Garrinson Maita (Universidad Central de Venezuela)
Que penoso ha resultado el trabajo del periodismo que se observa en los medios oficiales venezolanos. Ese donde la labor profesional ha pasado a ser encubridora de la censura y cómplice de la opacidad informativa que se impone a otros medios de comunicación. Y que lamentablemente tiene sus coautores en el aparataje propagandístico que se viene experimentando en Venezuela.
Anclas, conductores de programas o jefes de prensa, se muestran alejados cada vez más de la realidad política, económica y social que padece el país. “Periodistas”, cuyo trabajo en muchos de los casos, se vienen alineando como una costumbre y con mucha frecuencia a las directrices del gobierno; bien sea, quizá, por complacencia, conveniencia, o fanatismo. O sino también, por otros incentivos, cuyo lugar en esta ocasión, no nos ocupa. Lo cierto es que este tipo de simpatía, si se quiere, por el tratamiento informativo que se le da a realidad país, ubica al periodismo oficialista, en el mejor de los casos, como esa “clase dominante” que se suele criticar desde las mismas filas del gobierno nacional.
Una posición donde no cuenta lo que se estipula en el Código de Ética del Periodista Venezolano; y específicamente en el enunciado que abre esta reflexión. Y más penoso aún, una posición que desestima el manual de mediación social, por nombrar la condición más básica del quehacer periodístico. De manera, que se ha venido desechando aquellos instrumentos que por excelencia, definen las formas en que la labor profesional, debe ser puesta al servicio de la ciudadanía, por ende a la orden de la democracia. Se trata pues de “Comunicadores Sociales”, (título que por cierto, a muchos les queda grande), que pasaron a ser “emisarios propagandísticos”.
“Funcionarios” que en la mayoría de los casos (por no decir en todos), renunciaron al principio deontológico de la profesión. “Combatientes” de la información gubernamental, que no saben diferenciar, en el marco del contexto actual, términos como Izquierda, Derecha, Ultraderecha, Fascismo, Neoliberalismo, Capitalismo, Socialismo, Comunismo, Democracia o Revolución. Conceptos elementales que se imparten desde una perspectiva histórico-política, en los estudios universitarios en Comunicación Social; al menos, los que se imparten en la Universidad Central de Venezuela. Enseñanzas sin duda olvidadas. Por no decir, que no fueron aprendidas por esta oleada de periodismo gubernamental.
Expresiones y contradicciones
Por otro lado, se suele ver como muchos “colegas” usan equivocadamente las expresiones “fascistas, fascismo y ultraderecha, para hacer una extensión de la oración. Establecen una relación de hechos y sus actores, respecto a una condición política, por ejemplo: “fascistas”, para referirse a la disidencia. Lo que rompe con el principio de veracidad y el concepto de “objetividad”. Al usar estas definiciones (adjetivos), interrumpen la función informativa del hecho noticioso, para complementar el discurso gubernamental. Esto, referente a las disertaciones, enunciados o narraciones de cualquier acontecimiento relacionado con la disidencia venezolana, la oposición, etc.
Al hacer esto, los periodistas exponen su parcialidad política con la línea informativa oficialista; lo que también contradice de fondo y forma la labor periodística. Pero hay más: “interrumpir” la función informativa y tener tal parcialidad, los hace ser una extensión de la política comunicacional del gobierno. Buena parte de esta, estructurada por el Sistema Bolivariano de Comunicación e Información SiBCI. De manera que entran en contradicción, no sólo con el carácter periodístico, sino con lo que muchas veces se les critica a los medios privados, respecto a sus líneas editoriales o intereses corporativos. Cuestión que los coloca en la misma posición de lo que adversan, que creen que adversan, o hacen creer que adversan. Coautores del aparataje, como bien se mencionó.
