K-ntra
Kultura
En este presente artículo vamos a recuperar una
de esas intensas historias que aún no han sido arrojadas a la luz, al menos no
para la mayoría de la sociedad. El tema que hoy nos concierne es la Rebelión de
Kronstadt, y algunos preguntarán ¿y eso qué es? Bien, pues dicha rebelión fue
un intento fallido de revolución anarquista (o contrarrevolución según los marxistas)
contra el bolchevismo imperante y vencedor de la nueva URSS.
La derechización y la deriva autoritaria de la
URSS ocasionó el descontento de parte de la clase obrera rusa, principalmente a
aquellos elementos anarquistas, consejistas y demás libertarios que habían
luchado durante la Revolución Rusa de 1917 y que soñaban con la implantación de
un nuevo sistema caracterizado por la libertad y fraternidad de una clase
obrera que llevaba siglos oprimida por la burguesía, algo que parecía no
vislumbrarse en la nueva Unión Soviética. Fue entonces cuando, desde el 7 de
Marzo al 17 la pequeña ciudad marinera rusa de Kronstadt (situada en la Isla
Kotler a 30 Km de St. Petesburgo) vivió su particular revolución contra toda
tiranía y autoridad marcada por los ideales anarquistas.
Esta rebelión la protagonizaron los marineros
de Kronstadt, en su mayoría anarquista y “y siempre a la izquierda del
comunismo y no a la derecha” como algunos bolcheviques intentaban hacer creer
para desprestigiar esta rebelión. La población de esta pequeña ciudad marinera
se levantó contra la URSS principalmente porque para ellos no era –el Gobierno-
suficientemente soviético. El lema de los marinos era el de “Todo el Poder para
los Soviets” ya que creían que la URSS se aburguesó demasiado rápido y privó de
gran poder a los consejos y soviets repartidos por todo el nuevo Estado. Ante
los primeros amotinamientos y barricadas de los marinos la respuesta militar
por parte de un Ejército Rojo dirigido por León Trotsky no se hizo esperar, aunque
primeramente no sirvió de mucho ya que los trabajadores de Kronstadt
resistieron de manera heroica.
El antecedente a esta rebelión vino un mes
antes, en Febrero de 1921 cuando los obreros de la ciudad se declararon en
huelga general en motivo de queja por el mal repartimiento de víveres y
productos básicos que necesitaban lo cual provocó los primeros arrestados. Fue
entonces cuando el uno de marzo de 1921 la asamblea de trabajadores de
Kronstadt envió a St. Petesburgo un documento con sus demandas sociales. Las
exigencias de los marineros hacia el Gobierno eran principalmente la nueva
elección de los Soviets ya que consideraban que estos no representaban los
verdaderos anhelos de campesinos y obreros y que se dejara plena libertad para
hacer propaganda antes de estas nuevas elecciones. Pero las demandas y
exigencias no se paralizaban aquí, se iba más allá, los obreros pedían la
libertad de reunión para los sindicatos industriales, organizaciones campesinas y libertad de
prensa para anarquistas y demás sectores revolucionarios de la izquierda no
bolchevique, libertad para todos los presos campesinos y obreros arrestados a
raíz de la huelga general de Kronstadt, nombrar una nueva comisión especial que
revisara los procesos de los presos políticos que había en las prisiones
soviéticas, la supresión del control policial en las estaciones de
ferrocarriles que incautaban los vivieres que el Estado no vendía ni compraba,
que los campesinos puedan tener haciendas propias siempre y cuando no tengan
asalariados trabajando para ellos y finalmente la libertad de trabajo a
domicilio mientras no se emplearan asalariados. Estas exigencias fueron un
intento en vano de democratizar el régimen bolchevique que se olvidaba de la
democracia obrera para abrazar el centralismo burgués, lo que acabó por tachar
esas demandas que pedían aquellos marinos de la ciudad rusa de Kronstadt de
“contrarrevolucionarias”. Sin duda alguna la paciencia de muchos sectores
obreros y campesinos soviéticos se había agotado, estaban cansados de un Gobierno
demasiado violento y coactivo que parecía evitar la llegada de aquel nuevo
sistema por el que se había producido la Revolución Rusa de 1917. La intención
de los marinos de la pequeña ciudad rusa era poder causar otra revolución, pero
esta vez una revolución social que llevara a la clase obrera a vivir un
“verdadero” socialismo. Según los obreros de Kronstadt, el Partido Comunista
detentaba el poder político dejando de lado a los obreros y campesinos,
mientras obraba en su nombre, como si un “neo-feudalismo” se hubiera instalado
bajo el nombre de “comunismo”. El entusiasmo era tal que algunos idealistas
llegaban a vislumbrar una nueva revolución que acabara con la autoridad y esa
“comisariocracia” que parecía oprimir de nuevo a la clase trabajadora y que por
fin se lograría el verdadero poder para el Pueblo, el verdadero poder para los
Soviets.
Como era de esperar, el Gobierno bolchevique
utilizó todas sus armas militares y propagandísticas para derrotar y
desprestigiar a esta nueva rebelión. Lo
primero que hizo la maquinaria de propaganda soviética fue intentar hacer creer
al resto de población soviética que dicha rebelión era realmente una
contrarrevolución liderada por los “blancos” y demás sectores reaccionarios
enemigos de la clase proletaria, nada más lejos de la realidad. Los marinos de
Kronstadt rechazaron siempre toda ayuda reaccionaria, cuando llegaron las
noticias del levantamiento obrero a París, los capitalistas rusos allí
exiliados ofrecieron cantidades ingentes de dinero a los sublevados, dinero que
rechazaron desde el primer momento. Cuando los antiguos oficiales zaristas,
también exiliados, que habían conseguido exiliarse contactaron con los rebeldes
de Kronstadt para ofrecer sus servicios militares, los primeros volvieron a
responder de manera negativa.
Ante este ataque, los comités revolucionarios
de Kronstadt se apresuraron rápidamente a publicar los nombres y profesiones de
todos los miembros de esta nueva rebelión para confirmar que se trataba de
verdaderos revolucionarios, obreros, marinos y campesinos que querían acabar
con la autoridad y opresión. “Estamos
firmes para la causa que hemos hecho nuestra de liberar al pueblo del yugo que
el fanatismo de un partido comunista le impuso, y moriremos gritando: ‘¡Vivan
los soviets libremente elegidos!’ Que lo sepa el proletariado del mundo entero.
Camaradas, necesitamos vuestra ayuda moral. ¡Protestad contra los actos
terroríficos de los autócratas comunistas”. Estas consignas –y similares-
rezaba el diario soviético “Novi Put”.
El 17 de Marzo de 1921 todo acabó, aquel sueño
de revolución social sucumbió ante la feroz fuerza militar del Ejército Rojo.
Nadie compendió la verdadera importancia de la causa por la que murieron todos
esos hombres y mujeres. Al menos los hombres y mujeres caídos en la Comuna de París
acabaron en el corazón de todo el proletariado mundial del momento, en cambio
los hombres y mujeres caídos en Kronstadt fueron recordados como traidores de
su clase social y como contrarrevolucionarios sin que nadie conociera realmente
las causas que los llevaron a la muerte y su último llamado de socorro solo
halló oídos sordos.