Elisa García
En 1906, Emma Goldman escribía acerca de la tragedia de la emancipación de la mujer: “La paz y la armonía entre ambos sexos y entre los individuos, no ha de depender necesariamente de la igualdad superficial de los seres, ni tampoco traerá la eliminación de los rasgos y de las peculiaridades de cada individuo”. Es evidente que existen diferencias entre los géneros y lo que busca la emancipación no es borrar estas características que nos definen si no lograr una equidad, todxs tenemos los mismos derechos y por lo tanto debemos ser tratados iguales.
Para Goldman, comprenderse mutuamente es suficiente y mencionaba que la completa emancipación de la mujer la llevaría a ser un ser humano. Este fue el motivo principal y el que originó y guió el movimiento de la emancipación de la mujer. Durante mucho tiempo la mujer ha sido relegada y vista como un ser inferior, no se le ve como una persona sino como un objeto al beneficio de los hombres.
Pero Emma también se preguntaba ¿qué consiguió la mujer, al ser emancipada? Libertad de sufragio, de votar. ¿Logró depurar la vida política, como algunos de sus más ardientes defensores predecían? No. A la mujer se le daba un carácter de pureza que se creía vendría a purificarla política, pero cómo se podría liberar con algo que está podrido, que no hace más que esclavizar al pueblo dándole la falsa percepción de decidir, cuando los políticos sólo velan por sus intereses.
También el movimiento de emancipación trajo mejoras en las condiciones económicas de la mujer pero aún existe una gran diferencia en los salarios que se les paga a mujeres y hombres, y a costa de que deba competir y demostrar continuamente que puede realizar un trabajo y que su desempeño puede ser igual al del hombre o incluso mejor. Goldman prosigue ¿qué independencia habrían ganado al cambiar la estrechez y la falta de libertad del hogar, por la carencia total de libertad en su trabajo? Además, está el peso con el que cargarán muchas mujeres al tener que cuidar el hogar doméstico luego de llegar de sus trabajos, no se les quitará esa responsabilidad, deberán realizar un doble trabajo mientras sus parejas descansan de su jornada laboral y no colaboran en los quehaceres del hogar.
Por otro lado la emancipación no se aplica en el tema sexual, la mujer sigue siendo esclava del hombre debe cuidar su moralidad y tampoco deja de lado la maternidad, a la mujer se le sigue exigiendo ser recatada y al tener varias parejas sexuales se le denigra mientras que al hombre se le alaba. Tampoco se le da la libertad de elegir ser madre, se le ve como una máquina diseñada para procrear.
Podemos ver cómo el movimiento de emancipación ha estado muy limitado, acerca de esto Goldman escribe sobre una escritora noruega Laura Marholom quien fue una de las primeras en llamar la atención sobre la estrechez y la vaciedad del concepto de la emancipación de la mujer, y de los trágicos efectos ejercidos en su vida interior.
“En su trabajo, Laura Marholom traza las figuras de varias mujeres extraordinariamente dotadas y talentosas. Y a través de esos bocetos psicológicos, magistralmente realizados, no se puede menos denotar que cuanto más alto es el desarrollo de la mentalidad de una mujer, son más escasas las probabilidades de hallar el ser, el compañero de ruta que le sea completamente afín; el que no verá en ella, no solamente la parte sexual, sino la criatura humana, el amigo, el camarada de fuerte individualidad, quien no tiene por qué perder un solo rasgo de su carácter”.
Como escribe Goldman, “la verdadera emancipación no empieza en los parlamentos, ni en las urnas. Empieza en el alma de la mujer. Es necesario que la mujer se grabe en la memoria esa enseñanza y que comprenda que tendrá toda la libertad que sus mismos esfuerzos alcancen a obtener. Es por eso mucho más importante que comience con su regeneración interna, cortando el lazo del peso de los prejuicios, tradiciones y costumbres rutinarias".
Dice también que la mujer “deberá hacer desaparecer la absurda noción del dualismo del sexo, o que el hombre y la mujer representan dos mundos antagónicos. La pequeñez separa; la amplitud une”. Por eso en pleno siglo XXI, debemos dejar de creer que existen dos mundos, existen muchos mundos y debemos reivindicar los derechos no sólo de las mujeres sino de todos los géneros.
Aún falta mucho trabajo por hacer, es necesario realizarlo en el día a día y recordar que no sólo es algo que atañe a las mujeres sino a todxs, basta ya que los hombres sigan vendándose los ojos, justificando que la mujer sea vista de menos o diciendo que la desigualdad entre géneros es una mentira. Vivimos en una sociedad patriarcal, la cual da privilegios a los hombres por eso nada va a cambiar si los hombres no renuncian a esos privilegios y exijan equidad para todxs.
[Tomado de la revista Aurora # 4, San Salvador, febrero 2016. Número completo accesible en https://concienciaanarquista.noblogs.org/files/2016/03/RevistaAurora4.pdf.]