Des-informando
Entre otras cosas, se observan en los medios de comunicación oficiales, “periodistas”, que justifican las acciones del gobierno, en torno a los problemas económicos, políticos o sociales que padece el país. Mantienen la condición de “abogados del diablo”, mientras las consecuencias de ineficientes políticas gubernamentales, ponen en jaque a buena parte de la población. Ciertamente queda clara la posición de este periodismo oficial, al ver como se defiende una postura que viola el derecho de la ciudadanía a estar informada, sobre los problemas que les afectan directa o indirectamente. Con lo que se quebranta el principio de “Justicia Social” que tanto se pregona desde el Ejecutivo Nacional. ¿Esbirros del poder? Queda para la reflexión.
Para quien escribe el periodismo oficial dista mucho de la mediación social que necesita la sociedad venezolana. Editores, anclas de los noticieros, incluso Directores de Medios, como se dijo al principio, forman parte de una exclusiva representación desencajada del periodismo venezolano. Sus talentos se basan en agitar la inteligencia de la audiencia. Confundirla. Truncarla. Hablan mucho y dicen poco. Pero eso poco que suelen decir en una locución, o que suelen exponer a gran escala en un titular de prensa, afecta considerablemente al público; pues el “vacío en contenidos sobre las distintas realidades” contiene mucha des-información. Y con ello, una inducción hacia una ignorancia colectiva. Culpables son con estas deformaciones del periodismo, de atentar contra la construcción de ciudadanía y contra el derecho a la información veraz y oportuna. En conclusión, contra las libertades constitucionales.
Apropiándose de lo público
A propósito de estos tiempos donde se necesita claridad en los asuntos, por el contrario se observa mucha opacidad informativa dentro de los medios oficiales. Por ejemplo, ser periodista de algún medio del Estado, en una sociedad democrática, supone trabajar para una institución descentralizada del Poder Ejecutivo, y de los demás poderes. Mientras que hacer periodismo para algún medio oficial, hace del oficio una extensión del gobierno, como ya se ha dicho.
Con el “periodismo”, que por ejemplo se práctica en Venezolana de Televisión VTV, por nombrar un medio oficial, se “usufructúa” (se goza de una cosa ajena), una propiedad del Estado Venezolano. Considerando que este canal de televisión, tiene en estricto sentido una función de Servicio Público, y no una función caprichosa de las directrices gubernamentales, tal como se observan en muchos de sus contenidos periodísticos. Ello implica la apropiación de una cosa pública, tomando en cuenta que dicha estación televisiva, no es propiedad del gobierno, ni de los periodistas que trabajan en dicho medio, sino del Estado, y en consecuencia de “todos los venezolanos”, tal como lo expresa el Art. 108., de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela: “…El Estado garantizará servicios públicos de radio, televisión y redes de bibliotecas y de informática, con el fin de permitir el acceso universal a la información”.
En este caso el Estado debería garantizar a través de Venezolana de Televisión VTV y de su talento periodístico, este derecho constitucional. Por lo que no es una acción propia del gobierno en funciones de Estado; sino es el Estado quién debería prevalecer sobre el gobierno. Principio que hasta ahora se ha venido confundiendo la función de los medios públicos, ya catalogados de gubernamentales.
Elogiando a los culpables
Entre tanto, la des-información sigue extendiéndose en todo el Sistema Bolivariano de Comunicación e Información, SiBCI. Entendiendo esta des-información, como aquella información parcial, dirigida y de matices ideológicos: como propaganda política en fin. Situaciones como la actual represión gubernamental que padecen los manifestantes y estudiantes, que por cierto adiciona cada vez más víctimas, son solapadas por la figura y retórica de los personeros del gobierno, quienes precisamente son los responsables de la crisis actual. Realidad de donde los medios públicos (oficiales) tendrían mucha tela que cortar para corresponderle a la ciudadanía. Eso no pasa. Glorificar la figura del fallecido Presidente Chávez, en todos los medios públicos, se encuentra por encima de las vivencias cotidianas de la población. Enaltecer el trabajo de la Fuerza Armada Nacional, o de la Policía Nacional Bolivariana, ya forma parte del ideal periodístico; por tanto parte de la función policial y militar de informar. Alocuciones presidenciales, entre otros eventos oficiales, ciegan y silencian lo que le da vida a un país: la gente.
