Malena
Zetnik (Izquierda Socialista)
Recordando el 8 de marzo de 1857
Desde el inicio del siglo XX, en el movimiento
obrero se fue instalando el 8 de marzo como jornada de lucha de las
trabajadoras en todo el mundo. La ONU la transformó en una “festividad”. Las
mujeres trabajadoras mantienen su lugar en primera fila en los reclamos por sus
derechos.
En el acelerado proceso de desarrollo
industrial capitalista de fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX,
millones de mujeres campesinas fueron llevadas a las ciudades a trabajar en las
pujantes industrias europeas y norteamericanas. En la rama textil, las mujeres
comenzaron a ser inmensa mayoría. Sin embargo, igual que en el caso de los
niños, a las extenuantes jornadas de trabajo de 12 horas se les adosaba un
menor salario que los varones y se les negaba el derecho a participar en las
organizaciones obreras.
Por el contrario, sus propios compañeros
varones las expulsaban, pues las veían como una amenaza para sus propios
empleos. Así lo denunciaba, por ejemplo, la feminista internacionalista Flora
Tristán, en su libro Paseos en Londres.
Por eso, en 1857, hartas de las extenuantes
jornadas de trabajo y el magro salario, la inmensa mayoría de las trabajadoras
textiles de New York se sublevaron reclamando por una jornada de 10 horas.
Fueron reprimidas brutalmente por la policía. El calendario marcaba 8 de marzo.
“Pan y rosas”
Décadas más tarde, en el mismo mes de marzo
pero del año 1908, 15.000 obreras marcharon por las calles de la misma ciudad
al grito de “pan y rosas”, sintetizando en esas consignas su reclamo por
aumento de salario y mejores condiciones de trabajo. Y un año más tarde, 140
obreras murieron calcinadas en la Cotton Textile Factory, donde fueron
encerradas por la patronal para que no se plegasen a la inmensa huelga de
40.000 costureras que pararon la industria neoyorquina en esos días. Ese día
sus máquinas tejían telas color lila, de allí el origen del tan emblemático
color para las mujeres.
Finalmente, en 1910, durante el Segundo
Congreso Internacional de Mujeres Socialistas reunido en Dinamarca, donde las más
de 100 delegadas de 17 países y miembros de sindicatos y partidos socialistas
proclamaron el 8 de marzo comoDía Internacional de la Mujer Trabajadora, en
memoria de los heroicos levantamientos de las trabajadoras contra la opresión
del capital y como propuesta de Clara Zetkin, Kate Duncker y otras. En su
discurso, Zetkin afirmaba: “Para que la mujer tenga plena igualdad de derechos
sociales con el hombre -de hecho y de derecho y no sólo en la letra muerta de
las leyes-, para que igual que el hombre tenga todas las oportunidades de un
libre desarrollo y del ejercicio total de su condición humana deben darse dos
premisas primordiales: la propiedad privada de los medios de producción debe
ser sustituída por la propiedad social; las mujeres deben ser incorporadas a la
producción social en un régimen libre de explotación y esclavitud”1.
Pero fue en 1917 cuando esta fecha terminó por
afirmar su cabal importancia. El 23 de febrero (8 de marzo de 1917 en el
calendario gregoriano), en San Petersburgo, Rusia, decenas de mítines se
celebraron con motivo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora2. El
malestar por las paupérrimas condiciones de vida de obreras y amas de casa que
realizaban largas colas para lograr alimento, convirtieron a esas
manifestaciones de las mujeres en
fuertes protestas por el final de la guerra
ínterimperialista y contra el zarismo, que lograron su caída. Y encendieron así
la mecha de la gran revolución de octubre, que impuso el primer gobierno
revolucionario obrero y campesino de la historia.
¿”Festividad” o día de movilización?
La lucha de las mujeres trabajadoras y de
distintos sectores sociales se mantuvo y profundizó a lo largo de todo el siglo
XX. En los sesenta se dieron grandes movilizaciones en Estados Unidos y varios
países europeos. En muchos países se fue ampliando la participación de las
mujeres en los distintos ámbitos de la vida.
Buscando reflejar esas demandas,
incorporándolas a la explotación y opresión capitalista e imperialista, se
instaló un “reconocimiento” oficial en la ONU. En los setenta, y en nombre del
“interés de todas”, la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer
celebrada en México el 2 de julio de 1975 por la Organización de las Naciones
Unidas, resolvió establecer el 8 de marzo como festividad del Día Internacional
de la Mujer. Luego la Asamblea General de las Naciones Unidas, Resolución
32/142, el 16 de diciembre de 1977 proclamó: “Teniendo en cuenta que una paz
estable, el progreso social, el establecimiento del nuevo orden económico
internacional, y el pleno disfrute de los derechos humanos y las libertades
fundamentales requieren la participación activa de la mujer, su igualdad y su
promoción3.
De esta manera, los hechos, las protagonistas,
sus denuncias por las crueles situaciones de explotación a las que eran y aún
son sometidas las trabajadoras, quedaban diluidas por la opresión de conjunto
de todas las mujeres sin distinción de clase, y esfumando la necesidad de la
lucha por todas sus demandas. Así, el 8 de marzo, en su versión
institucionalizada, pasó a ser un día tomado por muchos gobiernos,
organizaciones y empresas capitalistas para las ofertas de productos
cosméticos, regalo de flores y, en el mejor de los casos, de reconocimiento de
algunas mujeres destacadas del arte y la cultura. Una vez en el año con
“rosas”, sin la pelea por el “pan” de todos los días.
En primera fila, las trabajadoras
No obstante, las mujeres luchadoras del mundo no
resignan esta fecha. Pues como señalaba Alejandra Kollontay en 1913 a raíz del
significado del 8 de marzo, “El día de la mujer es un eslabón en la larga y
sólida cadena de la mujer en el movimiento obrero”4. Por eso, desde Izquierda
Socialista impulsamos y apoyamos en primer lugar todas las movilizaciones que
las trabajadoras están organizando para esta fecha en todo el mundo, reclamando
igual salario por igual trabajo, contra los despidos y la precarización
laboral, por jardines pagos, por el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, y
muchos otros reclamos. Es el mejor camino para defender el conjunto de las
demandas que las mujeres oprimidas levantan en todo elmundo. Han pasado décadas
y hasta siglos desde las primeras protestas de las trabajadoras en las
industrias,pero la discriminación, la violencia y la superexplotación de las
mujeres continúa, ubicándonos entre las más oprimidas entre los oprimidos, y
las más explotadas entre los explotados.
1. Forner, P. (Ed.) (1984). Clara Zetkin: Selected
Writings, London: International Publishers.
2. Chamberlin, WH. “The First Russian Revolution”.
Russian Review. Vol. 26, No. 1 (Jan., 1967), pp. 4-12.
3. ONU:
Resolución 32/142, 16 de diciembre de 1977. “Participación de la mujer en el
fortalecimiento de la paz y la seguridad internacionales y en la lucha contra
el colonialismo, el racismo, la discriminación racial, la agresión y la
ocupación extranjera, y todas las formas de dominación extranjera”. Disponible
en http://www.un.org/spanish/documents/ga/res/32/
4. Kollontay,
A. (1913) El Día de la Mujer. Disponible en https://www.marxists.org/espanol/kollontai/1913mujer.htm
[Tomado de http://web.laclase.info/content/las-mujeres-y-su-jornada-de-lucha-obrera-e-internacionalista/]