María
Rosas
La luchadora ambientalista
Berta Cáceres, quien recibió el Premio Goldman en 2015, había dedicado sus
últimos días a denunciar una serie de asesinatos políticos y amenazas a
miembros de su comunidad, por la amenaza de construcción de hidroeléctrica.
La madrugada del jueves 3 de
marzo, fue encontrada sin vida la principal fundadora del Consejo de Pueblos
Indígenas de Honduras (Copinh), Berta Cáceres Flores, que durante más de 20
años dedicó sus esfuerzos en defender los derechos de la comunidad Lenca. Junto
con diferentes organizaciones de mujeres, también destacó encabezando las
movilizaciones contra el golpe de Estado al entonces presidente hondureño,
Manuel Zelaya en 2009.
Desde muy tempranas horas la
noticia causó un gran impacto nacional e internacional, que obligó a miembros
de seguridad en Tegucigalpa a dar las primeras declaraciones. Julián Pacheco,
ministro de Seguridad declaró que, aunque había una orden de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para proteger la vida de la activista
indígena, ella no había reportado el cambio de residencia en La Esperanza y,
que por lo tanto, sólo contaba con un patrullaje cuando ella misma lo
solicitaba, mismo que era reforzado cuando salía a otras regiones del país.
Aunque las mismas autoridades
han mencionado que se encuentra un equipo de inteligencia y de seguridad
trabajando en la zona para dar con los responsables del asesinato, algunos
miembros de la policía ya empiezan a adelantar declaraciones y, han mencionado
que el asesinato de Berta se debió a un intento de robo en su domicilio.
Mientras tanto, dirigentes
obreros y populares han manifestado su repudio al asesinato de Berta Cáceres. “La policía dice que fue por robarle, pero
es un crimen político de este gobierno. La única información que da la policía,
es que entraron a la casa por la parte de atrás y le dieron dos disparos, pero
todos sabemos que la mataron por su lucha”, declaró Carlos H. Reyes, dirigente
sindical y del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP).
La
defensa de un río es la causa principal de este asesinato político. La
madre de la activista, Berta Flores, ha manifestado que aunque había medidas
cautelares dictadas por la CIDH para su hija, en el sentido estricto no recibía
protección del Estado por la presión de las autoridades que defienden a las
mineras y empresas hidroeléctricas.
El
último grito
La última defensa que
emprendió Cáceres fue la lucha por la defensa del río Gualcarque, ubicado en el
departamento de Santa Bárbara al noroeste de Honduras, donde se habían destinado
por lo menos 35 millones de dólares para la construcción de un proyecto
hidroeléctrico en la que participaban principalmente el Fondo de Desarrollo de
los Países Bajos FMO-Banco Holandés, el Finnish Fund for Industrial Cooperation
Ltd, el FINNFUND de Filandia, el Banco Centroaméricano de Integración
Económica, las empresas Siemens y VoithHydro de Alemania, entre otros. El
objetivo sigue siendo el mismo que han mantenido durante décadas y es claro;
dejar sin agua a cientos de nativos lenca, la etnia a la que pertenecía Berta
Cáseres.
Berta Flores relató para
distintos medios, que su hija había mantenido fuertes altercados en días
recientes con militares que se encuentran resguardando la construcción de la
represa en el río, pero que a manera de antecedentes también denunció las
amenazas de muerte que había recibido, al igual que algunos de sus familiares y
compañeros de su comunidad.
La
lista de asesinatos políticos es larga
En Honduras entre los años
2002 y 2014 se registraron 111 asesinatos de activistas ambientales y, que
junto a la violencia que se vive en el país se registran 13 muertes diarias
según fuentes oficiales.
Al cierre de esta nota, son
cientos de personalidades, de intelectuales, activistas, organizaciones
sociales y sindicales, así como defensores de los derechos humanos e incluso
algunos mandatarios latinoamericanos, quienes se han pronunciado por medio de
declaraciones o en diferentes redes sociales, repudiando el asesinato de Berta
Cáceres. Al medio día, cientos de medios de comunicación acompañaron el
traslado del cuerpo de Berta Cáceres a una de las morgues del Ministerio
Público en Tegucigalpa, en donde a petición de sus familiares, se realizaría la
autopsia.
Centenares de personas en
Honduras se manifestaron en las calles por la tarde de este jueves, y hasta la
noche que el cuerpo de la activista fuera velado en las instalaciones del
partido Libre en la capital hondureña para después trasladarlo a La Esperanza,
en el departamento de Intibucá de donde es originaria.
Mientras el Consejo Nacional
de Defensa y Seguridad (CNDS) fue convocado por el presidente Juan Orlando
Hernández en carácter de urgente, en redes sociales empiezan a circular algunas
convocatorias de movilización en varios países, para condenar y repudiar el
asesinato de quien -como se lee en una nota de la BBC- fuera la hondureña que
le torció la mano al Banco Mundial, dedicando gran parte de su vida a la
defensa de los recursos naturales, así como por rechazar fuertemente la
creación de bases militares estadounidenses en el territorio Lenca.
Con información de la BBC /
Nación