Temas como la escasez de alimentos, el desabastecimiento, en fin, la crisis económica, no son atendidos o investigados de manera profunda, sino usados como excusas de la historia. Como excusas del pasado. O peor aún, como un elemento de debate, que no encuentra responsabilidad en el gobierno, sino en la “ultraderecha”. Argumento que les sirve a muchos periodistas oficialistas para lavarse las manos y así poder seguir elogiando a los culpables de la situación actual: el gobierno. Y así avanza el país y su acontecer. Con defensores de un militarismo, como el de Franco, Mussolini, Pinochet, Gómez o el de Pérez Jiménez. Todos fascistas. Y aquí si cabe el término.
Desatenciones a lo “Pilatos”
Así se comportan los periodistas o conductores de programas de los medios oficiales. Como “Pilatos”, sin saber, o sabiendo, que son tan culpables de lo que pasa en el país, como culpables son quienes lo dirigen. Un trabajo mal hecho, que además paga Venezuela con creces. Pues, buena parte de la ciudadanía espera que se presenten a la luz, lo que pasa con el sistema eléctrico nacional, que se descubra el contrabando de alimentos tras las puertas de los Abastos Bicentenario, Mercal o PDVAL. Y en este sentido, dar respuestas a ciertas preguntas, como ¿por qué los productos se consiguen con los buhoneros y “bachaqueros” pero a precios extraordinariamente altos? ¿Quién o cómo se propició esto?
Los venezolanos necesitan que se atienda el problema de la productividad. ¿Cuánto ha invertido el país en la agroindustria y cuanto su reembolso? Que se investigue sobre la crisis en SIDOR. O bien que se profundice sobre el porqué de la inflación, la más alta del mundo que hoy día supera el 500%. Y que para muchos es maquillada por un Banco Central de Venezuela BCV a un 190% y que al cierre de este año 2016, podría cerrar en 800% o más, según indicadores internacionales. Otros problemas sin atender desde lo periodístico, son los relacionados con la devaluación, y el concepto de socialismo dentro de un país, con un gobierno que aplica medidas cada vez más neoliberales. Eso hay que explicarlo. La gente necesita respuestas, alternativas. Pisar sobre tierra. Hay que prestar atención a las situaciones que podrían revelar cómo Venezuela, siendo un país petrolero, mantiene a la ciudadanía expuesta a colas interminables para comprar alimentos. Todos estos temas son expuestos por periodistas del gobierno de manera casi que surrealista y desde la teoría de la conspiración que alimenta el mismo Presidente Nicolás Maduro, con lo de “Guerra Económica”.
¿Se casa esto con la igualdad, con la justicia social, con la realidad? O ¿Por qué los vehículos que importa el gobierno, con precios regulados, se adquieren tres veces por encima del costo? ¿Llegan a toda la población? ¿Qué pasa con la represión contra los estudiantes? ¿Cuál es la condición de los detenidos? ¿Qué ha pasado con los muertos y sus familiares? ¿Acaso estamos en una dictadura? Si no lo estamos, ¿por qué la persecución y amenaza a la disidencia? Si el gobierno defiende la igualdad de condiciones, se debe indagar sobre los militares, formados algunos en la ultraderecha (y aquí también cabe el término), que tienen cada vez más privilegios y poder estadal. Y que ahora, por haber ascendido de “status”, ya no son parte del pueblo, sino “clase dominante”. Otros temas son el incremento de la inseguridad en los últimos años, CADIVI, empresarios de PSUV, FONDEN, y un larguísimo etc.