En 1906, Emma Goldman escribía acerca de la tragedia de la emancipación de la mujer: “La paz y la armonía entre ambos sexos y entre los individuos, no ha de depender necesariamente de la igualdad superficial de los seres, ni tampoco traerá la eliminación de los rasgos y de las peculiaridades de cada individuo”. Es evidente que existen diferencias entre los géneros y lo que busca la emancipación no es borrar estas características que nos definen si no lograr una equidad, todxs tenemos los mismos derechos y por lo tanto debemos ser tratados iguales.
Para Goldman, comprenderse mutuamente es suficiente y mencionaba que la completa emancipación de la mujer la llevaría a ser un ser humano. Este fue el motivo principal y el que originó y guió el movimiento de la emancipación de la mujer. Durante mucho tiempo la mujer ha sido relegada y vista como un ser inferior, no se le ve como una persona sino como un objeto al beneficio de los hombres.
Pero Emma también se preguntaba ¿qué consiguió la mujer, al ser emancipada? Libertad de sufragio, de votar. ¿Logró depurar la vida política, como algunos de sus más ardientes defensores predecían? No. A la mujer se le daba un carácter de pureza que se creía vendría a purificarla política, pero cómo se podría liberar con algo que está podrido, que no hace más que esclavizar al pueblo dándole la falsa percepción de decidir, cuando los políticos sólo velan por sus intereses.
También el movimiento de emancipación trajo mejoras en las condiciones económicas de la mujer pero aún existe una gran diferencia en los salarios que se les paga a mujeres y hombres, y a costa de que deba competir y demostrar continuamente que puede realizar un trabajo y que su desempeño puede ser igual al del hombre o incluso mejor. Goldman prosigue ¿qué independencia habrían ganado al cambiar la estrechez y la falta de libertad del hogar, por la carencia total de libertad en su trabajo? Además, está el peso con el que cargarán muchas mujeres al tener que cuidar el hogar doméstico luego de llegar de sus trabajos, no se les quitará esa responsabilidad, deberán realizar un doble trabajo mientras sus parejas descansan de su jornada laboral y no colaboran en los quehaceres del hogar.
Por otro lado la emancipación no se aplica en el tema sexual, la mujer sigue siendo esclava del hombre debe cuidar su moralidad y tampoco deja de lado la maternidad, a la mujer se le sigue exigiendo ser recatada y al tener varias parejas sexuales se le denigra mientras que al hombre se le alaba. Tampoco se le da la libertad de elegir ser madre, se le ve como una máquina diseñada para procrear.
Podemos ver cómo el movimiento de emancipación ha estado muy limitado, acerca de esto Goldman escribe sobre una escritora noruega Laura Marholom quien fue una de las primeras en llamar la atención sobre la estrechez y la vaciedad del concepto de la emancipación de la mujer, y de los trágicos efectos ejercidos en su vida interior.
“En su trabajo, Laura Marholom traza las figuras de varias mujeres extraordinariamente dotadas y talentosas. Y a través de esos bocetos psicológicos, magistralmente realizados, no se puede menos denotar que cuanto más alto es el desarrollo de la mentalidad de una mujer, son más escasas las probabilidades de hallar el ser, el compañero de ruta que le sea completamente afín; el que no verá en ella, no solamente la parte sexual, sino la criatura humana, el amigo, el camarada de fuerte individualidad, quien no tiene por qué perder un solo rasgo de su carácter”.
Como escribe Goldman, “la verdadera emancipación no empieza en los parlamentos, ni en las urnas. Empieza en el alma de la mujer. Es necesario que la mujer se grabe en la memoria esa enseñanza y que comprenda que tendrá toda la libertad que sus mismos esfuerzos alcancen a obtener. Es por eso mucho más importante que comience con su regeneración interna, cortando el lazo del peso de los prejuicios, tradiciones y costumbres rutinarias".
Dice también que la mujer “deberá hacer desaparecer la absurda noción del dualismo del sexo, o que el hombre y la mujer representan dos mundos antagónicos. La pequeñez separa; la amplitud une”. Por eso en pleno siglo XXI, debemos dejar de creer que existen dos mundos, existen muchos mundos y debemos reivindicar los derechos no sólo de las mujeres sino de todos los géneros.
Aún falta mucho trabajo por hacer, es necesario realizarlo en el día a día y recordar que no sólo es algo que atañe a las mujeres sino a todxs, basta ya que los hombres sigan vendándose los ojos, justificando que la mujer sea vista de menos o diciendo que la desigualdad entre géneros es una mentira. Vivimos en una sociedad patriarcal, la cual da privilegios a los hombres por eso nada va a cambiar si los hombres no renuncian a esos privilegios y exijan equidad para todxs.
[Tomado de la revista Aurora # 4, San Salvador, febrero 2016. Número completo accesible en https://concienciaanarquista.noblogs.org/files/2016/03/RevistaAurora4.pdf.]