F. Renzullo y R. Baptista (diario El Tiempo, Barcelona)
“Con hambre y sin empleo con Chávez me resteo”. Aquella frase que antes del fallecimiento del líder de la revolución en 2013 daba cuenta de un apoyo por parte del pueblo, sin importar las precarias condiciones de vida, parece haber sido heredada como una suerte de mandamiento por la administración de Nicolás Maduro, y repetida -bajo distintas variantes-, por funcionarios como si se tratara de una verdad incombustible.
“Con hambre y sin empleo con Chávez me resteo”. Aquella frase que antes del fallecimiento del líder de la revolución en 2013 daba cuenta de un apoyo por parte del pueblo, sin importar las precarias condiciones de vida, parece haber sido heredada como una suerte de mandamiento por la administración de Nicolás Maduro, y repetida -bajo distintas variantes-, por funcionarios como si se tratara de una verdad incombustible.
“Para nosotros no hay escasez, lo que hay es amor y patria”, dijo recientemente el gobernador del estado Vargas, Jorge Luis García Carneiro. Esta es sólo parte de una oleada de declaraciones ventiladas con insistencia a los medios en las últimas semanas por distintos integrantes del Ejecutivo. Frases que incluso hablan de “neveras llenas” y achacan al “consumo exagerado” parte de las causas de la crisis económica. Tales expresiones se muestran por un lado, como una estrategia política para mantener vivo el respaldo al chavismo, e incluso apelan a estudios que aseguran que Venezuela es el “país más feliz del mundo”.
Por otro lado, la confianza en la paciencia de la población por parte del Gobierno, comienza a convertirse en una peligrosa arma discursiva. Es una situación que luego del triunfo opositor del 6D, tensa la cuerda de la “incondicionalidad” de los adeptos a la revolución, mientras en otros espacios comienza a ser calificada como “cinismo”.
Para el politólogo Carlos Romero, las declaraciones de voceros del Ejecutivo que apuestan a una condición de felicidad del país, a pesar de la situación económica, o dar por descontado que en medio de la escasez aún es posible apostar al respaldo de la gente, no sólo están “fuera de foco”, sino que además demuestran que se ha llegado a un punto de quiebre.
Si durante el mandato de Hugo Chávez esta estrategia utilizaba como columna de apoyo el liderazgo o carisma del mandatario, en la actualidad las declaraciones parecen hundir sus bases en arena movediza. A juicio de Romero, estos argumentos ya han comenzado a generar rechazo en las filas del propio oficialismo.
Si diez años atrás, la bonanza petrolera -y el incentivo al consumo- permitió a la gestión chavista alimentar estas ideas, la situación actual es otra. “Hay que recordar que durante varios años hubo una expansión como resultado de los diferentes programas sociales, donde el consumo jugó un papel muy importante (…) La gente identificaba a Chávez con la expansión económica y ahora le tocó a Maduro hablar de austeridad en medio de una crisis heredada”, dijo.
El experto en opinión pública, Oswaldo Ramírez, calificó la estrategia comunicacional del Gobierno como un “boomerang”. Explicó que a pesar de que el chavismo ha pretendido “victimizarse” para evadir las consecuencias de sus malas decisiones, al final sólo ha conseguido construir una “narrativa inverosímil” que le ha restado credibilidad entre sus votantes.
Apuntó que en los últimos meses los voceros de la tolda roja han intentado “distraer” a la población con frases polémicas para así restarle atención a otros problemas mucho más complejos que afectan la calidad de vida del venezolano. “Es una estrategia muy contraproducente que pareciera buscar más centimetraje en prensa (…) Es como si estuviesen compitiendo entre ellos para encuadrar un mensaje que llevaría a una situación de crispación social”, subrayó Rodríguez.
Despilfarro e hipocresía
“No justifico que alguien adquiera cinco o seis pares de zapatos al año. El consumo es excesivo e innecesario”, dijo la semana pasada el diputado Ricardo Molina (Psuv) en una entrevista televisiva. Romero aseguró que los mensajes del oficialismo apelando a la frugalidad son percibidos como una “hipocresía” en medio de las denuncias sobre despilfarro e ilícitos de sectores vinculados al gobierno. Dijo que cualquier intento de discurso apegado a la doctrina socialista se “derrumba” ante las evidencias de corrupción.