Por la puerta grande
Difícilmente las respuestas a estas interrogantes las podrían ofrecer los “periodistas” de VTV o de cualquier medio oficial adscrito al SiBCI. Por cierto, muchos de los cuales formados en la UCV, universidad de la cual denigran al defender la postura del gobierno contra los estudiantes de esta casa de estudio, de donde egresaron buena parte de los que hoy día “conducen” a Venezuela. Un comportamiento lamentable, tomado en cuenta que no se puede ser periodista, sin conocer los alcances de la profesión; al menos los que se establecen en la “Ley del Ejercicio del Periodismo en Venezuela”. Y por otro lado, no se es periodista, cuando egresas de una universidad hoy día paleada por un gobierno totalitario, y no se dice, o se hace nada al respecto, o no se denuncia, o no se informa. O en todo caso, no se renuncia al aparato propagandístico de la cual se es parte.
Hay ejemplos, como el de Tamoa Calzadilla, Reimy Chávez , o el de Melanio Escobar , entre otros, quienes decidieron no ser cómplices de la opacidad informativa que hoy día afecta la libertad de información, la libertad de prensa, y en consecuencia, la democracia. Periodistas venezolanos, que gracias a su ética, apostaron por tener mayor responsabilidad con su país. En fin, periodistas que hacen mucho con poco. A diferencia de aquellos que hacen nada con mucho. Esos que hoy día se encuentran a las sombras de una profesión que requiere de luz; y que les demanda ese albor que tanto hace falta en estos tiempos de oscuridad. La sociedad grita a esos emisarios de los medios oficiales, salir de donde están: que renuncien a sus privilegios y al “confort” que les ofrece estar entre el poder. De eso se trata el periodismo. De esa responsabilidad social que tanto se fomenta desde el gobierno, pero que nadie cumple. El país espera por aquellos que siembren el ejemplo. Si es que tienen las agallas para ello. Por aquellos que apuesten por ese sentido de interlocutores de la “justicia social”, y salgan por la puerta grande: la dignidad. Cualidad que seguirá estando en duda, mientras sigan siendo el retrato del periodismo gubernamental.
[Tomado de http://ucvnoticias.ucv.ve/?p=49202 y de http://ucvnoticias.ucv.ve/?p=49607.]
Que penoso ha resultado el trabajo del periodismo que se observa en los medios oficiales venezolanos. Ese donde la labor profesional ha pasado a ser encubridora de la censura y cómplice de la opacidad informativa que se impone a otros medios de comunicación. Y que lamentablemente tiene sus coautores en el aparataje propagandístico que se viene experimentando en Venezuela.
Anclas, conductores de programas o jefes de prensa, se muestran alejados cada vez más de la realidad política, económica y social que padece el país. “Periodistas”, cuyo trabajo en muchos de los casos, se vienen alineando como una costumbre y con mucha frecuencia a las directrices del gobierno; bien sea, quizá, por complacencia, conveniencia, o fanatismo. O sino también, por otros incentivos, cuyo lugar en esta ocasión, no nos ocupa. Lo cierto es que este tipo de simpatía, si se quiere, por el tratamiento informativo que se le da a realidad país, ubica al periodismo oficialista, en el mejor de los casos, como esa “clase dominante” que se suele criticar desde las mismas filas del gobierno nacional.
Una posición donde no cuenta lo que se estipula en el Código de Ética del Periodista Venezolano; y específicamente en el enunciado que abre esta reflexión. Y más penoso aún, una posición que desestima el manual de mediación social, por nombrar la condición más básica del quehacer periodístico. De manera, que se ha venido desechando aquellos instrumentos que por excelencia, definen las formas en que la labor profesional, debe ser puesta al servicio de la ciudadanía, por ende a la orden de la democracia. Se trata pues de “Comunicadores Sociales”, (título que por cierto, a muchos les queda grande), que pasaron a ser “emisarios propagandísticos”.
