Lo primero que hay que preguntarse es: ¿Van o no a practicar minería a cielo abierto?
No hay evidencia científica que demuestre que la minería a cielo abierto pueda ser respetuosa del medio ambiente. Lo que sí hay, es pruebas y testimonios en toda América de los desastres ambientales realizados por transnacionales mineras como Gold Reserve o Barrick Gold.
La actual tecnología no ofrece otras opciones fuera de la minería a cielo abierto, la cual implica la absoluta destrucción con explosivos de las montañas, del paisaje y los ecosistemas, y el envenenamiento masivo con cianuro y mercurio de los acuíferos. En consecuencia este sistema extractivo es una de las actividades más letales y devastadoras que hace el hombre en contra de la naturaleza.
La contaminación minera causa cambios en el medio ambiente de los seres vivos y esto a la vez causa el desequilibrio ecológico, ya que a estos seres los obligan a adaptarse o desaparecer. Las técnicas que utilizan las mineras para extraer los minerales son contaminantes, y mucho. La técnica de lixiviación con cianuro que se usa en minas de cielo abierto, es la mayor preocupación ya que la reacción natural del cianuro afecta a los peces, la vida silvestre y a los humanos.
Para la flora y la fauna, el cianuro es extremadamente tóxico. Los derrames de cianuro pueden matar la vegetación e impactar la fotosíntesis y las capacidades reproductivas de las plantas. En cuanto a los animales, el cianuro puede ser absorbido a través de la piel, ingerido o aspirado. Concentraciones en el aire de 200 partes por millón (ppm) de cianuro de hidrógeno son letales para los animales, mientras que concentraciones tan bajas como 0.1 miligramos por litro (mg/l) son letales para especies acuáticas sensibles. Concentraciones subletales también afectan los sistemas reproductivos, tanto de los animales como de las plantas e incluso al ser humano.
Con la actividad minera son muchos los riesgos ambientales, emisiones y daños en:- la tierra.- el suelo.- el agua (subterránea y superficial).- el aire.- la flora y fauna.- fuentes de energía y servicios ecosistémicos en general. Las prácticas de minería a cielo abierto son megaecocidios. Son las acciones más terribles después de las pruebas nucleares que puede hacer el hombre sobre la Tierra. Quien afirme que la minería a cielo abierto es sustentable o está demostrando que es muy ignorante de lo que significa esa tragedia ambiental o simplemente miente deliberadamente para manipular a la opinión pública. Normalmente siempre es lo último. Para estas personas lo que prevalece es el negocio, no la soberanía ni el futuro del país.
La minería a cielo abierto es tan brutal en sus procedimientos que únicamente puede desarrollarse si el país y la comunidad donde se enquista, en forma previa o durante la explotación, son sometidos a una extraordinaria campaña de desinformación para ocultar o desvirtuar sus dañinos métodos y sus destructivos impactos. Un cálculo serio y comprometido acerca de las ventajas y desventajas de una explotación desmedida debiera ser la tónica a analizar por ahora, con el fin de que futuras generaciones no deban lamentar un daño aún mayor, que el que nosotros ya podemos apreciar. Por lo tanto ante este disparate, es verdaderamente irresponsable hablar de “minería ecológica”.
[Tomado de http://www.ruptura.info/ecologia/hay-que-ser-bien-irresponsable-para-decir-mineria-ecologica-gustavo-carrasquel.]
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