“Por un lado, el Gobierno llama a detener el consumo pero luego ves las denuncias de despilfarro y a personeros del oficialismo comportándose como millonarios. Es muy difícil que te puedan creer algo así”, acotó el experto. Tanto para Romero como para Ramírez, los resultados de las elecciones parlamentarias del pasado 6 de diciembre son una muestra del fracaso de la estrategia discursiva empleada por el Gobierno para mantener su liderazgo en medio de la crisis. “Apelar al sentimentalismo político ya no es suficiente en medio de una crisis semejante (…) La gente pareciera estar mucho más consciente de lo que está sucediendo”, resaltó Rodríguez.
Sectores gubernamentales consideran que la población chavista mantiene el nivel de conciencia y la creencia de un proyecto por encima de un “ataque bestial” en materia económica. Para el diputado Ramón Lobo (Psuv), los 5 millones 599 mil 025 votos que obtuvo el oficialismo en las parlamentarias significan un “grueso, duro y compacto” apoyo que certifican la vigencia que aún posee la propuesta del Gobierno, más allá de las revisiones y rectificaciones que deben realizarse “en los elementos que no se haya logrado avanzar”.
María Teresa Urreiztieta, psicóloga social, aseguró que todas las condiciones sociales están dadas para que en el país se produzca una “conmoción social”. Explicó que es imposible definir cómo será expresada la “frustración y la impotencia”, pero advirtió que es inevitable que la población exprese su malestar ante las penurias causadas por la inflación y la escasez.
“El punto de quiebre o el límite nadie lo puede prever, pero la desesperación de no conseguir medicinas, alimentoso y repuestos, causa un profundo malestar y están dadas todas las condiciones para que la gente se exprese. Es claro que esa ilusión del buen vivir que promueve el Gobierno con sus discurso es un cascarón vacío”. La también profesora de la Universidad Simón Bolívar (USB) apuntó que los resultados de las parlamentarias son una expresión clara de ese descontento generalizado, pero indicó que la victoria de la oposición en las urnas no es suficiente para que la gente pueda sentir que de verdad se produjo un cambio que le permitirá mejorar sus condiciones de vida. “El malestar ya se hizo voto, pero no basta. No es suficiente (…) la población va a expresar su frustración, ira e impotencia porque se ha agudizado el desamparo jurídico, alimentario y sanitario”, aseveró la experta.
La alegría de los venezolanos
Un reciente estudio -divulgado a mediados de enero-, advierte que una de las razones para que los habitantes de determinados países sean “más felices” (a pesar de las condiciones adversas), tiene que ver con la genética. Según la investigación, los habitantes del norte de América Latina -con México, Venezuela, Ecuador y Colombia encabezando la lista- , se han visto beneficiados por su ADN. También se incluyen países de África como Nigeria y Ghana.
La investigación realizada por Michael Minkov de la Universidad Varna de Bulgaria y Michael Harris Bond, de la Politécnica de Hong Kong, plantea que los países cuya población presenta cierta variedad en sus genes y mayor prevalencia del “Alelo A” tienen los mejores índices de felicidad autoproclamada. Asia es el continente con menos disposición a declararse feliz. El estudio se sustenta en los resultados de la World Values Survey (WVS), la cual realizó una encuesta mundial sobre qué tan feliz se siente la gente y los comparó con la prevalencia del “Alelo A” vinculado en la percepción sensorial del placer y la resistencia al dolor.
Para la psicóloga social María Teresa Urreiztieta, en este momento la población venezolana parece poner a prueba esta cualidad genética, y estaría lejos de una condición de felicidad, pese a los resultados de cualquier estudio. Apuntó que el humor siempre ha sido parte fundamental de la idiosincrasia del país, pero ante la crisis se convierte como en un mecanismo de defensa o de catarsis. “La gente se ríe y saca chiste de cualquier cosa porque eso se agudiza en tiempos de crisis para rebajar las tensiones y para lidiar con la realidad tan complicada, pero eso no significa que sea feliz”, dijo.
Inercia
Para la psicóloga social María Tereaza Urreiztieta, la “pasividad” del venezolano ante la crisis que enfrenta el país puede deberse en gran medida a la impunidad. Explicó que la falta de credibilidad en las instituciones públicas y el aumento de los índices delictivos explican la “aparente inercia” de la población en medio del caos. No obstante, advirtió que la agudización de los problemas (desabastecimiento, inflación e inseguridad) son situaciones capaces de generar profundas frustraciones, que “tarde o temprano” terminan expresándose de alguna forma por la sociedad.
[Tomado de http://eltiempo.com.ve/venezuela/investigacion/el-discurso-chavista-de-la-felicidad-llega-a-su-punto-de-quiebre/209596.]