“Funcionarios” que en la mayoría de los casos (por no decir en todos), renunciaron al principio deontológico de la profesión. “Combatientes” de la información gubernamental, que no saben diferenciar, en el marco del contexto actual, términos como Izquierda, Derecha, Ultraderecha, Fascismo, Neoliberalismo, Capitalismo, Socialismo, Comunismo, Democracia o Revolución. Conceptos elementales que se imparten desde una perspectiva histórico-política, en los estudios universitarios en Comunicación Social; al menos, los que se imparten en la Universidad Central de Venezuela. Enseñanzas sin duda olvidadas. Por no decir, que no fueron aprendidas por esta oleada de periodismo gubernamental.
Expresiones y contradicciones
Por otro lado, se suele ver como muchos “colegas” usan equivocadamente las expresiones “fascistas, fascismo y ultraderecha, para hacer una extensión de la oración. Establecen una relación de hechos y sus actores, respecto a una condición política, por ejemplo: “fascistas”, para referirse a la disidencia. Lo que rompe con el principio de veracidad y el concepto de “objetividad”. Al usar estas definiciones (adjetivos), interrumpen la función informativa del hecho noticioso, para complementar el discurso gubernamental. Esto, referente a las disertaciones, enunciados o narraciones de cualquier acontecimiento relacionado con la disidencia venezolana, la oposición, etc.
Al hacer esto, los periodistas exponen su parcialidad política con la línea informativa oficialista; lo que también contradice de fondo y forma la labor periodística. Pero hay más: “interrumpir” la función informativa y tener tal parcialidad, los hace ser una extensión de la política comunicacional del gobierno. Buena parte de esta, estructurada por el Sistema Bolivariano de Comunicación e Información SiBCI. De manera que entran en contradicción, no sólo con el carácter periodístico, sino con lo que muchas veces se les critica a los medios privados, respecto a sus líneas editoriales o intereses corporativos. Cuestión que los coloca en la misma posición de lo que adversan, que creen que adversan, o hacen creer que adversan. Coautores del aparataje, como bien se mencionó.
Des-informando
Entre otras cosas, se observan en los medios de comunicación oficiales, “periodistas”, que justifican las acciones del gobierno, en torno a los problemas económicos, políticos o sociales que padece el país. Mantienen la condición de “abogados del diablo”, mientras las consecuencias de ineficientes políticas gubernamentales, ponen en jaque a buena parte de la población. Ciertamente queda clara la posición de este periodismo oficial, al ver como se defiende una postura que viola el derecho de la ciudadanía a estar informada, sobre los problemas que les afectan directa o indirectamente. Con lo que se quebranta el principio de “Justicia Social” que tanto se pregona desde el Ejecutivo Nacional. ¿Esbirros del poder? Queda para la reflexión.
Para quien escribe el periodismo oficial dista mucho de la mediación social que necesita la sociedad venezolana. Editores, anclas de los noticieros, incluso Directores de Medios, como se dijo al principio, forman parte de una exclusiva representación desencajada del periodismo venezolano. Sus talentos se basan en agitar la inteligencia de la audiencia. Confundirla. Truncarla. Hablan mucho y dicen poco. Pero eso poco que suelen decir en una locución, o que suelen exponer a gran escala en un titular de prensa, afecta considerablemente al público; pues el “vacío en contenidos sobre las distintas realidades” contiene mucha des-información. Y con ello, una inducción hacia una ignorancia colectiva. Culpables son con estas deformaciones del periodismo, de atentar contra la construcción de ciudadanía y contra el derecho a la información veraz y oportuna. En conclusión, contra las libertades constitucionales.
Apropiándose de lo público
A propósito de estos tiempos donde se necesita claridad en los asuntos, por el contrario se observa mucha opacidad informativa dentro de los medios oficiales. Por ejemplo, ser periodista de algún medio del Estado, en una sociedad democrática, supone trabajar para una institución descentralizada del Poder Ejecutivo, y de los demás poderes. Mientras que hacer periodismo para algún medio oficial, hace del oficio una extensión del gobierno, como ya se ha dicho.
Con el “periodismo”, que por ejemplo se práctica en Venezolana de Televisión VTV, por nombrar un medio oficial, se “usufructúa” (se goza de una cosa ajena), una propiedad del Estado Venezolano. Considerando que este canal de televisión, tiene en estricto sentido una función de Servicio Público, y no una función caprichosa de las directrices gubernamentales, tal como se observan en muchos de sus contenidos periodísticos. Ello implica la apropiación de una cosa pública, tomando en cuenta que dicha estación televisiva, no es propiedad del gobierno, ni de los periodistas que trabajan en dicho medio, sino del Estado, y en consecuencia de “todos los venezolanos”, tal como lo expresa el Art. 108., de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela: “…El Estado garantizará servicios públicos de radio, televisión y redes de bibliotecas y de informática, con el fin de permitir el acceso universal a la información”.
En este caso el Estado debería garantizar a través de Venezolana de Televisión VTV y de su talento periodístico, este derecho constitucional. Por lo que no es una acción propia del gobierno en funciones de Estado; sino es el Estado quién debería prevalecer sobre el gobierno. Principio que hasta ahora se ha venido confundiendo la función de los medios públicos, ya catalogados de gubernamentales.
Elogiando a los culpables
Entre tanto, la des-información sigue extendiéndose en todo el Sistema Bolivariano de Comunicación e Información, SiBCI. Entendiendo esta des-información, como aquella información parcial, dirigida y de matices ideológicos: como propaganda política en fin. Situaciones como la actual represión gubernamental que padecen los manifestantes y estudiantes, que por cierto adiciona cada vez más víctimas, son solapadas por la figura y retórica de los personeros del gobierno, quienes precisamente son los responsables de la crisis actual. Realidad de donde los medios públicos (oficiales) tendrían mucha tela que cortar para corresponderle a la ciudadanía. Eso no pasa. Glorificar la figura del fallecido Presidente Chávez, en todos los medios públicos, se encuentra por encima de las vivencias cotidianas de la población. Enaltecer el trabajo de la Fuerza Armada Nacional, o de la Policía Nacional Bolivariana, ya forma parte del ideal periodístico; por tanto parte de la función policial y militar de informar. Alocuciones presidenciales, entre otros eventos oficiales, ciegan y silencian lo que le da vida a un país: la gente.
Temas como la escasez de alimentos, el desabastecimiento, en fin, la crisis económica, no son atendidos o investigados de manera profunda, sino usados como excusas de la historia. Como excusas del pasado. O peor aún, como un elemento de debate, que no encuentra responsabilidad en el gobierno, sino en la “ultraderecha”. Argumento que les sirve a muchos periodistas oficialistas para lavarse las manos y así poder seguir elogiando a los culpables de la situación actual: el gobierno. Y así avanza el país y su acontecer. Con defensores de un militarismo, como el de Franco, Mussolini, Pinochet, Gómez o el de Pérez Jiménez. Todos fascistas. Y aquí si cabe el término.
Desatenciones a lo “Pilatos”
Así se comportan los periodistas o conductores de programas de los medios oficiales. Como “Pilatos”, sin saber, o sabiendo, que son tan culpables de lo que pasa en el país, como culpables son quienes lo dirigen. Un trabajo mal hecho, que además paga Venezuela con creces. Pues, buena parte de la ciudadanía espera que se presenten a la luz, lo que pasa con el sistema eléctrico nacional, que se descubra el contrabando de alimentos tras las puertas de los Abastos Bicentenario, Mercal o PDVAL. Y en este sentido, dar respuestas a ciertas preguntas, como ¿por qué los productos se consiguen con los buhoneros y “bachaqueros” pero a precios extraordinariamente altos? ¿Quién o cómo se propició esto?
Los venezolanos necesitan que se atienda el problema de la productividad. ¿Cuánto ha invertido el país en la agroindustria y cuanto su reembolso? Que se investigue sobre la crisis en SIDOR. O bien que se profundice sobre el porqué de la inflación, la más alta del mundo que hoy día supera el 500%. Y que para muchos es maquillada por un Banco Central de Venezuela BCV a un 190% y que al cierre de este año 2016, podría cerrar en 800% o más, según indicadores internacionales. Otros problemas sin atender desde lo periodístico, son los relacionados con la devaluación, y el concepto de socialismo dentro de un país, con un gobierno que aplica medidas cada vez más neoliberales. Eso hay que explicarlo. La gente necesita respuestas, alternativas. Pisar sobre tierra. Hay que prestar atención a las situaciones que podrían revelar cómo Venezuela, siendo un país petrolero, mantiene a la ciudadanía expuesta a colas interminables para comprar alimentos. Todos estos temas son expuestos por periodistas del gobierno de manera casi que surrealista y desde la teoría de la conspiración que alimenta el mismo Presidente Nicolás Maduro, con lo de “Guerra Económica”.
¿Se casa esto con la igualdad, con la justicia social, con la realidad? O ¿Por qué los vehículos que importa el gobierno, con precios regulados, se adquieren tres veces por encima del costo? ¿Llegan a toda la población? ¿Qué pasa con la represión contra los estudiantes? ¿Cuál es la condición de los detenidos? ¿Qué ha pasado con los muertos y sus familiares? ¿Acaso estamos en una dictadura? Si no lo estamos, ¿por qué la persecución y amenaza a la disidencia? Si el gobierno defiende la igualdad de condiciones, se debe indagar sobre los militares, formados algunos en la ultraderecha (y aquí también cabe el término), que tienen cada vez más privilegios y poder estadal. Y que ahora, por haber ascendido de “status”, ya no son parte del pueblo, sino “clase dominante”. Otros temas son el incremento de la inseguridad en los últimos años, CADIVI, empresarios de PSUV, FONDEN, y un larguísimo etc.
Por la puerta grande
Difícilmente las respuestas a estas interrogantes las podrían ofrecer los “periodistas” de VTV o de cualquier medio oficial adscrito al SiBCI. Por cierto, muchos de los cuales formados en la UCV, universidad de la cual denigran al defender la postura del gobierno contra los estudiantes de esta casa de estudio, de donde egresaron buena parte de los que hoy día “conducen” a Venezuela. Un comportamiento lamentable, tomado en cuenta que no se puede ser periodista, sin conocer los alcances de la profesión; al menos los que se establecen en la “Ley del Ejercicio del Periodismo en Venezuela”. Y por otro lado, no se es periodista, cuando egresas de una universidad hoy día paleada por un gobierno totalitario, y no se dice, o se hace nada al respecto, o no se denuncia, o no se informa. O en todo caso, no se renuncia al aparato propagandístico de la cual se es parte.
Hay ejemplos, como el de Tamoa Calzadilla, Reimy Chávez , o el de Melanio Escobar , entre otros, quienes decidieron no ser cómplices de la opacidad informativa que hoy día afecta la libertad de información, la libertad de prensa, y en consecuencia, la democracia. Periodistas venezolanos, que gracias a su ética, apostaron por tener mayor responsabilidad con su país. En fin, periodistas que hacen mucho con poco. A diferencia de aquellos que hacen nada con mucho. Esos que hoy día se encuentran a las sombras de una profesión que requiere de luz; y que les demanda ese albor que tanto hace falta en estos tiempos de oscuridad. La sociedad grita a esos emisarios de los medios oficiales, salir de donde están: que renuncien a sus privilegios y al “confort” que les ofrece estar entre el poder. De eso se trata el periodismo. De esa responsabilidad social que tanto se fomenta desde el gobierno, pero que nadie cumple. El país espera por aquellos que siembren el ejemplo. Si es que tienen las agallas para ello. Por aquellos que apuesten por ese sentido de interlocutores de la “justicia social”, y salgan por la puerta grande: la dignidad. Cualidad que seguirá estando en duda, mientras sigan siendo el retrato del periodismo gubernamental.
[Tomado de http://ucvnoticias.ucv.ve/?p=49202 y de http://ucvnoticias.ucv.ve/?p=49607.]
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